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  • Enamorándome de Dianita (18)

    Enamorándome de Dianita (18)

    Sofia despertó, sola en la cama pensaba que yo estaba en el baño, pero al mirar detalladamente la habitación se dio cuenta que yo me había marchado, tomo las sábanas y se hizo como especie de un vestido, se dio cuenta de la nota que había dejado en la mesita de noche, la tomo y leyó el mensaje “Discúlpame por tener que irme y dejarte sola, pero se me presento un inconveniente con mi familia, no quise despertarte te veías hermosa acostada, no te enojes por favor, sé que en otra ocasión me lo harás pagar con intereses, ¡ah! y por cierto ese tatuaje me lo llevo grabado en mi mente, es realmente hermoso, más tarde hablamos de lo que paso en la noche”.

    Vaya que eres un tonto Thiago, pensé que estaría más enojada contigo, pero con esta nota te anotaste un punto a tu favor, terminando de leer la nota tocaron la puerta de la habitación, Sofia se asustó, no esperaba a nadie ni había pedido nada, pero pensó que yo me había devuelto, no sabía con exactitud la hora en que yo me había marchado, por lo que pregunta.

    -¿Quién es?

    -Room Service. -le contestan

    -Debe ser un error yo no he pedido nada. -responde Sofia

    -El señor Thiago, ordeno el servicio. -contestaron detrás de la puerta.

    Sofia antes de abrir, visualizo por el ojo de halcón de la puerta y pudo darse cuenta que efectivamente era el servicio a la habitación, abrió la puerta y el mesero, le entrego la orden, Sofia recibió el servicio y lo ubico dentro de la habitación y cerró la puerta, ya más calmada destapo los platos y pudo ver el desayuno de frutas, y el mensaje en crema de chocolate la cual eran acompañadas con unas fresas, que decía “perdóname por favor. -Thiago”, vaya sí que sabes endulzar a una chica, que tierno más tarde te las cobrare, le tomo una foto al desayuno y me envío la foto diciendo “eres tierno, pero me la debes no se deja a una mujer como yo sola en la cama”.

    Llegue a mi casa, me di un baño me puse ropa deportiva y baje a la cocina, la cabeza me daba vueltas mi madre me conocía perfectamente, y me preparo un desayuno para la resaca, un caldo de pollo y jugo de naranja.

    -Veo que la noche estuvo muy movida, ya que tienes una resaca que ni tú mismo puedes con ella. -me dijo

    -Que bien me conoces mamá, por eso eres la mejor, sabes que te amo. -le dije

    -¿Puedo preguntar si la resaca que tienes es por Paula o alguna otra chica?

    -Si mamá las dos cosas, pero igual creo que por querer protegerlas a las dos, terminé por hacerles daño, no creo que quieran volver a saber de mí.

    -No se puede tener a dos mujeres al mismo tiempo, no te enseñe eso mi niño, si realmente quieres a una, lucha por ella, la otra tendrá que entenderlo al final.

    -Gracias Ma, pero ojalá fuera tan fácil, igual te prometo que no te hare quedar mal.

    Le di un abrazo y Sali a correr, necesitaba pensar y aproveche para retomar mi hobby de la fotografía, ya que haciéndolo sentía calma, cuando termine de correr y me dispuse a tomar algunas fotografías mi teléfono sonó, mire y era Paula.

    -Hola Thiago como estas, tienes razón necesitamos hablar, Diana y yo vamos donde tu estas. -me dijo.

    Tragué saliva, no me esperaba que tuviera que enfrentar a las dos al mismo tiempo, aunque a decir verdad era mejor, por lo que les dije que las esperaba en la colina donde siempre hacia ejercicios y tomaba fotografías, Paula conocía perfectamente el lugar, me había acompañado muchas veces al lugar, además si por cualquier motivo se ponían violentas era un sitio donde no causaríamos trauma, además era la ocasión para hacer que ellas terminaran conmigo y así cumplir el trato con Sofia y proteger a Dianita de Tony y la misma Sofia.

    Las chicas dejaron la casa de Cristian impecable, y salieron a mi encuentro, Natalia no quiso acompañarlas era algo que debían hacer ellas solas, pero les aconsejo que antes de dejarse llevar por la rabia actuaran con cordura.

    Dianita y Paula llegaron a la colina y me encontraron sentado bajo un árbol, mi mirada se perdía a lo lejos del paisaje, se notaba que estaba intranquilo cuando las vi llegar se veían hermosas, pero no me atrevía a decirles algún halago solo las miré y sonreí un poco, me puse de pie y nos quedamos mirando los tres, el ambiente era tenso, Paula interrumpió el silencio y dijo muy seriamente bueno Thiago te escuchamos los que tienes que decir, quiero que seas honesto, creo que preguntas porque vine con Diana, sé que tienes sentimientos hacia ella, y que ya se acostaron aunque ella no me lo haya dicho con palabras, tampoco lo pudo negar, así que puedes ser totalmente honesto con nosotras.

    Miré a Dianita y ella solo movió los hombros, -ok podemos sentarnos así estaremos más cómodos, los tres nos sentamos bajo la sombra del árbol, y empecé hablar, la verdad no sé por dónde empezar les dije, sé que ya tienen conocimiento que Sofia y yo, ayer estábamos en un hotel, me hubiese gustado que se enteraran por mí ya que de igual forma se los iba a decir, hay una razón muy poderosa del porque lo hice, pero no puedo decirles esa razón.

    Lo único que puedo decirles es que para que ustedes dos estén bien yo debo alejarme, puede que no me crean, pero en serio me gustan muchísimo las dos, sé que no está bien no quería hacerles daño, pero ayer se nota que lloraron mucho por mi culpa, y no merezco sus lágrimas.

    -No necesitamos un discurso Thiago, es fácil te acostaste o no con Sofia. -me dijo Dianita

    -No lo sé, ayer bebí mucho alcohol y la verdad no recuerdo que paso.

    Pensé que eras más hombre, -te voy a refrescar la memoria, y me mostro la foto que Sofia le envió donde estoy dormido completamente desnudo.

    Puede que tengan razón, pero para mí tan solo están ustedes dos, pero si les hace feliz saber que estuve con Sofia, vamos a decir que sí, pero no me acuerdo, y si no me acuerdo…

    -¡No paso!, como te digo Natti Natasha. -me recrimino Paula.

    Dianita medio giro su rostro y esbozo una sonrisa, mientras en su mente decía, que tonto siempre me hace reír con sus ocurrencias.

    -Y tú le festejas todo. -le dijo Paula a Dianita.

    -Para nada. -le contesto Dianita.

    Y acto seguido me mostro la foto de la nota que le deje a Sofia en el nochero, -creo que esto lo dice todo cierto, eres un mentiroso claro que te acuerdas perfectamente de lo que hiciste anoche con esa perra, te dije que si no me fallabas lucharía contra el mundo por ti, me hiciste daño y aunque te extrañe sé que algún día te voy a olvidar y las lágrimas que ayer derrame por ti son las ultimas que te voy a dar, -me dijo Dianita, en su mirada había rencor y por su mejilla se asomaba una lagrima.

    Sabes una cosa, cuando te pregunten porque ya no estamos juntos cuéntale a la gente que no fuimos suficiente para ti, úsanos de excusa del porque no funciono y hazme todo el daño que sientas necesario, no quiero volver a verte nunca más. -me dijo Paula.

    Las entiendo y sé que no fue justo con ninguna de las dos, pero no les miento no estoy seguro si me acosté o no con Sofia, pero creo que si debió pasar. La nota la deje porque no tenía certeza de nada, por eso puse después hablamos de lo que paso en la noche, terminando de decir esas palabras Paula me pega una cachetada.

    -Ya no me interesa saber nada, Te amo demasiado Thiago, que hasta acepte incluso compartirte con Diana, pero no puedo amar tanto. -me dijo Paula.

    No nos busques, me dijeron las dos y se marcharon, quedé destrozado, pero por el momento era lo mejor, mientras buscaba la forma que me perdonaran, pero primero debía saber si me había acostado con Sofia o no, llame a Cristian y le conté lo que paso con Paula y Dianita.

    -No había forma que salieras bien de eso, te lo dije hicieras lo que hicieras la ibas a terminar cagando. -me dijo Cristian

    -Desafortunadamente tienes razón, pero no les digas que tú sabias, no quiero que se dañe lo que tienes con Natalia, por favor cuídalas mientras soluciono todo. -le dije

    -Cuenta con eso bro. -me Contesto.

    Los días pasaban y no sabía nada de Dianita y Paula, para todos en la Universidad Sofia y yo éramos pareja, la profesora Violeta me envió un mensaje, “ya no eres el chico alegre, cuando quieras pasa por mi casa quizás te pueda devolver un poco la alegría” junto al mensaje un emoticón de una carita picando un ojo, sonreí por el mensaje, por lo que le respondí diciéndole: “claro que lo hare cualquier día de estos te doy la sorpresa”.

    Sofia quería distraerse así que el fin de semana salimos al bar de la bahía, como Cristian me decía que las chicas andaban con los ánimos por el suelo no pensé que me las encontraría, pero el destino es cruel, y estábamos todos en el mismo lugar, cuando Dianita entra al bar lo primero que ven sus ojos es el beso que Sofia me estaba dando, se quedó pasmada y con los ojos llorosos mirándome fijamente, nuestras miradas se cruzaron mis ojos también se tornaron llorosos, Sofia se dio cuenta de la escena y solo le sonrió a Dianita.

    Dianita dejándose llevar por la ira da dos pasos hacia donde estábamos, pero Paula la toma del brazo y le dice “no vale la pena, no te rebajes es lo que ella quiere, ya llegara nuestro momento de desquitarnos”.

    Así trascurría la noche, dos tipos se acercaron Dianita y a Paula, ellas les seguían el juego coqueteándoles, yo había tomado bastante y los celos me estaba matando de ira, ellas lo sabían se daban cuenta, pero el vaso que reboso la copa fue cuando Dianita se dejó besar del tipo y Paula le siguió el juego también besando al que estaba con ella.

    -Parece que las chicas se están pasando no crees. -le dijo Cristian a Natalia.

    -Estoy de acuerdo contigo amor. -contesto Natalia.

    No puede aguantar la escena y le dije a Sofia que me iba, que si quería se quedara, pero ella se fue conmigo, la deje en su casa malhumorada, no estaba para escenas de celos o de amor, quería estar solo.

    -Thiago estás muy tomado porque no dejas la moto en mi casa y te vas en taxi por favor. -me dijo Sofia preocupada.

    -Estoy bien, tranquila cuando llegue a mi casa te aviso y me fui.

    Lo que no sabía era que Tony me tenía preparado una sorpresa, en un semáforo y con las calles solas por la hora, atravesó su auto y yo caí al suelo, al tratar de esquivarlo, luego se bajaron varios tipos robustos y llegaron dos autos más, me agarraron y me llevaron a un callejón, junto con mi moto, me tenían agarrado y no podía moverme por lo que empezaron a golpearme sin compasión.

    ¿En serio creíste que la ofensa que me hiciste hace tiempo la había olvidado?, que pendejo eres -dijo Tony en tono burlón, acto seguido me cruzo la cara con un certero golpe logrando que mis piernas se doblaran, de la golpiza tenía toda la cara y camisa ensangrentada, eran demasiados y muy fuertes, no pude defenderme, -no me había vengado porque no sabía con quién me había puesto los cuernos la puta de Diana, si con Cristian o contigo, pero al estar Cristian con Natalia por descarte tenías que ser tú cabrón, además esa zorra siempre te miraba de forma diferente.

    Cada vez que decía una frase venia con un golpe directo a la cara, por mi boca salían hilos de sangre, pero en un momento agarre fuerzas y pude decir unas palabras – te crees el puto amo, pero no eres capaz de enfrentarme tu solo, y con una sonrisa terminé diciéndole eres el puto amo macho alfa, pero con unos cuernos del tamaño de la torre Eiffel, ja, ja, ja, ja.

    Tony se llenó de ira por lo que le dije y tomo un palo me miró fijamente a los ojos y me dijo – reza por dejar de existir, porque cada vez que te cruces por mi vista te daré una paliza que desearas mudarte de planeta hijo de puta, y acto seguido me dio un fuerte golpe en la cabeza dejándome inconsciente, unos de sus amigos le dijeron – ¡qué hiciste Tony lo mataste!, Tony asustado tiro el palo y me dejo tirado en suelo, pero antes de irse les dejo claro a todos que nadie podía enterarse de lo que paso conmigo.

    Sofia al ver que no la llamaba y no le contestaba las llamadas, pensó que me había devuelto a la discoteca, por lo que llamo a Amber y le pregunto si yo estaba en la discoteca.

    -Que paso se te perdió Thiago. – le pregunto Amber riendo.

    -No seas imbécil, está o no en la discoteca. -pregunto Sofia furiosa.

    -No esta, y tampoco está con Diana ya que se acaban de ir con Cristian. – le contesto.

    -Si sabes algo me avisas. – le dijo Sofia

    Sofia estaba preocupada ya que, si no estaba con Dianita, porque no contestaba sus llamadas, no se atrevía a llamar a mi casa, para no preocupar a mis padres, por lo que decidió esperar a la mañana para averiguar.

    No sé cuánto tiempo duré tirado en el suelo, cuando pude levantarme todo me daba vueltas no tenía fuerzas, como pude encendí la moto y salí del callejón, pero no tenía dominio de mi cuerpo, por lo que iba manejando en zigzag, en un momento no se si por los golpes o el alcohol, pero todo se oscureció, cuando sentí fue que choque contra la parte trasera de un auto, me salí de la moto y termine en el vidrio trasero del auto, quedando completamente inconsciente, parecía estar muerto.

    El lugar se llenó de gente, el conductor iba con su esposa, asustado se bajó del auto y me vio todo lleno de sangre, pensó que me había matado, inmediatamente llamo una ambulancia, pero la gente abarrotaba el lugar, Cristian y las chicas pasaron por el lugar y vieron el lugar lleno de gente, por lo que Natalia dice – parece que hubo un accidente.

    -¿será que no detenemos para mirar que paso? – pregunto Cristian.

    -Ni de broma, hay mucha gente pueden hacernos algo. – dijo Paula.

    -Tienes razón mejor seguimos nuestro camino, a cuál de las dos llevo primero a su casa. – dijo Cristian.

    -Si no hay problemas a mí por favor. – contesto Paula.

    Dianita al pasar por el lugar sintió una opresión en el pecho, por lo que puso su mano e hizo presión en él, Natalia se dio cuenta y le pregunto -¿te pasa algo Dianita?

    -Es que al pasar por el lugar sentí una fuerte opresión en el pecho, como si algo me jalara hacia ese lugar. – contesto.

    Todos la miraron sorprendidos, pero siguieron su camino, cuando estaban dejando a Paula en su casa, Dianita no pudo más con la sensación que la atormentaba, sentía que debía llamar a Thiago, por lo que toma su celular y marca el número, cuando le contestan escucha la voz de un hombre diferente a la de Thiago y pregunta – ¿Quién me habla, eres tú Thiago?, todos las miran sorprendidos.

    -Disculpe señorita es que el dueño del teléfono sufrió un accidente y esta grave, en este momento lo están trasladando al hospital San Sebastián.

    -¡¡Que!!, no Thiago no por favor. – dice mientras se pone a llorar.

    -¿Qué le paso a Thiago? – pregunto Cristian.

    Pero Dianita no podía decir ni una sola palabra estaba en shock, solo lloraba, por lo que Cristian le quita el teléfono, y habla con la persona que Tiene el teléfono de Thiago, recibe la explicación pertinente y responde – gracias ya vamos para allá.

    Paula y Natalia miraban a Cristian, esperando que les dijera que sucedía, por lo que en un tono calmado pero preocupado les dice – chicas la persona que se accidento en ese lugar era Thiago, ya la ambulancia se lo llevo para el hospital San Sebastián.

    Todos se pusieron a llorar menos Cristian, él sabía que debía mantener la calma, lo que no sabía era como decírselos a sus padres, mejor cuando lleguemos al hospital los llamo, cuando llegaron preguntaron por el estado de Thiago, pero nadie les daba razón, cuando el doctor salió y pregunto por los familiares de Thiago León, Cristian contesto – yo doctor soy su hermano.

    -El estado del paciente es crítico, en estos momentos esta inconsciente, presenta una fractura en un brazo, una laceración en la cabeza y muchos golpes, como si hubiese sufrido una golpiza, hay que operar, necesitamos la autorización de un familiar. -dijo el doctor

    -¿Podemos esperar a que lleguen nuestros padres? – dijo Cristian

    -Si, pero debe ser rápido. – contesto el doctor.

    Continuará.

    Si te ha gustado este capítulo, por favor, no dudes en dejar un comentario y una valoración, lo apreciare mucho. Siempre agradezco las muestras de apoyo de los lectores, son muy importantes para mí, para continuar con la historia.

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  • Mi nueva amiga (1)

    Mi nueva amiga (1)

    Sinopsis.

    Siempre me habían gustado los hombres, esa sensación de sentir la pija adentro de mi concha, de sentir toda la leche adentro, o de atragantarme con una verga en la boca, en fin, siempre fui loca por la pija. Pero últimamente me estaban pasando cosas con mi nueva amiga.

    Soy Nicole, tengo 22 años y la amiga de la que hablo se llama Paulina y tiene 24 años. Nos conocimos hace unos meses en el trabajo, ambas somos administrativas y la conocí cuando ella comenzó a trabajar en la misma empresa que yo.

    En seguida nos llevamos super bien y nos fuimos convirtiendo en amigas. En las horas de descanso almorzabamos juntas y conversábamos de todo, de nuestras vidas, de algunas compañeras que no nos caían bien, en fin, éramos muy compinches. Ella tenía novio, yo estaba soltera. Me contaba cosas de su relación, siempre cosas buenas, solo que le estaba molestando una cosa. Me decía que últimamente su novio le insistía con la fantasía que todos los hombres parecen tener, coger con dos mujeres.

    Me comentaba que a ella nunca le había pasado por su cabeza la idea o deseo de tener algo con una chica, y que si bien su novio no se enojaba por el hecho de que ella no le cumpliera esa fantasía, ella tenía miedo de que eso afectara la relación a futuro de alguna manera, entonces me preguntó qué podía hacer.

    Yo: ¿Nunca tuviste un pequeño deseo de probar con una mina?

    Pau: Antes nunca se me había pasado por la cabeza, pero te confieso que de tantas veces que me insistió, comencé a pensar esa idea. Hasta llegar al punto de que inconscientemente comencé a sentir cosas, por ejemplo cuando veo alguna escena lésbica en alguna película o cuando veo a una chica muy linda por la calle.

    Yo: Entonces capaz te termina gustando, podrías probar una vez y ver qué onda.

    Pau: Capaz que si boluda, es más, a veces cuando veo alguna escena lésbica en alguna película o serie, te juro que se me empieza a mojar la concha jajaja me da vergüenza decirte esto.

    Yo: jajaja es normal boluda, no quiere decir que seas lesbiana, quizá te gustan las dos cosas. A mí por ejemplo me encanta la pija pero a veces he visto videos porno de lesbianas y me re caliento.

    Pau: ¿Ah sí?

    Yo: Sii boluda, me re alza más eso que los videos porno de un hombre con una mina.

    Terminamos el descanso, y volvimos al trabajo. A la hora de irnos, siempre pasamos por los vestuarios para dejar algunas cosas en el casillero y cambiarnos, porque tenemos que dejar el uniforme que nos hacen poner para recepcionar al público. En un momento Pau se saca el pantalón, y veo que llevaba una tanga negra de encaje hermosa, le quedaba muy lindo por como resaltaba en su piel clarita. Además vi el precioso orto que tenía, bien formadito, y cuando se desprendió la camisa, llevaba un top en el que se le veía su abdomen planito y con un piercing en el ombligo.

    Yo hice lo propio y comencé a desvestirme para ponerme mi ropa, y noté que ella me estaba viendo, y de gusto abrí un poco las piernas para que me viera la concha debajo de mi tanga.

    Salimos juntas de la empresa y nos saludamos con un beso en el cachete ya que habitualmente nos íbamos en el mismo bondi porque vivíamos relativamente cerca, pero ese día fuimos por diferentes caminos porque ella tenía unas cosas para hacer.

    Ese día al llegar la noche, no podía dormir porque no podía dejar de pensar en ella. Me hice tremenda paja, me metí los dedos de una manera que nunca antes había disfrutado, todo pensando en Pau y su cuerpo que me ponía re caliente. Estaba tan alzada que casi me saco una foto y se la mandaba “por error”, pero acabé, me quedó toda la concha mojada, y me calmé, por lo que decidí acostarme sin mandar nada.

    Continuará…

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  • Los pies de mi vecina milf

    Los pies de mi vecina milf

    Déjenme que les cuente cómo conocí a mi crush Verito.

    Hace cuatro años rentaba un departamento, yo vivía en el primer piso y Vero vivía con su hijo en el departamento que está justo arriba del mío. La primera vez que la vi pensé que ella tenía unos 35 años y no me pareció raro que tuviera un hijo de unos 7 años, lo que sí me extrañó es que nunca la vi con un vato por lo que pensé que era mamá soltera.

    Vero tiene unas nalgas maravillosas, morenita, ojos grandes, cabello negro y ondulado, siempre vestida entallada y calzado abierto.

    Yo salía a las 7:30 am para ir al trabajo justo a la hora que ella también, bañada en su fragancia sensual y con un maquillaje discreto pero que la hacía ver muy linda. Todas las mañanas bajaba apresuradamente las escaleras y se subía a su auto, algunas veces la saludaba cuando nos encontrábamos en las escaleras o en el estacionamiento pero me respondía cortante. Trataba de salir detrás de ella para ver esos hermosos pies delgados y morenitos que me enloquecían, siempre arreglados, cada semana tenía un esmalte distinto, mi mayor deseo era ver su pies completamente desnudos.

    Pasaban los días y solamente la saludaba porque rápidamente se subía a su auto, así fue durante poco más de un año.

    Un día estaba practicando con mi guitarra y de pronto alguien tocó el timbre, abrí la puerta y ¡oh sorpresa! Era Vero, hermosa como nunca la vi: llevaba un pijama blanco un poco holgado, blusa de tirantes y esos hermosos pies completamente desnudos y descalzos. Mi obsesión con mirarle los pies pronto me metió en una escena incómoda, pues al abrir la puerta y mirarla automáticamente mi vista se dirigió a sus pies y se quedó fija un par de segundos hasta que encogió los dedos en señal de incomodidad. Subí la mirada a sus ojos y la saludé, me encontré con su cara ruborizada de pena, quizás porque para ella no era aceptable ser vista así de sencilla. Me dijo:

    —Buenas tardes vecino, un favor… ¿Puedes bajar un poco el volumen de tu amplificador? Mi hijo y yo estamos estudiando y no nos concentramos mucho.

    —Claro, perdón por el escándalo—. Dije apenado y desconecté la guitarra.

    Ella me agradeció y dio media vuelta hacia su departamento, inmediatamente le pregunté que qué estaban estudiando. Ella volteó y dudó unos segundos si responder o no.

    —Matemáticas… operaciones con fracciones, para ser exactos, nada más no le entiende mi hijo.

    Sin dudarlo me ofrecí a ayudarles diciéndole que soy ingeniero y que eso era algo insignificante para mí. Ella dudó un momento pero terminó aceptando mi oferta.

    —Está bien, le diré que venga, aunque es un poco tímido.

    —Si quieres puedo subir, si eso hace lo hace sentir mejor—. Sonrió y aceptó. Subimos, abrió la puerta y ahí estaba su hijo, derrotado frente a su libro.

    —Va en quinto de primaria y tiene examen… por cierto, me llamo Vero y él es Johan—. Dijo dándome su delicada mano.

    —Angel, mucho gusto —respondí—. Hola Johan —dije dándole el puño al niño.

    —Disculpa el desorden, llevamos toda la tarde estudiando que no he tenido tiempo de arreglar la casa.

    —No te preocupes, mi departamento no está más arreglado.

    Sonrió tímidamente, remarcando sus hermosos pómulos.

    —¿Cuándo es el examen?—. Pregunté.

    —El lunes —quitó unas cosas de la mesa para hacerme espacio—. Siéntate aquí —dijo sonriendo y me dio el cuaderno de matemáticas.

    Me senté y le eché una mirada a los ejercicios. Comenzamos la clase mientras aquel mujerón caminaba por todo el departamento ordenando cosas y preparando papeles, quizás para su trabajo, yo la veía descalza, con el cabello medio recogido y con ese pijama blanco que dejaba ver un cachetero cuando se agachaba. De tanto ir y venir terminó por descubrirme una vez más mirándola con lasciva, su cara se sonrojó y se metió a una habitación. Pasó casi una hora ahí dentro, Johan y yo seguimos estudiando.

    Terminamos el tema correspondiente a división y multiplicación de fracciones, Johan dijo:

    —Mami ya acabamos, ¿puedo jugar la play?

    Verito salió de la habitación.

    —¿Ya terminaron?, ¿Sí entendiste?—. Le preguntó.

    —Sí mami, Angel sí sabe explicar.

    —¿Aaah yo no sé explicar?—. Respondió Verito riéndose y yo con ella.

    —Bueno, creo que me despido, avanzamos mucho, si quieres que le vuelva a explicar con gusto vengo de nuevo—. Dije mientras caminaba hacia la puerta.

    —Muchas gracias de verdad, no imaginé que fueras inge.

    —Pues ya ves, cuando necesites ayuda con mate puedes decirme—. Dije abriendo la puerta.

    —¿No quieres comer algo?—. Dijo sonriendo.

    —No, estoy bien, no quiero importunar.

    —Es lo menos que puedo hacer para agradecerte—. Dijo haciéndome una carita muy coqueta.

    —OK acepto—. No pude negarme.

    Me senté en el sillón para jugar con Johan mientras Vero calentaba la comida.

    Noté que se había puesto unas chanclitas rosas y empecé a excitarme, traté de controlarme y me animé con su compañía.

    Los tres en la mesa hablamos y reímos mucho. Johan se levantó de la mesa y salió a jugar con los niños de la calle. Me levanté y llevé los platos sucios al fregadero para lavarlos.

    —No no no déjalos, después los lavo—. Dijo Vero apartándome del fregadero.

    —No, como crees, rápido los lavo.

    —¡Que no, déjalos!

    —OK jajaja. Bueno, creo ahora sí ya me voy.

    —¿Ya te tienes que ir?, ¿Alguien te espera…?

    —Uhmmm no precisamente, pero creo que ya te querrás poner cómoda para descansar.

    —Aún es temprano y es fin de semana—. Vero fue a la cocina y regresó con un par de cervezas. Nos sentamos en el sofá a charlar.

    —Entonces cuéntame, ¿En qué trabajas, a qué te dedicas, qué te gusta?

    —Trabajo en Forvia, en el área de calidad, me gusta el metal y tocar la guitarra… a grosso modo.

    —A mí también me gusta el metal y el rock aunque no se note por cómo me visto pero es por el trabajo, trabajo en contraloría municipal.

    —No pensé que te gustara el metal.

    —No pensé que fueras inge., creí que eras contador o algo así —respondió riéndose—. ¿Cuántos años crees que tengo?

    —Uhmmm… unos… 33, 34…

    —Nah ah, tengo 36.

    —No te creo.

    —En serio, en mayo cumplo 37.

    —Pues no se te ven.

    —¿Tú cuántos tienes?

    —28.

    —Tú sí te ves de 30 y algo—. Respondió riéndose muy coqueta.

    —Jajaja sí, me lo han dicho.

    Seguimos bebiendo y pronto entramos en confianza y hablábamos como los más entrañables amigos.

    Después de 4 cervezas vi como ella se ponía más cómoda y se derretía sensualmente en el sofá, se quitó las chanclitas y subió los pies dejándolos muy cerca de mí. Me estaba volviendo loco por tocarlos pero no me atrevía. Empezó a sobarse las plantas y los dedos mientras platicaba, interrumpí su charla abruptamente para preguntarle si le dolían los pies.

    —Sí un poco, es cansado andar con tacones todo el día, de lunes a viernes—. Respondió más suelta por alcohol.

    No dudé ni un segundo y comencé a sobar yo también, ella me miró un poco asustada pero le dije:

    —Tranquila, tengo una amiga que es kinesióloga y me enseñó algunas cosas, se cómo ayudarte.

    Mi ex Karina me enseñó cómo dar masaje y no podía desaprovechar el momento. Me recorrí hasta el final del sofá y puse sus pies en mi regazo y comencé a sobar y acariciar cada hermoso dedo, sintiendo su suave textura, después amasé sus talones suavemente y cuando la sentí más relajada comencé a hundir las yemas de mis dedos en sus plantas.

    Estaba tan excitado con esos ricos pies en mis manos que no había percibo su rostro. La miré y estaba extasiada con los ojos cerrados y la cabeza apoyada en el recarga brazos del sofá. Seguí masajeando sus plantas y escuché un leve gemido escapar de su boca. Seguí el masaje, puse sus pies en mi pecho y ya sin control sobre mis deseos olí cada rincón y porción de piel de sus pies. Me perdí completamente y comencé a frotarlos en mi cara, supongo que mi barba le hacía cosquillas pues sus dedos se engarruñaban y eso me excitaba más.

    Ya no tenía freno y sin pensar en ninguna consecuencia los comencé a besar del talón hasta los dedos. Vero se sintió muy extraña pues en algún momento abrió los ojos y puso rígidas las piernas dificultando que las acercara a mi rostro.

    Nos miramos fijamente a los ojos, yo sabía que no había vuelta atrás; si daba un paso más podría ser para bien o para mal. Ella no me quitó la mirada de encima en señal de aprobación y yo me enfoqué en halar nuevamente sus pies hacia mí para besarlos. Ya sin miedo alguno saqué mi lengua y lamí sus plantas, ella se resistió un poco, por pena supongo, pero le pedí que cerrara los ojos.

    Ella lo hizo y yo me comí cada centímetro de pie; pasé mi lengua entre cada uno de sus dedos, lamía y besaba sus plantas con lujuria mientras ella se retorcía de placer hasta que de pronto su respiración se comenzó a sentir agitada. Arqueó la espalda mientras se apretaba las tetas, sus piernas se sintieron rígidas y sus pies se contrajeron, todo acompañado de un gemido sensual lleno de descanso. Disfruté mucho esa escena.

    Cuando el éxtasis bajó abrió los ojos y se encontró con mi mirada risueña, se veía apenada al principio pero después también sonrió, me dio un beso en los labios y se puso de pie. Me agradeció lo que había pasado y me pidió que fuera un caballero y lo mantuviera en secreto, yo le dije que no se preocupara que esto quedaba entre ella y yo, sonrió y me dio un beso más largo y apasionado.

    —El próximo fin de semana Johan se va con su papá, si quieres podemos hacer otras cositas—. Dijo traviesa.

    —Claro preciosa.

    Intercambiamos números y me acompañó, ya fuera del departamento me dijo escondiéndose detrás de la puerta y asomando sólo una carita pícara.

    —Entonces te veo el viernes.

    Cerró la puerta y me fui feliz.

    En la segunda parte les contaré lo que pasó ese fin de semana.

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  • La vida es hermosa, los sueños se cumplen (1)

    La vida es hermosa, los sueños se cumplen (1)

    “La vida es hermosa, los sueños se cumplen” escuche esta frase en una de mis series favoritas “Two and a half men”, en español “Dos hombres y medio”, cuando el personaje Alan Harper comienza una vida sexual con Candy una chica de 22 abriles.

    Mónica es una vecina del barrio donde vivía, una mujer de piel clara, cabello castaño claro, ojos azules verdoso, un rostro de forma ovalada, con pómulos marcados y un cuerpo tonificado, resultado de rutinas de ejercicio intensas, practica yoga. Lo que más me gusta de ella es su sonrisa y su mirada, una mirada muy expresiva.

    Me encanto desde la primera vez que la vi, ella llego al barrio cuando tenía 30 años como la novia de Manuel, fue madre soltera a muy temprana edad de una niña. Trabajaba vendiendo cosméticos en una empresa ahí fue donde conoció a mi vecino Manuel se enamoraron, se comprometieron y la trajo a vivir al barrio con su hija.

    Se hizo buena amiga de mi madre, a veces las encontraba en la sala de mi casa conversando de alguna novela, receta de cocina, los chismes del barrio, etc. Yo por aquel entonces era un muchacho de 19 años estaba en los primeros ciclos de universidad y trabaja de repartidor para costearme los estudios.

    Mónica salía a correr en las mañanas con unos leggings pitillo donde se le podía apreciar sus curvas y su trasero redondito. Recuerdo una noche llegando a casa, pase por la de los vecinos y se escuchaban unos gemidos acerque mi oreja a la puerta y pude escuchar como Manuel y Mónica tenían sexo, le estaba dando una follada que se podían oír los choques pélvicos, los aplausos sin manos, ustedes me entienden.

    Después de un rato de oírlos voy a casa a pajearme, alucinando lo rico que sería poder follarme a Mónica, darle duro a ese culito y boquita, hacerla mi mujer. Pensé en conquistarla, en seducirla pero las veces que interactuaba con ella sentía que me veía solo como un niño, además mi madre le contaba historias de mí cuando era pequeño que solo hacían avergonzarme. Tenía que pisar tierra y ver la realidad de algo que no podrá ser.

    Había 11 años de diferencia entre ambos, ella estaba en una etapa de su vida de una relación sólida con Manuel un hombre de su misma edad, él era un buen proveedor trabajaba como supervisor en una empresa con buen sueldo que le cubría los bienes y servicios a ella y su hija, nunca les faltaba nada. Yo a duras penas podía costearme los estudios, eran esas las razones por la que ella no se atrevería a atentar contra su pareja y cometer infidelidad y menos con un muchacho que recién empezaba a vivir la vida y todavía no había logrado nada. Si quería engañar a Manuel con otro hombre yo sería su última opción.

    Además Manuel siempre conmigo se portó bien, siempre me saludaba cuando nos encontrábamos en la calle, recuerdo que una vez me vino a buscar a casa para ir a jugar futbol, le faltaba un jugador a su equipo y pensó en mí. Ese juego ganamos 3-1 y yo anote uno de los goles, desde ese día siempre me llamaba cuando iba jugar futbol con sus amigos. Si bien no éramos tan amigos, siempre existió una buena relación.

    Sabía que mis intenciones me traerían problemas y que seguramente terminarían mal para mí, pero deseaba a Mónica con ganas, estaba bien buena. Pensando con cabeza fría lo mejor era dejar soñar y dejar las cosas tal como están, con el tiempo sé que fue la mejor decisión. Un día almorzando con mi madre me cuenta que Mónica está embarazada, ahí supe que todo había acabado y lo mejor era seguir con mi vida y solo tener a Mónica en mis fantasías.

    Pero la vida da muchas vueltas y a veces lo que sueñas se vuelve realidad

    6 años después…

    Ahora tenía 25 años ya había terminado la universidad, tenía mi título profesional como Ingeniero de sistemas a nombre de la nación, trabajaba como full stack developer para una empresa internacional, mi sueldo era en dólares al tipo de cambio con la moneda de mi país era una fortuna, ese dinero lo invertía en bolsa lo que generaba dividendos, estaba soltero sin hijos, ni responsabilidades, mi vida era espectacular era como el tío Charlie de mi familia.

    Para Mónica la situación era distinta ahora era una mujer de 36 años, a su hija le detectaron una enfermedad que requirió una operación por lo que junto con Manuel tuvieron que endeudarse. Además tenían gastos de su pequeño hijo y para rematar, la época de pandemia dejo en muy mala situación financiera a la empresa donde laboraba, por lo que para poder mantenerse a flote se vio en la obligación de reducir personal, dejando a Manuel sin trabajo.

    Al perder su principal fuente de ingresos, se mantenían solo de sus ahorros que poco a poco se reducían, complicando su situación y también su relación de pareja. Recuerdo un día bajando de mi habitación a la cocina buscando algo que comer Mónica se encontraba en la puerta de casa conversando con mi madre, pase de largo pero escuche su conversación de lejos mientras me prepara un sándwich. Mónica estaba devastada por la situación que estaba pasando que si seguía así hasta había pensado en meterse de escort una amiga se lo había propuesto pero lo rechazo, mi madre le indicaba que tuviera fe que solo era un mal momento que todo iba a mejorar.

    Le pidió dinero a mi madre ya que al aparecer no tenían para comer ese día, mi madre saco de su cartera y se lo dio en un sobre.

    Los días pasaron…

    Recibo la llamada de Paul un amigo de la universidad para un reencuentro ya que hace más de 2 años que nos veíamos, acordamos el viernes por la noche. Llego el viernes y aparte de Paul, estaban Michael y Sebastián. Me dio gusto volver a verlos después de tanto tiempo estábamos en un bar, bebiendo y platicando como nos había ido la vida luego de la graduación.

    Para finalizar la noche Michael nos propone terminar el reencuentro con un final feliz, nos retiramos del bar siguiendo los pasos de Michael quien caminaba triunfante con una sonrisa en el rostro, batuteando al grupo.

    Nos llevó a una casona antigua en el centro de la ciudad de 3 pisos pintada todo de blanco, toco el timbre y dio una clave lo que nos permitió el acceso. Entramos y nos recibió una mujer joven de rasgos asiáticos que ese día le tocaba turno en recepción. Su nombre era Génesis, 23 años.

    Génesis: Hola Michael, veo que trajiste a tus amigos.

    Michael: Si, ¿Cómo estas preciosa? – dándole un beso en la mejilla

    Génesis: Bien, trabajando ando – todos sonreímos

    Michael: Que chicas están disponibles ahora para mis amigos.

    Génesis nos explicó en qué consistía el servicio, el servicio consiste en sexo oral, sexo vaginal, poses, caricias, masajes relajantes, baile sexy en lencería o desnuda en caso lo prefiera el cliente, está prohibido grabar y el sexo anal solo con consentimiento de la escort.

    El precio es de 200 soles (58 USD aprox.) la hora y 20% si desean una segunda hora. Incluye 2 polvos por hora, todo con preservativo en caso de no contar podíamos comprarlos en recepción, al igual que bebidas rehidratantes, aperitivos y lubricantes. Las habitaciones estaban en el 2 y 3 piso, cada una cuenta con una cama King, Tv Smart, Wifi, pole dance y ducha con agua caliente. Luego de darnos todas las indicaciones, nos hizo tomar asiento en los sillones de la sala de recepción y se fue a llamar a las chicas.

    Estamos sentados con una sonrisa en nuestros rostros, esperando con expectativa lo que nos íbamos a comer. Entraron un grupo de 10 chicas en fila todas vestidas con blusa transparente donde se podía apreciar su traje de lencería debajo y minifalda mostrándonos sus hermosas piernas.

    Mis amigos estaban anonadados por la belleza de cada una de las chicas que sería difícil escoger a una para el servicio, yo estaba sorprendido de los regalos que me da la vida “Gracias por hacerme vivir este sueño señor Deadpool” Mónica estaba entre las chicas, estaba sorprendida al verme como si hubiese visto un fantasma lo expresaba con su mirada y esos lindos ojitos azules verdoso que tiene, al final acepto el trabajo de escort que su amiga le propuso. Seguramente era la de mayor edad dentro del grupo de chicas pero su hermoso rostro y su cuerpo tonificado la hacían deseable a cualquier hombre.

    Michael comenzó a chasquear los dedos

    Michael: ¡¡Ey, despierten!!

    Paul: Michael, esto es el paraíso.

    Michael: ¿Van a escoger o yo escojo primero?

    Génesis: Chicas una vueltecita para los chicos

    Alzo el brazo antes que alguien me la gane

    Yo: Quiero a la penúltima de la fila, la de blusa blanca y minifalda celeste.

    Génesis: Azucena justo hoy esta debutando serás su primer cliente, prácticamente la vas a estrenar.

    Sebastián: Quiero a la del medio, la de minifalda morada.

    Génesis: Atenea, muy buena elección tiene las mejores calificaciones de los clientes.

    Paul: Quiero a la tercera de la fila, la de minifalda de flores

    Génesis: Alaska, súper complaciente te dejara satisfecho. ¿Y tú Michael a quien escoges?

    Michael: ¿Quién es mi favorita, preciosa?

    Génesis: Michael, no puedo hoy mi turno es estar recepción.

    Michael: Dile a unas de las chicas que te cubra el turno, esta noche quiero devorarte y sabes que tus gemidos son mi canción favorita.

    Génesis: Claudia, cúbreme por un momento – agarra una de las llaves de recepción

    Michael la agarra de la mano jalándola y se van rumbo a la habitación.

    Paul, Sebastián y yo nos quedándonos en recepción comprando condones, bebidas y lubricantes. El rostro que puso Mónica cuando escucho que solicite 3 cajas de condones y 2 pomos grandes de lubricantes. De ahí cada uno se fue con su pareja a la habitación.

    Agarre la mano de Mónica estaba helada se le veía nerviosa, sin perder más tiempo la lleve a la habitación, mientras subíamos las escaleras se escucha el timbre llegaron más clientes, entramos a la habitación y cierro con seguro la puerta.

    Mónica: Antes de hacerlo, quiero que me prometas que no le dirás a nadie de esto, ni siquiera a tu madre.

    Yo: Eso depende de ti, si eres súper complaciente y cumples todos mis deseos no diré nada.

    Mónica: Porque me escogiste, pudiste escoger a otra chica.

    Yo: Porque me gustas Mónica, me gustaste desde la primera vez que te conocí, tu haz sido siempre mi fantasía y esta oportunidad no la odia dejar pasar.

    Mónica: 2 cosas la primera aquí mi nombre es Azucena, te pido que me llames así. Segundo Tú sabes que soy una mujer casada y yo amo mucho a mi esposo.

    Yo: ¿Lo quieres mucho que por eso estas aquí?

    Mónica: Esto lo estoy haciendo por necesidad, estamos atravesando un mal momento económico, seguro lo sabes nunca quise llegar a esto pero tengo que apoyarlo en esta situación.

    Yo: Te prometo que seré una tumba, ahora Azucena desnúdate que quiero empezar a follarte.

    Me siento sobre la cama y Mónica me mira de manera expresiva, sin más opción comienza a deshacerse de cada una de sus prendas quedando en lencería.

    Yo: Te dije desnuda, te quiero desnuda completa.

    Mónica se desprende de su lencería quedando como dios la trajo al mundo, que cuerpo más delicioso tiene y ahora sería mío, cogí el control remoto y encendí la TV Smart YouTube y coloque música para hacer el amor y escogí una playlist.

    Yo: Azucena vez el pole dance que está ahí, ahora quiero que bailes para mi.

    Mónica agarra el pole dance con sus manos y comienza a menear su cintura de subiendo y bajando mi miembro se comienza a erectar poniéndose duro como roca. Mónica baila de manera muy sensual cruzando sus piernas en medio del pole dance y comenzando a girar.

    Ya no resisto más y comienzo a desvestirme, le ordeno a Mónica que ya era suficiente que venga a la cama y me diera una mamada. Me siento sobre la cama y ella viene hacia mi gateando.

    Mónica: Ponte el preservativo

    Yo: Toma pónmelo tú con la boca

    Mónica agarra el condón y se lo introduce en la boca, se inclina un poco hacia delante, agarra mi miembro con la mano y se mete mi glande suavemente en la boca. Poniéndome con su boca el preservativo poco a poco se fue metiendo más y más dentro de su boca hasta que sentí llegar a su garganta, de ahí empezó con un mete-saca se la metía entera en la boca sufriendo pequeñas arcadas.

    Hasta ese momento no podía creer que me estaba follando esa boquita. Mientras ella me hacía la mamada me agaché un poco y llevé una mano a cada pecho para pellizcarle con cuidado los pezones, que se fueron poniendo duros. Sin parar de chupármela empezó a soltar leves suspiros de placer por el pequeño masaje que le brindaba en las tetas.

    Estuvimos así por varios minutos, la mire y vi como gozaba con mi verga dentro de su boca, Mónica era hermosa y me estaba mamando la verga y disfrutaba con eso, me sentía en el paraíso. Después de un tiempo sentí que ya estaba a punto de correrme así que le ordene que se echara en la cama para penetrarla, se echó boca arriba a un costado yo me fui encima de ella y comencé a besar y manosear todo su cuerpo, estaba riquísimo y ella ya estaba mojadisima.

    Mónica: Ya no aguanto más hazme tuya, penétrame.

    La penetre suavemente, y aumente el ritmo enseguida, Mónica empezó a gemir fuerte mientras la cama se estremecía con nuestros movimientos. Sentir esa rica sensación de mi pene introduciéndose completamente en su vagina, no había palabras para describir ese rico momento. Ella me tomo fuertemente de la espalda, presintiendo un orgasmo cercano.

    Yo saboreaba sus senos lamiéndolos, entonces la envolví con mis brazos fuertemente y con mi miembro aun clavado en lo profundo de su vagina, empecé a bombear más fuerte, Mónica empezaba a gritar de placer y sentí que mi miembro ya no daba más, derramando un fuerte chorro de semen dentro de ella lo que le provoco un orgasmo intenso, su vagina comenzó a escurrir como llave de agua embarrándome de su producto lácteo, pero no me importa me gustaba, nos quedamos así acostados abrazados.

    Se podían escuchar los gemidos y gritos de placer de las otras habitaciones, parecen que mis amigos también la están pasando bien.

    Mónica: Vamos al baño a limpiarnos

    Yo: Claro, bañémonos juntos

    Salgo de estar encima de ella, Mónica se levanta y se dirige a la regadera y yo la sigo detrás, no podía creer lo que había ocurrido “¿De verdad me he tirado a Mónica?” me decía a mí mismo.

    Llegamos al baño, me retiro el preservativo que estaba lleno de semen botándolo al tacho. Mónica entra en la regadera, enciende la ducha y veo como el agua recorría su cuerpo, que cuerpo tan deseable, entro a la regadera y la envuelvo con mis brazos desde atrás agarrándola de la cintura, mientras el agua cae sobre nuestros cuerpos. Me acerco a su oído y le dijo.

    Yo: Que bonito cuerpo tienes estas riquísima – Sonríe

    Mónica: Que bien que te guste mi cuerpo sabes estuvo delicioso, me gusto hace tiempo que no tenía un orgasmo.

    Yo: ¿Que Manuel ya no te cumple?

    Mónica: Desde que nació nuestro hijo nuestra intimidad ha bajado y ahora con los problemas económicos ya llevamos tiempo sin tener relaciones. Sabes, cuando me follastes y me hiciste tu mujer también sentí un alivio, sentía que botaba todo ese estrés y presión que llevaba todo este tiempo. Después del orgasmo me sentía tranquila en paz, ahora que lo pienso mejor estuvo bien que fuera contigo nos conocemos de años, hay confianza, tu madre es mi amiga. Si supiera que me acabo de follar a su hijo, se moriría ¿no vas a decir nada no?

    Yo: Preciosa, por supuesto que no le daría un infarto, será nuestro secreto solo entre los dos.

    Mi miembro se comenzó nuevamente a parar y Mónica comienza a sentirlo

    Mónica: creo que tu amiguito quiere acción otra vez

    Deslice mis manos hasta su vagina

    Yo: ¡Que rica vagina!

    Mónica: Es toda tuya.

    Cierra la llave de la regadera nuestros cuerpos completamente mojados, bajo hacia abajo y comienzo a devorar su vagina, mi lengua lamia sus labios vaginales, le daba de besos en los muslos y luego llevaba mi lengua de ahí hasta su clítoris, Mónica empezó a gemir coloco sus manos a la pared para apoyarse y cerró los ojos disfrutando el momento. Ya no aguante más y me puse de pie y la empuje contra la pared, comencé a darle nalgadas con mis manos procediendo a penetrarla nuevamente con fuerza.

    Mónica: Que rico se siente, métemela hasta el fondo

    Le hice caso y con fuerza se la clave hasta lo más hondo de su interior, Mónica empezó a gemir

    Mónica: Mmm, me encanta follame no pares

    Comencé a bombearla contra el muro, veía como los vellos de mi pelvis golpeaban sus nalgas, y como mi pene se introducía completamente en su vagina. Agarre sus manos clavándolos contra la pared dejándola completamente inmóvil. Que rica hembra, Que rica mujer.

    Mónica: ¡¡Diablos!! Que bien follas me vas a hacer venir nuevamente.

    Con mi miembro comencé a dar círculos dentro de su interior vaginal, con una mano agarro su caballera jalándola hacia atrás a la vez que la penetro profundamente, Mónica lanza un fuerte gemido llegando al orgasmo y yo procedo a eyacular en su interior.

    Mónica: Wow, creo que a partir de ahora serás mi amante – sonríe

    Con mi miembro aun en su interior vaginal comienza a apretarlo con sus piernas evitando que salga.

    Yo: Encantado de ser el amante.

    Hasta que siente algo raro, suelta mi miembro y se aparta dejándolo salir por completo. Abre por completo sus ojos y pone un rostro de sorpresa

    Mónica: Espera ¿Qué paso con el preservativo que tenías puesto?

    Yo: Ahh… este lo bote al tacho, estaba lleno de semen.

    Mónica: ¡Y por qué no te pusiste otro!

    Yo: La calentura me gano y ya no me dio tiempo de volver a la cama a buscar otro.

    Mónica: Yo te mato, ¡ahh!

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  • Mi joven esposa (2): Historia del pasado

    Mi joven esposa (2): Historia del pasado

    Nos tomamos un momento para descansar, no le conteste de inmediato, no por temor, al contrario, quería ver si después de tras la calentura aun quería hablar acerca del tema, permaneció observando como esperando una respuesta, yo voltee la cara para evitarla, pero ella no desistió, en verdad tenía interés de saber quién era don José, así que le platique sobre él.

    Don José era hermano de una tía, si, pero tía política, ella se había casado con un hermano de mi padre cuando eran jóvenes, todos en la calle eran muy cercanos, sus familias habían llegado ahí desde que la colonia se empezó a habitar, así que entre las pocas familias que había siempre terminaban emparentando con alguien cercano. Así también, en la época en que ellos se casaron, don José salía con otra de las hermanas de mi padre de nombre Carmela, su relación no duró mucho tiempo, más aún cuando esas familias ya se habían emparentado, siendo un poco extraño que otros hermanos también quisieran casarse.

    Eso no era impedimento para las amistades y menos para el sexo sin compromiso, se perfectamente que don José y mi tía Carmela habían mantenido relaciones en aquellos tiempos sin que hubiera mayor consecuencia, pero el problema se acrecentó cuando quiso competir con mi padre por el amor de mi madre.

    Mi padre ya la había cortejado antes, fueron novios por una temporada y terminaron su relación, pero lógicamente nunca dejaron de frecuentarse por la relación vecinal que había, cuando José se acercó a ella con intenciones más formales, mi padre no lo dejo pasar y él puso sus cartas en la mesa, sin ser novios, un día mi padre prácticamente un día le dio un ultimátum, “quiero que te cases conmigo, voy a ir en la noche a pedir tu mano”, ya en la noche cumplió su palabra, mi padre entró a casa de mi abuelo y le solicitó hablar con él, a las formas de antes le pidió la mano de mi madre y ella terminó aceptando.

    La de mi padre es la versión oficial, la que se cuenta en casa a nosotros sus hijos, pero él nunca menciona que mi madre en ese momento tenía una relación y menos con quien la tenía. La persona de la que escuche la otra versión es justamente mi tía Lupe, cuenta que su hermano llegó a salir con mi madre, tampoco es que fuera el mejor postor, pero ya empezaba a ser algo serio, por supuesto le tomó por sorpresa el día que mi madre le dijo que ya no podían tener nada porque ella se casaría con mi padre, don José reaccionaria yendo a casa de mis abuelos paternos a armar un escándalo, lo que terminó en pleito entre familias con conclusiones muy desagradables.

    Don José no era precisamente una pera en dulce, su familia era bastante grande, cuento cerca de 12 hermanos y hermanas, todos ellos siempre han sido buscapleitos (de hecho, mi tía Lupe me contó su versión con el simple propósito de causar problemas), borrachos de esos que toman en la calle y molestan al pasar, hasta delincuentes, en efecto son gente que se dedicaban al robo a transporte público. Así que, aunque mi padre y sus hermanos no eran nada ingenuos, si se vieron en problemas con la calaña de semejante familia.

    No se realmente nada más, pues no es algo que se cuente en la familia de mi padre, pero desde niño soy testigo de que entre esas familias no se hablan, es más, recuerdo que desde pequeño siempre sentí esa mala vibra de ellos al pasar por su casa y no mentiré, al ir creciendo había burlas de parte de los adultos y los hijos nos buscaban la pelea. Conforme uno se hizo adulto esto se hizo menos frecuente, pero aun así ocurría, de hecho, me molestaban cada vez que llevaba a alguien nueva a la calle, me gritaban cosas como “dónde dejaste a la otra”, ese tipo de comentarios que podían ocasionar un mal entendido, la primera vez que Yes pasó por la calle, justo me gritaron cosas que no entendí muy bien cuando ya habíamos pasado por donde estaban tomando.

    El relato parecía decir mucho sobre el por que no era un tema que había salido antes, por lo que consideré que, con el mismo, las interrogantes y, sobre todo, el juego con don José había llegado hasta ahí, increíblemente Yes me pregunto.

    Y: y don José, ¿Cómo fue contigo?

    Por un momento me quedé incrédulo, ¿en realidad ella quería saber cómo era el trato de don José hacia mí?, lo pensé, pero tenía su mirada fija esperando mi respuesta, con unos ojos expectantes que casi reflejaban un brillo especial, me convencieron para darle una respuesta.

    K: tampoco es que fuera especialmente malo conmigo, diría que más bien fue indiferente, cuando los demás llegaban a decirme algo, el no siempre participaba, la mayoría de las veces solo se reía un momento, pero el mismo les hacía dejar las burlas, les imponía respeto a los demás pues era el mayor de la familia que aún continuaba en el barrio. Alguna vez me pelee con uno de sus hijos y él salió a detenernos, yo me lleve la peor parte claro, te recuerdo que son lo que llamamos “chacales”, así que no teníamos trato ni relación alguna, si me lo cruzo por la calle lo saludo y me corresponde, de manera fría pero formal, lo que sí puede ser es que…

    Yes, ya había vuelto a comenzar con los roces, me acariciaba el pene, mientras ella misma ya había empezado a jugar con sus clítoris. Me quedé un momento con la palabra en la boca, buscando las palabras correctas, pero ella seguía expectante y no me dio tiempo de pensar más.

    Y: ¿qué?, no lo pienses, solo dilo

    K: la vibra que sienten los demás también la siento yo

    Y: ¿cuál vibra?

    K: una vibra como de respeto

    Y: ¿de respeto o dominación?

    K: cuando les da una orden a los demás, ellos le obedecen

    Y: ¿como si se tratara de su líder?

    K: si, algo así

    En ese momento ella volvió a tomar la iniciativa, se subió encima de mí y se introdujo mi miembro, por sí sola hacia movimientos abruptos de adelante hacia atrás, una vez que se entonó volvió a la conversación.

    Y: la verdad es que lo entiendo

    K: ¿qué entiendes?

    Y: Eso que mencionas, bueno, en realidad, lo siento dentro de mi

    K: ¿a qué te refieres, a su presencia?

    Y: no solo eso, siento esa dominación

    K: ¿tú también te sientes dominada por su presencia?

    Y: si, cuando me habla es como si solo existiera él, no puedo pensar en otra cosa, por las mañanas voy con la idea de negarme a subir a su camioneta, pero cuando él me dice que me suba, siento vértigo en el estómago y mi cuerpo se mueve solo

    K: ¿cuándo te pidió que se fueran a otro lugar, que sentías?

    Y: sentí que no me estaba preguntando, sino, que me estaba dando una orden, como si no pudiera desobedecerlo

    K: ¿entonces, porque no terminas yéndote al motel?

    Y: ya te lo dije, pensé en que podría molestarte, pero me costó mucho decirle que no

    K: y ahora que sabes cómo es en realidad, ¿te irías con él?

    Y: la verdad, sí, en ese momento no entendía por qué, solo lo sentía, pero ahora que me platicaste sobre su persona, ya lo entendí

    K: ¿de qué hablas?

    Y: su presencia me hacía sentir respeto, dominación y sumisión

    K: ¿como si de un macho alfa se tratara?

    Y: siii, esooo, lo sentí como un macho alfa, sentí esa necesidad de estar con él

    K: ¿pero no te da miedo, después de lo que te platique?

    Y: si me da miedo, pero la atracción es muy fuerte

    K: ¿aun sabiendo que se cogía a mi tía?

    Y: siii, porque sé que se cogía a tu tía y mucho más aún porque como mujer también te puedo asegurar… que si se cogía a tu mamá

    Me hizo reventar con ese comentario, pero aun debía preguntarle

    K: y por eso, quieres acostarte con él

    Y: no, con un hombre así una no se acuesta ni hace el amor, mi cuerpo me pide que… que me aparee con él

    K: ¿entonces?…

    Y: entonces, solo dilo, quiero escucharlo de ti

    K: quieres ponerme los cuernos con don José.

    Y: siii, quiero ponerte los cuernos con don José, quiero que me entregues con él para que me pueda aparear con ese macho

    K: si mi amor, te voy a entregar a él para que te coja como una puta

    K: gracias amor, te amo

    Y: yo también te amo

    La segunda vez que terminamos esa noche fue más intensa que la primera, los dos acabamos exhaustos, nuestra respiración era muy agitada, nos acostamos y nos pusimos frente a frente, mirándonos a los ojos con mucha intensidad nos dimos un beso muy intenso. Tras un largo beso, nos recostamos mirando hacia arriba, pasamos un largo tiempo en esa posición y sin mediar palabra, entre mis pensamientos cruzaba la idea de siempre, la fantasía era un ingrediente que volvía el sexo en pareja algo muy intenso, pero tras terminar, el calor del momento se apagaba y la mente se enfriaba, dejándolo solo como eso, fantasía.

    Hice un esfuerzo para levantarme, pero Yes me detuvo del brazo, me volvió a recostar y me abrazó, puso mi cabeza sobre su pecho y me acarició de una forma muy dulce.

    Y: te amo, estoy feliz de estar contigo

    K: yo también te amo, eres lo mejor que me ha pasado

    Y: y me encanta que tengas una mente tan perversa

    1. yo adoro que me sigas el juego

    Y: solo espero que estés preparado

    K: ¿preparado para qué?

    Y: para pasar de la fantasía a la realidad

    K: entonces, ¿deberás quieres hacerlo?

    Y: sí… déjame hacerlo, deseo coger con don José

    K: ok amor, si eso quieres, se hará como tu digas

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  • En casa es mejor

    En casa es mejor

    Nuestros padres nos encargaron desde que estábamos chicos con unos tíos hermanos de nuestra madre que viven la Ciudad de México, donde ya habíamos tenido la oportunidad de haber venido de vacaciones con ellos, mi hermana María Luisa tiene 21 años y trabaja en una oficina de Gobierno donde tiene poco tiempo de haber entrado y como nuestros tíos salían de vacaciones, me encargaron cuidarla, tal cual era mi obligación como su hermano, yo tengo 20 años y ella estuvo de acuerdo. Nuestros tíos iban por espacio de un mes a Europa.

    Yo estaba durmiendo en mi recámara que se encuentra en la parte alta de la casa desde donde pueden verse algunas estrellas y admirar la Luna mientras ella dormía en la suya, en la parte de abajo junto a la recámara que es la de nuestros tíos Eugenia y Ernesto.

    Anteriormente hacía un par de años ambos dormíamos en la misma recámara aunque en camas separadas, luego de haber renovado la casa y haber construido nuestro tío Ernesto otra recámara para mí, fue que empezamos a dormir separados aunque también con la finalidad de evitar otro tipo de pensamientos, pues aun cuando ella y yo ya habíamos tenido unas bonitas relaciones durante las cuales nos comportábamos como novios a escondidas, relaciones en las que aunque a pesar de otros deseos que nos movían, solamente quedaron en algunos besos y caricias por sobre nuestras prendas intimas y a pesar de que solíamos estar a medio vestir, nunca pasamos a mayores.

    Sin embargo, algo más se estaba moviendo en nuestro interior desde el momento en que nos anunciaron sobre las vacaciones que tomarían nuestros tíos, sobre los cuales sospechábamos había algo más, ambos son solteros a pesar de sus edades de entre 33 y 36 años.

    A pesar de que María Luisa tenía su novio y yo mi novia, con la que me sucedió algo bastante intenso y curioso de lo cual platicaré más adelante, sin embargo, a pesar de nuestra relación secreta como novios que continuábamos siendo, tampoco había sido capaz de haberle comentado a mi hermana lo que mi novia Cristina me había confesado. De cualquier forma aún sigue siendo mi principal “novia” María Luisa, como a la fecha sigo siendo yo su novio favorito, tenemos una bonita relación tal como ella la tiene desde hace un par de años con su novio Antonio, aparentemente mi futuro “cuñado”

    Conocí a mi novia Cristina una muchachita muy hermosa, con la que llevo un año saliendo con ella, sin embargo con el paso de un par de meses me confesó algo que a la vez que me impactó, me movió mucho a tal grado que estuve a punto de decirle que también mi hermana y yo teníamos una relación de noviazgo desde hacía unos cuatro años.

    Mi nombre es Javier, actualmente tengo 20 años, según mi hermana soy de buen tipo, estatura 1,78, complexión mediana, me gusta la natación al igual que a mi hermana con la que asisto al deportivo, soy de piel blanca y abundante pelo en pecho que según la enloquece a ella cuando me ve sin camiseta o que me estoy bañando y ella entra de improviso, llegando a apreciar otras “cualidades” de mi físico, aunque a decir verdad también he hecho lo mismo, por lo que pude fotografiar en mi mente como es su cuerpo, aunque me dijo, sin que pareciera decírmelo en serio “salté cochino”, me sonreía con coquetería y hasta parecía posar para que la viera desde todos los ángulos.

    Excuso decir cómo se levantó “aquello” y como tuve que bajarlo con hielos que tomé del refrigerador, porque no me gusta la masturbación, aunque a mi novia Cristina le gusta practicármela con su boca cómo preámbulo antes de llegar a algo más cuando salimos a algún Motel, a ella le fascina hacerlo, Cristina dijo algo que me confesó y que me dejo helado desde una de las primeras veces que tuvimos la oportunidad de ir.

    Luego de que les diga como son mí hermana María Luisa y mi novia Cristina, les contaré lo que me confesó mi novia cuando estuvimos en el Motel en una de esas ocasiones, aunque también tuvieron algo que ver algunas copas de tequila que nos tomamos.

    Mi hermana y novia María Luisa es de piel blanca, estura de 1,65 cabello castaño de un bello ondulado el cual conserva corto con las puntas de su corte de cabello hacia el frente de su linda y angelical cara, de boca regular, de una coquetería innata y de bella mirada me gustaba ver mi rostro reflejado en sus ojos color miel, cuando nos besábamos, hermosas facciones que a cualquiera podían volver loco, cómo a mí me sucedía ya que siempre estoy pensando en ella y en nuestros besos que normalmente los hacemos de lengüita y en ocasiones nuestras caricias parecen estar más explosivas cada vez que nos besamos.

    A veces con escasa ropa, pues yo acostumbro cuando estamos solos yo en calzoncillos y ella solo con una camiseta o camisa mía con solo dos botones, sin brasier que las sostenga y sin su acostumbrada tanga por lo que cuando se descuida puedo observar sus hermosos labios cubiertos por un pelambre muy fino y enchinado, pero trato de voltear para otro lado aunque mi mejor amigo me traiciona y ella lo sabe.

    Sus pechos son copa C y están coronados por dos pezones alargados sobre unos montículos de areolas que los elevan aún más, hasta he llegado a observar que tienen una especie de agujeritos como coquetos asteriscos por donde debe salir la lechita, cuando ella llegue a estar embarazada del tipo afortunado a quien le toque embarazarla. Sus nalgas son redonditas y no muy ostentosas, creo desde que las vi sentí que eran de mi tipo favorito aunque Cristina las tiene un poco más voluminosas pero también muy hermosas.

    El momento mágico se presentó poco después de que nuestros tíos salieran en avión hacia el destino elegido por ellos, nosotros mismos los llevamos al aeropuerto para despedirlos.

    Esa misma tarde, luego haber ido a un restaurante con mi hermana acompañados por mi novia Cristina y sus hermanos, nos despedimos nada más al entrar a la casa y sabiéndonos los dos solos, nos pusimos muy nerviosos, sabíamos que algo inevitable estaba a punto de suceder, algo que tal vez ambos esperábamos con las ansías de dos enamorados, algo de lo que ya no habría punto de retorno, además era el momento oportuno según Cristina para compartir con María Luisa el secreto que ella misma me había confesado desde hacía un par de meses.

    Mi novia Cristina tiene 19 años con 1,67 de estatura, por raro que parezca se parece en mucho a mi hermana María Luisa, ella es un poco mayor que yo pues tiene 21 años. Hasta la vez cuando la conoció, fuimos a una cafetería y las confundían como si fueran hermanas.

    Mi Luisa ha llegado a pensar que podría ser su doble gemela solo que de ojos azules y un cuerpo ligeramente con un poco más de curvas, y por lo mismo mi hermana me dijo que la había escogido porque se parecía mucho a ella y aunque nunca le había contado el grado de intimidad que teníamos con todos sus detalles, algo me estaba moviendo por fin a contarle todo lo que hacíamos Cristina y yo cuando estábamos en el Motel al que nos gustaba ir y lo que hacía ella antes de que la penetrara.

    Cristina también es de piel blanca, tiene una cara hermosa y una nariz igual de respingada que la de María Luisa, boca más carnosa pero sinceramente antojable cuando la veo hacer lo que hace cuando saca mi miembro y lo chupa hasta hacerme llegar, de ojos azules, de un azul ligeramente intenso como a veces lo tiene el color del cielo. También sus pechos son copa C y como mencioné tiene un poco más de nalgas que mi hermana a veces no sabría por cuales decidirme.

    Aunque eso no era lo que en realidad era importante, sino el secreto que guardaba de todo lo que en realidad la hacía disfrutar mucho más con todo lo que ella me contaba cada vez que íbamos a esos lugares en busca de algo más de intimidad, ella disfrutaba y se excitaba más al hablarme de su delicado secreto, así como parecía volver a revivir todo nuevamente contándome con todo lujo de detalles todo lo que hacían y por increíble que pueda parecer yo también gozaba al igual que ella, escuchándola, de manera que ambos terminábamos muy complacidos, ella contándome al tiempo de llegar intensamente y yo llegando de igual manera imaginándome otras escenas en las que también deseaba participar pero con mi Luisa, tal como lo hacía ella.

    Yo también tenía un pequeño secreto con ella que estaba dispuesto a contarle de lo que había hecho y de lo que más deseaba hacer y así lo hice para sorpresa de Cristina.

    Esa misma noche mientras celebrábamos me marcó Cristina y estuvimos platicando un rato que se fue alargando ante la evidente desesperación de María Luisa que quería hablarme de lo que habían hecho en la oficina, al igual que yo le contaba sobre mi trabajo.

    Aunque en realidad me marcó para desearme mucha suerte en lo que acordamos que le contaría acerca de ella y de todo lo que disfrutaba, incluso ya conocíamos a sus hermanos tanto por foto como algunas veces que llegamos a salir juntos los cinco, aunque se comportaban normales como cualesquier hermanos que incluso llegaban a abrazarse y a saludarse de beso en las mejillas. Blanca mi cuñada era distinta a ella, más delgada y al parecer no con tanto busto, tal vez copa B, pero también de piel blanca como Felipe el hermano de ellas, también de tipo conquistador y atractivo, asiduo aunque no tanto al gimnasio, al menos así lo era para sus hermanas, un buen conversador y muy ameno para contar chistes.

    –Te manda saludos Cristina, que te cuide mucho ahora que vamos a quedarnos solitos. –el portafolios que siempre utilizo estaba cerca de mí con la revista que me había dado Cristina para mostrársela a mi Luisa, me estremecía el hecho de hacerlo.

    –¡Vaya!, hasta que me pones atención.

    –No me digas que te pones celosa, porque yo no te celo cuando te veo con Antonio

    –Pero sabes que también yo soy tu novia desde hace cuatro años y no son celos los que siento cuando andas con Cristina.

    –Sabes que eres lo principal para mí y que no puedo vivir sin ti.

    –¡Sí! Pero nunca me has demostrado todo el amor que dices sentir por mí, me tengo que conformar con unos cuantos besos y eso no es amor.

    –También sabes que estoy muy enamorado de ti, hermana pero es que es algo que debemos hacer porque realmente queramos hacerlo.

    –Sí también estoy consciente de que somos hermanos, pero no me puedo conformar ya con tan solo besarnos y acariciarnos por encimita, mientras tú bien que gozas con Cristina.

    –Quiero contarte un pequeño secreto sobre Cristina.

    –¡Humm!, ¿Qué puede ser tan importante?

    Le conté a mi hermana que iban seis o más veces que íbamos al Motel y que eso le gustaba mucho a ella, pero que nunca se lo había contado porque me daba pena decirle lo que hacíamos en el Motel, aunque a ella no parecía tampoco importarle ya que me pedía que por favor continuara contándole, hasta me pareció que mi Luisa también iba a disfrutar cuando le contara todo, pero aún no se imaginaba lo del secreto que ocultaba Cristina y que yo estaba dispuesto a decírselo con la aprobación de ella misma. Lo primero que hice fue contarle lo que le gustaba hacer antes de penetrarla.

    –Entonces tú y yo ya no somos vírgenes –me respondió mi Luisa

    –Me imagino que tampoco lo eres.

    –Sólo que Luis Antonio no me complace como debería, te debo confesar que no le gusta que apriete mis piernas cuando me la mete, y eso me quita la inspiración apenas si habré llegado un par de veces cuando mucho, tengo que masturbarme yo misma.

    –A mí no me gusta masturbarme pero a Cristina le gusta chupármela hasta hacerme llegar.

    –Debe disfrutarte mucho con lo grande que la tienes, ¿sabes cuánto mide?

    –Es que no me la has visto toda erecta pero dice Cristina que la tengo igual de tamaño que su hermano, unos 23 centímetros y casi 4 de gruesa.

    –¿Ella se la ha visto a su hermano?

    –Y según me dijo que su hermana también se la ha visto.

    –¡No te puedo creer eso!, nada más falta que me digas que también se cogen entre ellos.

    Me quedé en silencio como si con ello pudiera ella adivinar lo que con la falta de palabras le estaba tratando de dar a entender.

    –¡Pero si son los tres son hermanos! –atinó a decir al entender mi silencio- no puedo creer eso de Cristina.

    –Yo tampoco lo creía hasta que me lo contó las primeras veces que fuimos al motel.

    –¿A qué motel la llevas?

    –El que está en la calle donde te lleve una vez con un carpintero que me entregó un librero chico.

    –Sí, me acuerdo que está en una esquina, frente a una casa muy bonita,

    –¡Sí!, la de color amarillo que me dijiste que te gustaba mucho.

    –¡A ese mismo es al que me lleva Luis Antonio!

    –¡Vaya! –Cristina me había prestado una de las revistas de su hermano que trataba sobre ese mismo tema, con fotografías sumamente explícitas con diálogos en español donde dos mujeres tenían una relación amorosa con el hermano de ambas. Y me la había prestado con la intención de ayudarme en lograr una relación plena con mi Luisa.

    Todavía faltaba hablar un poco más con mi hermana, aún no la había visto yo, solamente la había hojeado con rapidez viendo que contenía una serie de fotografías al parecer con diálogos de los personajes que aparecían, ni siquiera quise hojearla a detalle. Se trataba de una revista bien impresa, aunque no tenía la apariencia de contar con una portada debido a que estaba cubierta con pastas oscuras sin ninguna especie de título. Solamente me la había encargado mucho pues tenía que devolverla de donde la había tomado.

    –¡Y tú quieres a Cristina aun así!

    –¿Así?, no lo que pasa es que me gusta porque se parece mucho a ti, pero tú eres a quien yo amo por ser mi novia además de mi hermana.

    –¿Vas a venir a dormir conmigo?

    –Sí, porque no quiero dejarte sola.

    –Hace mucho calor, no te importa si duermo sin ropa, ¿Sabes?, me estorba la ropa para dormir… Y para… No tener tanto calor.

    –¿Te puedo besar mientras nos dormimos?

    –¡Eres mi novio! ¿no? Los novios siempre acostumbran besarse.

    –¿En la boca?

    –En la boca y en otras partes…

    –¿De verdad ella te besa ahí? ¿En tu pene y te lo chupa?

    –Sí, no tengo por qué mentirte.

    –¿Y si te besara yo ahí? ¿me dejarías?

    –No lo hemos hecho nunca, pero debe ser bonito ver cómo lo haces.

    –Pues termina de cenar para irnos a la cama, novio mío, por cierto me bañe antes de que llegaras. –María Luisa era muy limpia con su cuerpo, hasta teníamos un bidet para lavar bien la parte de atrás.

    –Me encantara ir a tu cama contigo, yo también me bañe antes de salir. Tengo una revista que me prestó Cristina y que es de las que dice que edita su hermano Felipe.

    –Para que también me cuentes todo lo que hacen entre los tres, ya me dio curiosidad.

    Terminando de cenar nos tomamos de la mano hasta llegar al baño y lavarnos la boca, luego de eso mientras nos besábamos en la boca utilizando nuestras lenguas nos fuimos encaminando a su recámara en tonos rosa, pero muy confortable, la ayude a desvestirse, era la primera vez que lo hacía y aunque no tenía mucha práctica en esos menesteres, creo que lo hice bastante bien.

    No pude resistir cuando luego de quitarle el brasier ella se bajo los calzones mostrándome el hermoso peluche ensortijado que cubría sus hinchados labios vaginales que parecían responder al toque de mis dedos. Besé sus pechos uno a uno lamiendo sus pezones de color anaranjadito parecido al paraíso al que me transportaba, mientras los metía dentro de mi boca para chuparlos a placer.

    Pero lo mejor fue cuando ella misma me ayudó a desvestirme, al quitarme los calzones mi verga estaba totalmente endurecida y presta para entrar a ese lugar prohibido para quienes somos hermanos de la misma sangre de nuestros mismos padres a quien convertiríamos automáticamente al momento de eyacular dentro de la vagina de mi hermana y ella alcanzar del mismo modo su orgasmo, o serie de orgasmos en nuestros propios suegros. Como debe haberle sucedió a los padres de Cristina con sus propios hijos.

    –¡Te amo, Javier!, necesito que me hagas tu mujer, ya, pero antes quiero chupártela tal como dices que te hace Cristina, mi tremenda cuñadita, ¿Tú no les has mencionado nada de lo nuestro?

    –¿Qué somos novios tú y yo? No tiene nada de malo, eso sí se lo dije pero que nada más éramos novios de manita sudada, ¿acaso quieres que le diga de esto?

    –¡Sí me gustaría que ella supiera que también soy tu mujer, no nada más tu hermana! Y dile que nos besamos mucho en la boca para saludarnos, ¡pero cuéntame que tanto te dijo que hace ella con sus hermanos!, porque de seguro también le dijiste que nunca lo hemos hecho. –nuevamente me quede en silencio.

    –¡Ya entendí!, pues dile que lo que quiera contigo, también tiene que hacerlo conmigo.

    –¿Serías capaz de hacer algo así?

    –Sí lo hice en la secundaria con una compañera, ¿tú crees que no voy a ser capaz?

    –Eso nunca me lo contaste.

    –Pues tú tampoco me habías contado lo que hacías tú con ella y ella con sus hermanos, y si lo hace con su hermana no veo el motivo para que no lo haga con su cuñada. ¿O no querrá ser parte de la familia que formamos tú y yo?

    –¡Uff!, quiero ver como metes mi pene en tu boca.

    –Claro que quiero chupártelo, para no quedarme con las ganas.

    –Solo te prevengo que eyaculo mucho, ¿lo has hecho con tu novio?

    –Sí pero con él no me dan ganas y solo me vengo cuando estoy pensando en ti.

    –¿De verdad?

    –No tengo por qué mentirte, así que lo hubiéramos hecho desde hace cuatro años en vez de estarnos besando como noviecitos.

    –Pero entonces éramos menores de edad los dos.

    –¡Bueno!, eso sí, pero ahora nada nos lo impide, ya tenemos más de la edad necesaria para hacernos el amor.

    –Tengo una revista que me prestó Cristina pero creo que por dentro lleva el título de incesto, no supe que significaba.

    –Incesto es cuando haces el amor con tu propia hermana o con alguien de tu familia directa.

    –¿Entonces si lo hacemos bien tú y yo hasta que terminemos será Incesto?

    –¡Humm! Me parece que sí sería eso.

    Ya no pudo decir nada porque se estaba metiendo todo mi glande dentro de su boca y estaba chupándolo como si se tratara de un dulce, los dos estábamos totalmente desnudos y eso de vernos era realmente muy motivador. Además de ver como se metía mi verga abrazándola entre los labios de su boca, sin pensarlo siquiera me voltee para meter mi boca dentro de su vagina que estaba escurriendo demasiados jugos que me sabían a lo que seguramente debe saber el cielo.

    Mi lengua alcanzaba su clítoris y ella estaba de seguro viniéndose ya que sus piernas parecían estar temblando sin control, lo mismo que me estaba sucediendo a mí, el simple hecho de estar cogiendo con mi propia hermana era algo más grandioso y tal vez hasta adictivo, pues en cuanto sentí que me venía dentro de su boca inundándola con mi semen, intuí que no podríamos dejarnos una vez que la metiera dentro de su vagina y eyaculáramos los dos.

    Apenas luego de haber eyaculado en su boca volví a escucharla, ya se había pasado todo mi semen dentro de ella, así como yo ya me había atragantado con sus calientes jugos.

    –¡Uff!, apenas si pude pasarme todos tus espermas, ni siquiera Antonio me ha hecho gozar como tú lo has hecho metiendo tu lengua dentro de mi vagina y haciéndome eyacular como nunca había sentido. ¿Te gustó?

    –Creo que más me va a gustar cuando te la meta completa dentro de tu vagina.

    –Yo también quiero y siento que jamás voy a poder dejar de amarte como la mujer que vas a hacer de mí.

    Sin pensarlo más mi verga ya estaba nuevamente lista para emprender la magnífica tarea que le iba a encargar, ni más ni menos que eyacular toda su carga dentro de la vagina de mi propia hermana, para hacerla de una vez mi mujer, luego de cuatro largos años de espera en los que ni siquiera me había masturbado pensando en ella.

    –A Antonio no le gusta que apriete su verga entre mis piernas, es muy delicado, dice que le duele y que no lo haga.

    –Pues a mí me encanta que me lo haga Cristina, así que me encantaría más siendo tú mi propia hermana quien goce al igual que yo, apretándomela entre tus hermosas piernas.

    –Vamos a ver la revista que me dices te prestó Cristina mientras me penetras antes de venirte y hacerme tuya, ¿Crees que puedas aguantar?

    –¡Uff! No te prometo nada pero voy a intentarlo.

    Javier abrió la revista de un tamaño en donde se podían apreciar 4 fotos de buen tamaño por página de un total de 32 páginas, todas ellas con descripciones al calce de cada foto y con diálogos escritos de los personajes que intervenían. Todas las páginas estaban perfectamente impresas por algún tipo de escáner de alta resolución permitiendo que la calidad fuera inmejorable.

    Al principio se desarrollaba una historia con todos los personajes vestidos, pero algo les causó una gran conmoción luego de haber visto las primeras fotos y haber leído los primeros diálogos.

    –¡No puedo creer que sea tu novia Cristina con sus hermanos sean los que aparecen en las fotografías! ¿Pues cuantas copias habrán hecho?

    –¡No me digas, no puedo creer que sea ella!

    –¡Está revista está demasiado caliente!, ¡Ya me puso más caliente de lo que de por sí ya estaba!

    Ni siquiera pudieron empezar a hojear las primeras 4 páginas porque ya se anunciaba algo verdaderamente grande entre María Luisa y su hermano Javier.

    Al principio todos aparecían vestidos, Cristina y su hermana con ropas muy sugestivas, con vestimentas que denunciaban los perfiles que marcaban los pezones alargados de ambas sobre hermosas areolas con montículos que los elevaban aún más saliendo descaradamente por fuera de los escotes que mostraban con orgullo, mientras su hermano aparecía con una erección que se marcaba perfectamente con una especie de trusa en forma de trompa a modo de funda atada con una delgada cinta que guardaba su verga cuyo glande salía con orgullo por fuera de uno de los extremos ante las miradas lascivas de sus hermanas.

    Los diálogos eran sugestivos y se presentaban a manera de entrevista.

    –Cristina: Estoy con Blanca y Felipe, mis hermanos para preguntares que opinión tienen ellos sobre el incesto, ¿tú qué opinas Felipe?

    –Felipe: el incesto es lo máximo, las amo incestuosamente, hermanas.

    Continuará.

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  • El regalo de cumple para mi marido

    El regalo de cumple para mi marido

    Continuación de: “Al fin pude cumplir mi fantasía”

    Hace un tiempo que José (para quien no ha leído nuestros relatos anteriores es mi marido) quiere hacer un trío sea con una chica o un chico, pero no es fácil conseguir con quien hacerlo, somos un matrimonio de quién casi nadie sospecha de nuestra vida sexual. Por lo que no se nos ofrecen para concretar, salvo las parejas y amigos que nos conocen, pero la gran mayoría viven lejos y se nos complica concretar.

    La semana pasada fuimos a comer con José a local de comidas rápidas donde había conocido a Kadan, el negro sudafricano de mi relato llamado “Al fin pude cumplir mi sueño”. Y oh casualidad estaba él sentado en una mesa, al verlo volví a sentir esa electricidad de la primera vez que lo vi. Si bien en todo este tiempo me lo he cruzado un par de veces en el que solo nos miramos, con miradas picaras, esta vez lo tenía sentado frente mío y de espalda a José.

    José inmediatamente al verlo me pregunta: ¿si me lo quería coger otra vez? Que le encantaría poder hacer un trío con él. Mientras José me seguía preguntando, él no me sacaba los ojos de encima, lo que me había hecho entrar en calor, a todo eso le iba relatando a José cada movimiento de él. Hasta que le contesto, -sí vamos a hacerlo con él. En ese instante José gira como para llamarlo a nuestra mesa y Kadan se había parado para retirarse. Lo vimos salir por la puerta.

    Nos fuimos a casa, yo caliente y José también, así que a la noche tuvimos un polvo exquisito, donde me susurraba que me quería ver con kadan, que me quería ver cómo me tragaba esa enorme pija de la cual le había contado. Pasaron varios días hasta que llega el cumple de José y me pide como regalo, que el sábado pasemos la noche en un hotel de la zona.

    Al llegar a la habitación, José se quedó en la recepción tratando de extraer unas latas de cerveza de una máquina, mientras yo subía sin esperarlo, pues necesitaba darme una ducha. Sabía que íbamos a tener una hermosa noche de sexo, por lo que enjabone mi cuerpo muy lentamente, pero al ver que José se demoraba en venir, cerré mis ojos y empecé a acariciarme mis pechos, luego baje una de mis manos hasta el sexo y lo sentí caliente y húmedo, comenzando a acariciarme.

    Después de relajarme unos minutos, salí de la ducha, sequé mi cuerpo y lo cubrí de crema perfumada; abrí la puerta del baño y salí a la habitación. Me coloque algo de ropa, concretamente el tanga, para después echarme en la cama y descansar un poco mientras volvía José, que debía haberse ido a buscar cerveza a Europa, de lo que tardaba. Mientras el sueño me invadía, recordé nuevamente la imagen de cómo me había comido esa enorme pija de Kadan y de cómo me alegraba que José quería invitarlo para que hagamos un trío que me tenía inquieta para concretarlo lo antes posible.

    Tras lo que me parecieron solo unos instantes dormida, un ruido alteró mi descanso y al abrir los ojos mi sorpresa fue enorme: Frente a mí, sentado en la cama totalmente estaba Kadan. Me miraba fijamente mientras se tocaba sus entrepiernas. Al principio como que me asusté un poco e intenté taparme con la sabana, pero la presencia de José en la habitación me tranquilizó.

    -Tranquila Lau. He ido a buscar a nuestros amigos y les he explicado nuestra fantasía. Saben que, si tu no quieres, no habrá nada que hacer y se irán, así que depende de ti lo que quieras hacer.

    El plural me sorprendió, pero lo aclaré rápidamente al ver que, algo más allá, estaba otro negro con un cuerpo fuerte y musculado.

    Estaba claro que José había decidido por mí, me había evitado tener que elegir compañero esa noche, porque eran los tres para mí, mi marido y los dos negros. No pude articular palabra por la vergüenza y por el temor que me inspiraba la situación, más de lo que había imaginado en mis sueños más húmedos y calientes; no bastaba con una sola, sino que tenía a mi disposición dos enormes vergas negras y que, si yo quería, las disfrutaría toda la noche, además de la de mi marido.

    Antes que pudiera arrepentirme de lo que estaba a punto de hacer, los dos se acercaron hacia mí, arrancaron la sabana, dejando mi cuerpo casi desnudo frente a sus ojos, y se juntaron conmigo, cada uno, por un lado, de forma que los tres cuerpos se convertían en uno solo, mientras sentía como sus bocas comenzaban a besarme los hombros y sus manos me acariciaban.

    Tener dos negros esculturales hizo que cediese mi temor, y al ver a José en la punta de la cama con una sonrisa, lograron excitarme muy rápido. Sus manos recorrían toda mi anatomía, mientras sus bocas hacían lo mismo, devorando mi cuello, mis pezones. Mientras con sus manos se iban despojando de sus pantalones, remeras y calzoncillos, a tiempo que resaltaron enseguida en mis ojos sus enormes troncos venosos negros, a través de mi rabillo veía a José como también se desnudaba, me estaban volviendo loca y ellos lo notaban.

    Kadan comenzó a hablarme al oído, calentándome con sus palabras, de contenido crecientemente sexual y animal: -Eres preciosa Lau, tienes unas tetas divinas, estoy deseando saborearte. Mira que dos pijas tienes para ti princesa, te vamos a hacer gozar de verdad, te vamos a coger como nunca, te vamos a montar como animales hasta saciarte. Yo ya estaba a mil; me sentía como una estrella de una película porno, así que simplemente me dejé llevar, sintiendo como sus manos recorrían mi sexo, desde delante y desde detrás, a veces desde los dos lados al unísono. Volaba de calentura, ansiando ya probar esos enormes falos y ser por una noche la más viciosa de las mujeres.

    Poco a poco me fui soltando y me animé a tocarles, comprobando de esta manera la medida y dureza de sus penes; pero la verdad era que la realidad superaba en mucho a la ficción: cuando las tuve en la mano comprobé que eran como rocas de duras y de un grosor increíble, venosas con una cabeza que sobresalía de mis manos. Sentí como palpitaban cuando comencé a masturbarles muy lentamente, haciendo que crecieran aún más. Cuando los dos estuvieron casi completamente bien duros, me senté en la cama y se colocaron frente a mí, dejando sus pijas a la altura de mi cara, a mi disposición, por supuesto que entendí lo que querían y comencé a lamérselas y chupárselas, alternando mi boca de una a otra.

    La verdad es que me costaba, meterme aquellos enormes troncos en la boca, porque no la tenía acostumbrada ese grosor. Pese al esfuerzo que me costaba hacerle, me esmeré en mi trabajo, con ánimo de hacerles gozar, buscando su placer. Las besaba suavemente la punta, forzando con mi lengua su abertura, dejando que mi lengua jugase en torno a ellas, hasta que me la metía hasta donde podía en la boca, sin dejar de acariciar sus enormes huevos, sintiendo como el aroma de sus penes me embriagaba, me excitaba, me volvía loca. Más de una vez junte sus dos vergas en mi boca y, aunque lógicamente no podía metérmelas, me excitaba sentir como se tocaban entre ellas, pugnando por abrirse hueco y penetrar en mi boca, hasta la campanilla.

    Durante un rato alterné la boca entre las pijas de ambos, mientras me deleitaba rascar sus huevos, y oprimiendo con un dedo de cada mano la entrada de su culo, lo que lograba ponerlas como piedras, sin dejarme interrumpir la mamada, acariciaban ya mi húmedo y caliente sexo, haciéndome estremecer.

    José, mientras tanto, giraba a nuestro alrededor, tratando de no perderse ni una imagen de lo que sucedía. Yo no podía creer que estábamos metidos en medio de una orgía, en la que dos sementales me iban a recoger a la vez, como había visto más de una vez en las películas porno.

    Kadan, que tenía la pija levemente más grande y gorda que Mike hizo que me recostará en la cama, me abrió las piernas, colocándose entre ellas para comenzar, ¡¡¡por fin!!! a lamerme el sexo. Siempre me ha encantado el sexo oral y mi marido lo hace muy bien, pero sentir esa lengua grande en mi clítoris y como, luego, se introducía hasta donde podía en mi vagina, me estaba haciendo delirar, mientras sentía como Mike chupaba mis pezones, estrujándolos con sus manos, mientras yo no dejaba de masturbarle.

    Kadan me absorbía el clítoris y los labios del sexo con sumo deleite, alternando besos, sorbidas, presiones y pequeños mordiscos que me tenían al borde del infarto, ello sin olvidar que sus manos, de vez en cuando, exploraban mi húmeda cueva, con esos dedos largos y gruesos que casi llenaban mi interior.

    Después de unos minutos de gozar terriblemente con esa lengua, Kadan se levantó, y apuntó su estaca a la entrada de mi conchita, jugueteando unos momentos con ella, frotándola por mis labios vaginales, dándome una serie de golpecitos muy sensuales y excitantes, como si estuviera llamando educadamente a la puerta. Yo, a esa altura, no aguantaba más y estaba a punto de suplicar que me cogiesen de una vez, cualquiera de los dos. Necesitaba ser penetrada en ese mismo instante, así que agradecí ver como el negro agarraba un preservativo de talla XXXL y se lo ponía.

    Mi marido al ver lo que iba a ocurrir se acercó a mí, me beso y muy tiernamente me dijo al oído:

    -Tu manda amor ¿Quieres sentir ya esa pija? Aun puedes echarte atrás, porque cuando la tengas dentro ni tu ni yo podremos pararles.

    -Siii, quiero sentirla, le respondí, jadeando.

    -Señores, -dijo José dirigiéndose a los negros-todos a gozar.

    Kadan, no tardó en aceptar la invitación de manera que aquel tronco de carne que palpitaba en la entrada de mi sexo.

    Me estremecí había llegado el momento de la verdad, el momento en que me iba a ensartar con esa enorme verga que deseaba tener dentro ante la mirada de José y Mike. Kadan no se hizo ya esperar y apoyó la cabeza de su pene en la entrada de mi vagina, haciendo fuerza para meterla; al ver que le costaba penetrarme, porque mi sexo no acaba de dilatar lo necesario para acoger dentro aquella enorme tranca, el otro negro apoyó las manos en mi pubis y abrió lo más que pudo mis labios vaginales, consiguiendo, de esa manera, que esa cosa enorme comenzara a deslizarse dentro de mí, haciéndome sentir como si me estuvieran literalmente partiendo.

    Mientras entraba centímetro a centímetro, gramo a gramo, al mismo tiempo que se dejaba caer sobre mí. Solo la extrema excitación conseguía aplacar el dolor que me causaba esa enormidad dentro de mí, esa sensación de romperme, de estallar, de morirme de gusto y dolor.

    Empecé a gemir primero y luego a gritar, sintiendo como mi vagina se llenaba de carne negra caliente; me la metió a fondo, todo lo que pudo, hasta chocar con el fondo, como si quisiera partirme, disfrutando con mis gritos enloquecidos.

    Tenía la sensación de que la pija llegaba hasta mi estomago de la profundidad de sus embestidas, intensas y controladas, haciéndome gozar de verdad. Empapando mi concha, cada vez más dilatada y adaptada a las dimensiones de tan enorme verga que me estaba volviendo loca, me adapte a las embestidas de Kadan, abriendo con fuerza mis piernas. En un segundo pude ver la mirada de mi marido, que con su mano se acariciaba su pija completamente erecta, y a Mike sentado a mi lado. El morbo que me daba ser la perra de otros hombres delante de mi marido era inmenso, increíble. Me corrí enseguida aullando de placer, sin que me importase que me pudiesen escuchar otros clientes del hotel.

    Kadan me dio la vuelta para poder penetrarme por detrás, en cuatro, posiblemente la postura que más me gusta, comenzando a embestirme como un toro, con fuerza creciente, dándose cuenta de cómo mi coño ya estaba enteramente adaptado a sus dimensiones. Mike se puso frente a mí y me introdujo su grueso trozo de carne en la boca, de tal modo que por fin tenía dos enormes penes tanto por delante como por detrás, José ya no pudo aguantar más, se situó junto a Mike, permitiendo que yo pudiese degustar los dos trozos con mi boca, donde ambos se turnaban en entrar y salir, mientras Kadan no dejaba de martillearme por detrás.

    Así estuve, como una perrita a cuatro patas durante un buen rato, sintiendo esa enorme verga en mis entrañas, mientras una polla negra y otra blanca se turnaban en ocupar mi boca, que pasaba de una a otra con avidez, degustando sus diferentes formas y sabores. Me hubiera encantado agárraselas con la mano, como sé que le encanta a mi marido cuando se la chupo, pero la postura de perrita no me lo permitía, ya que necesitaba toda la fuerza de mis brazos para aguantar los embates de Kadan, completamente fuera de control, penetrándome como una bestia, mientras me agarraba con fuerza el culo, con sus grandes manos, a la vez que me lo palmeaba, como haría un jinete con su yegua.

    Me montaron en esa postura durante unos minutos más, afortunadamente Kadan, dejo su puesto a Mike, de tal forma que esos troncos intercambiaron sus agujeros, permitiéndome recuperarme un poco, mientras se intercambiaban de posición. La única que no cambiaba era yo, pues seguía como una perrita, a cuatro patas sobre la cama, con las dos vergas bien dentro de mí, volviendo a gritar de gusto mientras José arrima su blanca carne a mi boca otra vez.

    El garrote de Mike era algo más ligera que la de Kadan. Mike era, tan bueno como Kadan; se movía de un modo delicioso, buscando con su banana negra cada recodo, cada pliegue, rotando su trozo sin estar solo pendiente de meter y sacar. Vaya cogida que me estaban dando esos dos –pensé-que parecían que no se iban a cansar nunca.

    Después de un placentero rato, Kadan se recostó en la cama boca arriba y me obligó a montarme sobre él, por lo que aproveche para hacer algo que me encanta y que, si no me equivoco, gusta a cualquier hombre que ha tenido la suerte de estar conmigo, masturbarme con su verga dura, apoyando mi cuca sobre ella, sin llegar a metérmela, mientras me froto el clítoris contra la enorme extensión de carne negra, encantada de sentir el grueso tronco contra mi zona genital, veo la cara de satisfacción del hombre bajo mi cuerpo, orgulloso de su fuerza, de lo excitada que estoy con su verga dura, grande, gorda, larga, gozosa.

    Solo aguanto poco tiempo así, así que enseguida tuve la necesidad imperiosa de volver a tener la vagina llena de verga negra nuevamente, así que esta vez soy yo quien se abre un poco de piernas y, suavemente, agarrando con la mano el tronco negro, me dejo caer introduciéndome centímetro a centímetro esa maravilla de la naturaleza, hasta sentirla dentro, muy dentro, sin dejar ni un resquicio sin llenar.

    Subía y bajaba como podía, tratando de adaptarme al enorme falo, que, en esa postura, me llegaba aún más dentro si eso era posible, sorprendida de la profundidad de mi cajeta, capaz de acoger esa monstruosidad; no podía creer que me estuviesen metiendo esa tranca, mientras me miraba en el espejo pude aumentar el ritmo de mi cabalgada hasta casi saltar sobre ella, mientras veía la cara de extremo placer de Kadan.

    José se colocó nuevamente frente a mí, lo que me permitió agarrarle su palo que a comparación era corto, flaco, pequeño, pero duro también como una roca.

    -¿Te gusta amor? ¿Te gusta? –me pregunta con la voz entrecortada por la excitación, mientras me acaricia la cabeza, animándome a seguir con la mamada que le estoy dando.

    -Me encanta cariño, me encanta… Me vais a matar de gusto entre los tres.

    -Chúpamela, cariño, chúpamela así –me grita José, metiéndome su dura pija hasta la campanilla.

    Mike se puso a mis espaldas y apoyó su cuerpo contra el mío, mientras me acariciaba las tetas y besaba mi cuello (cosa que me fascina), obligándome con su peso a inclinarme hacia delante, haciéndome caer sobre Kadan. Al sentir el contacto de la carne dura de Mike a la entrada de mi culo, volví a mí de inmediato. Aunque me moría de las ganas de que Mike me enculara con su enorme verga me negué, no me animé a que meta semejante tronco en mi cola. Creo que mi marido entendió mi pensamiento, porque acercándose a mí me dijo al oído:

    -Vaya verga tiene Mike, Lau. Te la voy a dar yo, que la mía te gusta mucho en el culo.

    Mike, comenzó a prepararme el agujero, mientras yo seguía ensartada en el rabo de Kadan; me excito sobremanera sentir los dedos grandes del negro recorriendo mi pequeño agujero, con una buena cantidad de gel lubricante, comenzando a dilatármelo poco a poco; mientras yo perdía el control con gritos al sentir esos dedos moviéndose con fuerza. José lo corre a medida que retiraba su enorme dedo de mi culo, apoyó la cabeza de su glande en mi agujero y comenzó lentamente a ensartarme su miembro centímetro a centímetro, al tiempo que Kadan, no paraba de rellenar el otro agujero con su bestialidad.

    Me volví loca de excitación al sentir como entraba con facilidad en mi cola dilatada la verga de José que lo hacía con sumo cuidado, casi con dulzura. Me encanta el sexo anal, pero estaba tan sumamente salida y Kadan me estaba dando un repaso tan intenso por el coño que no pude aguantar la llegada de otro orgasmo increíble.

    Poco a poco ambos aumentaron la fuerza y velocidad de sus embestidas, haciéndome gritar como una perra, sin control, logrando que me corriera una y otra vez.

    Sentía como las dos vergas me llenaban de placer e imaginé que ellos también estaban gozando, porque rugían y gemían, arriba y abajo, mientras sus copiosos sudores se mezclaban con el mío. Yo hacía mucho tiempo que había perdido el control, pasando a gritar y jadear como una loca, sin importarme que pensasen mis vecinos de habitación, que imaginé pegados a la pared medianera escuchándome.

    Mike que estuvo a mi lado solo tocando mis tetas y observando cada detalle, colocó su duro trozo en mi boca permitiendo que me la tragarse hasta donde entraba con las pocas fuerzas que me quedaban.

    Era impresionante verme reflejada en el espejo viendo como tenía todos mis agujeros ocupados. Llegué a pensar que nunca se correrían, que eran incansables y que lograrían matarme de placer y cansancio, porque no parecían dejar de tener ganas de taladrarme con sus vergas, siempre duras y fuertes.

    Era impresionante sentir dos pedazos de carne dentro de mí al unísono, sentir como se compenetran en entrar y salir, sentir como parecen acariciarse a través de la delgada membrana que separa mi coño de mi culo.

    José alcanzó el sumun de excitación al que todo hombre llega en algún momento y saliendo de mi culo, varios chorros caen sobre mi espalda, el cuello y, finalmente mi cabello. Casi al mismo tiempo Mike empieza a rugir mientras yo seguía chupando hasta que note que se venía, me la saque de la boca y su leche empezó a desparramarse en mis tetas, estómago y sobre Kadan que estaba debajo, que había demostrado estar un escalón por encima de los otros por su fuerza y aguante, que seguía moviéndose dentro de mi concha ya totalmente floja y adaptada a su verga, y al que parecían aún quedar aún ganas para seguir montándome como una perra.

    Kadan me dio la vuelta y, colocándome a cuatro patas sobre la cama, me pidió dármela por el culo cosa que no acepte, y de un solo empujón la metió en la floja y dilatada cajeta, que acogió sin problema el grosor de aquella verga.

    Era increíble Kadan. Yo ya quería que acabe, no daba más y él seguía poniendo la máxima intensidad en cada embestida, como si fuera el primer polvo que echaba esa noche.

    No sé las veces que acabe. Kadan era un amante excepcional, pensé que él había tomado alguna pastilla para no acabar porque me cogía con enorme fuerza, pero sin resultar en ningún momento violento, logrando que el enorme dominio que en ese momento tenía sobre mi fuera una experiencia deliciosa.

    Ahí decidí dar mis últimas fuerzas y moviendo mis caderas en torno a su verga, aguantando sus palmadas en mi culo sin protestar, gritando, para que el macho que me montaba se sintiese reconocido, orgulloso de coger una mujer como yo.

    No podía más, estaba a punto de rendirme y de suplicarle que parase de una vez, de rogarle que dejará, porque no podía más. Estaba agotada, me habían destrozado, dominado y sometido. Sentí que me había domado, que me dejase descansar o me iba a matar. Kadan parecía no cansarse nunca y me embestía enloquecido, palmeándome con la mano mi culo enrojecido que me ardía de los golpes. Sin embargo, hasta sementales como Kadan acaban por cansarse, así que sentí verdadera alegría cuando noté los primeros estremecimientos, como las embestidas de Kadan se volvían irregulares, sus bufidos de placer más fuertes. No había duda, iba a acabar, así que feliz con ello me preparé, comencé entonces a rotar mi argolla en torno a su enorme cilindro.

    Seguí animándole con mis últimas fuerzas con gritos hasta sentir como los chorros de Kadan llenaban el preservativo, sentía como aquellos enormes testículos se vaciaban en mi interior, hasta la última gota, y percibo como caía completamente agotado, se estremecía sobre mí, haciéndome sentir su peso y corpulencia. Debía estar agotado, pero yo estaba destrozada, no podía más, había llegado a mi último aguante después de haber sido recogida y culiada.

    Conseguí salir, como pude de debajo de Kadan, y colocándome frente a los dos negros, me arrodille frente a ellos y sumisamente, se las tome con mis manos, a sus vergas ya semi flácidas, mientras ellos acariciaban mis tetas que todavía tenían restos de leche. Me sentía esplendida, después de haber superado, la prueba de las tres pijas, sobre todo las de los sementales negros que me había montado durante casi hora y media.

    Mientras yo me acurrucaba en la cama, exhausta y agotada, ellos se levantan y veo como mis sementales se vestían y despedían de José, tratando de convencerle para repetir pronto. Oí como Mike comentaba a José la posibilidad de hacerlo en su habitación, mientras me daban un nuevo repasito con sus manos y un beso de despedida. Mi marido les contestó que por ahora estaba bien, que ya solo me cogería él.

    Al irse ellos me levanto de la cama, le tomo la mano a José y nos vamos al baño a darnos una ducha juntos. Sonrío mientras José me enjabona el cuerpo para sacar la leche pegada y casi seca que tenía, contenta por la terrible tarde noche que pasamos le agradezco a José, y le digo: ¿qué más quieres que te regale para tu cumpleaños?

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  • Mi vecino del fin de semana (2)

    Mi vecino del fin de semana (2)

    Creí que Justino se había sacado la calentura que le dejó su mujer Nina, dándome una hermosa cogida en su baño, donde lo encontré desnudo y al palo, aunque me había dejado caliente a mí.

    Lavé minuciosamente con una mano su pija en el lavabo mientras lo besaba en la boca con lengua a fondo y resoplaba para recobrar aliento y con la otra mano acariciaba su firme trasero, mientras Justi me manoseaba las nalgas, haciéndome calentar más.

    Me senté en el bidé para limpiarme el ano chorreante de su leche mientras lo miraba a los ojos y lamía su pene, que estaba recobrando dureza. Luego de secarme, él me puso con delicadeza una pomada con aloe vera, calmante y suavizante.

    -¡Qué frescura se siente!, le dije ronroneando.

    -¿Te gusta? ¿Te pongo más?

    -Sí, por favor, suspiré.

    Se aplicó a masajear mi ano por dentro con uno y dos dedos untados en crema, mientras yo le sobaba la verga. -No puedo parar, le dije ansioso. Tengo ganas de más, le susurré al oído. -Puedo darte más, me respondió con una sonrisa, pero en la cama. -Donde quieras, respondí emputecido.

    -Pero antes vamos a comer un caramelo. -Damelo en la boca.

    No supe de dónde sacó un par de pastillas azules, se puso una en la boca y me la pasó a la mía, con la lengua. Se la aprisioné con mis labios y le chupé la lengua furiosamente mientras me tragaba la pastilla azul sin dejar de pajearlo y acariciarle el torso. Se tragó su pastilla y me siguió chuponeando. -Está rica la pastilla. -Ni la probaste. -Quiero saborearte a vos. Fuimos al dormitorio, abrazados y franeleando.

    Me senté en el borde de la cama trayendo su cuerpo frente a mí para tomarlo de sus nalgas y volver a chuparle la pija. Saboreé con deleite su glande rosado, lamí y le besé el tronco y los huevos, me volví a poner el glande entre los labios y me fui tragando muy despacio su poronga sin dejar de mirarlo a los ojos. Lo insté a que me cogiera la boca y no se dejó rogar, tomándome de la cabeza para acompañar su suave vaivén, lo que me puso más cachondo todavía. Me cogió la boca varios minutos hasta que casi se me acalambraron los maxilares. Me retiré muy despacio para no dejar de saborear su pija con mi lengua y labios, lo puse de nuevo al palo, me incorporé y lo besé frenéticamente en la boca.

    -Te quiero coger otra vez, puto, me dijo al oído.

    -Me gusta, bombón, le respondí volviendo a apoderarme de su boca para dejarlo casi sin aliento. Le unté la poronga con la pomada con aloe vera sobándosela toda, hasta los huevos y me extendí hacia su precioso agujero, metiéndole uno y dos dedos, alternadamente, arrancándole largos gemidos de placer.

    Lentamente me volteó para ponerme de rodillas sobre la cama tomándome de la cintura y acomodando la punta de su pene entre mis glúteos, que yo abrí con las manos, y lentamente me fue penetrando hasta el fondo.

    -Quedate así quieto, por favor, le rogué, mientras apretaba y aflojaba mi esfínter para aprisionar mejor su pija.

    -La tenés toda adentro. ¿Te gusta?

    Me incorporé lentamente hacia él, recostándome sobre su pecho e inclinando la cabeza hacia atrás, murmuré en su oído: -Me encanta tener toda tu pija adentro. Me besó en la boca, nos besamos con pasión, seguí apretando mi esfínter, comenzó a moverse dentro de mí, me estaba cogiendo erguido y yo presionaba mi culo hacia su cuerpo. Me gustó que me acariciara el torso y me sobara la pija. Yo empujaba más aún el cuerpo más atrás, no quería separarme.

    Me volvió a inclinar sobre la cama, empujando mi torso algo más abajo y reanudó su movimiento de mete y saca, desde el fondo hasta casi dejar fuera su poronga de mi ano, lo que me ponía a mil, pidiendo más y más.

    -¿Qué más?, puto, me dijo.

    -Más pija quiero, más pija, le pedí desesperado, acompasando su vaivén con mi cuerpo hacia atrás. Cuando sentía chocar su pelvis contra mis glúteos creía enloquecer de placer, cuando casi me sacaba la pija del culo llegaba al éxtasis.

    Me hizo cambiar de lugar para posicionarnos de costado a un espejo para vernos y tomó su celular para grabar la escena. -¡Qué bien que estás!, le dije, sabiendo de sus gustos exhibicionistas.

    -¿Cómo estoy? ¿Te gusta como te estoy cogiendo?

    -Estás muy fuerte y me encanta como me estás cogiendo, respondí entre jadeos, gemidos y resoplidos, ya fuera de mí, viéndonos reflejados en el espejo y filmado con su celular, como si fuese una película porno.

    Estuvimos así varios minutos, hasta que le pedí que se pusiera de frente. Quería poder acariciar sus pectorales, me encanta hacer eso. Además, mi vecino está muy fuerte de verdad, con su torso en forma de V, desde sus hombros hasta su cintura estrecha, rematada en la pelvis bien marcada en V y su pubis depilado y tostado como el resto de su cuerpo, salvo un muy pequeño triángulo justo sobre su poronga.

    Cambiamos de postura, yo boca arriba, levantó mis nalgas, colocó mis piernas sobre sus hombros y me la metió con mucha facilidad. Veía su cuerpo húmedo y me relamía. Le acariciaba los pectorales, los abdominales, trataba de llegar a sus glúteos, lentamente se inclinó sobre mi cuerpo y me besó en la boca. Atrapé su lengua para devorarla chupando. -Tu lengua es una pija para mí, le dije. Había perdido totalmente el control de lo que hablaba, tal era el arrobamiento que sentía por el apasionado encuentro sexual que estábamos teniendo.

    -Ya quisieras tener también otra pija para chupar…

    -Claro que sí, le murmuré al oído. Pero ahora quiero también tu lengua en mi boca, bien adentro. Respondió enseguida, metiéndome la lengua, que chupé con avidez, tomándolo de la cabeza y cruzando mis piernas sobre su espalda para que no quedase ni un milímetro de su miembro fuera de mi cuerpo. Me cogió mucho, como si no hubiera otra vez, lo recibí con apremio, lo miraba a los ojos como pidiendo más y más, mientras también me deleitaba viendo reflejado su hermoso cuerpo en el espejo, cómo se movía al ritmo de sus acometidas, su cintura y trasero se meneaban como bailando una danza árabe.

    -Me gusta mucho tu cuerpo, le volví a decir. Es que realmente me gusta mucho, pensé. Me sonrió, sin dejar de cogerme. -Llename el culo de leche, la quiero toda. -Sos re puto, vocalizó a centímetros de mis ojos.

    -Imposible no serlo, teniéndote adentro le dije, y lo besé por enésima vez. Se puso tenso, arqueó el cuerpo, me embistió con más fuerza, lo recibí con ansias, le pedí que gritara. -¡Gritá, puto!

    Con un sofocado alarido, abriendo bien la boca, acabó dentro de mí, mientras yo le decía: -¡Sí, sí, puto! y me iba en seco sobre su cuerpo y el mío.

    Vimos la grabación del video. Era muy intenso, nos calentamos otra vez, nos besamos, acariciamos y nos pajeamos, no podíamos parar. Me puse encima de él, de frente. La pastilla azul estaba haciendo efecto y volvía a estar caliente.

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  • Segunda parte de mi historia

    Segunda parte de mi historia

    Hola gracias por leer mi primer relato, les agradezco sus likes y comentarios, anímese a comentar, para saber si les gustó y seguir escribiendo, como ha sido mi camino en esto del travestismo.

    Después de aquella mi noche de estreno continuo mi relación con mi vecino siempre con discreción y respeto el era todo un caballero, me mimaba, me consentía, me compraba ropita, lencería y zapatillas, me hacia el amor muy tiernamente, nunca salió de su boca una mala palabra hacia mi, y yo me dejaba consentir por el.

    Así paso mi primer semestre en la universidad y yo enfocada a mis estudios y a mi hombre que me trataba como una princesa, al ir a mitad del segundo semestre me dice que tendría vacaciones e iría a visitar a sus hijos que estaría fuera por dos semanas, yo comprensiva le dije que no se preocupe, que estaría bien que lo esperaría con ansias.

    Partiria en 3 días, a pesar de su ausencia de dos semanas yo me sentía tranquila, pensando en lo maravillosa que iba mi vida, excelente en la universidad y con una persona que yo ya consideraba mi pareja, parte de mi vida, era algo mágico para mi, la relación con mi familia era buena todo normal con ellos.

    Una noche antes de partir tuvimos una fogosa despedida, con muchos besos caricias y orgasmos maravillosos que me provocaba, que podía salir mal.

    Lo acompañe al aeropuerto, nos despedimos con la promesa de que a su regreso haríamos las mil locuras que nos encantaban, la verdad yo estaba muy ilusionada con el ya que el es el que me despertó mi sexualidad, me enseñó de la manera más amorosa y tierna posible la forma de hacer el amor, no tenía ojos para nadie más, ni nadie más sabía de mis preferencias ya que como dije en mi primer relato en público no me comportaba amanerado y procuraba ocultarlo hasta en el más mínimo detalle.

    Así pasaron 3 días de su partida, mensajeabamos, hablábamos por teléfono y me mandaba fotos de el con su familia, algo realmente bonito, limpio, yo seguía vistiendo en la intimidad de mi casa, ropa de nena, y para dormir, usaba una tanguita roja y una blusita corta qué dejaba ver mi abdomen, un día que salí hacer algunas compras vi un juego de lencería en una tienda no pude evitar enamorarme de él y lo compre, con la intención de recibirlo cuando llegara con esas prendas, el solo hecho de imaginarme en sus manos con esa lencería, me ponía fogosa.

    Faltaban cuatro días para que llegara y yo tan acostumbrada a él estaba que me derretida porque volviera y volver a sentirlo, recorriendo mi cuerpo con sus manos, con su lengua, sentirlo dentro de mi, esos espasmos de su miembro en mi interior depositando su semilla de macho.

    Qué decidí probarme aquel conjunto, era blanco, constaba de una tanguita, un tipo corsé blanco con algo de pedrería como el que usan las novias en su boda con portaligas pegado, medias a medio muslo y arriba tenían encaje divino con pedrería a juego con el corsé y un pequeño velo para la cabeza como ya dije tipo vestido de novia, a juego compre unas zapatillas blancas igual con algo de pedrería.

    Era un domingo por la tarde, cuando después de bañarme y retocar mi depilado, me empecé a poner mi conjunto, estaba tan excitada, las manos me temblaban de la emoción, cuando ya quede, vestida, aplique un poco de rubor y labial algo sencillo, hasta ese momento no había dominado completamente el maquillaje.

    Cuando me estaba viendo en el espejo quedé muy complacida con lo que me reflejaba el espejo, me tome algunas fotos y un video modelando mi atuendo.

    Cuando escucho que tocan la puerta, entre en pánico no esperaba a nadie, no sabía si contestar o no, opte por no contestar pensé que al no tener respuesta se cansaría y se irían, me quite las zapatillas y me pues unas sandalias para no hacer ruido, sin embargo los toquidos no sesaban y se hacían más fuertes, yo temblando me puse atrás de la puerta sin saber quien era y sin poder moverme.

    Hasta que escuche la voz de mi tío, llamándome por mi nombre, me decía abre se que estas ahí, para disimular le dije espere tío es que me estaba bañando y estoy desnudo, lo que me dijo a continuación me dejo helada, abre se que estas ahí vestido de marica te vi por la ventana abre ahora mismo o en este momento llamo a tu padre y le digo lo que acabo de ver, entre en pánico, como ya les había comentado en mi familia son muy tradicionalistas y pues algo machistas, yo sabía que aquellos era inaceptable para mi familia.

    Pensé en lo peor perdería todo mi universidad, mi alojamiento y tal vez a Daniel.

    Tome fuerzas y decidí abrir, mi tío entró como una tromba, diciendo me puedes explicar esto putito, eso es lo que has aprendido en la familia, yo llorando y pidiéndole perdón, tío no le diga nada a mis padres por favor, y a continuación diría la frase que sellaria mi destino, de ahora en adelante, tío hago lo que quiera pero no diga nada, no me descubra, mientras decía esto me arrodillaba frente a él hecha un mar de lágrimas.

    Hasta ese momento no había caído en cuenta de la cara de lujuria de mi tío, como me miraba, con una sonrisa casi diabólica, se pone la mano en la barbilla y me dice en serio lo que sea, yo me le quede viendo hacia arriba, y le dije si tío, si quiere le pago renta, le trabajo gratis en alguno de sus negocios, pero no me delate, no eso no me sirve, acto seguido se desabotonó el pantalón y saca su miembro, y me dice bueno ya que estas ahí, ya sabes que hacer.

    Lo vi hacia arriba, mi tío es un hombre de 1.70, moreno fornido, curtido por el trabajo en el campo, de brazos gruesos, espalda ancha, siempre viste vaquero, con su barba cerrada siempre bien arreglada.

    Ahora estaba ahí pidiéndome tener sexos conmigo alguien de mi familia, yo llorando le digo no me haga esto usted es mi tío como me pide eso.

    Pues tu dijiste lo que quiera y lo que quiero es eso hacerte mi putita ya que esta muy buena sobrina, y para que sientas y sepas como son los verdaderos hombres de la familia, acto seguido me tomo de la cabeza y me dio unos azotes con su miembro en mi cara.

    Y con su otra mano tomo su teléfono y me saco algunas fotos, o accedes o le mando esas fotos a tu papá, entre en pánico y sumisa mente opte por obedecer, solo asentí con la cabeza y dije esta bien tío, solo no me hagas daño, y tome con mi mano su pené, era más corto que el de Daniel, pero en lo grueso lo superaba con creces, empecé a pajearlo.

    Me le quede viendo y me dio un bofeton anda putito, no tengo todo el día mama, chupame la verga yo se que te mueres por ella, a los mariquitas como tu es lo que les gusta, no importa de quien sea, solo que sea verga.

    Abrí la boca y de un empellon me la metió hasta la garganta, decidí cooperar para que no me lastimara, y empecé a chupar, y sentí como se hizo más gruesa todavía, sentí en mi boca como se ponia durisima y caliente, soltando muchos jugos, mientras mi tío me decía de cosas, contra toda mi voluntad me empecé a excitar, los días de abstinencia y lo emocionada, que estaba con mi conjunto de lencería, me hizo caer.

    Le empecé a chupar su pené, grueso, muy grueso, lleno de venas muy marcadas, y ese par de bolas enorme como de toro, las chupaba, las lamia, el bufaba, mientras me decía, que era la vergüenza de la familia, que era puta, mariquita, extrañamente eso me excitaba más, sin saber porque ya que hasta ese momento mi trato con Daniel, había sido muy distinto.

    Mi tío era rudo, no tenía delicadeza conmigo y esa forma de humillarme, me tenía bien caliente, así le estuve chupando, como 15 minutos y después sin delicadeza alguna me levanto de un brazo, me llevo a la recamara, me aventó en la cama y me dijo anda, como la perrita que eres ponte en cuatro, y abre ese culo, que vas a saber lo que es un macho, quieres ser mujer pues ahora te voy a usar como una.

    Me acomode en cuatro levantando mi culto, pegando mi pecho en la cama, escupió en mi culito y se puso saliva en su pené, qué estaba por demás hinchado y sus venas parecía que iban a reventar, y sin ningún miramiento, ni dilatación previa me la enterró hasta la mitad, sentí que me desgarraba, unas lágrimas recorrieron mis mejillas, y me dijo aflojate puta o te va a doler más, te la voy a meter toda, me relaje y tome aire, me dejo ir la otra mitad, yo grite, me dolía, por favor tío con cuidado, si estas bien apretadita cabrona, pero ahorita arreglamos eso, se quedo quieto unos minutos acariciando mis nalgas.

    Las recorría con sus manos callosas hasta mi espalda, sentía unos escalofríos ricos en mi cuerpo, mi culito empezó a relajarse desapareció el dolor pero el ardor seguía, pero algo rico, me recorrió mis piernas con sus manos, sentí un cosquilleo delicioso en mi cuerpo desde mi nuca hasta la punta de mis pies, me tomo de las caderas y empezó a sacarla de poco y a meterla primero despacio, desde el primer momento sentí un placer muy intenso, cada que entraba y salía me masajeaba mi punto P, por lo grueso de su miembro más intenso que como lo sentía con Daniel.

    Empece a gemir como nenita, sentía una desesperación tremenda porque acelerara el ritmo, ya no pensaba que era mi tío, ni en mi familia, nada solo sentía un inmenso placer, gemia, gritaba cuando me la dejaba ir toda con fuerza.

    A diferencia que con Daniel, mi pollita no reaccionaba, estaba muerta todo mi placer era en mi culito, sentía oleadas de placer desde mi culito, hasta mi nuca, un cosquilleo intenso, me tomo del cabello y tiro fuerte hacia atrás acelerando el ritmo, empecé a temblar, el intuyo qué estaba por venirme y dándome una fuerte nalgada, me dice no putito, aquí yo mando usted se viene hasta que yo le diga, y empezó a azotar mis nalgas.

    Eso me ayudó a no venirme en ese momento, mientras recorría mi cuerpo, con sus manos callosas de macho alfa, mis nalgas me ardían de los azotes, mis ojos en blanco la baba me salía de la boca mojando mi cama, y mi tanguita esta mojada con mis jugos.

    Y este semental no paraba de darme placer, te gusta lo que estas recibiendo putita, reconocelo, que en la familia somos muy machos solo tu eres una puta, maricona, si tío, si eres un semental, yo solo soy una putita maricona que le gustan los machos como tu pero dame, dame más, dame duro, así, ves te dije que te iba a gustar.

    Así me tuvo mucho tiempo en cuatro perdí la noción del tiempo, preocupada en no venirme algo que era difícil ya que el placer era mucho, hasta que sentí como esa macana salió de mi haciendo un sonido como cuando se descorcha una botella

    Me volteo y levanto mis piernas las pudo en sus hombros fuertes y de una me la metió toda, yo temble de placer con esa embestida, a nada estaba de venirme, cuando con su mano fuerte, tomo mis partecitas, y las apretó, estrujandolas, eso auyento mi orgasmos pero produciendome un fuerte dolor, no tío no me maltrate, estoy haciendo lo que me dice, pues no te vengas perra hasta que yo te de permiso, me daba duro, podía ver como entraba y salía en mi, veía como esta mi culito restirado al máximo, no quedaba ningún pliegue.

    Bajo un poco el corsé dejando al descubierto mis pezoncitos, y empezó a pellizcarlos, a estirarlos, los retorcía y yo moría de placer debatiendome en mi inminente orgasmo, y el impasible metiendo y sacando, me tomo de los tobillos y me dio una arremetida muy duro, sentía desfallecer, te gusta puta, te gusta, si tío me encanta, me encanta, pues agradecerme lo, si tiito gracias, gracias por cogerme tan rico, deme más tío se lo suplico, nunca me la saque así por favor.

    Yo sentía desfallecer, las ganas de orinar eran inmensas y un dolor placentero en mis bolitas, nunca pensé en sentir placer con el dolor, pero ahí esta aguantando, disfrutando, no quería que terminara nunca.

    Soltó mis tobillos y me sacó su gordo miembro, me puso de ladito y se acomodo tras de mi, levanto mi pierna, yo me acomode su miembro y me la dejo ir de nuevo, que bien perrita veo que ya entendiste quien manda, y me empezó a dar así de cucharita, entraba y salía.

    Yo empecé a marearme de placer, veía mi piecito, bailando en el aire con sus embestidas, después me tomo de los hombros para hacer presión, sentí como entro más y y me solté.

    Mi cuerpo, era como de una muñeca de trapo, se movía al ritmo de el, así perrita te vas a desmayar de placer, así, empecé a sentir mi orgasmo y le empecé a gritar, tío, tíito deme permiso de venirme por lo que más quiera ya no aguanto, no me haga más sufrir, déjeme venirme, tío por favor, ves que fácil era haberlo pedido putita eres una cerda, anda pues, correte, puerca.

    Y me empezó a embestir como loco, miles de lucecitas empezaron a girar a mi alrededor, mi cuerpo temblaba, lo escuchaba a lo lejos, eres una puerca, una cerda, que se corre hasta con los de su propia familia, si tío, si hay que rico, gracias tío, gracias, soy una cerda, una marrana, pero que rico.

    Mi cuerpo temblaba, sentí como en cámara lenta mi pollita qué casi estaba desaparecida, botaba borbollones de leche qué manchaban mi tanguita nueva, unas de mis manos estaba aferrada a las sábanas, y la otra hacia atrás, agarrando el brazo de mi tío. Puerca, me gritaba, y yo solo atine a decir si mi amor soy tu puerquita, pero no dejes de cogerme, entre espasmos, me termine de venir y mi corazón estaba a punto salirseme por la boca, cuando paso todo me di cuenta que mi tío seguía bombeando mi culito.

    Aun no se venía, cuando saco, su pene de mi sentí un vacío enorme y me dijo anda puerca termina el trabajo con la boca, se puso de pie y me indicó que me arrodillara, tome una almohada para hincarme y me la quito, no puta así en el piso como la perra qué eres.

    Me arrodille todavía temblando y con espasmos y empecé a chuparsela, como si la vida me fuera en eso, muy excitada todavía, chupaba y me empecé a tocar mi pollita el de inmediato, me quito su pene de la boca y me dio un bofeton, delante de mi no vuelvas a tocarte tus miserias marica, que eso no te sirve de nada, ahora todo tu placer está en tu culito y en tu boca.

    Si te vas a correr será con una polla en tu culo o en tu boca, anda chupa que ya estoy por venirme, empecé de nuevo a chupar, y con mi mano le acariciaba sus enormes bolas negras, así estuve unos minutos hasta que emce a sentir como empezó a palpitar su miembro dentro de mi boca, primero salió un chorro de sus jugos, los sentí deliciosos algo saladitos, después su leche, espesa, caliente, y algo dulce, deliciosa, salió uno, dos, tres hasta cinco chorros abundantes alcance a contar.

    La junte en mi boca, lo mire a los ojos le mostré mi boca abierta con toda su leche adentro y así sin dejar de mirarlo, saboree su regalo para después tragarlo todo, le enseñe mi boca vacía.

    Muy bien cerdita ahora limpia tu desastre y le limpie su pené, hasta dejarlo reluciente, me tomo del cuello y me levantó, me miró a los ojos y me dijo, que te quede bien claro que, ahora eres mi puta disponible para cuando yo tenga ganas, y cuidado con negarte sabes que tengo tus fotos.

    No tío, cuando usted mande mi culito esta a su orden, pues ya lo sabes, y limpia todo este cochinero, y limpiate quedaste bien puerca, mañana, vuelvo y te doy lo tuyo.

    Y ahí me quede yo, temblando aun de placer, pensando que iba a hacer, como le diría a Daniel lo que paso, que pasaría con el si mi tío me quería exclusivamente para el.

    Les agradezco de antemano que se tomen el tiempo para leer mis relatos, les pido los comenten por favor para saber que les gustaron y publicaras sobre lo que me pasado en mi vida de travesti.

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  • Estamos en la misma causa (2)

    Estamos en la misma causa (2)

    Samanta gemía en voz baja, mientras trataba de no cerrar las piernas en torno a la cara de Martina. Arrodillada, Martina le hacía sexo oral. Sus dos manos separaban las piernas de Samanta. Los labios de Martina se habían enrojecido de besar el sexo de Samanta; capturaban y tallaban uno de sus labios vaginales, y sólo de tanto en tanto, un breve lengüeteo terminaba el trabajo.

    —¡Dios! —exclamaba Samanta, tratando de contenerse.

    —Tranquila —le pidió Silvia, que a duras penas podía concentrarse en su trabajo. —Haces esto para destensarte, Samanta, no para tensarte más. Déjalo fluir.

    —Es fácil para ti decirlo. Esta chica es buena —protestó Samanta.

    Silvia levantó sus ojos del trabajo y dejó la computadora. Martina no pudo evitar sentir su presencia. Nunca le había hecho sexo oral a una persona enfrente de otra y, aunque estaba muy excitada, tuvo que cerrar los ojos para no sentirse vista por Silvia.

    Martina sentía como Silvia se acercaba, y trataba de concentrarse en Samanta. Se pronto, sintió la mano de Silvia en el hombro:

    —Martina, ¿qué te parece si mejor le besas el pecho y la masturbas? Creo que eso la tensará menos.

    Martina vio a los ojos a Samanta y ésta asintió. Martina se paró, y se agachó a besarle los pechos. Para penetrarla, le metió dos dedos, curveándolos por dentro.

    —¿Spiderman? —observó Silvia, parada detrás de Martina. —Bueno, cada quien.

    —¡Silvia, por favor! —se rio Samanta. —La amiga Martina lo hace muy bien, y tú no me quisiste ayudar.

    Silvia se rió y se le acercó por la espalda a Martina, que sintió sus pechos. Con toda delicadeza sintió como Silvia quitaba sus manos de la vulva de Samanta, para tocarla ella misma.

    —Mira, si pones tres dedos en la vulva y los giras hacia los lados, cubrirás más espacio. Luego, ya puedes penetrarla un poco; los metes bien y muy rápido un par de veces, y luego sales y repites.

    Silvia hizo exactamente lo que estaba describiendo. Primero acariciaba con grandes giros la vulva, luego le metía dos dedos a la vagina a una velocidad que Martina sólo había sentido cuando a los 19 años se acostó con un aficionado del ciclismo.

    Samanta empezó a temblar en la silla y sus ojos se desorbitaron. Pero todo esto estaba pasando con Martina puesta entre las dos periodistas. La chica de Redes besaba aún el pecho de Samanta, y Silvia tenía que empujarla un poco para tocar a su compañera. Además, cuando Samanta empezó a sentir el toque de Silvia, pasó un brazo por detrás de Martina y la abrazó con fuerza. Martina pensó que quizá Samanta debería mejor abrazar a Silvia, que era quien la estaba masturbando… pero no iba a objetar nada.

    Cuando estaba a punto de tener un orgasmo, Samanta quitó a Martina de su pecho, ya llevó hacia sí y la besó. El beso fue muy húmedo, en parte porque Samanta estaba un poco fuera de sí y le metió la lengua a Martina; en parte porque Martina aún tenía en la cara los rastros del sexo oral.

    Martina se sentó un momento en el piso, exhausta —más de su propia excitación que del esfuerzo de complacer a Samanta. Silvia volvió de inmediato a su computadora. Samanta no hizo sino quedar más tensa. Se veía en la manera en la que estaba sentada.

    —¿Más? —preguntó Silvia, un poco molesta, cuando vio a su compañera.

    —No, no… otra cosa —comentó Samanta.

    Silvia se llevó una mano al entrecejo, que frunció con una desesperación un poquito teatral.

    —A ver… Martina. Vamos a ver… —Silvia no podía encontrar las palabras necesarias. —¿De casualidad tendrás un compañero de trabajo, sano y limpio, preferiblemente menor de 30?

    De la nada Martina, se encontró afuera del cuarto. El resto de su equipo apenas estaba llegando; se encargaban de la logística. Al primero que vio fue a Carlos.

    —¿Qué te pasó en la cara, capitán? —le preguntó él.

    —¿Qué me pasó de qué? —le contestó Martina, hostilmente. —¿Has visto a Johnny?

    —Tus labios: estás toda roja e hinchada. Parece que fueras alérgica a las almendras, o que te hubiera picado una abeja.

    —¿Has visto a Johnny o no?

    —Está en el sonido.

    —¿Y tú en qué estás?

    —Soy el reemplazo del que está en el sonido, capitán —contestó Carlos, haciéndose el payaso. —Siempre se necesita un reemplazo.

    —¡Bien dicho! Porque justo ahora necesito a Johnny, así que ahora tú eres el de sonido.

    Cuando Martina encontró a Johnny, no pudo evitar notar que estaba sudado.

    —¿Qué demonios hiciste? Estás todo sudado.

    —Cargamos la bocina, capitán. ¿No te acuerdas que la que tienen aquí es una basura?

    Como pudo, Martina consiguió unas toallitas y le quitó el sudor de la cara a Johnny. ¿Cómo es que ahora su trabajo era mantener presentable a un hombre para llevarlo como tributo? ¡Bah, luego pensaría sobre todo esto! Lo tomó del brazo y lo llevó sin explicaciones al camerino. Adentro, Silvia aún leía. Samanta usaba nuevamente la gabardina, cerrada. Se veía perfectamente formal, pero Martina notó que, en lugar de sus pantalones acampanados, se veían sus pantorrillas desnudas debajo de la gabardina, y reconoció, doblada sobre la mesa, la blusa aterciopelada de color hueso. Martina sentía que de un momento a otro, Samanta se abriría la gabardina y se desnudaría. Pensando en esta imagen, tragó saliva y empezó a hacer las presentaciones, completamente pálida:

    —Compañeras, éste es Johnny. Es un compañero bastante comprometido… es como mi mano derecha —dijo Martina, y se ruborizó al instante, al sentir en su mano derecha (la de verdad) los restos de la humedad de Samanta.

    —Hola, qué tal —dijo Johnny, visiblemente incómodo por la presentación.

    Silvia no respondió nada. Martina empezó a sudar frío. Samanta vio a Johnny de arriba a abajo y, cuando terminó su inspección, puso la misma cara carismática, empática y acariciadora que le había puesto a Martina antes de seducirla: era la cara que guardaba para cuando salía al aire.

    —Johnny, ¿es tu nombre real? —le preguntó Samanta, a lo que Johnny asintió. —Dime, Realmente Johnny, ¿conoces mi trabajo?

    —Sí, señora, conozco muy bien su trabajo —dijo Johnny. A Samanta le pareció muy gracioso el término “señora”.

    —Tengo 35, compañero. No me hagas sentir anciana.

    —Lo siento. Conozco su trabajo. Me gustó mucho su reportaje sobre… —y Johnny empezó a balbucear. Sus ideas inconexas mostraban que era un lector fanático de Samanta, pero un pésimo expositor. A cada cosa que decía, Martina se sentía más avergonzada.

    —Y, dime, ¿cómo te identificas políticamente?

    —Sindicalismo revolucionario, como mi compañera Martina —y, mientras Johnny decía esto, Martina rogaba que se la tragara la tierra.

    —¿Apruebas el uso de la violencia política, Johnny?

    —Me parece que es responsabilidad de cada lucha social responder esa pregunta.

    A diferencia de Martina, Samanta estaba encantada con Johnny. Mientras lo escuchaba hablar, lo veía atentamente y pasaba una pata de sus lentes oscuros por el borde de sus labios. Cuando terminaron esta plática, Samanta le dirigió una mirada rápida a Silvia, y luego apuntó a la puerta con los ojos. Silvia cerró su computadora, se levantó, tomó a Martina por los hombros y dijo:

    —Compañera Martina, este auditorio tiene palcos, ¿verdad? ¿Me los puedes mostrar? Hay algo que quiero confirmar.

    Y Martina y Silvia salieron, sin que Martina hubiera visto lo que tanto temía y deseaba: que Samanta se abriera la gabardina. Ya afuera, Carlos vio, con extrañeza, cómo Silvia y Martina subían por la rampa aterciopelada que llevaba a los palcos. Silvia notó que Martina estaba confundida.

    —Disculpa a Samanta —le dijo Silvia mientras subían. —Es muy, muy brillante, pero carga una ansiedad de los mil demonios.

    —¿Por qué a mí no me hizo esas preguntas?

    —Ah, eso. No te lo tomes a mal. Le gustan más los hombres, pero también los desprecia un poco

    —Yo le habría contestado mejor…

    —No todo en tu vida tiene que ser un examen, Martina.

    Desde arriba, nadie podría escucharlas. Silvia se puso al borde el palco, sintiendo la adrenalina de la altura y viendo trabajar al equipo de Martina

    —¿Por qué vinimos aquí? —preguntó Martina. —¿Vas a comprar mi silencio?

    —¿Silencio?

    —Sí… por lo que pasó con Samanta…

    —¿De qué me sirve tu silencio? —se burló Silvia. —¿Has visto las cosas horribles que dicen de Samanta? Le han inventado relaciones con inmobiliarias, con narcotraficantes, con un “ala socialista de la CIA”. Han dicho que es madre de los diez mayores capos latinoamericanos… y tiene 35. ¿Crees que me interesaría en lo más mínimo que alguien diga que Martina, la hermosa pero desconocida hija de Eleuterio Ruiz, le hizo sexo oral en el cubiculucho de un auditorio del Partido?

    —Este no es un auditorio del…

    —Que te lo crea Dios —la interrumpió Silvia.

    —Entonces, ¿qué hacemos aquí arriba?

    —Ay, Martina, ¿de verdad vas a dejar pasar que dije que eres hermosa?

    Silvia llevó a Martina a un recoveco del placo. Desde allí, los técnicos que acomodaban tres sillas en el escenario, no podrían verlas. Se besaron. Silvia era delicada y daba pequeños besos, moviendo la barbilla de Martina para guiarla. Los besos de Silvia eran como un gato que toma agua poquito a poco, inclinando su cabeza con cada lengüetazo.

    —Tienes el sabor de Samanta. Te imaginarás que lo he probado en otras más veces de lo que me gustaría —dijo Silvia, mientras acariciaba el labio inferior de Martina.

    Tal como le dijo a Samanta, Martina tampoco llevaba brasier ese día, así que Silvia no tuvo ningún problema levantándole la blusa arcoíris y besándole los pechos.

    —Me gusta la forma que tienen —observó Silvia. —Es como una media luna. Turgentes de abajo, chiquitos de arriba. Y tienes un bonito color de piel.

    Silvia se refería al color negruzco de sus pezones, que le acarició suavemente con las palmas de las manos abiertas. A Martina se le escapó un gemido. Silvia se rio y volvió a cubrir sus pechos con la blusa.

    —Vas a tener que contenerte mejor, porque apenas vamos a empezar.

    Martina cerró los ojos. Sintió que Silvia levantaba su falda; sintió que, del centro, la dejaba al nivel de su ropa interior y la sostenía con la muñeca; sintió que esa misma mano se aventuraba en su ropa interior.

    Al contrario de la técnica que Silvia le había enseñado antes, el comienzo fue bastante lento. Silvia se limitaba a abrir y cerrar los labios mayores de Martina, constriñendo y soltando un clítoris que se sentía trabajado sólo muy por los lados. Sólo cada tanto, el dedo medio se Silvia caía sobre sus labios menores, sonrosados y abiertos, y le daba un golpecito como de telégrafo. Tan lento era todo, que Silvia se dio el tiempo de acariciarle el cuello, pasándole un dedo ligero como una pluma.

    Luego Silvia puso sobre la vulva de Martina aquellos famosos tres dedos, que lo mismo se apoyaban sobre los labios, la entrada de la vagina y el clítoris. Antes de que la mano de Silvia empezara a moverse, ambas se miraron a los ojos y se dieron un beso muy breve. Y entonces Silvia empezó a masturbarla de verdad…

    Martina sintió que la mano de Silvia la quemaba. A veces, en los días más complicados de su ciclo, Martina pasaba horas y horas intranquila, entre la calle y el trabajo, y se imaginaba cogiendo con cada cara linda que se le pasaba por enfrente. Sentía que la vulva le quemaba, y que chorros pastosos de humedad amenazaban con mancharla. Cuando por fin llegaba a casa, apagaba todas las luces, se recostaba y se daba cuarenta minutos de tranquilidad y fantasías.

    Pero nunca había sentido que se quemaba durante el sexo: nunca había sentido a alguien que, más que satisfacerla, la llenaba de más y más deseo, acrecentando su carencia. Así se sentía Silvia, moviendo sus dedos, en círculos pero hacia los lados, haciendo un cuenco, moviéndose como una cuña, dando golpecitos en su sexo, ¡todo a la vez y en un orden que Martina sentía, pero que no podría repetir!

    Y, entonces, finalmente, Silvia le metió dos dedos. Casi de inmediato empezó a embestirla con la mano; la precisión de sus movimientos la hizo temblar como antes había visto temblar a Samanta. Todo el fuego que se había acumulado en su sexo se paralizó; se le coaguló por dentro, como si fuera escarcha, y empezó poco a poco a derretirse.

    —Siento que me penetras —dijo Martina —Siento que es un… bueno…

    —¿Un… pene? Aquí un hombretón diría: “te estoy haciendo mía” —se burló Silvia, parodiando la voz grave de un hombre.

    —No… tuya no… me estás haciendo mía.

    Martina sintió como todo su cuerpo se contraía de golpe. El orgasmo se le hizo eterno, y sólo muy poco a poco, sintió que sus músculos se relajaban y que las presiones se evaporaban de su cerebro. De pronto todo se veía claro y sencillo. ¿Esto era lo que buscaba Samanta? De cualquier manera, Silvia seguía masturbándola y Martina pensó, con una mezcla de placer y angustia, que la tensión poco a poco se acumularía en ella otra vez.

    —¡Capitán! —llamó gritando la voz de Carlos, que se acercaba al palco.

    Martina se revolvió sin saber qué hacer. En lugar de preocuparse, Silvia quitó su mano con toda calma, arregló la falta de Martina y le dio un beso en la mejilla; todo eso antes de que llegara Carlos.

    —¿Capitán? —repitió Carlos, entrando al palco. —¿Todo en orden?

    Martina tenía el cabello revuelto; su trenza había perdido toda su forma. Su rebozo se había caído de un lado y su blusa estaba ligeramente ladeada hacia el lado contrario.

    —No, no creo que usemos los palcos —dijo Silvia. —Cabe muy poca gente y no hay posibilidad de participar desde acá. Es una cosa muy antidemocrática el palco, ¿no crees?

    Martina no podía responder nada.

    —Pero ¡ya empezamos en unos minutos y yo quitándote tiempo con esto! Ve a resolver lo que te piden —siguió Silvia, mientras salía del palco. —¿Nos vas a llevar al hotel después, verdad?

    —Sí —contestó Martina, sin aire.

    —Súper. Eres un ángel.

    Martina se quedó mirando hacia abajo; las bancas vacías de pronto le parecieron como asientos de juguete en una maqueta.

    —¿Capitán? —repitió Carlos, ya visiblemente preocupado.

    —¿Qué quieres?

    —¿Ya dejamos entrar al público?

    —Sí, que pasen —dijo Martina después de considerarlo un momento.

    Ya abajo, Johnny llegó junto a Martina. Parecía que le había pasado un tren encima. Sus ojos se entrecerraban; caminaba con dificultad; por aquí y por allá algunos mechones salían de su cola de caballo; como se había lavado la cara, grandes gotas de agua colgaban, olvidadas, en los mechones más rebeldes.

    —Creo que te amo, capitán —dijo con una voz espectral. —Ni en diez mil años podría pagarte esto.

    —Callate y busca a Carlos. Necesitamos un micrófono para el público —le dijo Martina, sin verlo. Y, cuando Johnny se había ido, agregó para sí misma: —Este evento tiene que ser perfecto.

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