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  • La una para la otra

    La una para la otra

    Salí del baño después de terminar de lavarme y limpiar el arnés, pasé por el dormitorio y deje el arnés sobre la cama, fui donde estaba Gaby, ella recostada sobre el sillón, yo me arrodillo en el suelo, ella me mira y me dice beboteando “tardaste mucho amor”, yo acariciándole la cara le respondo “ya estoy aquí mi amor”, y le doy un beso. Antes que ella me diga algo le comento.

    Yo: Quisiera tomar un café, el tiempo contigo no importa, me olvido de todo.

    Salí del baño después de terminar de lavarme y limpiar el arnés, pasé por el dormitorio y deje el arnés sobre la cama, fuí donde estaba Gaby, ella recostada sobre el sillón, yo me arrodillo en el suelo, ella me mira y me dice beboteando “tardaste mucho amor”, yo acariciándole la cara le respondo “ya estoy aquí mi amor”, y le doy un beso. Antes que ella me diga algo le comento.

    Yo: Quisiera tomar un café, el tiempo contigo no importa, me olvido de todo.

    Gaby: me pasa lo mismo, ven vamos a la cocina, te muestro donde están las cosas y tú lo haces.

    Ella me iba indicando dónde estaban las tazas, cucharas, puse agua a calentar, en un mueble abajo estaba el café, me agache a tomarlo, en ese momento Gaby me toca la cola. Es cuando le digo: “oye, ¿ crees que si me tocas así es fácil?”, ella riendo me responde, “estás mojadita Andre”, le respondo “si boba, me tienes loca”, y tocándole a penas la conchita le respondo “tú tampoco te quedas atrás” y ambas nos reímos.

    Se hizo el café, lo sirvo, y nos sentamos en la cocina, a todo esto, ambas estábamos completamente desnudas, tomamos un sorbo de café y surge este diálogo:

    Yo: Que raro esto.

    Gaby: que es raro cariño.

    Yo: que las dos estemos cruzadas de piernas en la cocina, tomando café, en pelotas mi amor. Ambas no podíamos parar de reir, Gaby casi escupe todo el café, lo que me causó más gracia.

    Gaby: eres increible, te quería preguntar, ¿tu donde vives alquilas?.

    Yo: Si, ¿por?… joder que te traes entre manos.

    Gaby: ¿por qué no vienes a vivir conmigo?, este departamento es mío.

    Yo: me le quedo mirando, los ojos se me ponen brillosos.

    Gaby: no vas a llorar otra vez no.

    Yo: casi jajaja, me da miedo.

    Gaby: ¿miedo de que?

    Yo: nosotras nos vemos los fines de semana, y lo pasamos regio, tengo miedo que la rutina y la convivencia del día a día se vaya todo a la mierda.

    Gaby: te entiendo, pero según la psicología tenemos que salir de la zona de confort, tenemos que arriesgarnos, además voy a usar palabras tuyas, algo así como, si calientas el agua y el mate no lo tomas el agua se enfría.

    Yo: ¡¡¡mierda…!!! No salgo de mi asombro. Okey, te voy a proponer algo, me encanta lo que dices, ¿que tal si antes no convivimos una semana?, para probar nuestras maneras de hacer las cosas, detalles de todos los días, podríamos corregir cosas de una y otra, y luego si, vendría a vivir contigo, y otra cosa más, vamos a ir a ver a mi familia, te presento y vemos que pasa con eso. Igual diga lo que diga mi familia con vos voy a cualquier lado.

    Gaby: me parece perfecto.

    Yo: se me está ocurriendo algo, probamos esta semana en convivir, y el fin de semana que viene vamos a ver a mi familia, ¿que dices?

    Gaby: me acabas de dar la mejor noticia.

    Yo: voy a tener que vender heladera, lavarropas, sillón y la cama, ah y la mesa con las sillas.

    Gaby: si estás tranquila, no te vuelvas loca, yo te ayudo en todo lo que necesites.

    Yo: ya se amor, ¿aquí tienes otro dormitorio?

    Gaby: si, ahora te muestro, y podríamos poner algo o usarlo de alguna manera.

    Yo: okey, ¿me acompañas a casa a ir a buscar ropa para la semana?, a otra cosa, yo tengo el auto, ¿tu tienes asignado estacionamiento en el departamento?, sería bueno así el auto no quedará en la calle.

    Gaby: si Andre, no hay problemas con eso, iremos juntas al trabajo.

    Yo: si mi amor, seremos inseparables. Me acerco y nos besamos.

    Ambas nos vestimos, estábamos totalmente desnudas, salimos a la calle tomadas de la mano, igual serían unas pocas cuadras, llegamos a mi casa, le pedí a Gabriela que me ayude, que mire en la heladera si había comida que pueda echarse a perder, mientras yo en una valija, pondría ropa para una semana.

    Una vez que terminamos de juntar todo, cargamos todo en el auto, nos besamos, y salimos para el departamento de Gaby, cada cosa que hacemos nueva, es como dar un paso adelante en nuestra relación, y para celebrarlo nos damos un beso, parece algo estúpido pero nos gusta y lo disfrutamos. Ya en el departamento acomodamos todo, Gaby me ofreció un placard vacío en la otra habitación, momentáneamente hasta saber cómo sería la convivencia, una sorpresa que no sabía, Gaby había hecho una carne al horno:

    Yo: eso huele riquísimo, si cocinas así vamos a volver al gimnasio, nos vamos a poner como cerdas.

    Gaby: jajaja no es para tanto.

    Yo: ya vengo y te ayudo a preparar. Fui al dormitorio y saqué de la valija, un camisolín transparente negro anudado a penas a la altura de las tetas, sin corpiño, y con un cola less negro, me pinte los labios con un color rojo, me recogí el pelo con una hebilla y salí así como si nada. ¿En que te ayudo amor? Cuando Gaby se dio la vuelta trastabilló, largo los cubiertos.

    Gaby: ¡¡¡Joder…!!! me quieres matar o qué?

    Yo: haciéndome la tonta, “que pasó estás bien”.

    Gaby: eres terrible Andre, por Dios, y esto recién comienza.

    Yo: jajaja, has dicho lo correcto, esto recién comienza jajaja. Esto te pasa cuando aquella tarde me dijiste, y te recuerdo tus palabras, “yo tengo un asunto contigo, estoy enamorada de ti” jajaja, lo recuerdas.

    Gaby: hija de puta, si que me acuerdo, como olvidar, ven, y no me arrepiento tontita. Nos besamos.

    Yo: solo que hay un problema amor.

    Gaby: ¿cual?

    Yo: si no cuidas lo del horno la vamos a cagar.

    Gaby: ¡¡¡Joder…!!! tienes razón

    Yo: jajaja. Para que sepas esta ropita la estoy estrenando contigo, ¿te gusta?

    Gaby: me encanta mi amor, no esperaba tanto, me calientas sabelo, tengo un océano allá abajo.

    Yo: a pura risa, con la mano en la boca.

    Nos pusimos a cenar, y ultimar detalles de cómo sería la semana, nos pusimos de acuerdo cuando ducharnos cada una, yo lo haría por la noche, a la salida del trabajo pasaremos por el super, repartiremos los gastos.

    Terminamos de cenar, levantamos y lavamos todo, y nos fuimos a la cama, desanude el camisolin, mis pezones deseosos de ser lamidos, me solté el pelo, y deje caer la tanga, Gaby me extendió los brazos, para recibirme, nos comimos la boca, con la pierna toque su vagina, era un río, me puso de espaldas, masajeo las tetas, como pude en un hilo de voz le digo, “hagamos un 69 amor”, por Dios, el mas rico que había hecho. Agitadas terminamos las dos, y Gaby me dice “será mejor que nos pongamos a dormir, sino mierda nos levantamos mañana”, fue un fin de semana intenso pero bonito, en eso coincidimos.

    La semana fue transcurriendo lo más bien, quedamos el próximo sábado, ir a visitar a mi familia, y presentar a Gabriela como mi novia. En eso llega el viernes, mientras trabajo, me llega un mensaje de whatsapp, levanté la vista y Gaby no era, estaba a pleno, me dije, “joder quien mierda es”, miro y era un número no agendado, y el mensaje era de Veronica, la hermana de Gabriela, si me podía juntar con ella, Mierda dije. Me levanto del escritorio y le digo a Gaby, “te invito un cafe”, ella me responde “ve tú, a ver si puedo terminar esto”

    le aprieto el brazo, y hablando entre dientes con los ojos casi afuera le repito, “joder que te invito un café”, Gaby no entiende nada, “que paso”. En la máquina de café le explico lo de la hermana, la respuesta fue, “que hincha pelotas, que carajos quiere”

    Yo: shhh baja la voz, tranquila, salimos de acá del trabajo, vamos a casa, a tu departamento, perdón, me cambio la ropa, y la voy a ver allí al bar donde me dice, vos tranquila no te vuelvas loca, no pasa nada.

    Gaby: okey.

    Yo: estamos en el trabajo, sino te daría un beso, y le guiño un ojo.

    Terminamos de trabajar, salimos rápido, en el auto, hablamos de la hermana de Gaby, no sabemos qué se trae entre manos, llegamos al departamento, me puse un jean, una blusa, y unas zapatillas, me puse algo de perfume le di un beso a Gaby y le dije “tranquila mi amor, todo va a estar bien”, ella me miró con ojos algo preocupados.

    En el bar, me encontré con Verónica, esta vez me saludó con un beso en la mejilla, buena señal pensé, pedí un agua mineral.

    Verónica: Gracias por venir Andrea, no te preocupes seré breve, nada de qué preocuparse; en estos días luego que nos vimos el domingo, fui reflexionando en la relación tuya con mi hermana, yo a ella la conozco, y vi como habla de ti, te ama Andrea, aunque a mi me resulte rara la relación, la acepto profundamente, nunca la vi así a mi hermana, y me deja tranquila que después de lo que pasó, ella está en buenas manos.

    Yo: Gracias Verónica por tus palabras, no sabes lo bien que me hace escuchar eso, y le tomé la mano sobre la mesa en señal de agradecimiento, le comento me haces emocionar, tu sabes.

    Verónica: si lo se, eres una buena mujer, si quieres llorar puedes hacerlo.

    Yo: jaja, descuida

    Verónica: quiero decirte que puedes contar conmigo en lo que necesites, transmite estas palabras a Gabriela, seguro que me debe estar maldiciendo.

    Yo: jajaja.

    Verónica: lo se, soy su hermana y la conozco, y dile que me venga a ver, no tenemos que pelear por esto, somos familia.

    Yo: descuida le diré, entre nosotras no hay secretos, yo tambien tuve malas experiencias, no tan extremas como Gaby, tampoco somos pendejas para andar jugando, estamos viviendo algo hermoso, descuida que también todo nos parece raro; me confieso contigo, tuve experiencias lesbicas sin ser lesbiana, como un juego, o porque se dio, con hombres tuve mas experiencias, nadie, pero nadie, me dio la oportunidad de seguir, jugarse por algo, ser pareja, todo era pasar un rato, no me arrepiento de nada, me encantó lo que pasó, pero como mujer siempre soñamos con algo, nunca pasó, hasta que apareció Gabriela, no se si me entiendes.

    Verónica: te entiendo, soy mujer y se a que te refieres.

    Yo: descuida que con Gaby, ambas estamos viviendo algo difícil de expresar en palabras, ambas estamos enamoradas, pero decirlo en palabras es muy pequeño.

    Verónica: entiendo perfectamente, y no sabes lo que me alegra escucharte. Y gracias Andrea, si lo deseas agenda mi número, y en lo que pueda ayudar y colaborar, pueden contar conmigo y mi marido.

    Yo: Gracias infinitas Verónica.

    Nos despedimos, subí al auto, con una alegría inmensa, no veía el momento de verla a Gaby y contarle la buena noticia.

    Espero que les haya gustado.

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  • Lo que tiene que hacer una para aprobar (2)

    Lo que tiene que hacer una para aprobar (2)

    Después del día en el que Susana me dejó bien follada en su despacho no pude dejar de masturbarme pensando en como me metía los dedos, en sus enormes tetas sobre mi o en como me hablaba, como si fuese su esclava sexual. A partir de ese día ella siempre salía al recreo, cosa que no solía hacer, y veía que no apartaba la mirada en mi, cosa que yo también hacía. Siempre salía con un café acompañada del profesor de música interesado en camelársela, ya que se rumoreaba que ese profesor, que estaba casado, le gustaba mucho la directora, sin saber que su jefa se folló a una alumna sumisa.

    Durante días hablábamos por whatsapp de forma muy guarra y a la vez cariñosa, tras una semana decidimos pasar una noche juntas en su casa un sábado. Iba a ser perfecto ya que podría quedarme a dormir con ella sin la preocupación de mis padres.

    Cuando llegó el sábado me quise poner muy sexy. De ropa interior solo me iba a poner un tanga negro de hilo que apretaba mis labios vaginales y que dejaba ver mi ano, no me quise poner sujetador ya que iba a vestir un corset también de color negro y una minifalda blanca que apenas me tapaba el culo. Era una minifalda que no me ponía hace años, ahora con un cuerpo más maduro y curvilíneo que antes, aunque sigo siendo una petite, la faldita me tapaba la mitad del culo. Si corría o me sentaba la falda se levantaba con mucha facilidad pero no me importaba.

    Para terminar me puse unos tacones, me perfumé y fui directa a su casa. Tenía que coger un bus, el tren y otro bus que me dejaría en su calle. Durante todo el rato que estuve fuera entre transporte y transporte no dejé de notar miradas hacia mi cuerpo, sobre todo hacia mi culo: hombres con sus novias, madres asqueadas, ancianos y ancianas pasmados y grupos de pubertos que cuchicheaban entre ellos.

    -Oye, ¿cual es tu Instagram?. -Me dijo un chaval con ropa entera de Nike y unas pintas de porreta…

    -No tengo.

    -¿Cómo no vas a tener Instagram? -Su aliento apestaba…

    -Para ti no lo tengo. -Al decir eso sus amigos empezaron a reirse de él.

    -Vaya puta… seguro que le abres las piernas a cualquiera.

    -Si, a todos menos a ti imbécil, ahora dejame en paz.

    Sus amigos no pararon de reirse durante todo el trayecto. Tomé el último bus, una amable señora me ofreció asiento porque veía que casi me caía por los tacones y porque el autobusero conducía como el culo, lo tuve que rechazar porque como me sentase se me subía la falda a la cintura. Por fin llegué a su calle, caminé unas manzanas y llegué a su portal, llamé a su timbre, me abrió, fui subiendo, oí como una puerta se abría y al llegar a su puerta ahí estaba ella esperándome en sujetador y unos shorts de andar por casa.

    Nos quedamos mirando un rato impresionadas una por la otra, ella de mi vestido y yo por su cuerpazo, se abalanzó sobre mi y comenzó a besarme delante de la puerta de su piso mientras me agarraba del culo totalmente al aire, solté unos gemidos que resonaron por todo el pasillo. Tras varios besos largos y húmedos entramos a su casa, me hizo un tour y comenzamos a cenar mientras hablábamos de nuestras vidas, concretamente de anécdotas sexuales y relaciones fallidas, al parecer ella tenía un exmarido que la dejó porque la pilló siéndole infiel con otra mujer, me enseñó una foto de su ex y otra de la mujer con la que fue infiel y honestamente, la entiendo a la perfección, yo también le habría sido infiel con ese pibonazo. Tras un buen rato terminamos de cenar.

    -Espera aquí cielo. -Me dijo ella mientras se levantaba y se dirigía a su habitación.

    Supuse que se iba a cambiar, esperé y cuando escuché un “date la vuelta” vi su cuerpazo de milf en lencería negra de encaje. Sus tetas estaban sujetadas por un sosten transparente que dejaban ver sus pezones, su coño estaba tapado por un tanga que estaba abierto por la mitad para dejar a la vista su coño y su ano. También se puso unas medias altas negras sujetadas por un liguero que rodeaba su cintura. Cuando la vi sentí que mi coño se mojaba. Se acercó a mi con pasos que hacían que sus tetas rebotasen exageradamente, yo seguía sentada, se inclinó, levantó mi barbilla con uno de sus dedos y empezó a besarme ligeramente.

    -¿Te gusta el sexo duro Lara?

    -Me encanta.

    -¿Quieres que juguemos a algo?

    -Si por favor.

    -Yo seré tu profesora y tú mi alumna, te has comportado fatal y tengo que castigarte, ¿te gusta la idea?

    La besé de nuevo y solté un “Sí”. Ella sonrió, volvió a su habitación diciéndome que la esperase, yo me quité el corset la minifalda y los tacones, quedándome solamente en tanga el cual estaba mojado por mis fluidos. Ella volvió, se quedó embobada con mi look y tras varios besos me puso un collar de cuero que tenía anclado una fina cadena de metal.

    -Me vas a hacer caso en todo lo que te diga ¿Si?

    -Si. -Dije gimiendo.

    -Harás todo lo que te pida y no te vas a quejar, ¿entendido?

    -Entendido.

    -Quiero que me digas mami.

    -Lo haré mami.

    Me dió una bofetada suave acompañada de un profundo beso. Me empujó del hombro hacia abajo para que me pusiese a cuatro patas, me fue tirando con la cadena y como si fuese una perra fui siguiéndola obediente e inocentemente allá donde iba. Tras seguir su culo llegamos al salón, ella se sentó en el sofá, me dijo de tumbarme boca abajo sobre su regazo, quedando mi culo sobre ella, posición perfecta para que me azotase.

    -Me he enterado de que te has estado comportando muy mal niña. -Me dio un azote en una de mis nalgas que me hizo gemir de dolor y placer-.

    -Si mami.

    -¿Y te parece correcto hacer las cosas que haces?. -Me dio otro azote en la otra nalga aún más fuerte-.

    -No mami.

    -¿Entonces por qué las haces? Te mereces ser castigada.

    Fue azotándome el culo cada vez más fuerte acompañando dichos golpes con frases como “eres una puta”, “eres demasiado joven como para guarrear”, “tus padres deberían saber lo que haces”, “te mereces ser tratada como la guarra que eres” y así y más humillaciones que me ponían cachondísima perdida.

    -Mira como te estás mojando el coño, ¿Te gusta que te peguen? ¿Es eso? ¿A la niña le gusta que la peguen en el culo?

    -Si mami, me gusta que me pegues.

    -Mira que eres una puta de mierda, me has mojado los muslos.

    -Perdón mami, merezco ser castigada. -Menee mi culo para que me lo azotase de nuevo-.

    -Claro que te voy a castigar.

    Empezó a dar azotes aún más duros que antes, esta vez sentía más dolor que placer y mis glúteos quemaban. Tras la ronda de azotes ella removió el hilo de mi tanga hacia un lado, introdujo tres dedos en mi mojadísimo coño y empezó a follarme violentamente. Yo respondí gimiendo y gritando entre sudores y temblores mientras mis piernas no paraban de moverse por la excitación que sentía. A la vez empezó a azotarme en las mismas zonas de antes las cuales estaban rojísimas. No lo pude soportar y tuve un orgasmo que me hizo temblar muchísimo sobre su regazo. Mientras se me iban quitando los temblores ella me fue acariciando la cabeza y los glúteos cariñosamente.

    -La niña se ha comportado muy bien esta vez.

    -Gracias mami. -Dije con voz agotada y alegre-.

    -Pero aún te mereces ser castigada.

    Me dio un azote que me pilló por sorpresa haciendo que suelte un grito agudo con un sobresalto. Se levantó y de nuevo me fue tirando de la cadena hasta llegar a su dormitorio donde me quitó el tanga tirándolo sobre su mesilla de noche. Ella me tumbó con mis extremidades abiertas, me esposó a la cama y me puso un antifaz. Sin ver nada me besó los labios y me susurró al oido “esto te va a encantar”. Parecía que mi cuerpo empezó a sentir más los olores y el tacto. Fui notando roces suaves cerca de mi vagina, por el tacto supuse que eran las uñas de Susana, jugueteaban en círculos sobre mi piel e iban de arriba a abajo y viceversa entre mis labios.

    Tras ese jugueteo ella puso algo redondo con textura elástica que empezó a vibrar sobre mi clítoris, era un vibrador. Cuando lo puso a funcionar sobre mí empecé a temblar y más aún cuando empezó a comerse mi coño con su lengua. No paré de mover mis piernas y mis brazos esposados, no pude contenerme los gemidos y mis gritos, comencé a convulsionar de placer ya que tuve un orgasmo pero ella no paró de jugar con mi coño ahora aún más sensible, era una tortura orgásmica. Mis gritos eran tan fuertes que ella me tapó la boca y presionó aún más el vibrador contra mi coño haciendo que lo sintiese más intensamente.

    Tras un rato de tortura me dejó en paz, estuve temblando y suspirando tratando de recuperar energías, ella me quitó el antifaz, mi visión borrosa iba aclarándose mientras ella me besaba en mi boca a la vez que jugueteaba con mi lengua.

    -¿Te ha gustado?

    -Si… -Dije cansada-.

    -¿Te gustaría seguir?

    -Si por favor.

    Me desesposó y quitó el collar, se abrió de piernas mientras apoyaba su cabeza sobre una de las almohadas y me pidió que le comiera el coño. Yo, obviamente, acepté gratamente. Me tumbé delante de su vagina y empecé a juguetear con sus labios vaginales rozándolos con la punta de mi lengua. Su vulva estaba mojadísima, se nota que le encantó torturarme, comencé a lamerle el coño y el ano a la vez mojándolos aún más y haciendo que ella comenzase a retorcerse de placer y a gemir mientras me agarraba de la cabeza y me empujaba aún más contra su coño.

    Fui soltando gemidos a la vez que le comía el coño y ella me apretó la cabeza con sus muslos, de reojo podía ver sus tetas rebotar sin parar y su rostro enrojecido de mujer siendo satisfecha sexualmente que pedía con la mirada que no parase. Ella llegó al orgasmo, yo recibí un squirt que casi me ahoga y terminé bañada en su líquido. Me subí sobre ella y empecé a besarla mientras nuestros pezones se juntaban. Su piel era suave y su cuerpo estaba muy caliente. La abracé, mis besos eran profundos y calmados. Compartimos miradas de enamoradas.

    -¿Alguna vez te han empotrado con un arnés Lara?

    -Que va, no me jodas que tienes uno.

    -Si, vamos a probarlo.

    Ella fue a su armario a buscar en unos de los cajones el arnés y un dildo. Hace semanas estaba en clase aburrida y ahora estoy en el dormitorio de mi directora a punto de ser empotrada por ella… quien lo diría. Ella se puso el arnés de cuero negro y acompló un dildo de 18 cm. Se sentó en el borde de la cama, yo me arrodillé en el suelo delante de ella y comencé a mamar su dildo como si fuese una actriz porno. Me metía el juguete hasta el fondo de la garganta ahogándome, lo escupía, lo hundía en saliva, lo masturbaba y lo volvía a mamar como una puta desesperada y hambrienta.

    Tras mojar su dildo ella me tumbó sobre su cama boca arriba y con las piernas abiertas y empezó a follarme en misionero intensamente mientras me agarraba del cuello. Su mirada estaba clavada en mi rostro enrojecido y sudado de puta jovenzuela siendo follada brutalmente. Todo mi cuerpo se movía con cada empujó que esa milf me daba, mi coño recibía cada penetración con mucho placer y mis ojos se desviaban solos hacia arriba, todo eso mientras estaba siendo ahogada.

    Terminamos con un orgasmo que me dejó totalmente abatida. Fui recuperando la respiración mientras ella me besaba suavemente mi joven cuerpo. Me abrazó por detrás y estuvimos en cuchara mientras ella me peinaba y besaba mi cuello. Yo estaba muy cansada, tanto que me terminé durmiendo directamente.

    A la mañana siguiente noté como unos dedos recorrían mi coño, sentía las tetas de Susana a mi espalda y como sus dedos se metían poco a poco en mi vagina, desperté gimiendo por el dedeo que ella me estaba haciendo mientras me agarraba del cuello para que nl escapase de ella. Tuve un orgasmo que acabó en risas por lo inesperado y gratificante que fue eso.

    -Así que así se te despierta eh. -Dijo Susana a mi oido-.

    Me di la vuelta y empecé a besarla mientras agarraba una de sus tetas y ella manoseaba mi culo. Después bajé a mamar sus tetas como si fuese su bebé, ella como la anterior vez puso su mano sobre mi cabeza y me amamantó con cariño. Pasamos el rato abrazadas y encariñadas, hablándonos románticamente y planteando qué era nuestra relación.

    -Me lo paso muy bien contigo Lara.

    -Yo también Susana, espero que podamos repetir esto.

    -Tantas veces como quieras. Pero tenemos que hablar de lo que somos.

    -¿De lo que somos?

    -Sí, de la relación que tenemos ¿somos follamigas?

    -Bueno… no me importaría ser algo más…

    -¿Pareja? ¿Novias?

    -Si… pero claro, como nos pillen se montará una buena.

    -Si… es una pena, pero disfrutemos de lo que tenemos ahora y quizás en el futuro sepamos lo que somos.

    -Me parece bien… aunque podríamos escaparnos y vivir juntas.

    -Anda anda…

    -Que si, imagínate, nos vamos a un pueblo pequeño y bonito como de Grecia, decimos que somos madre e hija y me follas todas las noches como ahora.

    -Eres… una puta loca.

    Nos empezamos a reir y no tardamos en besarnos de nuevo, terminando la mañana en una ducha cálida en pareja.

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  • Me obsesioné con mi tío y terminé siendo su puta

    Me obsesioné con mi tío y terminé siendo su puta

    Mi nombre es Ana Katherine, tengo 24 años, trabajo en las oficinas administrativas de un complejo residencial en la ciudad de México, lo que más me gusta de mi cuerpo es mi culo, bien formado, resaltado por mi angosta cintura, un pecho afortunadamente de buen tamaño, soy bastante vanidosa en todo sentido, acostumbro hacer ejercicio y yoga, en dichos lugares conocí buenos amantes, pero de ellos les contaré más adelante.

    Por ahora quiero confesarles algo que, si bien me encanta no significa que este bien, pero me encanto en su momento y me sigue encantando, todo comenzó cuando despegue mi vista de los libros y el espejo, comencé a permitirme interés por los chicos, interés de verdad no solo el de querer ser admirada, deseada, sino algo que me llevará a una relación de verdad, pero realmente me parecían tan insípidos los chicos que me pretendían, yo deseaba algo más intenso, tenía dieciocho años y buscaba una relación pero estaba equivocada, porque cuando conocí el placer carnal mi visión cambio completamente.

    Tengo una familia grande y como en toda familia grande la diferencia de edades a veces no es mucha, entre primos o incluso tíos y en mi caso esa primera aventura, calentura y obsesión fue un tío, Rodrigo, el tenía veinticinco años y yo dieciocho, estaba ya en la universidad, el siempre me soltaba halagos por mi apariencia, su mirada siempre recorría mi cuerpo entero, por alguna extraña razón cuando el lo decía me ponía nerviosa, me gustaba y siempre buscaba oportunidad para estar cerca de él, cada vez fui más descarada, a la hora de acercarme o hacer de todo para poder estar a su lado en cualquier lugar y el fuera de alejarse por lo indiscreto de mis intenciones parecía gustarle.

    No decíamos nada en doble sentido pero su manera de tocarme la pierna discretamente o pasar su mano por mi cintura incluso en una ocasión me dio una nalgada, acto que repetía a escondidas claro, bueno así no se toca a una sobrina.

    El día de una fiesta por el bautismo de una de las primas más pequeñas fue que me descarte completamente, saque a bailar a mi tío el por supuesto que aceptó bailábamos pero lo notaba nervioso, quizás no estaba cómodo sabiendo que a diferencia de otras veces si me tocaba indebidamente todos se darían cuenta. La fiesta había sido en un jardín así que tuve una muy buena idea.

    -Tío que le parece si vamos a fumarnos un cigarro —le propuse parando de bailar.

    -Vamos, por allá creo que vi unas bancas —me señalo para el fondo de aquel jardín.

    Yo lo que quería era alejarnos lo más posible, sinceramente ya estaba bien cachonda, ya me urgía dejar de darme dedo, o con el vibrador, quería sentir una verga de verdad rellenándome el coño. Camine con mi tío aún más allá de las bancas que había dicho, el jardín era enorme de camino saque el cigarro y lo prendí, íbamos fumando y platicando pero cada vez se me acercaba más, hasta que llegamos a una parte no del todo obscura pero si alejada y escondida, había una especie de bloque rectangular de concreto, parecía una banca o una mesa, no lo se pero allí deje mi bolsa y recargue mi culo.

    -¿Estaba algo floja la fiesta no? —le comente a mi tío, este se quedó parado muy cerca de mi, tan cerca que tenía que mirar hacia arriba para verlo a la cara.

    -Bastante, ya me quería ir pero igual y sale algo más divertido ahorita —no por algo me siguió hasta aquí el sabía lo que yo, quería lo que yo, miró a los lados y paso su mano izquierda por mi cintura, yo le ofrecí el cigarro.

    -Podría ser que si, si usted quiere —me hice más atrás para sentarme en aquella estructura de concreto y separar algo mis piernas, mi tío bajo la vista y sonrió soltando el humo del cigarro.

    -Eso no se pregunta —se metió entre mis piernas y me apretó por la cintura para atraerme hacia el — Nos traemos ganas ¿no?

    -Por eso ahora nada más traigo tanga — le dije y me hice a un lado el vestido pero mi tío no esperó, porque ya me estaba metiendo la mano entre las piernas.

    Se me salió una risita, estaba extasiada por lo que estaba empezando, me frotaba sus dedos en mi coño ya mojadito, sus guapos rasgos se deformaban para hacer una expresión llena de lujuria, movía rápido su mano, abrí más las piernas y gemí, quería sentir más, me baje el vestido del frente, dejando salir mis tetas, al verlas se relamió los labios como un lobo hambriento.

    Fijé mi vista en su bulto, lo quería ver, quería sentir, estaba como una loca por ello, me vi tan desesperada queriendo sacarle la verga de los pantalones que detuvo lo que hacía para ayudarme, cuando se la sacó y vi ese largo y gordo trozo de carne, erecto, duro, empecé a masturbarlo, mientras el me masajeaba las tetas y las chupaba, mamaba mi pezón tan rico que el coño me palpitaba demasiado.

    -Quiero que me la chupes, —hablo sin dejar de apretar me las tetas.

    Yo más que encantada me baje para arrodillarme frente a el, abrí la boca sacando la lengua y me dio unos golpes en la cara antes de metérmela a la boca, mamé cual ternero hambriento, escuchaba los gemidos de mi tío, sus jadeos y de la nada ya lo tenía moviendo su pelvis haciendo que su dura erección me pasará por la garganta, soltaba arcadas por la falta de experiencia en ello pero me fascinó sentirla llenar mi garganta, me agarró por la cabeza.

    -Así sobrina que rico la chupas —y empujaba de vez en vez para que me la tragara toda.

    Así me tuvo mamándosela un rato mas hasta que me jalo para levantarme y volver a subirme a la mesa de piedra, me abrió las piernas haciendo la tanga de lado y empezó a lamerme el coño, eso me arranco la cabeza yo perdí totalmente la noción todo era placer, pero me tapé la boca para no hacer tanto ruido.

    -¿Te gusta? —me pregunto levantando la cabeza y acomodándose entre mis piernas.

    -Si —le gemir quitando la mano de mis labios.

    -Está te va a gustar mas —me froto su cabezona, dura y gorda en mi hambriento coño.

    Abrí más las piernas esperando el empuje, pero palmeo mi coño con su verga un par de veces, cuando menos lo espere me la clavó, empujó duro tras gemir ronco y profundo, yo solté un grito, me dejó ir la mitad sin piedad, fue delicioso, pedí más entre gemidos, y empujo de nuevo, si bien era una sensación extraña no dolió como yo esperaba, estaba tan cachonda que yo solo quería sentir más y más…

    -Mierda que coño tan rico sobrina —jadeo bien rico y se empezó a mover como un desquiciado lujurioso.

    -Deme verga tío, me tiene bien cachonda —le rogaba entre gemidos.

    Mis tetas rebotaban tras cada choque, el sonido de este era bien húmedo rico, gemía como una loca, ya poco me importo si escuchaba alguien, yo estaba disfrutando la cogida que me estaba metiendo mi tío, me agarraba de las piernas y me jalaba hacia el cada que empujaba, cada vez más duro, oírlo gemir me erizaba la piel, oírlo jadear y decirme: te mojas como una buena puta, eso me llevo al límite, la mente se me nublo por completo, el calor se acumuló en mi vientre explotando en un delicioso orgasmo, mis jugos salieron a chorro, grite de placer, mis piernas temblaron.

    Y mi tío se movió como un poseso, mientras se movía casi bramaba como un toro en celo, eso se mezclo con mis gemidos, quedé sofocada y con las piernas temblando, los espasmos de placer relamían mi clítoris como llamaradas, pero no me dejó descansar, porque salió de mi solo para darme la vuelta y ponerme en cuatro, no sé cómo pero aquella mesa estaba a cierto desnivel o no se pero quedé perfecta a cuatro patas para mí tío.

    -Pero que rico culito Anita —me acaricio la nalgas como si fueran una bola de cristal — Se te ve más grande así empinadita.

    Me dio una nalgada bien duro y me ensartó la verga muy brusco, grite no me dio tiempo a responder algo, empezó a cogerme duro, se movía como un loco, apretaba mis caderas el choque se escuchaba muy rico, un ritmo delicioso.

    -Que rico rebota este culito —decía mi tío entre roncos gemidos — Sabia que terminarías siendo mi perrita.

    Yo no podía más que gemir, me cogía como un salvaje el choque cada vez más intenso, más mojado y delicioso, casi se me iban los ojos en blanco tenía la boca abierta gimiendo como una completa loca, sentía mis tetas rebotar, mi culo contra la pelvis de mi tío, su mano contra mi nalga una y otra vez, el parecía poseído, mis rodillas ya dolían y el no se cansaba de follarme, de vez en vez me sacaba la verga y me daba golpes con ella en las nalgas, la volvía a meter y seguía con el mismo ritmo que antes, de pronto sus gemidos fueron más profundos y comenzaba a decirme cosas como: “Que rico rebota este culito”, “Así perrita gime para tu tío”, “Que putita tan rica tengo de sobrina”.

    Sentía las piernas empapadas, temblaban y el calor intenso invadió mi vientre, gemí más fuerte y mi tío me empezó a follar más duro, me daba metidas más lentas pero profundas gimiendo muy fuerte y ronco hasta que me la saco y se quedó jadeando, sentí como me dejaba las nalgas llenas de semen, estaba sofocada, con las rodillas doloridas, piernas temblorosas y mojadas, el coño palpitando chorreando juguitos, estaba completamente satisfecha.

    Mi tío volvió a acomodarme sentada en la mesilla, sentía frío del concreto en mis nalgas doloridas de tantas nalgadas, se metió entre mis piernas dejando ambas manos en mi cintura, yo dejé una sobre su pecho, este subía y bajaba con su continua respiración, se acercó a mis labios pero no para besarme sino para hablar.

    -¿Eso es lo que buscabas sobrinita? —dijo, me apretó más hacia el por la cintura y yo solté un jadeo — Una buena cogida eso querías no? – preguntó.

    -Me fue mejor de lo que esperaba —le dije, yo si le mordí su labio inferior y pase mis brazos por su cuello — Coge bien rico tío.. —susurre.

    -Ahora que ya probé ese coñito no me voy a quedar con las ganas, cuando se me antoje te voy a ir a coger —me dijo pasando una de sus manos para mis tetas apretando una como en un masaje circular.

    Aquella promesa se convirtió en un trato, en nuestro sucio secreto un placer prometedor, no me pude resistir al ansia de un nuevo encuentro del como sería, la promesa de ser la perrita de mi propio tío me mantenía más cachonda a cada segundo.

    Cuando volvimos a la fiesta hicimos como si nada, bebimos, bailamos y platicamos en familia de la manera más normal pero con simples miradas nos recordábamos lo rico que la habíamos pasado.

    Con esto comenzó mi adicción al sexo, después de este día di rienda suelta a mi deseo carnal, fuera con quién fuera…

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  • En la bodega del trabajo

    En la bodega del trabajo

    Una tarde me tocó trabajar hasta tarde, y coincidió con que estaba rolando en ese mismo turno una compañera con la que había tenido una onda.

    Le mandé mensaje para decirle que la estaría esperando en el almacén pequeño que había en la oficina.

    Ella tenía novio, o amante, o alguna movida, pero le gustaba eso de andar fajándose conmigo.

    Llegó al almacén, cerró la puerta y se fijó que nadie la hubiera visto. De todas maneras no había mucha gente ya en ese momento.

    Llevaba unos jeans ajustados y cuando entró llegó dándome besos y agarrándome el fierro. Ya sabíamos que sería un fajecito nada más.

    Comenzamos con tallones por encima de la ropa, y se bajó a darme unas ricas mamadas. Ella era buena para eso, cada que me la chupaba me pedía terminara en su boca pero esta ocasión se me antojó más…

    Me apresuré a bajarle los jeans y mientras yo estaba sentado, se me montó dándome la espalda. Estaba tan apretadita, que sentía delicioso cómo sus paredes me recibían mojaditas y calientes. Se movía muy rico y comenzó a darme unos ricos sentones. Esta morra si que sabía cómo coger rico.

    Terminé dentro de ella, tras lo cual se puso de rodillas de frente a mi y me terminó de sacar todo…

    Ambos nos acomodamos de nuevo y nos devolvimos al trabajo.

    Más tarde me contó que seguía escurriendo y que su tanga había quedado súper empapada de mis chamacos.

    Esta fue la única vez que la penetré en el almacén, en otras ocasiones solo fueron sexo oral hasta que se pasaba mis chamacos…

    ¿A ustedes les ha pasado que tienen ondas en el trabajo?

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  • Te tengo miedo, pero también te tengo ganas (4)

    Te tengo miedo, pero también te tengo ganas (4)

    Por enésima vez José el dragón está en la cárcel, parece mentira que ya se haya cumplido un año desde nuestro primer encuentro ¿y que pasa? En lugar de estarlo celebrando tengo que contener mis ansias de hembra ya que me amenazó con hacerme daño si lo traicionaba.

    Sin embargo, mi marido y mi hijo se habían metido en problemas al hacer un mal negocio con el líder de la banda contraria a la del dragón.

    –No mames cabrón, ¿Cómo que me pusiste como garantía? Le digo a mi marido furiosa

    –Yo le dije que no mamá, pero el insistió, replica mi hijo

    –¿y ahora que va a pasar?

    Me comentan que tengo que ir a arreglar las cosas con el cabecilla y que me esta esperando, no quiero confesarles lo del dragón, aunque creo que ya lo saben, pero igual me da miedo el hecho de que llegue a enterarse.

    Por mi hijo accedo a ir con el tipo, pero con la condición de que va a quedar entre nosotros.

    –pero a poco vas a ir así toda chimoltrufia, me dice el pendejo de mi marido, lanzándole una mirada furiosa le pido un vestido prestado a mi prima, al final me presta un minivestido negro ajustado y de manga corta con escote pronunciado muy pegadito a mi cuerpo dejando ver un poco de mi brasier y resaltando mi cadera, me coloco una tanga negra de encaje, la única que tengo y unas zapatillas negras de tacón alto, me maquillo ligeramente arreglando mi pelo con unas peinetas a los lados, obviamente que le digo a mi esposo que mejor se quede ya que siempre hace algo para arruinar las cosas.

    Al fin llegamos al barrio de mala muerte donde nos encontraríamos con el tipo con el que había de negociar, un tipo muy malo, déspota y agresivo según mi hijo y casi caigo de la sorpresa al ver que era el muchacho que me había defendido del dragón en mi primera visita a la cárcel, ¡no lo puedo creer! Le digo, ¿tú?

    –Hola señora, ¿se acuerda de mi? Me dice con su voz de malo

    –Claro que me acuerdo de ti, le digo entre otras cosas, al final me comenta que la situación esta muy delicada y todas esas cosas de hombres que parecen que son muy difíciles de arreglar.

    –Ándale, le digo, hazlo por mí ¿sí? Le coqueteo

    Me invita a ir a otro lugar, mi hijo me sigue.

    –¿y este wey quién es? O ¿Qué es de ti?

    –¡Es mi hermano! Le digo sonriendo mientras me sujeto de su brazo

    –tienes una pinche hermana muy buenota cabrón, le dice entre carcajadas.

    Me sube a un auto en la parte trasera le dice al que va de chofer una dirección, mi hijo va detrás de nosotros y varias motos con chavos mal encarados y tatuados nos siguen de cerca.

    Empezamos a platicar de pendejadas entre sonrisas, bromas y demás y ya en confianza de las palabras pasamos a los besos, a las caricias, así como estamos besándonos, bajo la mano a la bragueta de su pantalón.

    Nuestras lenguas juegan ansiosas mientras mi mano saca su verga empezándola a masturbar lenta y pausadamente, disfrutando sus besos y la tersa piel de su mástil, sus manos estrechan mis tetas por encima de la tela del vestido.

    –Ya llegamos “nanis” le dice su amigo mientras se sube la bragueta y yo me arreglo un poco.

    Son puros chamacos, me digo a mi misma, no se ven mas grandes que mi hijo y ya son todos unos delincuentes temidos por casi todos, subimos por unas escaleras interminables con cuartuchos de lámina estilo favelas brasileñas, un lugar muy inseguro con gente de mirada inquisidora y aterradora, al final llegamos a una especie de bodega, me hacen esperar junto a mi hijo que me toma de la mano mientras intento calmarlo.

    Salen sus amigos y me dicen que entre yo sola agarrando a mi hijo, lo tranquilizo, al entrar él está sentado tras un viejo escritorio, me pide que me acerque, hace el sillón donde está sentado hacia atrás y puedo ver que tiene su magnífica macana fuera del pantalón, blandiéndola de forma retadora de un lado a otro,

    –A qué viene señora?, me pregunta, como si no supiera el cabrón.

    Sonriendo de forma coqueta, le digo: Vengo a ver el problema que tuviste con mi esposo, ¿crees que podamos arreglarlo?

    –No sé, haber convénzame, me dice al mismo tiempo que me recorre de arriba a abajo con esa mirada de lujurioso que tiene.

    Sin decir palabra alguna y sonriéndole sin dejar de mirarlo a los ojos me inclino para tomar con una de mis manos su hermosa verga, mientras él mete su mano entre mis muslos para acariciar mi vagina por encima de mi tanga con la palma y con los dedos mi ano, hago el intento de agacharme para besar su hermosura de tranca, pero me detiene pidiéndome que primero me de vuelta.

    Le obedezco dejando mis caderas a la altura de su cara, el “nanis” me quita el vestido de forma hábil y después baja mi tanga hasta mis tobillos y empinándome hacia su escritorio, comienza a besarme las nalgas y el culo.

    Lo hace por largo rato poniéndome al borde de la excitación y la lujuria.

    –sé que eres la perra del dragón, me dice, pero no sabía que eras la esposa del wey ese.

    Finjo no escucharlo mientras lo separo delicadamente, me hinco frente a él tomo su verga con ambas manos y empiezo a besarle la cabeza dándole chupetes en la punta, enseguida le paso mi lengua desde el tronco hasta la cabeza haciendo prolongadas pausas para lamer sus huevos, subo nuevamente besando y lamiendo el tronco y al llegar a la punta la empiezo a mamar descaradamente, su deliciosa cabeza apenas me cabe entre mis labios con la boca bien abierta y apenas alcanzaban a entrar algunos centímetros de su exquisita verga por el grosor de la misma, pero hago esfuerzos por tragármela lo más posible empleando mi poca experiencia que tengo en esto de chupar penes.

    –Luego de varios minutos mamándosela, me saca la verga de la boca y me sienta sobre la mesa.

    –Quiero saborearte, lamerte, no dejar un solo rincón de tu cuerpo sin lamer.

    –¿Le vas a perdonar la deuda a mi marido? Le pregunto suplicante.

    Sin decirme nada se sienta en una silla frente a mi y con placer comienza a introducirme un dedo, luego dos, tres en mi vagina.

    –¿cual deuda? Me pregunta, ¿la del carro o la de la apuesta?

    Comienzo a respirar agitadamente, mis duros senos saltan de emoción al sentir sus dedos introduciéndose en mí, se los ofrezco, le pido, le ruego que los chupe, que haga lo que quiera con ellos.

    El “nanis” se levanta apenas de la silla, mete en su boca en uno de mis senos, los lame, mientras sus dedos hurgan dentro de mi vagina yo no hago más que gozar y suspirar, y pedir más y más.

    -¿Quieres más puta? ¿la perra del dragón quiere más?

    Se sienta en la silla, me toma de las caderas y me jala hacia su cara, saca su lengua y comienza a transitarme dentro de mi cueva ya a esta altura inundada de mis flujos, enrosco mis pies cubiertos por los altos zapatos en su cuello, de esta forma empujo cada vez más su cabeza entre mis piernas, sus manos se apoderan de mis pezones, con sus dedos los masajea, los pellizca, los malluga.

    Me abandono a un delicioso orgasmo, muevo las caderas al compás de sus lamidas entre suspiros, gemidos y gritos de placer.

    -Eres una pinche puta, ahora entiendo porque el puto del dragón te quiere tanto.

    Coloca unos cartones en el piso, se desnuda y se tiende en ellos, me llama, lo monto, me entierra su rica verga lentamente, me penetra apenas un poquito, después mete más y más, hasta estar todo adentro mío.

    Empiezo a cabalgarlo con frenesí, mientras soba mis senos y yo de vez en vez le ofrezco mis labios entregándonos al sexo de la forma más brutal y lujuriosa que hubiera experimentado hasta este momento.

    –¿si vas a perdonar a mi esposo? Le pregunto

    –Nel, me debe mucho me dice

    –Ándale, porfa, le digo suplicante

    –no chingá, me ladra pidiendo que me calle y me mueva mas

    Decidida a todo y pensando en mi hijo me quedo quieta y me desprendo de él.

    –Bueno pues entonces a la chingada cabrón, me vale madre lo que hagas, le digo categóricamente recogiendo el vestido intentando vestirme.

    –Ya chingá, no se saque de onda señora, mire como me dejó, venga ándele

    –Pero si vas a perdonarlo o ¡no!

    –Si chingada madre, le doy mi palabra

    Sonriendo triunfante, vuelvo a su lado, me tiendo en los cartones y él acerca acomodándose entre mis piernas, colocándolas entre sus hombros me dobla poniendo la cabeza de su verga a mi sexo y de un solo empujón me la mete hasta la mitad, hum, empuja otro poco y de un golpe sus testículos peludos golpean mis nalgas, una sensación de ahogo me invade, entonces sin miramientos comienza a sacarlo y meterlo arrancándome gritos de placer al sentir las paredes de mi vagina rozadas por su pito,

    Mi ahora fornicador se acerca a mi oído y me susurra

    –¿El dragón se la culea así? ¿eh?, ¿Dígame, es como yo?

    Confundida pero muy caliente, le respondo: No papito, tu si eres un hombre de verdad, un macho

    –¿Soy su hombre ahora? ¿lo soy?

    –Uf si, eres mi hombre, dame papito ¡con fuerza!

    Los compinches del “nanis” obligan a mi hijo a observarnos

    –Mira cabrón, ves cómo me cojo a tu hermana uf, mi hijo escucha todo nuestro dialogo caliente observándonos sin poder hacer nada, mientras me rindo ante las embestidas de mi nuevo amante sin importarme nada ya.

    –uf, así amor, dame

    –¿la perrita quiere más de su macho?

    –si amor, préñame, hazme un bebe, le digo en mi paroxismo

    Sus embestidas y su forma de mover me indican que está a punto de venirse y no me equivoco, un chorro caliente me inunda muy adentro haciendo que me venga con él al mismo tiempo, sus chorros son interminables, mis manos rodean su cuello mientras lo siento explotar dentro de mí, mi boca busca la suya y lo beso ardientemente.

    Suavemente se desprende y se sienta en la silla, los tipos sacan a mi hijo del cuarto, lo observo, es increíble la forma en como este vago me ha hecho tocar el cielo de una forma brutal, lo observo de nuevo, pero esta vez me acerco de forma voluntaria y me doy el placer de acariciarlo completamente mientras el me observa, acaricio su pecho, sus tetillas, empiezo a frotar mi sexo en su muslo mientras mis manos lo recorren.

    Mi blanca piel contrasta con su piel morena curtida, beso su pecho mi mano traviesa y ávida de tocar algo toma su miembro flácido y lo comienza a masturbar mientras lo beso, restriego mi sexo en su muslo buscando reanimar de nuevo mis ansias de hembra, no me importa si mi hijo me ve o si mi esposo o el dragón se enojan, me siento usada como algo sin importancia, sin embargo, este tipo al que casi le doblo la edad me ha despertado de nuevo a la vida.

    Beso su barbilla, su cuello, roso un pezón de mis pechos en su tórax, mi mano ahora masturba con mayor vehemencia su miembro, pero hace falta algo más, entonces, mientras el dormita, voy bajando por su cuerpo, besando, lamiendo, mordiendo, tirando con mis labios su alfombra de pelos.

    Tengo su miembro a mi alcance, lo observo detenidamente, le doy un par de tiernos besos en la cabeza, comienzo a chuparlo despacito, abrazo sus muslos y lo chupo con un placer inusual, como queriendo atraparlo eternamente en mi boca, mi mano aprieta suavemente sus testículos, hasta que me doy cuenta que nuevamente comienza a despertar, siento su mano en mi cabeza y sus gemidos de aprobación.

    Me incorporo, abro sus muslos así sentado como está, me siento con las piernas abiertas sobre él, de frente a él, me observa, tomo su pito con una de mis manos y la guio a mi sexo.

    Me dejo caer sobre ella despacito pero constante, hasta sentir que ya no hay más que meter.

    Con los ojos entrecerrados por el placer de sentirme así de llena, tomo su cara y la conduzco hacia mis pechos, no me muevo, repleta de su verga disfruto a mi hombre chupándome los pechos, arrancándome gemidos intensos, mientras mis manos acarician tiernamente su cabeza.

    Así ensartada como estoy miro hacia abajo y toda una gama de sensaciones me envuelven cuando su boca los atrapa.

    Mientras el me chupa de este modo, apoyo mis manos en sus fuertes hombros y comienzo a mover mis caderas rítmicamente de adelante y hacia atrás.

    Nuevamente mis jugos, comienzan a fluir de mi interior, esta exquisita sensación de moverme de este modo, mientras el me chupa eternamente las tetas.

    Gimiendo como perra en celo muevo mis caderas más rápido alcanzando un orgasmo de locura.

    Agradecida y caliente, me abrazo a él y lo beso apasionadamente mientras sus manos agarran mis nalgas, continúo moviéndome, pero esta vez subo y bajo mientras el me abraza, lo muerdo, lo beso, le digo que lo amo.

    –¿Le gusta señora? Me pregunta

    –Oh si papito, mucho

    –¿Es mi hembra ahora?

    –Si mi amor, tuya, solo tuya, ahora eres mi hombre, mi macho, le digo con palabras que me salen del corazón.

    El me abraza y hace algo que mi marido ha dejado de hacer, me hace sentir una mujer deseada.

    –Abrázate bien a mí, me dice, entonces con firmeza se levanta del sofá llevándome con él, cuando se pone de pie lo abrazo con mis piernas, ensartada tan profundamente en esa posición camina conmigo, primero asomándose por la puerta diciéndoles a todos que se fueran incluyendo a mi hijo y después así ensartada me lleva a un pequeño cuarto, aunque de lámina, bien decorado y amueblado, me aferro a él abrazando su cabeza con mis manos.

    Una vez dentro cierra la puerta, me apoya contra una pared y aferrando fuertemente mis nalgas comienza a fornicarme de una manera bestial, solo en mis sueños me habían fornicado de esta forma y ahora es una increíble realidad.

    De la misma forma nunca pensé una pudiera sentir tan profundamente el pene de un hombre.

    Lo beso, lo muerdo como loca, después de un rato me deposita en la cama, abre mis piernas y nuevamente me la clava entera, me tiene afirmada las piernas con ambas manos, me las abre al máximo tomadas por los tobillos y me hace sentir su deliciosa macana entrando y saliendo de mí.

    Él se prodiga la visión de ver mi sexo penetrado por el suyo.

    Suelta mis piernas poniéndolas en sus hombros sacando su hermoso tolete justo en el momento en que comienza a eyacular, me hace sentir sus potentes chorros en el exterior de mi sexo, bajo mis piernas y lanza hacia mi vientre, hacia mis pechos se acerca masturbándose y deposita su semen restante en mi boca, yo se la chupo para tragarme todo lo que queda, intenta recostarse a mi lado, pero yo lo jalo hacia mi colocándolo de nuevo sobre mi cuerpo.

    ¡Fue maravilloso! Le digo al oído extasiada, mientras nos relajamos juntos besándonos con vehemencia, con furor, terminando rendidos uno encima del otro sin importar nuestra diferencia de edades, siendo solo hombre y mujer.

    –por cierto, ¿Cómo te llamas? Le pregunto.

    –me llamo Gilberto y usted se llama Silvia ¿no?

    Abrazo su cuerpo sintiendo su respiración en mi cuello agradecida por que, a pesar de mi marido y el dragón, el ha sido mi primer hombre realmente, aquel, que estoy segura, todas las mujeres soñamos, aunque no queramos admitirlo, ese hombre, que te lleva al paroxismo como hembra.

    –Si, me llamo Silvia, pero tu puedes llamarme como quieras

    –¿Cuándo nos volvemos a ver?

    –Cuando quieras le digo sin importarme nada más.

    Me besa delicadamente, pasados unos minutos más, me incorporo de la cama, me visto arreglando mis ropas y maquillaje, salgo volteando a ver a Gilberto quien también está arreglando sus ropas.

    –No se te vaya a olvidar ¿he? Le digo abriendo la puerta ante la mirada inquisidora de mi hijo

    –no se preocupe, me sonríe

    –Que hermana tan buenota tienes eh carnal, le dice a mi hijo quien se aguanta el coraje y me ayuda abajar por las escaleras entre las risas burlonas de los malvivientes que se quedan con Gilberto.

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  • Quedaba a medias, lo resolví sola, pero el vecino fue mejor idea

    Quedaba a medias, lo resolví sola, pero el vecino fue mejor idea

    Frecuentemente en la semana mi esposo en la mañana me acaricia las nalgas y en cuanto me ve despierta me empieza a comer las tetas, le encanta lamer mis pezones, después me quita la ropa interior, abre mis piernas y me da con la lengua en mi pepita.

    Estando dilatada y lubricada se sube en mí y bombea rico, suave y despacio, disfruto esa cogida, pero se le sale la leche dentro de mí y se toma un momento muy corto y se va de la cama ya a bañar y me dejaba toda cachonda.

    Así fue por un tiempo, hasta que me compré un vibrador.

    Ahora termina, yo me mantengo caliente con mi dedo en mi panochita, toqueteando mis pezones y cuando oigo que se va el coche me doy placer con el vibrador, espero a que no esté para gemir y gritar rico.

    El miércoles pasado ya me habían cogido y tenía ya el vibrador paseando entre mis labios ya todos hinchados y mojados, cuando oigo una pelea de perros, y salí corriendo pensando que podría ser mi perrita.

    Ya estando afuera me di cuenta que no era mi perrita, pero se me cerró la puerta.

    Traía un camisón corto muy delgado, no traía sostén ni pantaleta y en mi mano tenía el vibrador.

    De pronto olí una loción muy rica, volteo y estaba mi vecino junto a mí, me dio cosa porque por detrás se asomaban mis nalgas y por delante mi panochita también se me veía por lo corto del camisón.

    Volteo y jalo el camisón para abajo y me dice el vecino, “buenos días”.

    Respondí el saludo y veo que tiene la mirada en mis pechos y comenta, “está un poquito fresco”, veo y mis pezones se traslucían.

    Levanté mis manos para tapar mis tetas y en una de ellas tenía el vibrador, lo ve y dice el vecino, “ya descubrí el misterio”.

    Sonriendo pregunté “¿cuál misterio?”. Y contesta, “frecuentemente, después de que se oye que se va el carro de tu esposo se empiezan a oír gemidos y pujidos, y después gritos muy estimulantes, viendo lo que traes en la mano me hizo sentido todo”.

    Yo sentía un nervio rico, apenas cubría mi cuerpo un camisón de telita muy delgada, sin ropa interior, mi panochita estaba dilatada, escurriendo y latiendo y ese hombre ya sabía que era mi hora de placer.

    Solo se me ocurrió decir “qué pena” debe de ser muy molesto.

    Me contestó, “no, al contrario, la verdad aprovecho para jalármela, me excita mucho escucharte y mi verga explota delicioso casi al mismo tiempo de tus gritos más intensos”.

    Yo no sabía qué decir, pero él cambió de inmediato el tema diciendo, “supongo que te quedaste afuera sin llaves, ¿tienes inconveniente si traigo mi escalera y entro para abrirte?”.

    Le dije, “por supuesto que no, te lo agradecería muchísimo”.

    Yo tenía una sensación entre pena y excitación, no tardó nada cuando abrió la puerta y entré.

    Le dije, “muchas gracias, salvaste mi vida y te debo una”.

    Y me contestó, “podemos estar a mano si así lo deseas”.

    Mi panochita latió más fuerte y sentí como se humedeció más, con miedo y excitación pregunté, “¿cómo quieres que pague el favor?”.

    Me ve de pies a cabeza y dice, “Quiero ver cómo te das placer con el vibrador”.

    Tuve que apretar un mis piernas cuando oí eso, ya que sentí una punzada rica justo en mi panochita.

    Lo tomé de la mano y lo llevé a la sala, puse una silla frente al sillón grande y lo senté.

    Me senté en el sillón, subí mi camisón y lo sujeté con mi boca para mantenerlo arriba de mis tetas. Comencé a acariciar mis pezones con ambas manos, él estaba de frente viendo sin perder detalle.

    Flexioné y abrí las piernas, acaricié con mi dedo primero, después tomé el vibrador con una mano y lo puse en mi panochita, con la otra mano seguía estimulando mis pezones.

    El solo decía “que rico” y se mordía los labios.

    Cerré un momento los ojos y cuando los abrí vi que tenía la verga de fuera, erecta completamente y la acariciaba con la mano abierta como si fuera una mascota.

    Al ver eso, me paré y me quité el camisón, lo monté y sentí como fue entrando suavemente hasta sentirla completamente dentro.

    Mi cuerpo se empezó a mover solo, sus manos en mis nalgas, su boca en mis pezones y yo en su oído gimiendo, entre un gemido y otro le dije, “te estás cobrando muy bien”.

    De pronto me quita el vibrador y lo pone en la base de su verga, sentía como vibraba dentro de mí, me movía rápido y lento, pasaron los minutos y comenzó a decir “me vengo”, sin sacar la verga puso el vibrador en mi clítoris y mi orgasmo fue inevitable, llegamos al mismo tiempo y se contraían nuestros cuerpos.

    Nos separamos y tomé mi camisón, me recosté en el sillón y le dije, “servido, cierra la puerta cuando salgas”.

    Me dijo, “estuvo increíble, yo pensé en un vídeo, pero esto fue un sueño”.

    Ahora sigo haciendo gemidos después de que se va mi marido, pero en el oído del vecino.

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  • Una amiga de mi hija me introduce en el sexo entre mujeres

    Una amiga de mi hija me introduce en el sexo entre mujeres

    Hola me llamo Mila y quiero contar un hecho que cambiaría mi vida, soy casada, y madre de tres hijas, todas chicas, mi vida sexual era normalita con un marido que hace sus cositas conmigo, pero en casa follamos con la luz apagada.

    Vivimos en un chale con piscina propia, era verano, y el tenerla hacia que muchas amigas de mi hija vinieran con nosotros a pasar la tarde, pero esa tarde la única que vino era Roxana amiga de mi hija Elena, que iba a estar con ella, pero a última hora la llamaron de su trabajo veraniego por un cambio de turno, mi marido estaba trabajando y mis otras dos hijas estaban pasando unos días en la playa con unos amigos.

    Roxana es una chica de veintipocos años, un poco bajita, de pelo castaño, más de una vez he visto las miradas que la echa mi marido, pero que yo sepa nunca ha pasado de ahí, cuando llamó a casa yo la abrí, intercambiamos los habituales besos de cortesía, me contó que aunque mi hija la había llamado para decirla lo de su cambio de turno, ella le había preguntado si podría venir, dado que yo estaba sola en casa esa tarde, por mi parte no había ningún problema, es más así tendría alguien con quien conversar. Así que la llevé hasta el cuarto de Elena para que se cambiase y yo me fui al mío para hacer lo mismo.

    En mi cuarto frente al espejo me puse a cambiarme, tenía varios bañadores y bikinis para elegir, la verdad al estar sola con la amiga de mi hija debería de haber elegido uno al tuntún, pero no sabía porque quería ponerme algo que me sentará bien, en un momento dado estaba completamente desnuda, mirándome al espejo, mientras me iba a poner la parte de inferior de un bikini blanco, cuando me pareció oír ruido que no supe identificar del pasillo, pero allí solo estábamos la chica y yo, así que sin pensar en que estaba desnuda me dirigí al pasillo.

    Y al llegar a la puerta de mi habitación me llevé una sorpresa enorme, allí estaba tapada con un bikini diminuto, con una de sus manos dentro de la pieza inferior de su prenda, acariciándose el coño, y con la otra intentando taparse su boca para que no se oyeran sus gemidos, en esto no estaba teniendo mucho éxito, como digo así me encontré a Roxana, estaba tan concentrada en su actividad que no se dio cuenta de mi presencia.

    En ese momento me puse a reflexionar, sin duda la chica me estaba utilizando como su objeto de deseo, hasta ese momento nunca me había fijado en las mujeres, pero ver a la chica de esa manera me puso muy caliente, y mi calentura se impuso a cualquier reflexión, me hice la enfadada, y la grité:

    -¿Se puede saber qué haces jovencita?

    Ella en ese momento me miro sorprendida, se la notaba avergonzada, pero a la vez se puso a mirarme las tetas con deseo, eso me puso aún más cachonda, así que aproximándome a ella muy despacio le dije:

    -¿Qué te ocurre? ¿Ver a una vieja como yo desnuda te pone cachonda?

    Ella estaba muy confusa, no sabía que hacer, yo me acerqué a ella, con una de mis manos acaricié su espalda, puse uno de mis pezones muy cerca de los suyos de manera que casi se tocaban y con la otra mano, estiré un poco la parte de debajo de su bikini, ante mi vista apareció un coñito joven, no es que nunca me hubieran atraído, pero esa tarde me pareció algo muy apetitoso, en ese momento la dije:

    -Cariño vayamos al sofá y conversemos.

    Cuando nos sentamos, sobre unas toallas que yo tenía preparadas para el baño, ella de golpe me confeso que le gustaban las mujeres, y que de manera muy especial yo le atraía, todo eso me puso aún más cachonda, intente resistirme diciéndole que yo podría ser, por edad su madre, ella me dijo que no le importaba, que me deseaba, esto minó por completo mi resistencia.

    Ella me empujó ligueramente y me pidió que me sentara en el sofá, con los pies encima y abierta de piernas, en ese momento recordé que seguía desnuda, mientras ella continuaba con su bañador, muy sexy, ella se puso a cuatro patas, y como si fuera una perra que busca comida en un plato dirigió su boca hasta mi coño y me dijo:

    -Qué coño más apetitoso, tienes Mila, me lo voy a comer enterito.

    Era la primera vez que tenía sexo con una mujer y eso me hacía estar a la vez temerosa y excitada, ella llevó su lengua hasta mi coño y metió su lengua dentro, y para mi sorpresa me hizo disfrutar como mi marido no me lo hacía, se la notaba que tenía experiencia, lo cual no dejaba de ser una contradicción, una cincuentona primeriza y una jovencita siendo su maestra, ella siguió lamiendo con su lengua cada centímetro de mi coño, dejándome alucinada con lo que estaba disfrutando, paro un momento y me dijo:

    -¿Estas disfrutando Mila?

    La verdad era que, sí que me estaba volviendo loca de placer, su lengua no paraba y yo no podía evitar gemir de una manera estruendosa, menos mal que las casas de los vecinos estaban lejos, y no tardó en venirme mi primer orgasmo, algo que con mi marido últimamente me costaba muchísimo o simplemente no me venía.

    Cuando ella lo sintió dijo plenamente satisfecha:

    -Vaya Milagritos, así que has descubierto tu lado lésbico, y se rio.

    La tuve que confesar que me había hecho pasar el momento más placentero de mi vida, ella que aún continuaba con su bikini puesto se lo quitó y nos quedamos las dos completamente desnudas, seguí sincerándome con ella y la dije que con su comida de coño había disfrutado más de lo que lo había hecho nunca con mi marido.

    Ella me confesó que me deseaba desde que era adolescente y que se había acariciado el coño muchas veces pensando en mí, esta confesión me resultó excitante, y comenzó a ejercer de profesora, se colocó enfrente de mí, me puso una pierna encima de mi hombro, mientras que me pidió que pusiera la otra pierna encima de la suya.

    Al hacerlo nuestros coños se juntaron y con un suave movimiento se acariciaron, la mocosa esa sabía cómo dar placer a una mujer, seguimos conversando, ella insistió en preguntarme si estaba disfrutando y yo la volvía contestar que más que nunca en mi vida, me preguntó si nunca había estado con una mujer, le respondí que no y ella me dijo que era hora de que recuperara el tiempo perdido, le respondí que no sabía cómo, y su respuesta me resultó un poco enigmática:

    -Igual que me has encontrado a mí, no soy única, luego ya tendrás tiempo, cuando tengas experiencia de hacerlo con mujeres de tu edad y aprenderás a distinguirlas.

    Seguíamos con nuestros coños juntos y rozándose, pero ella quería más llevó una de sus manos a mis tetas y se puso a acariciármelas mientras me decía:

    -Me encantan tus tetas, son mucho más grandes que las mías y llevó tiempo con ganas de acariciártelas.

    Otra vez una mocosa de dieciocho años me estaba dando más placer que mi marido, sabía cómo acariciar unas tetas, pero no se conformó con eso, sino que acercando su cabeza a ellas, sacó su lengua y se puso a chuparlas, mi marido me lo había hecho algunas veces, pero lo que sentía con él ni se acercaba, manejaba su lengua como si llevara haciéndolo desde que nació, estovo así un rato, yo supe que debía de hacer algo para equilibrar la situación, parecía que era ella quien me llevaba, y de alguna manera quería demostrarle que la adulta era yo.

    Una idea vino a mi cabeza, si sabía algo de dar placer a una mujer, evidentemente sabía masturbar, pese a estar casada y que mi vida sexual era buena no había podido dejar la costumbre de masturbarme, al menos un par de veces por semana, así que llevé mi mano hacia el coño de la chica y me puse a acariciarlo, ella al sentirla dijo:

    -Mila ¿Qué me haces?

    -¿No te gusta zorrita?, le dije.

    Sus gestos de placer me indicaban la respuesta ella se puso a gemir, decidí aumentar el tratamiento e introduje uno de mis dedos en el interior de su coño, estaba muy húmedo, ella llevó una de sus manos a mis tetas y se puso a acariciarlas, la verdad es que oír gemir a una jovencita como ella era delicioso, y más cuando me dijo;

    -Mama esto es delicioso.

    Que una chica de la edad de mis hijas me llamara mama mientras la masturbaba me resultó perversamente excitante y me resultó más cuando ella, mientras yo seguía con mi dedo dentro de su coño llevó su boca hacia una de mis tetas, y como si se tratara de un bebe se puso a chupármela. Seguí con mi mano masturbándola, hasta que ella dio un fuerte gemido y se corrió.

    Estábamos las dos muy cansadas y decidimos irnos a la piscina, que se supone era para lo que estábamos juntas, jajaja, pero mientras lo hacíamos no podía dejar de mirar con deseo el cuerpo joven y bonito de Roxana, cuando nos cansamos de nadar, nos pusimos a tomar el sol, para que nuestros bikinis se secaran más rápidamente decidimos quitárnoslos y taparnos con unas toallas, como si lo que hacía un rato había sucedido no hubiera pasado.

    Pero sin tardar mucho Roxana se acercó a mí y me beso, de nuevo, apasionadamente, después hizo caer muy poco mi toalla y dejo al descubierto mis tetas y se puso a chupármelas, una vez más debía de reconocer lo bien que lo hacia la muy puta, me estaba dando un placer muy superior al de mi marido, pero yo no estaba dispuesta a dejarlo pasar, la bajé también la toalla y eje sus tetas al aire, no pude resistir el impulso de chupárselas, ella dijo:

    -Mama parece que le has cogido gusto a esto de hacer cosas con las chicas, jajaja.

    La verdad era que sí, que estaba disfrutando esa tarde más que con mi marido en todos nuestros años de relación, en realidad estaba siendo la tarde más placentera de mi vida, y quería agradecérselo a la persona que era la responsable de ello, termine de quitarle la tolla y me deshice de la mía, las dos nos quedamos completamente desnudas, lleve mi cabeza hacia su coño e introduje en él mi lengua, ella al sentirla comenzó a gemir, mientras decía:

    -Mama aprendes muy rápido,

    Quizá fuera algo instintivo, pero sentía como si mi lengua, sin que yo la dirigiera, era capaz de encontrar los puntos donde ella más gozaba, y eso era precisamente lo que yo quería dar el máximo placer a la mujer que había descubierto en mí, ella se puso a gemir cada vez más fuerte, se estaba acercando al orgasmo y esa mocosa iba a saber lo que somos capaces de hacer las mujeres maduras, aunque tengamos poca experiencia, sus gemidos se intensificaron y ella dijo:

    -Mamita me corro.

    En ese momento decidimos meternos a la piscina a darnos un buen chapuzón e incluso nos pusimos nuestros bikinis, pero la pasión que habíamos desarrollado era extremadamente fuerte, no había pasado ni un cuarto de hora cuando ya estábamos besándonos nuevamente, parecía que sea creía se había metido muy fuertemente en mi cabeza, nos juntamos abrazadas, dentro del agua, y ella acercando sus labios a los míos volvió a besarme, era un beso muy caliente que me piso a mil, de repente sentí como sus dedos llegaban hasta la parte superior de mi bikini, me desataba el nudo y me lo quitaba, nunca había hecho topless y en ese momento lo estaba haciendo.

    Pero esto solo era el principio, noté como sus manos se dirigían hacia la parte interior de mi bikini y me lo desataban, en ese momento me di cuenta de que era la primera vez que estaba desnuda en una piscina, en ese momento ella me dijo;

    -Mamita colócate sentada al borde de la piscina.

    Hice caso a la petición de mi nueva hija, jajaja y me senté al borde de la piscina con las piernas bien abiertas y los brazos apoyados en el suelo, ella se puso a mi lado, de pie dentro de la misma, y acercando su boca a mi coño sacó su lengua y otra vez se puso a lamérmelo.

    -Cariño, dije yo, mi coño debe de tener agua de la piscina.

    -Eso le da un sabor muy especial, mamita, dijo ella.

    Y siguió comiéndomelo, en todos los años que llevábamos viviendo en ese chale a mi marido nunca se le había ocurrido la idea de tener sexo en ella, y aquí tenía a una jovencita que podría ser mi hija haciéndome una comedura de coño deliciosa, en un momento dado paró y me preguntó:

    -¿Te gusta mamita?

    -Mi reina, es el día de toda mi vida en que más estoy gozando, le respondí.

    Ella siguió lamiéndome el coño hasta que, la muy zorra me provocó un orgasmo increíble. Después salió del agua, en ese momento, mientras yo estaba desnuda ella estaba con su bikini puesto, y se sentó sobre una tumbona a descansar, pro yo no estaba dispuesta a ponérselo tan fácil, me acerqué a ella, junté su cabeza con la mía y le dije:

    -Mi amor, gracias por esta tarde tan maravillosa que me estás haciendo pasar.

    Llevé mis manos hacia sus pechos que el bikini apenas cubría, y poniendo mis manos sobre ellos, me puse a acariciárselos, ell me dijo:

    -Mamita, me encanta.

    Mientras yo apartaba el bikini, para dejar sus pezones al aire, ella me besó en la boca, de esta manera volvimos a fundirnos en un beso muy caliente, cuando terminamos de besarnos me puse a chupar sus tetas, mientras ella se dejaba hacer y me decía:

    -Lo haces muy bien mamita.

    Pero yo quería algo más, así que con mis manos la desaté los nudos que sostenían la parte inferior de su bikini y se lo quité con lo que volví a tener a mi alcance su coño, el primero que había probado en mi vida, aunque en ese momento yo ya tenía claro que no iba a ser el último, me agache y llevé mi lengua hasta el, y comencé a explorarlo nuevamente, y comencé a sentir la feliz sensación de que mi acompañante disfrutaba tanto con mis lamidas como yo lamiéndole, así que continue con ellas, adoraba a esa chica, y no paré hasta que un fuerte gemido salió de su boca y una sensación húmeda salió de su coño e inundó mi boca, en ese momento fue ella la que me dijo:

    -Te adoro mamita.

    Descansamos un momento, pero ella se recuperó rápido, era una verdadera ninfómana, llevó una de sus manos hasta mi coño e introdujo tres de sus dedos en mi interior, y luego se puso a masturbarme, la muy zorra sabía como hacerlo, era mucho mejor que cuando yo me daba gusto sola, y mientras lo hacía comenzó a interrogarme:

    -¿Soy la primera amiga de tu hija con la que estas?

    -Si, mi amor, lo eres.

    -Y ¿Nunca habías mirado a una mujer con ganas?

    La verdad era que desde hacía una temporada cuando veía a alguna jovencita con falda corta no podía dejar de mirar sus piernas, o sus escotes, pero jamás había pensado que ello tuviera una dimensión sexual, y así se lo dije:

    -Pues ya ves que sí, mamita, dijo ella sonriendo,

    Y entonces me hizo una propuesta que me sorprendió, me pidió que me pusiera en cuatro, pensé que iba a masturbarme desde esta postura, pero mi sorpresa cuando lo hice me introdujo un dedo en el culo, hacia muchísimo que mi marido no me la metía por ahí, y sentí un liguero dolor que pronto se trasformó en una agradable sensación de placer, ella al verlo me preguntó:

    -¿Tu marido no te la mete por aquí?

    Le confese la verdad que hacía mucho que no y hasta ese momento había sido fiel a mi marido, ella se rio y dijo:

    -Vaya desperdicio, ese culo tan bonito que tienes es para jugar con él, te debería entrar ahí pollas o penes artificiales, habrá que ocuparse de eso, pero luego añadió, no puedo aguantarme más las ganas de volverte a comer el coño.

    Me abrí bien las piernas, y ella introdujo su lengua dentro de mi coño, aunque antes añadió:

    -Espero que cuando estes con otras chicas jóvenes no te olvides de quien te inicio y te ayudo a descubrir tu lado lésbico.

    Después se puso a comerme el coño, y quizás fuera lo que me había dicho ella, pero no pide dejar de imaginar a las otras amigas de mis hijas lamiéndome el coño, era una fantasía alucinante, y no es extraño que no tardara en correrme nuevamente,

    De esta manera estaba transcurriendo la tarde, pero me di cuenta de que el sol estaba declinando y se estaba haciendo de noche, así que consideré que debíamos de dejar la piscina y pasar al interior a vestirnos

    La llevé al interior de la casa y la propuse darnos un buen baño para quitarnos el cloro de la piscina. Pero en vez de hacerlo en la ducha escogimos la bañera, pero antes de entrar nos besamos nuevamente, nos pusimos una enfrente de la otra, ella cogió el gel de ducha del frasco y lo expandió sobre mi cuerpo, lo que nuevamente me puso cachonda, ella me pidió:

    -¿Qué tal si nos sentamos en la bañera y descansamos un poco?

    Como yo era más alta, y más vieja me puse detrás de ella y la rodeé con mis brazos, ella me dijo:

    -Gracias, mi amor, por esta tarde tan maravillosa.

    Era yo quien debía de darle las gracias, por haber descubierto esa dimensión tan placentera en mí, y así se lo dije; nuevamente el deseo y las ganas de hacer feliz a mi nueva niña se apoderaron de mí, llevé una de mis manos hacia ese coño tan delicioso, e introduje mis dedos en él, y comencé, nuevamente a masturbarla, es tarde había descubierto lo delicioso que es oír gemir a una mujer mientras con tus dedos mueves su coño, le hace a una sentirme genial, ella se giro un poco y me beso con mucha pasión, yo le respondí de igual manera y le dije:

    -Mi amor quiero darte las gracias, por lo que me has hecho de una manera especial.

    La pedí que se pusiera encima de mi de manera que su coño quedara al alcance de mi lengua, en ese momento introduje mi lengua en ese coño que tanto me había enseñado, el sabor de su sexo junto con el agua templada de la bañera era algo muy placentero. Y sentir como ni niña gozaba nuevamente, mientras me decía:

    -Mamita te adoro.

    Me resultaba muy excitante, nuevamente estaba oyendo esa música celestial que para mis oídos resultaban sus gemidos, y en solo una tarde había aprendido a llevar a esa cosita tan deliciosa al orgasmo, así que no tarde en sentir como se corría haciéndome nuevamente feliz.

    -Muchas gracias, mami, por lo feliz que me has hecho, llevaba mucho tiempo, soñando con esto, pero la realidad ha sido mucho mejor. Y añadió, pero yo quiero hacer que te corras una última vez esta tarde.

    Y me pidió que se sentara al borde de la bañera con las piernas bien abiertas, y tal y como me imaginaba ella introdujo, nuevamente su lengua dentro de mi coño t comenzó a lamerme, y nuevamente comencé a experimentar una sensación deliciosa hasta que me corrí.

    Después nos terminamos de lavar y nos vestimos, cuando nos despedimos y ella se marchó yo sentí que una nueva etapa había comenzado en mi vida y esa noche cuando vi a mis hijas no pude dejar de considerarlas como unas chicas deseables.

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  • Lo que tiene que hacer una para aprobar

    Lo que tiene que hacer una para aprobar

    Soy Lara, una chica muy estudiosa, muy responsable y muy respetuosa con el sistema educativo, sigo las reglas letra por letra y en ningún momento he faltado el respeto a ningún profesor o profesora… eso es lo que dice mi madre delante de toda la familia en navidades pero la gente que me conoce sabe que soy la primera en putear a quien pueda y la primera en follar cuando quiera.

    Soy una chica con 19 años de pelo negro y muy largo, tanto que me llega casi hasta el culo. Ojos claros, boca pequeña y fina y una nariz muy linda y pequeña. Pero lo que os importa realmente es saber de mis tetas y de mi culo, pues tengo unos pechos pequeños pero lindos y un culo grande y redondo, no tanto como esas latinas que les rebota cada vez que dan un paso pero sí lo suficiente para no pasar desapercibida con una minifalda o unos leggins.

    Todo lo que contaré pasó un día cualquiera en segundo de bachillerato (si, repetí un curso). Estábamos en clase de química, la profesora estaba explicando sobre la nomenclatura científica, intentaba mantenerme despierta ya que oir a esa mujer leer todo lo que pone en el libro hacía que me entrase el sueño muy facilmente. Los párpados me pesaban, a mi cabeza le costaba enderezarse… Era un infierno y aún quedaban otras dos clases para la hora de salida, no iba a aguantar. Alguien tocó la puerta. “Adelante” gritó la profe de química. Entró el diablo personificado, la profesora de lengua o como nosotros la llamábamos: La Culebra, ya que siempre estaba ceceando. Su nombre real era Felicia (fue por ella por lo que repetí un curso, no me quiso subir la nota a un cinco).

    -Vengo a por Lara Molina García.

    Todos me miraron.

    -Lara, ve -Dijo la profe de química.

    Me levanté y fui hacia la puerta viendo la mirada clavada en mi de La Culebra. Al salir cerró la puerta tras de mi, nos apartamos y me llevó al fondo del pasillo donde nadie podría oirnos.

    -Y bien ¿Vas a confesar?

    Ya sabía por lo que me estaba preguntando pero aún así iba a hacerme la tonta.

    -¿De qué habla profe? -Dije inocentemente.

    Me miró con cara de “te crees que soy tonta”.

    -Venga ya Lara, vimos las cámaras, sabemos que fuiste tú la de los grafitis en el muro de fuera, ¿te parece gracioso pintar un Bob Esponja con pene?

    Intenté contener la risa pero me era difícil, traté de no mirarla porque su cara tampoco ayudaba mucho.

    -¿En serio te parece gracioso niña? ¿Y la ropa que llevas qué? Estas no son formas.

    Supongo que lo dijo porque el tirante blanco que llevaba se transparentaba dejando ver parcialmente mi sujetador o por los leggins que me hacían un camel toe que se notaba a kilómetros ya que solo llevaba un tanga de hilo.

    -Ve al despacho de la directora ¡¡YA!!

    “Puta guarra” susurré mientras me iba alejando de ella. Bajé las escaleras, pasé por el vestibulo, recorrí un pasillo y llegué a la sala de espera que daba al despacho de la directora. Me acerqué a la puerta y en el momento que agarré la manija pude escuchar unos sonidos al otro lado, sonaba a… ¿gritos? Fui abriéndola lentamente, sin hacer ruido, conforme más la abría y más me asomaba me fui dando cuenta de que esos “gritos” eran más bien gemidos. Asomé por completo mi cabeza y lo que vi no tenía ningún sentido, la directora se estaba dedeando freneticamente y gimiendo como una loca mientras veía porno en su móvil.

    Por suerte no me veía ya que ella justo estaba de espaldas. Decidí entrar silenciosamente y cerrar la puerta con la misma suavidad de antes, ya dentro ella seguía sin percatarse de mi presencia, yo seguía perpleja al ser testigo de la pedazo masturbada que se estaba dando la directora, he de decir que se lo estaba pasando demasiado bien.

    La directora, también profesora de matemáticas, era una mujer muy atractiva de 40 tacos pero que le sentaban de maravilla. Era una rubia con unas tetas que era difícil no mirarlas por lo grandes que eran, tenía una cintura pequeña y un culazo que ufff, te hacía preguntar cómo unos jeans pueden entrar en semejante culo, apuesto a que más de un profesor se la habrá cascado pensando en ella y que más de una profesora sentirá envidia por el cuerpazo de ese pibón. Me asomé un poco y pude ver que llevaba una camisa de botones blanca pero que estaba abierta, el sujetador estaba desabrochado dejando ver sus dos tetas que temblaban sin parar.

    También llevaba una falda negra, que la tenía levantada por la cintura y unos tacones altos. El video que estaba viendo eran de dos lesbianas que no paraban de gemir y tijerearse. Honestamente me calentó la situación pero decidí romper el silencio.

    -¿Directora?

    -Ay dios.

    Al escucharme se asustó tanto que me asustó hasta a mi. Se quedó sorprendida al verme y no tardó en ruborizarse. Inmediatamente comenzó a recolocarse el sujetador y a abrocharse los botones mientras trataba de recuperar una postura normal que no dejase ver su coño humedecido, aunque sus dedos no paraban de dejar manchas húmedas sobre su camisa y de su móvil no paraban de sonar los gemidos.

    -Lara, qué haces aquí madre mía.

    -La profe Felicia me ha mandado…

    -Ay dios ay dios… ¿Lara, qué has visto?

    -Pues… te estabas dedeando y gimiendo…

    -Madre mia, ¿alguien más lo ha visto? ¿Se oía mucho desde fuera?

    -No no solo yo.

    -Madre mía…

    Nos quedamos un rato calladas.

    -Te gusta el lésbico eh -Dije sin miramientos.

    Me echó una mirada asesina.

    -Tranqui Susana, a mi también me gustan las mujeres.

    -Bueno Lara… me alegro de que compartamos gustos sexuales pero creo que no deberíamos hablar sobre esto.

    -Sabes… no me importaría ayudarte.

    -¿Ayudarme?

    -Si… ayudarte a llegar a un orgasmo, seguro que…

    -Lara.

    Me fui de la lengua…

    -En primer lugar, ¿Por qué te han mandado aquí?

    -Porque me pillaron pintando el grafiti del muro -Dije cabizbaja.

    -¿¡El del Bob Esponja!?

    -Si…

    -Por dios debería expulsarte.

    -Si lo haces les diré a todos que te estabas masturbando.

    Se hizo el silencio en la sala, su mirada me estaba matando por dentro, parecía que en cualquier momento iba a levantarse y a romperme la cara.

    -Pero vamos a ver niña ¿De verdad crees que alguien te iba a creer? ¿Crees que alguien realmente se creería que entraste a mi despacho y que me viste masturbarme?

    En verdad tenía razón, si lo dijere todo el mundo se reiría de mi o dirían que me invento cosas como el imbécil de Gregorio. De nuevo estuvimos en silencio las dos, ella soltó un profundo suspiro. “Sientate en la silla Lara”. Obedecí. Segundos después de mirarme fijamente, Susana se levantó, cerró con llave la puerta por la que entré y apoyó su culo sobre el escritorio quedando justo delante de mi. Al estar sentada y tan cerca de ella sus tetas parecían más grandes que antes.

    -Vamos a hacer una cosa Lara, tú me ayudas a tener un orgasmo ahora y yo no tendré en cuenta lo del muro. A su vez tú tampoco dirás nada a nadie de lo que ha pasado aquí, ¿trato?

    Me quedé flipando con lo que había escuchado ¿iba a follarme a la directora buenorra? Claro que sí.

    -Trato hecho -Dije sonriente.

    Ella sonrió pícaramente, se levantó la falda, se abrió de piernas mientras seguía sentada en el escritorio frente a mi, dejando al descubierto su vagina. Su coño estaba aún húmedo y dilatado, se había dejado el trabajo a medio hacer. Me acerqué a él y comencé a lamerlo tímidamente mientras ponía mis manos sobre sus muslos, fui recorriendo con mi lengua sus preciosos pliegues vaginales haciendo que la directora soltase unos gemidos suaves. Pegué mi cara a su coño y empecé a hacerle un oral más intenso en el clítoris mientras soltaba ligeros gemidos.

    Hice que esa milf comenzase a jadear más intensamente y que su respiración se agitase mucho más que antes “sigue sigue así sí así”. Puso sus manos sobre mi cabeza y la empujó más hacia su coño, mi cara no paraba de mojarse por todo el líquido que había en su vagina. Centré mi oral en su clítoris a la vez que me atreví a meterle dos dedos y comenzar a follarla. Ella gemía y se retorcía de placer más intensamente y tras un buen rato de dedeo intenso alcanzó un orgasmo que la dejó temblando mientras me miraba con sus ojos lujuriosos.

    -Madre mía Lara, nunca nadie me había hecho gemir así.

    Oir eso me dejó muy satisfecha. Por mi cabeza se me pasó una idea increible. Me puse de pie, me acequé a ella y puse mis dedos en sus labios para que saborease sus fluidos.

    -Susana, ¿Y si seguimos pero con la condición de que me subas las notas de matemáticas?

    Ella sonrió mientras se metió mis dos dedos enteros dentro de su boca. Su lengua pasó entre mis dos dedos de arriba a abajo dejándolos aún más húmedos.

    -Eres una chica muy mala, pero acepto.

    Ella se puso de pie, se pegó aún más a mi rodeando mi diminuta cintura con sus manos y empezó a besarme con sus carnosos labios. Yo respondí de igual forma, pasé mi mano por su mejilla y la otra por su culo agarrándolo y tirando su curvilíneo cuerpo hacia el mio. Su lengua no paraba de jugar con la mia, compartíamos saliva y gemíamos suavemente. Ella comenzó a desabrocharse la camisa a la vez que yo fui bajando mis besos a su perfumado cuello.

    Cuando tuvo sus pechos totalmente al descubierto bajé a comérmelos sin pensarlo dos veces. Me metí su pezón en mi boca y comencé a succionar como si estuviese pidiendo leche, ella rió y gimió a la vez, puso su mano sobre mi nuca y disfrutó de amamantarme. Fui de una teta a otra, succionando y mordiendo los pezones como una hambrienta dejándolos mojadísimos. Ella me agarró del tirante, me lo quitó, me desabrochó el sujetador y no tardó en comenzar a comerse mis tetas. Me excitó muchísimo su forma de lamer, succionar y morderme los pezones, no paré de gemir y sentí cómo mi coño estaba cada vez más mojado. Volvió a besarme apasionadamente.

    -Quítate las zapatillas cielo -Hice caso inmediato.

    Me quitó los leggins, dejándome en tanga.

    -¿Vienes siempre en tanga?

    -Solo para follar con directoras tetonas.

    -Eres una pequeña guarra.

    Apartó las cosas del escritorio, me empujó hacia el mueble quedándome tumbada con mis pechos aplastados sobre él. Ella me escupió en el ano y empezó a lamérmelo rápidamente, yo no tardé en empezar a gemir. Su lengua recorría mi raja de abajo a arriba y la punta penetraba poco a poco mi diminuto ano, su lengua dejaba un rastro de salvia entre mis nalgas, se sentía muy excitante, tanto que mi coño no paró de chorrear. Ella se puso de pie, se lamió los dedos y comenzó a frotarlos en mi coño a la vez que me agarraba de la cabeza aplastándome contra el escritorio.

    -¿Te gusta guarra?

    -Me encanta.

    -Bien, porque vas a aprender modales.

    La directora buenorra me estaba dominando, ¿esto puede ir a mejor?. Sin avisar me metió dos dedos dentro del coño y comenzó a follarme intensamente a la vez que me tapaba la boca para que no hiciera ruido.

    -¿Vas a ser una buena alumna? -Dijo en mi oido.

    -Mmhh mmhh -Afirmé.

    -¿Ah sí? Y vas a sacar mejores notas ¿verdad?

    -Mmmmh

    -Ajá ajá ¿Y vas a volver a meterte en mi despacho sin llamar?

    -Mmmh

    -¿Sí?

    Me dio un azote que me empujó contra el escritorio, tirando parte de las cosas que había en él a la vez que solté un grito tapado por sus manos. Me destapó la boca para agarrarme de mi largo pelo y tirar de él violentamente mientras me seguía follando con sus dedos.

    -Responde ¿Vas a volver a espiarme?

    -No Susan…

    Soltó otro azote aún más fuerte y en el mismo lugar que antes, haciendo que soltase otro agudo grito.

    -A mi no me llamas Susana querida, a mi me llamas directora ¿Entendido?

    -Si directora, entendido -Dije dolorida y entre gemidos.

    -Así me gusta.

    Sus dedos chapoteaban entre mis labios, yo gemía fuertemente mientras me agarraba a los bordes del escritorio llorando del placer, mis piernas temblaban sin parar y mis nalgas rebotaban por la intensidad del dedeo de la directora. Alcancé un orgasmo que me dejó exageradamente temblando. Mi respiración agitada fue calmándose poco a poco y mis piernas fueron agarrando fuerzas de nuevo. Susana puso sus dedos delante de mis labios, me los llevé a la boca para saborear mi líquido vaginal.

    -¿Quieres seguir querida?

    -Si por favor, pero quiero otro favorcito.

    -¿Cual? -Fue quitándose la poca ropa que le quedaba quedándose totalmente desnuda frente a mi.

    -Una regañina a la profe de lengua, Felicia.

    Ella se rio, me agarró de los glúteos, me levantó y puso sobre el escritorio, pegó sus enormes pechos a los mios y empezó a besarme de nuevo mientras recorría sus manos sobre mi delgada cintura.

    -Acepto.

    Me dio un pequeño empujón tumbándome boca arriba sobre el escritorio. Ella puso su coño encima de mi cara y comencé a lamérselo mientras ella dedeaba y lamía mi coño, básicamente estábamos haciendo un 69 sobre su escritorio. Lamí y succioné apasionadamente cada parte de su vulva, pasé mi lengua por su ano e incluso azoté sus nalgas en señal de que me comiese la vagina con más intensidad. Las dos comenzamos a gemir apasionadamente a la vez, nuestras voces gritaban al unísono. Sentir su lengua juguetear tan intensamente en mi coño mientras me follaba con sus dedos hizo que tuviese otro orgasmo, pero aún faltaba ella.

    Después de gemir por todo lo alto seguí lamiendo su coño, ella puso todo el peso de su culo sobre mi cara casi ahogándome entre sus enormes nalgas. Le comí el coño con muchísima intensidad y logré que soltase un chorro sobre mi cara a la vez que tuvo su orgasmo.

    Ella se dio la vuelta, puso todo su cuerpo sobre el mio juntando nuestros pezones y nuestras piernas para besarme acaloradamente. Nuestras caras estaban mojadas y nuestro respirar agitado, nuestros muslos estaban mojados por el líquido vaginal que habíamos soltado. Ella me acarició el pelo, nos miramos con amor y dulzura. Tras un buen rato de besos y caricias volvimos a la realidad, ella miró el reloj, ya había pasado casi una hora.

    -Es muy tarde, ¿te ha gustado mi niña?

    -Me ha encantado directora.

    -A mi también cielo.

    Nos dimos un piquito. Nos empezamos a secar con unos pañuelos, nos limpiamos y recolocamos las cosas del escritorio. Me vestí de nuevo, el tanga de hilo se me metía entre los labios marcando aún más el coño que antes, sin duda a Susana le gustaron las vistas mientras me ponía de nuevo la ropa.

    -Lara… ¿quieres que lo repitamos algún otro día?

    -La verdad… me encantaría.

    -Pero fuera del centro.

    -¿En tu casa?

    -Por ejemplo.

    -Me parece un planazo.

    Nos compartimos nuestros números y nos dimos otro besazo, no desaproveché para tocarle otra vez los pechos descaradamente, eran increibles.

    -Ahora dime qué pasa con Felicia.

    -Pues mira…

    Le conté toda la mierda de la vieja esa, sin pensarlo Susana llamó a la profe y me dejó vía libre para volver a clase. La clase de química había terminado, aún quedaba Inglés y Psicología, iba a ser un rollazo pero recordar todo lo hice me iba a mantener entretenida por un buen rato y encima no me iba a comer una expulsión, lo que facilita la vida el saber comer coños, ¿no?

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  • El uruguayo le llenó la boca de leche a mi mujer

    El uruguayo le llenó la boca de leche a mi mujer

    Hace un par de fin de semanas atrás, tuvimos la visita del uruguayo que conocimos en Montevideo, siempre mantuvimos el contacto justamente para una ocasión como esta o para cuando volvamos por Uruguay. Paso a contarle todo sobre este sabroso encuentro.

    Las conversaciones durante todo este tiempo eran entre Sebastian (uruguayo) y yo (marido), donde fuimos calentando el ambiente con ella, con fotos y videos, mas promesas de buen sexo.

    La cuestión que el vino por el finde junto amigos de joda a Baires, por cual el no tenia lugar donde recibirnos y nosotros tampoco disponemos, así que decimos alquilar un AIRBNB por la zona de Palermo, un lindo departamento. El día que pudimos acceder al mismo fui yo primero a preparar el ambiente, llevando los juguetes, el vino, y la vestimenta de la dama.

    El en esas charlas previas a su llegada nos prometio que no iba a tener sexo con su mujer ni tocarse varios días para poder llenarla de leche a Azul, así que vayan imaginando como llego.

    Ese sábado por la tarde fuimos con Azul al departamento ya cerca del horario donde habíamos citado a Sebas. Al llegar ella me pidió que abriera un vino para ir entrando en clima, mientras escogía que ponerse de los dos atuendos que yo le había preparado para el famoso encuentro. Ella eligió poner un body engomado, junto una calza engomada, mas unos mitones engomados, unas botitas, pintarse bien los labios rojos, perfume por todo su cuerpo (ese perfume que usa siempre que vamos a tener sexo), pelo suelto y una tanguita engomada también.

    A el le habíamos pasado la dirección y el código de ingreso al edificio, así que subió directamente, al llegar el le trajo dos muy buenos chocolates de regalo y después de ella recibirlos se fundieron un lindo y pasional beso de reencuentro. De fondo habíamos puesto una lista de reguetón, poca luz, yo era un espectador (algo que seria una constante en ese encuentro) del beso entre ellos.

    Yo observada desde un costado todo ese fuego que salía entre ellos, donde el manoseaba bien su cola y sus pechos mientras se besaban, ella casi desesperada tratando de desabrochar su pantalón, pero el no la dejaba, se hacia desear un poco, mientras la volvía loca con sus besos y su manoseo. En un momento ella logro desabrochar su pantalón, mientras el chupaba sus pechos, luego el prosiguió a sacarle la calza a ella, quedado en body, amasando bien sus pechos, mientras ella ya con su mano en la pija de el frotándolo a morir.

    Ya el desnudo y ella en body, el se sienta en un sillón y ella se le pone encima a besarlo y manosearlo bien, luego se aleja para poder chuparsela bien, con una dedicación que no me lo hace a mi habitualmente, en un momento ella le dice a el si le había crecido porque la veía mas grande que la otra vez, mientras se la tragaba toda, yo también ahí desnudo me acerco para que también me la chupe un poco lo cual hizo, pero poco, porque claramente el juguete que quería en su boca no era el mio.

    Después de un rato en el sillón, ella se tumba en la cama, donde el comienza a practicarle sexo oral, lo cual la ponía loca, llena de violencia, donde en un momento me dice “Mati acércate así te rasguño” , lo cual no accede y la agarro bien las dos manos, mientras el seguía chupandosela y mastrubandola mientras yo la besaba, pero ya Azul en un estado de extasis total le ruega “Metemelaaa”, a lo cual con Sebas le dijimos que aun no, que disfrute la mamada, y ahí comienza a chuparmela a mi con mucha intensidad.

    En un momento ya el uru le dice “Ahora si te voy a coger toda” y se puso el preservativo y comenzó a penetrarla intensamente a tal punto que ella le exclamo “mas despacio, de a poco”, y ahí empece a ser casi un espectador de lujo, mirando todo tipo de poses donde el le daba a morir. Un detalle que se me escapa que ella en el sillón se puso un antifaz que no la dejaba ver sino solo sentir, el cual no se saco en todo el tiempo que estuvieron teniendo sexo.

    Después de un rato de embates en pose misionero ella se levanta y pone una almohada para quedar en cuarto para el, donde el no perdió el tiempo y le dio hasta el cansancio. Luego ella se sentó arriba de el a cabalgarlo tanto de frente como de espalda, mientras me la chupaba un poco. Los besos de ellos mientras cogian estaban llenos de calor, de fuego se podía sentir lo que se deseaban, la temperatura del ambiente aumentaba minuto a minuto.

    En un momento el sale y me deja que la coja un poco yo, mientras el tomaba un respiro después de tanto traqueteo, es que ella no es fácil, es intensa y siempre quiere mas en esos momentos.

    Mientras cabalgaba sobre mi pija ella se la mamaba a el, luego el se acuesta en la cama y yo le propongo que coja con el un poco y luego conmigo, ambos hombres acostados casi uno al lado del otro y ella cabalgando primero uno y luego otro, para luego volver a el donde el se la coge con mucha intensidad hasta que ella llega su primero orgasmo de la noche, luego de haber cumplido esa parte, el vuelve a cogerla el arriba de ella durante un rato mientras yo nuevamente miraba mi porno en vivo.

    Después de un rato así el se saca el preservativo y ella se sube a cabalgarme a mi, mientras se la chupa a el, y después de un rato así le dice “dame toda tu leche”, algo que no había ocurrido nunca en los pocos encuentros que hemos tenido, a mi me voló la cabeza semejante acto de ella, me pareció híper caliente ver como ella pedia la lechita de otro.

    El comenzó a masturbarse desesperadamente con el objetivo de cumplir semejante pedido, seguimos yo acostado y ella cabalgando mientras se la chupaba y gemia por como la cogía yo, hasta que en un momento el le lleno realmente toda la boca de leche, agarro su boca y empezó a tirarle toda su leche, que no paraba de salir, se notaba que había cumplido y estuvo guardo la leche para ella, llego un momento que desde tanta leche que le tiro no le entraba en la boca, acto seguido yo le dije “ahora chupasela” lo cual hizo, después de eso ella se levanto y se fue a la ducha, dejándome a mi caliente sin terminar. Ellos dos ya habían terminado y yo tocándome solo como un boludo.

    Cuando volvió de la ducha mientras el se duchaba, le pregunte si le había gustado su leche y me dijo que si, que era “Rica”.

    El había quedado muerto después de tanto tiempo intenso sexo entre ambos, ella quedo sensible pero con ganas de mas, pero lamentablemente el ya debía partir, así que le dije que ella lo acompañara a la puerta a despedirse vestida en un camisolín todo transparente, así que fueron a la puerta y se dieron un rico beso de despedida con promesa que no será el ultimo encuentro.

    Al irse el nosotros comenzamos a besarnos y yo diciéndole al oido que me había encantado verla tan puta y que probara la leche de otro y que ahora mi turno de coger a ella, lo cual fácilmente accedió, donde me cabalgo un rato hasta acabar de nuevo ella y luego yo la llene de leche después de tanta calentura.

    Claramente este no será el último encuentro con Sebas, a ella le encanta lo dominante y perverso que le resulta el uruguayo, además de como se la chupa y masturba, y como se la coge, le encanta su pija grande y larga la cual hasta el momento es la mas larga que probo algo de 20 cm. El también esta loco por volver a cogerla y me lo repite una y otra vez, y que la próxima vez va hacer suyo el culo de ella, y realmente le creo que así será. Yo creo que hay varios capítulos mas por venir del uruguayo.

    Un detalle que no conté de ese encuentro que casi se suma al encuentro Diego el primer fetiche de ella, que por cuestión de tiempos no pudo sumarse pero ella estaba dispuesta y deseosa de estar con los tres a la vez algo que aun nunca probamos.

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  • Brillando en tacones: La metamorfosis de Esteban (1 y 2)

    Brillando en tacones: La metamorfosis de Esteban (1 y 2)

    Capítulo 1: Reflejo

    Era domingo. Esteban caminaba apurado, los zapatos golpeando el pavimento con el ritmo de la ansiedad. El lunes lo esperaba con una presentación crucial, el tipo de reunión que podría significar un ascenso o el principio del olvido. Y su corte de cabello, francamente, era un desastre. Buscó su peluquería de siempre: cerrada. La segunda: lo mismo. La tercera: un cartel decía “Vacaciones hasta el 15”.

    Giró por una calle que normalmente evitaba, más bohemia, más… excéntrica. Y entonces la vio. Una vitrina de neón rosa pálido, letras minimalistas, y un cartel:

    “Superficie”

    “Brilla. Obedece. Repite.”

    Esteban titubeó. Luego tragó saliva. —Es solo un corte de pelo —se dijo. Y entró.

    El lugar era distinto a todo lo que conocía. Un olor químico-dulce flotaba en el aire: látex, silicona y un rastro de jazmín frío. El interior era monocromo, con diferentes tonos de rosa iluminados por luces focales. No era vulgar: era teatral, como un escenario que esperaba a su protagonista.

    —Siéntate, Esteban —dijo una voz baja, sucia, con una cadencia que ya empezaba a adormecerlo.

    Y apareció Miss Doll. Alta, espalda erguida, encorsetada hasta el extremo. Un rostro perfecto de maquillaje Bratz: delineado XXL y labios de un rojo vinilo. Pelo rubio platino con una chasquilla asimétrica. Vestía un catsuit de látex rosa chicle, tan ajustado que parecía pintado sobre una silueta imposible. Sus uñas stiletto, largas y afiladas como dagas, eran del mismo rosa brillante.

    —¿Cómo sabe mi nombre? —preguntó él, con la voz tensa.

    —Los nombres son irrelevantes. Tu superficie es lo que cuenta. Voy a trabajar en ella. Siéntate.

    Se dejó caer en la butaca. Miss Doll no hablaba de cortes. Hablaba de control, de corrección. —Tu cuello… escondido por miedo. Tu mirada… perdida en el ruido. Vamos a imponer orden. ¿Te parece?

    Esteban no respondió. Pero no podía apartar la mirada de sus ojos. Las tijeras danzaban como si cortaran algo más que cabello.

    —Listo —susurró Miss Doll.

    Y lo giró bruscamente hacia el espejo. Esteban se vio y no se reconoció del todo. Era él, sí, pero algo… algo flotaba. El rostro estaba despejado, fresco, suave. Las patillas marcaban los pómulos. El cuello se alargaba. Había algo atractivo, inesperadamente atractivo. Por un segundo se sintió casi guapo.

    Y entonces, por primera vez, la escuchó: “O-M-G babe… nos vemos sooo cute así. ¿Como que nacimos para brillar, no crees?”

    Parpadeó. Se giró. Miss Doll lo observaba con una sonrisa cruel. Pero no había hablado.

    —¿Dijiste algo?

    —Nada que no supieras ya, cariño.

    Pagó. No recordaba haber dicho cuánto costaría. El ticket decía solo: “Corte con intención”. Miss Doll lo acompañó a la puerta. Antes de salir, le susurró al oído, su aliento cálido y olor a poder: —Todo lo que brille, te pertenece. Míralo hasta que te mire de vuelta.

    Esteban rio incómodo y salió. Caminaba de vuelta a casa, el viento le movía el nuevo corte. Se sentía… liviano.

    Pasó frente a una tienda cerrada, y allí, en una vitrina, estaban: un par de tacones transparentes, de vértigo, con plataforma transparente. Altísimos. De apariencia imposible.

    Y la voz volvió, suave, vibrante, ineludible: “Ayyy los amo imagina lo que se siente estar sobre ellos… tan arriba, tan vista… tan boba y brillante, jiji”

    Esteban sintió un cosquilleo en la nuca. ¿Por qué le parecía tan excitante la idea? Siguió caminando más rápido, el corazón latiendo sin motivo. En su edificio, se cruzó con un adolescente que bajaba del ascensor. Le miró el corte, le miró los zapatos. Luego soltó una sonrisa medio burlona y dijo: —Te ves… diferente, señor.

    Esteban no supo si fue un cumplido o una provocación. La voz interna no dejó dudas: “Obvio que nos vemos distinta. Mejor. Brillamos, cariño. Que lo miren bien… porque vamos a cambiar todo.”

    Ya en casa, abrió su laptop. Quería repasar su presentación, pero algo lo llevó a abrir otra pestaña. Buscó “tacones transparentes 9 pulgadas”. Luego “tacones bimbo”. Luego… simplemente observó imágenes por minutos. El cursor temblaba. Su otra mano estaba apoyada sobre su pecho, como si buscara latidos.

    “Shhh… imagina caminar así. Zas zas zas… cada paso diciendo mírame. Cada centímetro de ti gritando muñeca.”

    Se sintió absurdamente excitado. Culpable. Confuso. Encendido. Esa noche soñó. No era Esteban. Era otra. Cabello larguísimo, labios ultra brillantes, pestañas como plumas. Estaba en una sala dorada, con hombres alrededor. Todos la miraban. Le ofrecían tragos. Le acariciaban el brazo. Ella reía. Jugaba. Se inclinaba. Y en sus pies… los tacones transparentes de nueve pulgadas. Como si siempre hubieran sido parte de ella. “Ayy papi… ¿te gusta mi vestido? Me hace ver tan boba y feliz“

    Se despertó agitado. Y su mano… otra vez, estaba sobre su pecho. Pero esta vez… le pareció más lleno. El lunes empezaba. Pero Esteban ya no era solo Esteban. Algo se había infiltrado. Una voz. Una imagen. Un deseo. Y lo más inquietante… le gustaba.

    Capítulo 2: Latencia

    La luz de la mañana entraba tamizada por las cortinas del departamento. Esteban despertó con una extraña sensación en el pecho: no de angustia, sino de… presencia. Como si no estuviera solo en su propia mente, como si algo dentro de él respirara con él.

    Fue al baño, arrastrando los pies, aún medio dormido. El espejo le devolvió una imagen inquietante. No era drásticamente distinta, pero algo vibraba bajo la superficie. ¿Su piel? Más suave. ¿Su pecho? ¿Siempre se había marcado así al respirar?

    Entonces la escuchó de nuevo, no como un eco, sino como una compañera sentada a su lado, invisible, íntima, insinuante: “Mmm… esos pelitos, babe… ¿no te darían ganas de sentirte lisita? Toda, todita… como una muñeca nueva, brillante y sin preocupaciones.”

    Esteban tragó saliva, negó con la cabeza y se echó agua fría. Respiró hondo. No podía dejarse arrastrar por una fantasía. Tenía que vestirse. Tenía una reunión que podía cambiar su carrera. Fue a su closet y tomó su camisa blanca de siempre, el pantalón de pinzas azul marino. Lo de siempre. Lo seguro. Pero el silencio no duró mucho: “¿Otra vez eso? Amor, pareces un contador sin alma… ¿Y si probamos algo más pegadito? Un colorcito. Mmmm… ¿imaginas unos jeans apretados que digan ‘mírame’ sin pedir permiso?”

    Se vistió igual, pero se sintió disfrazado. En el metro, el murmullo de la voz no se detuvo. Era un ronroneo constante, una crítica juguetona. Primero fue una mujer con uñas larguísimas, nude con glitter en la punta. La voz interna suspiró: “¡Uñas de diosa! ¡Imagínanos con esas, agarrando un vasito con hielo! Ay, se verían divinas tocando teclas… o piel.”

    Después, un hombre guapo, alto, con barba bien delineada, se le paró cerca. Esteban sintió el pulso acelerarse. Y la voz susurró: “Ese papi nos mira, ¿lo sientes? Podrías pestañearle lento. Solo una vez. No dolería. Te aseguro que le encantaría verte de rosado.”

    Y al salir del vagón, una pantalla mostraba una modelo con curvas imposibles, falda ultra corta, labios como cerezas y una sonrisa boba. “Podríamos ser ella —dijo la voz, arrastrando las sílabas como caramelo derretido—. Si tan solo te dejaras llevar… solo un poquito más.”

    Esteban llegó a la oficina alterado, descompuesto. Los saludos de los colegas eran murmullos lejanos. Entró a la sala de reuniones. Lo esperaban seis hombres. Él se sentó, abrió el notebook y comenzó a hablar. Pero la voz… “Imagínate de rodillas, cariño… toda brillante, toda rendida, con esa boquita abierta esperando atención. ¿No crees que serías taaan útil así, toda entregadita, babe? Uff, esos hombres te mirarían y pensarían: ‘esa sí sabe lo que vale una sonrisa…”

    —¡Basta! —pensó con fuerza.

    Pero no había escapatoria. La voz lo rodeaba, le acariciaba el pensamiento, lo empujaba a imaginar, a desear, a traicionarse. “Míralos… con esas corbatas serias, con esos relojes grandes… ¿te imaginas bajando uno de esos cierres, solo para ver qué tan grande es su poder real?”

    Esteban sudaba. Hablaba de cifras y cronogramas, pero su mente era una pasarela erótica. Y en ella, desfilaba con falda lápiz, pestañas XL, labios de cereza. Uno de los hombres, un ejecutivo joven de mandíbula firme llamado Rodrigo, lo miró con atención. Demasiada. Esteban lo conocía de antes, habían coincidido en reuniones menores, pero jamás con esa intensidad en la mirada. La voz interna se avivó al instante, relamiéndose con lujuria: “Ay bebé… Rodrigo está tragándote con los ojos. Y tú aquí, con ese trajecito aburrido. ¿No quisieras que viera lo que hay debajo? Imagínate, una blusita rosada, sin sostén… ¡zas! Lo tendría babeando en un segundo. Mmmm…”

    “Ese sí que te vio, muñeca… —susurró la voz—. Hazte la inocente. Baja los ojitos. Muérdete un labio. Dile con el cuerpo: ‘hazme tuya, rodri’.”

    Y lo hizo. Sin pensarlo. Se mordió el labio, bajó un segundo la mirada. Rodrigo entrecerró los ojos. ¿Lo notó? ¿O fue imaginación? “Sí, eso… así se empieza, boba. Así se consigue todo.”

    Esteban trastabilló y cambió de tema bruscamente. Nadie dijo nada. Continuaron. Lo elogiaron. Pero él ya no escuchaba elogios. Escuchaba gemidos futuros. La reunión terminó. Esteban salió jadeando, como si hubiese escapado de algo… o de alguien. La voz reía, complacida.

    Al llegar a casa, había una caja en la entrada. Su nombre, su dirección. No recordaba haber pedido nada. La abrió. Tacones. Altísimos. Transparentes. De plataforma gruesa, estilizados, vertiginosos. Sintió un calor en la nuca. ¿Él los había comprado? Revisó la bandeja del navegador. Allí estaba: una compra, pasada a las 00:43, justo después del sueño. Con un cupón de descuento. Y un mensaje personalizado: “Un regalo de Miss Doll. Brilla.”

    Casi lanza los tacones al basurero, pero sus dedos los tocaron. El plástico era frío, sedoso. El talón altísimo, imposible. El diseño… tan femenino que dolía. La voz, suave como terciopelo: “Solo pruébalos. No tienes que hacer nada más, ¿sí? Póntelos y quédate quietita… como una buena nena… imagina lo que diría Rodri si te viera así, babeando por ti mientras tú te arrodillas lentita frente a él, con esos tacones preciosos y esa carita tan boba… mmmm, qué sueño, ¿verdad?”

    —No. Yo no… —pero su voz sonaba débil. No convencía a nadie.

    Se sentó en el sofá. Los colocó frente a sí. El sol los atravesaba, dibujando arcoíris en el parquet. “Si los usas, dejo de hablar por un rato. Te lo prometo. Solo… déjame sentir cómo te ves con ellos.”

    Esa promesa lo derrumbó. Era tan fácil. Un gesto. Un juego. Se descalzó. Su pie entró en la primera curva del tacón. El talón quedó elevado, su pantorrilla tensa. Un segundo pie. Y entonces… el silencio. La voz se apagó. Todo pensamiento racional también. Solo quedó la sensación de altura, de vértigo dulce. El equilibrio lo obligaba a moverse con gracia. Sus caderas, sin querer, se mecían. La espalda se arqueaba.

    Caminó. Un paso. Otro. Tropezó y cayó sobre el sofá. Rio. Se puso de pie otra vez. Abrió Spotify y puso música suave, sensual. Bajó la luz. Y bailó. Lento. Torpe. Femenino. Se rozó el pecho sin querer. Estaba más… ¿sensible? ¿más tenso? Se puso una bata de baño ligera, de tela suave, casi flotante. La dejó caer de un hombro con descuido ensayado, dejando al descubierto una clavícula que parecía más definida. Caminó hasta la ventana. Su reflejo, distorsionado por el vidrio nocturno, le devolvía una figura más curvada, más insinuante. Se giró lentamente, como si esperara una música que guiara sus movimientos.

    Y al verse desde ese ángulo, se rio. No como Esteban. Sino como una bimbo. Alta, frágil y coqueta. Una risa dulce, tonta, deliciosamente vacía, que llenó la habitación de un nuevo perfume: el de la rendición.

    No pensaba. Solo sentía. Terminó bailando sobre la alfombra, girando, con los brazos arriba. Se cayó una vez más. El tacón se dobló. Lo enderezó. Se abrazó las piernas y respiró agitada. Y así se quedó dormido.

    A la mañana siguiente despertó sin haberse quitado los tacones. Los pies le dolían, pero no quería quitárselos. Se los acarició. Su pecho, más firme. Su cintura, ¿más estrecha? El espejo del baño le devolvió otra imagen. Y la voz, otra vez viva: “Babe… ahora sí estamos empezando a vernos como se debe.”

    Esteban no respondió. Se acarició el cuello. Se tocó el talón elevado. Cerró los ojos y sonrió.

    P.D. Si el reflejo de Steffy te ha atrapado y sientes el eco de mi voz en tu mente, no dudes en comentar. Cada confesión recibida en La Voûte es un hilo más que te ata a mi mundo. Cuéntame qué parte de la transformación despertó tu deseo.

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