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  • Una de mis mejores noches de placer (2)

    Una de mis mejores noches de placer (2)

    Como les contaba en la primera parte de este relato, ya estaba yo acostada en medio de la cama y mis dos clientes se acostaron uno a cada lado mío, ya estaban desnudos y yo muy excitada.

    Nunca le había bailado de esa forma a nadie y exhibir mi cuerpo me causó tremenda calentura, así que cerré mis ojos y con ese frío en mis entrañas y mi rajita bien mojada, sentí como mis clientes me besaban las orejas hasta parecía que se habían puesto de acuerdo en cómo acariciarme.

    Cada uno con sus manos recorrían mi cuerpo empezando por mis bubis, fui sintiendo como mis pezonsitos se me iban erectando con el roce de sus manos y su respiración en mis orejas muy agitada, luego fueron bajando al mismo tiempo sus manos a mi vientre, mi raja, mis muslos y me abrieron las piernas uno para cada lado.

    No resistía tanta calentura y por la pose en que ellos estaban acomodados, puse mis manos en sus vergas al mismo tiempo, la que tenía en mi mano izquierda era chica, pero muy gorda y la que tenía en mi mano derecha era muy grande y de grosor regular, pero muy arqueada hacia su ombligo.

    Luego ellos bajaron sus bocas a mis pezones y me los mordisqueaban muy suave, luego me pidieron que me volteara boca abajo y ya así, me acariciaron la espalda y las nalgas, cada quien la nalga que les tocaba, yo no podía hacer nada más que dejarlos que me siguieran acariciando.

    Estaba ya super caliente, entonces uno de ellos me preguntó que quien quería yo que me cogiera primero, y sin abrir mis ojos les dije que el que tuviera la verga más chica, pero que se pusieran el preservativo.

    Entonces se paró uno de ellos y se acomodó en la orilla de la cama, mientras el escogido se puso el condón, me tomó de la cintura y me levantó quedando a cuatro patas, con sus manos empezó a acariciarme la espalda baja, las nalgas y me abrió las nalgas, puso la punta de su verga en la entrada de mi rajita y me fue penetrando despacio, cuando me la metió, sentí como se me abrió mi rajita, y me fue llenando bien rico.

    Entonces el otro cliente se puso frente a mí y se acostó debajo quedando su cara frente a mis bubis, me besaba los pezones pasando su lengua primero y luego dándome unas mordidillas muy ricas, aproveché su postura y con mis manos tomé su verga y empecé a masturbarlo muy despacito, mientras mi vagina era bombeada ya más rápido.

    Eran increíbles las sensaciones que estaba sintiendo, tanto en la raja como en los pezones, y el que me estaba cogiendo, me decía, “ay chiquitita, que sabrosa tienes la panocha, que nalgas tan ricas y son mías, todas mías”, me las apretaba y no tardamos en venirnos los dos riquísimo.

    Cuando acabó de venirse, le dijo a su amigo, “te toca a ti comerte esta colita tan sabrosa”, entonces se retiró de mí y al que le estaba acariciando la verga se acomodó detrás de mí y me empezó a penetrar.

    Mi vagina no sintió más grosor que la verga anterior, era un poco más delgada, pero si muy larga, con sus manos en mi cintura me bombeaba con su pitote, me sentía feliz, estaba comiéndome la tercera verga esa misma noche.

    Cuando sentí que me metió toda la verga, no pude contener un gemido de placer, me había penetrado hasta donde a mí me encanta, me tocó mi punto g, por lo arqueada que tenía la verga, unas bombeadas más y tocándome ese punto, tuve mi primer orgasmo, pero él no paró de bombearme.

    Cada vez me lo metía y sacaba más rápido, “cómetela toda piruja”, y me la metió toda de un jalón, y se detuvo con toda su vergota dentro de mi raja, eso me causó mucho placer ya que su verga quedó justo en mi punto y yo me moví en círculos para disfrutar los toquidos que me provocaban esos movimientos en mi punto, “sigue cogiéndome, dame más verga” le dije.

    Entonces él continuó penetrándome hasta que se vino.

    —Bueno —les dije— se acabó su tiempo.

    Fui a ducharme, me arreglé y salí del hotel, “adiós puta, me dijeron, que rico te cogimos”.

    Ya eran casi las cuatro de la mañana y solo entré al putero para cobrar mis comisiones y salí a tomar mi taxi, me llevó a la casa y entré.

    Iba de cierta forma nerviosa pues no sabía cómo me recibiría mi marido, cuando entré a la sala, mi marido estaba viendo videos porno y bebiendo.

    —Hola —le dije— ya estoy aquí.

    —¿Cómo te fue mi amor?

    Por la forma en que me lo preguntó sentí que no estaba molesto, entonces me senté junto a él y serví mi vaso con vino, lo bebi casi de un solo trago y le dije a mi marido todo lo que había pasado, a donde fui, lo que hice y como me cogieron, pero nunca le dije que yo ya me había ido de puta a ese mismo putero, esperaba que se molestara, pero pasó lo contrario, se excitó tanto que casi me arranca la ropa y me dio tremenda cogida en el sofá. me cogió todo el fin de semana, y yo quedé muy rosada de mi rajita, pero feliz.

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  • Esa noche el jefe fui yo

    Esa noche el jefe fui yo

    Al llegar al pasillo donde estaba tu habitación me doy cuenta que tu puerta se encuentra entornada. A los ojos de la gente podría parecer cerrada, pero cuando toqué levemente la puerta y cedió corroboré lo que ya pensaba.

    No sé el motivo de que tu habitación estuviese abierta, lo único que recuerdo es que entré con mucho miedo. No sabía si tú estabas dentro o habías salido para volver en seguida. Cerré la puerta detrás de mí. Eras compañera de trabajo, y además estabas casada, aquello no tenía lógica ninguna.

    Si me pillabas allí dentro pocas excusas podría haberte dado, pero llevaba tanto tiempo deseándote… sé que para ti yo prácticamente no existía. Era el “niño” de la empresa. Con tus 37 años tan bien llevados no prestabas atención a un pobre crío de 24, pero me volvías loco.

    Cada día te veía aparecer, vestida tan sensual, con esas faldas que tan bien se te ajustaban al cuerpo, con esas camisas de botones que dios sabe cuántas veces habré mirado intentando descubrir la visión del sujetador a través de tu generoso escote…

    Por eso me pareció un sueño cuando nos enviaron a los dos como representantes de la empresa a Argentina. Era una convención, nada aparentemente excitante. Más bien aburrido y tedioso. Pero para mí era como un sueño poder compartir contigo esos 4 días…

    Después de dar 3 pasos por la habitación me di cuenta de que el agua de la ducha estaba abierta… el corazón me latía tan fuerte que lo notaba en la boca. Me descalcé para hacer el mínimo ruido posible y me acerqué hasta el baño. Estabas cantando alguna canción de Azúcar Moreno o eso parecía. Pude ver tu cuerpo de espaldas a través de la mampara de la ducha. Qué culazo tenías, qué caderas, qué espalda tan bien formada… no podía creer lo que veían mis ojos.

    Quería salir de allí, sabía que si te dabas la vuelta me ibas a pillar, y conociendo el peso que tenías en la empresa, mi despido sería casi seguro… pero estaba hipnotizado, como ausente, alguna fuerza extraña me empujaba más allá de mi raciocinio… sin darme cuenta comencé a quitarme la ropa. Algo en mi cabeza me decía que aquello era una locura, que debía parar… pero era imposible, te deseaba tanto…

    Cuando estuve totalmente desnudo me di cuenta de la erección que llevaba. Mis 21 centímetros de polla estaban en todo su esplendor, y el capullo parecía preparado para cumplir su función… me miré en el espejo. Obviamente no tenía mal cuerpo, las horas de tenis y spinning habían modelado un cuerpo bastante bonito, y mis 183 cm de altura lucían bastante bien. Además de esa polla… sé que mi polla siempre ha gustado. Mi ex se volvía loca por ella, no sólo por su tamaño, sino, sobre todo, según ella, por el grosor… y la verdad es que viéndola así debía reconocer que la tenía gorda.

    Todo eso me envalentonó, así que me fui hacia la mampara con más confianza. Sabía que la torta que me podía llevar era histórica, pero ya nada me paraba, mis deseos de poseerte, de follarte, de hacerte mía aunque sólo fuera esa vez me empujaban…

    Así llegó el momento de rodar la mampara. Tú ibas por el “one, two, three, ¡caramba!”… para dársete mal el inglés como decías en la empresa, esas tres palabras las pronunciabas muy bien…

    Cuando puse la mano en el tirador sabía que ya no había marcha atrás…

    Rodé la mampara protegido, momentáneamente, por el hecho de que te encontrabas de espaldas. Pero en breve te giraste. Tu cara era de sorpresa, tu boca reflejaba un grito milagrosamente ahogado, pero yo no estaba dispuesto a retroceder…

    No sé cómo, pero logré calmarte, sin decirte una sola palabra. Intuyo que mi mirada de seguridad te indicó que no había más remedio que lo que iba a suceder…

    Alargué mi mano, logré tocar tu cintura. Creí que me iba a desmayar. Tú te dejabas hacer, mitad excitada, mitad anulada por la sorpresa. Aproveché esa situación y seguí acariciándote, loco de excitación. Pasé mis manos por tu cintura, por tu abdomen, seguí subiendo hasta que rocé con mis dedos la parte baja de uno de tus pechos… Te miré para hacerte entender lo que iba a hacer a continuación. Sin miedo, te sobé un pecho.

    Creo que mi descaro te sorprendió mucho. Me encantó notar como tus pezones estaban durísimos. Eso me dio fuerza para comerte la boca como un desesperado. En un momento te estaba magreando las tetas descaradamente mientras te devoraba la boca. Al principio dejabas que mis labios hicieran el trabajo, pero poco a poco fuiste colaborando. Me volvió loco sentir como me correspondías el beso. Notar como abrías la boca para que mi lengua se colara en tu interior y se mezclaran ambas, luchando desesperadamente.

    Recuerdo que comenzaste acariciándome el pelo, para ir bajando por el cuello y la espalda… realmente estabas excitada. Al poco, tus manos ya abarcaban mi culo, te dejaba que hicieras con el lo que deseases… sabía que te estaba encantando notarlo duro. Yo hice lo mismo. Llevé mis manos a tu culo y comencé a manoseártelo, acariciando con un dedo tu ano… Sin mediar palabra alguna te di la vuelta. Creo que intentaste decir algo, pero por primera vez en nuestra relación, era yo el que llevaba las riendas.

    Te pegué contra la pared y tu espalda y tu culo quedó a mi merced. Aproveché para besarte el cuello, y poco a poco ir bajando por la espalda. Mis manos abarcaron tus tetas desde atrás. Eran unos pechos increíbles, grandes, duros y perfectamente colocadas pese a una edad que ya podía hacer pensar otra cosa.

    Me encantaba tenerte tan entregada, tan sumisa. Eras la mujer que más miedo inspiraba en la oficina. Controlabas todo y te sabías por encima del resto. Y en ese momento te estaba manoseando las tetas a mi antojo. Te estaba mordiendo el culo, con esa piel perfecta que tenías. Poco después mi lengua comenzó a jugar con tu agujerito, y noté como aquello te volvía loca…

    Yo estaba de rodillas en la ducha, y una de mis manos logró abrirse paso entre tus piernas… Era una delicia sentir el calor de tu coño en mi mano. No me detuve para acariciártelo como si fuera tu marido, despacio y con tacto. Eras mi puta y quería que lo supieras… Te lo acaricié bruscamente, notaba tu clítoris hinchado, y en ese momento metí dos dedos en tu interior. Creo que por el saltito y el gemido no te lo esperabas… comenzaste a gemir cada vez más fuerte, tu respiración se iba acelerando y yo no tenía intención de que aquello terminara pronto.

    Te volví a dar la vuelta, bruscamente de nuevo. Te lamía los muslos, iba subiendo haciéndome de rogar. No quería llegar rápidamente a tu coño. Lamí tus ingles. Para ese entonces ya estabas totalmente entregada. Eras una autentica puta, cachonda y dominada por un niñato.

    Por fin lamí tus labios mayores. Me agarrabas del pelo, me movías la cabeza buscando el mayor placer. Mis dedos volvieron a introducirse y comenzaron a buscar tu punto G. fue obvio que lo encontraron pronto porque de repente parecías poseída, te movías bruscamente, gemías, decías cosas que no podía entender, y sentí que te ibas a correr. Seguí con mi boca en tu clítoris y mis dedos dentro hasta que con varios espasmos te llegó un orgasmo increíble. Te temblaban tanto las piernas que te fue muy difícil mantenerte de pie…

    Yo no quería esperar más para follarte como un animal… llevaba tanto tiempo esperándolo… Me levanté y te miré directamente a los ojos. No te hizo falta más para entender qué quería: te arrodillaste y comenzaste a chuparme la polla. He de reconocer que se notaba que eras una experta… estaba siendo la mejor mamada de mi vida, y tus labios eran perfectos, pero si seguías temía acabar ahí. Así que te pedí que subieras. Sin decirte nada, fuiste tu misma esta vez la q se dio la vuelta. Apoyando tus manos en la pared me ofreciste todo tu culo.

    Yo no dudé mucho y la punta de mi polla buscó la entrada de tu coño. De un solo golpe estaba dentro. Aquello era increíble. Entre el agua que nos caía por todos lados y el calor de tu coño sentí que me moría. Empezamos a follar como perros. Cada vez iba más rápido, y cada vez tú me pedías que te diera más duro, que eras mi puta, que querías que te partiera en dos. Te aplasté contra la pared de la ducha y seguí fallándote a lo bestia. Te tiraba del pelo, te mordía el cuello, te agarraba fuertemente las tetas… te estaba follando como hacía mucho que no lo hacían…

    Como mismo te la metí, la volví a sacar. Cuando te día la vuelta tu cara parecía que buscaba explicaciones de por qué había dejado de metértela. Estabas salidísima y no querías que parara. En ese momento te subí una pierna y tú te enroscaste en mi espalda. Estaba cargando todo tu peso, estabas agarrada a mí y gemías como una loca, a punto de correrte una vez más. Yo también sentía que me estaba a punto de correr…

    Decías que te ibas a morir, que te siguiese follando así, que te ibas a correr, que eras mi puta, que no parara por favor… y yo no te hice esperar. Cada vez estaba más encendido, más excitado. Te dije que me iba a correr, que lo iba a hacer a pelo dentro de ella. Aquello acabó de encenderla. Me dijo que sí, que me corriera dentro de ella, que lo hiciera ya… en esos momentos sus gritos eran audibles probablemente en todo el hotel… y entonces me corrí, clavándosela hasta el fondo, golpeando su espalda contra la pared, diciéndole que era una puta, que adoraba fallármela así, que me la iba a follar siempre que quisiera… ella, entre gemidos me decía que sí, que era mi esclava, que no lo durara…

    Terminamos de ducharnos juntos, esta vez sí, casi como enamorados… entre risas, besos y caricias. Esta fue la primera vez en este viaje, pero aún quedaban algunos encuentros más. Era una mujer casada, pero a partir de ese día se comportó como una adolescente… estaba loca y era muy ardiente, por lo que acabamos haciendo mil locuras en ese viaje…

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  • Los cuerpos se encontraron en la ducha

    Los cuerpos se encontraron en la ducha

    Los encuentros se siguieron repitiendo, cada vez eran más ricos, esta vez fue en la ducha. Mientras él se afeitaba el rostro, ella entró a la ducha, de manera insinuante… él le siguió el juego y a los pocos minutos fue tras ella. El agua jabonosa en los cuerpos desnudos hacía que las manos se deslizaran más fácil. El agua corría por sus cuerpos, los besos se hacían presentes. Su lengua comenzó a recorrer el cuerpo de su chica, lengua, chupadas de cuello, mordiscos suaves, bajó sus manos apretándole las nalgas.

    Ella se puso de espaldas a él, mientras el tocaba sus senos, ella con las manos hacia atrás lo iba masturbando, la inclinó hacia la pared, teniéndola toda para él desde atrás, agachándose y comenzando a degustarla toda, haciendo maravillas con su lengua, llevándola a un punto de placer donde el sintiera todo en su boca, eso, le fascinaba.

    Decide ponerse de pie de nuevo. Ahora esta vez, era su chica quien se agachaba. A introducir ese rico pene en su boca, él sabía que a ella le gustaba, la tomaba por el cabello, sosteniéndola, para que por algunos segundos ella no la tuviera en su boca, provocándola más aún. La hacía sentirla toda en su boca. Una y otra vez.

    Ella sube la mirada y le dice “métemela” el obedece… la vuelve a poner de espaldas, metiéndola completa y ella le pedía más…. sus manos tocaban y apretaban los senos de su chica. Mordiéndole la espalda, brazos. Bajando sus manos masturbándola mientras la penetra. Quiero que me la chupes de nuevo, dijo el, ella accedió, le encantaba sentir el placer de su chico. Chupando y acariciando un rato más. El decide seguirla penetrando. Pero saliéndose del baño así mojados, colocando a su chica en 4 en la cama y dándole otra dosis más de placer y penetración.

    Ella le pedía que lo siguiera haciendo, él le daba duro con pasión, le agarraba los senos, cuando ella sintió que ya él no podía más se acercó a masturbarlo y dejando que él le echara en su pecho aquel semen caliente, se siguieron besando rico por un rato, recuperando energías para el nuevo encuentro.

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  • El atrevido camarero del hotel

    El atrevido camarero del hotel

    La ciudad de México me ha recibido siempre con calidez. Es el lugar en el mundo donde más feliz he sido y la segunda ciudad donde mejor me han cogido (ya les contaré de la primera de mi ranking jaja)… Esto que les voy a contar sucedió en mi cuarta o quinta visita.

    Siempre me ha gustado esa sensación de poder que da la belleza. Y en Ciudad de México, ellos que son tan machotes y galanteadores profesionales, siempre me lo han hecho sentir así. Los hombres, sin ningún reparo me miran en la calle como sacándome una radiografía. Te desnudan con los ojos en todo momento. Y eso me hace sentir deseada, poderosa y húmeda, obvio.

    Esa vez hice el check-in en un hotel de cadena americana ubicado cerca de la Alameda Central. Me asignaron una hermosa habitación en el noveno piso, con un gran ventanal que, en un día despejado de esos tan escasos en DF, me ofrecía una magnifica vista de la ciudad y los volcanes de fondo.

    Era ya casi de noche y estaba cansada por el largo viaje, así que decidí no salir a cenar y pedir una comida ligera en el hotel. Llamé al comer y pedí un sándwich y una cerveza. Mientras tanto me preparé para meterme en la ducha. Me desnudé y me puse la bata que el hotel ofrecía para tal fin y como no quería que nadie interrumpiera mi baño caliente y reparador, donde además pensaba masturbarme un rato porque llevaba casi 24 horas sin hacerlo, preferí esperar a que llegara la cena.

    Efectivamente, ni diez minutos más tarde golpearon la puerta. Abro y era el camarero con una gran bandeja. Traía un sándwich de proporciones, unos platitos con algunas botanas de cortesía y un porrón de cerveza Corona.

    “Buenas noches, señora”

    “Buenas noches, por favor, deja la bandeja sobre aquella mesa. Gracias”

    El tipo me quedó mirando embobado. Mi cuerpo envuelto en la bata de baño le presagiaba que no llevaba nada debajo de ella.

    “¿Usted es argentina?”

    “Si, así es”

    “Me encantan las argentinas, son siempre tan hermosas.”

    Me pareció un poco desubicado el comentario, pero en el fondo se sintió bien.

    “Gracias, ¿esto te lo pago ahora a vos? ¿o lo cargas a mi habitación?”

    “Me lo paga a mí, son $ 90”

    Busco mi billetera para pagarle.

    “No la había visto por el hotel. Mi nombre es Bartolo”

    “Es que acabo de llegar, Bartolo, mucho gusto” (Se acercó a mí y me saludó con un abrazo un poco manoseado para mi gusto y completamente desubicado en alguien de su posición).

    Lo miré como diciendo “¿qué onda?” pero la realidad es que no me molestaba la presencia de ese hombre ahí y muchísimo menos me molestaba la erección que noté contra mi cuerpo cuando me abrazó.

    Le pago, me da el cambio, guardo la billetera y el tipo ahí. No se iba.

    “¿Se va a quedar muchos días?”

    “Dos semanas aproximadamente… y ahora si no te importa, fue un vuelo larguísimo y desearía darme una ducha.”

    “No me puedo ir ahora” me dice y me señala su bulto creciente. “No podría ni dar un paso, no sabe cómo estoy”

    “Bueno, ¿y que hacemos? o sea, no te podes quedar acá, eventualmente vas a tener que volver a tu trabajo… ¿qué hacemos para solucionar tu “problemita”?

    “Esteee… se me ocurren algunas cosas”

    “Decime una…”

    Sin decir nada, tomo una silla y la colocó frente a un espejo de cuerpo entero que había en la pared.

    “Si usted se sienta ahí, se abre la bata y se mira la vagina en el espejo, yo me masturbo con esa imagen y soluciono mi problema. No le pido mucho, regáleme esa imagen, güerita”

    La calentura que me provocó la desfachatez de ese tipo, no se las puedo contar. Un calor me empezó a subir desde la entrepierna inundando mis entrañas y haciendo fluir más rápido mi sangre.

    Debería haber mandado a ese fresco a la mierda, pero la verdad es que tenía muchas ganas de hacer lo que me decía así que lo invité a sentarse en la posición que mejor espectáculo le ofreciera, me senté en la silla, desabroché mi bata y la abrí levemente. Una de mis grandes tetas se asomó con su pezón rosado, redondo y erecto. Me acomodé, abrí las piernas y miré el espejo. Mi conchita depilada era realmente un espectáculo excitante.

    “Ahh como me gustan esas cositas depiladas, que ganas de recorrerla con mi lengua que me dan”

    Él también se acomodó y sacando fuera de sus pantalones un terrible pijón moreno y coloradote por tanta presión, se dispuso a hacerse la paja de su vida.

    Empecé con un dedo rozando mi clítoris, luego con dos recorriendo la extensión de que va desde el clítoris al ano. Abría mis labios vaginales y los miraba deleitada. Ya estaba mojada y parecía pedir a gritos satisfacción. La sentía caliente, palpitante y dolía un poquito. Ese dulce dolorcito que da la excitación antes de ser aliviada. Comencé a girar mis dedos en redondo sobre mi clítoris, suave pero firmemente y Bartolo empezó a pajearse a lo loco.

    “¿Te gusta así, Bartolo? ¿Así? ¿o que querés? pedime, pedime lo que quieras que haga”

    “Me encanta, siga tocándose así y con la otra mano métase los dedos”

    “¿Así?”

    “siii así, que ricooo, no puedo más, ¡me vuelvo loco! Levántese y súbase arrodillada a la silla, con el culo frente al espejo… Así… muy bien… que putona obediente… abrace las nalgas que quiero verla bien… ay por favor, dios, es un manjar… métase un dedo en el culo… así… más adentro, vamos, más adentro, todo el dedo… ahhh ricooo… otro dedo más… vamos, tú puedes… ese culo quiere todo… le podrías meter la mano completa… dos dedos, vamos… mas adentro, a fondo… ahhh no puedo soportarlo… es lo más rico que vi…”

    Se pone de pie y se quita el pantalón.

    “Ahora vas a abrirte bien las nalgas porque voy a meterte mi verga en ese culo y mientras tanto tu sigue metiéndote dedos en la vagina… ¡Vamos! ¡hazlo!” y me dio una palmada fuerte en la nalga que hizo que su manota enorme quedara marcada en rojo sobre la piel blanquísima de mi nalga.

    “Pídeme que te penetre, pídeme que entre.”

    “Si, si, metémela, metémela toda entera hasta los huevos en el culo.”

    “Tus deseos son órdenes, mi reina”

    Tuve que contener un alarido cuando esa verga inmensa entro de un golpe en mi culo apenas dilatado por dos de mis dedos. Pero fue entrar y amoldarse a mí. Como si mi culo hubiera sido hecho especialmente para esa verga. Entraba justo, apretado, y dolía maravillosamente. Bartolo comenzó a moverse detrás de mi agarrado de mis nalgas a las que cada tanto le daba una palmada que me hacía saltar lágrimas.

    “Tócate, puta, tócate, metete los dedos en la concha, adentro y goza. Te gusta. Se nota que te encanta como te cojo, se nota que eres una perra muy caliente”

    “Callate y cogeme, partime en dos, metete todo adentro de mi culo ahhhh asiii asiii más, mas, más fuerte… ahhhh me estas matando… mas masss llename de leche…”

    “Voy a acabar, güera, prepárate para la enlechada de tu vida… tomaaa, ahh ah ahhhh”

    Su eyaculación fue monumental. Pocas veces me habían inyectado tanta leche.

    Salió de mí me pidió que no me mueva, que me quede así como estaba, en cuatro y con el culo abierto y chorreando. Buscó su celular en el bolsillo del pantalón y sacó una foto en primer plano de mi abertura desbordada de su leche blanca y espesa.

    Me muestra la foto. Se veía tremenda. Excitaba demasiado. Lo miré atónita.

    “Para mis compañeros” me dijo mientras terminaba de ponerse el pantalón… “porque van a querer saber donde estuve todo este rato”

    Eso me calentó muchísimo, la idea de que sus compañeros iban a ver mi culo enlechado.

    “Así que dos semanas se queda ¿eh? bueno, cuando tenga “hambre” ya sabe donde encontrarme… yo estaré a su servicio para lo que desee”

    “Que engreído, ¿estás muy seguro de que voy a volver a llamarte?”

    “Por supuesto… las que prueban mi pija siempre piden más… además si usted no me llama, vendré de todos modos… así que mañana prepare su concha porque la leche le toca a ella”.

    Y se fue cerrando la puerta con suavidad.

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  • Mi nuera, mi amante, mi puta (1)

    Mi nuera, mi amante, mi puta (1)

    Soy un tipo de sesenta y algo más, todos los bríos y potencial de sus años mozos, para conseguirlo, una receta simple. Se necesitan dos ingredientes, motivación y creérselo de verdad, luego conseguir la mujer adecuada, agitarnos dentro de ella, dejar fluir mi esencia masculina en ella y vivir la vida como si hoy fuera el último día.

    Esta es una de esas historias que permanecen como secreto de familia, este ámbito cuasi testimonial, donde solo somos un Nick. Puede servir de efecto liberador, trascender al conocimiento de otros para que deje de ser tabú, extravagante o perverso, que se entienda y comprenda que la carne es débil y la pasión muy fuerte, que también les sucede a otros como uno.

    El relato prueba que cuando se produce la atracción de tamaña dimensión entra a tallar la pasión y sale por la ventana la razón. La pasión es la fuerza arrolladora que no respeta ni pelo ni marca, tampoco vínculos familiares; la infidelidad y la traición no son obstáculos, es una locomotora fuera de control que arrolla con lo que le ponga delante, un toro que embiste cegado por el rojo pasión del capote que se agita en hembra que obnubila los sentidos. Si la mujer nos gusta y nos da vía libre, haremos hasta lo indecible por conseguirla…

    Mi nuera fue esa mujer, pero en este caso fue ella quien perdió el sentido del pudor yo cometí el pecado capital de permitirme ser enredado en su lujuria. Fuimos pecadores, sin arrepentimos: seguimos gozando.

    Todo comenzó esa noche luego de una opípara cena familiar, el vino y el licor corrió a discreción, noche de sábado con todo el día siguiente para reponernos. Los primeros en dejar la sala fue mi hijo, llevándose al nieto, siguió mi esposa y mi otro hijo con la otra nuera, solo quedamos Sara, mi nuera, y yo compartiendo la sobremesa y terminando las copas.

    Desde siempre hubo entre ambos una particular forma de ver las cosas, no diría que confrontábamos, pero era la única del grupo que no se avenía con facilidad a arriar sus banderas cuando creía que tenía la razón, como fuere siempre nos quedábamos un poco más discurriendo sobre el tema ocasional. Era notorio que había una fuerte conexión, aún en la confrontación.

    Esa noche, quizás por las copas de más o vaya uno a saber por qué cosas del señor que mueve los hilos del destino, fue distinto, hasta las formas era de otro modo, se mostraba más receptiva y podría decirse que más dócil, por decirlo de algún modo.

    Como de la nada ella trajo el tema de la atracción y la infidelidad, remanente de una situación comentada en la previa de la cena, algo así como… una relación de la suegra de unos conocidos suyos con el yerno de ésta o cosa parecida, de la cual sin saber por qué me abstuve de entrar en la controversia.

    —Dígame Luis… ¿usted cree que puede suceder algo así?

    —No sé a qué cosa en particular te refieres… – sabía, pero preferí escaparme por la tangente, me pareció un tema escabroso, mejor eludirlo.

    —Sí que sabe a qué me refiero. Al tema de la suegra de…

    —¡Ah! Era eso…

    —Sí, era eso y usted no entró en el juego de opinar. ¿puedo saber por qué? ¿o soy demasiado invasiva de su privacidad?

    En verdad me tenía atrapado, se había dado cuenta y ahora jugaba conmigo, me cerró la puerta para obligarme a opinar.

    —Mira Sara… en verdad… no es un tema opinable, depende de tantas circunstancias que no sabría cómo…

    —Es cierto, no conocemos en detalle, pero mi pregunta apunta a otra cosa. ¿Lo cree verdadero? ¿Cree que puede suceder?

    —Pues claro que sí, de hecho, debe suceder mucho más de lo que creemos.

    —Eso quería saber… es decir que no es una traición o perversión, tal vez no sea lo corriente, pero es algo

    Como… una atracción fatal que ninguno de los dos pudo eludir. ¿Le parece?

    Le di mi opinión, diciendo que todo es posible, siendo adultos y donde no se vulnera la voluntad de nadie, no veía otra complicación que fueran los inconvenientes lógicos del escándalo familiar cuando se descubra, pero si lo hubieran hecho de forma discreta sería una aventura disfrutable por ambos y nada habría sucedido.

    —A ver si entendí, dices que si hubieran sido discretos nadie sabe nada hubiera sucedido. Y… si esta relación fuera para solucionar algún problema de carencia sexual bien podría estar dentro de lo no tan moral pero aceptable. ¿Estoy cerca de tu pensamiento?

    —Pues diría que casi…, digamos que en un ciento por ciento.

    —¡Ajá! ¿Es decir que todo se reduce a que haya discreción para no lastimar a los otros, que fuera de eso y en libre decisión lo considera aceptable?

    —Algo así.

    —¿Luis puedo ser franca contigo? -asentí con la cabeza, y prosiguió: – La verdad no sé de qué modo comenzar con algo que me está preocupando… – intenté preguntar o detenerla, pero se opuso poniendo su dedo índice en mis labios para no perder la decisión, agradeció y retomó sus dichos: – Bueno voy a decirlo así, de una, para no perder el valor de hacerlo. La situación entre Marcelo y yo desde el nacimiento del niño no ha sido la mejor, tal vez no haya sido un hombre que me diera todo el sexo que una mujer joven, sana y tan llena de deseos como yo necesita… me daba lo necesario, bueno… según su valoración, ¡ja! Pero desde el nacimiento del niño sus atenciones maritales han perdido la frecuencia de ser lo as que eran antes para hacerlo mucho menos. ¿No sé si soy del todo clara?

    —volví a asentir y otra vez me impone silencio, y prosigue: – Luis la situación hace tiempo que se me hace intolerable, usted que es un hombre que sabe de mujeres y de sexo, sabrá entender de mis necesidades primarias de una hembra que necesita tener sexo con mucha frecuencia, que no me va eso de “ajusticiarme por propia mano” que necesito tener un hombre dentro, que necesito, que necesito, que necesito… – se puso a llorar y no pudo seguir.

    La tomé de los hombros para contenerla, que pudiera esconder sus lágrimas en mi pecho. Se dejó, buscó asilo y protección, me miró a los ojos y preguntó:

    —¿Podrías ser el alivio a mis pesares? -No me animé a responder, tenía miedo que pudiera escuchar mis

    Pensamientos. Siguió diciendo: – Susana (mi otra nuera) me chismeó, que se enteró que “te volteaste“ (cogiste) a la tía Lily, más aún que la tía comentó que coges muy bien, que coges muy rico, que la tienes bien gordota y que te agradaba mucho hacerle siempre “el marrón” (el culo). No te cuestiono para nada la fama de conquistador, mucho menos de gran cogedor, solo que me gustaría probarte yo también, podrías ¿porfa?

    Me dejó anonadado, todo esto y de una sola vez es mucho, en un primer momento vinieron a mi mente los frenos morales, los vínculos familiares y todo ese rollo de la infidelidad y la traición. Para cuando sus manos hicieron una oferta tan explícita como despertar mi sexo, ya no pude pensar en otra cosa que no fuera en ella, toda mi atención y el deseo encendidos y tras los movimientos de Sara.

    Huelgan las palabras, solo hablan las manos de la muchacha, que no ceja de acariciarme, tampoco intento detenerla, me dejo llevar en sus hábiles e inquietas manos. El que calla otorga, la falta de resistencia era una aceptación, así lo debe haber entendido.

    La baja intensidad de la luz, estar sentados de espalda a la entrada a la sala nos daba cierto margen como para cubrirnos ante una llegada imprevista, poco probable, pues había transcurrido un tiempo que todo estaba en el más profundo silencio, todo esto contribuyó para que Sara “metiera manos a la obra”, abriera la bragueta y rescatar la verga de su encierro.

    Hábil en manualidades, tomó el miembro con decisión y precisión, sabia en despertar los instintos más primarios de la calentura de un hombre, sabía cómo hacerlo, no me apartó la mirada, necesitaba saber y controlar mis reacciones, “pájaro en mano” y la cabeza recostada sobre mi pecho me está manejando y excitando como nadie.

    Se conduce con propiedad y dominio de la situación, la calentura crece en la medida de su manipulación, apura y demora, controla el vaivén de la calentura, la respiración y los gemidos ahogados en su cuello la van guiando. Comienzo a moverme, siente que el momento supremo está próximo, aprieta más y sacude con intensidad. El gemido caliente y ahogado en su cuello, es el último aviso, la calentura está en punto de ebullición, la esperma comienza a buscar libertad. Sus manos se aferran a la verga, sacude con rapidez, constante, sin pausa, coloca el glande dentro de su boca, sin dejar de agitármela, solo la sacó para decir:

    —Luis, que gorda la tienes… él no heredó este tamaño ni tu calentura… ¡Me gusta, gorda y cabezona!

    —¡Ah! ¡Ahh! ¡Ahhh! – fue todo el vocabulario que pude decir antes de venirme.

    La boca apretada contra el cuello, ahí justamente debajo del cabello para morderla y no dejarle marcas visibles imposible de justificar. Me siento el padrillo, el bronco sujetando a su yegua mientras la sirve, el instinto animal en su más pura esencia es lo que esta joven nuera ha despertado en su suegro. Nada más importaba, la calentura más atroz se había desatado en mí, el volcán entró en erupción, el final feliz, y muy feliz, fue todo en su boca, dentro de la boca más receptiva y más caliente…

    —¡Agggg!

    Deberían inventar palabras para describir ese momento, la carga emotiva y calenturienta era algo inédito, las imágenes más lujuriosas, las sensaciones más obscenas y las percepciones más voluptuosas invaden todo mi ser. Increíble acabada, largué toda mi leche en su boca, movimientos coitales, final feliz a toda orquesta, timbales retumban en mi cabeza, mientras una dulce geisha está recibiendo el efluvio de mi descarga seminal.

    La siento degustar y tragar, se queda lamiendo el glande hasta no dejar rastros de la energía vital masculina de este hombre que se siente el rey del universo. Levantó su cara para mostrar de qué modo había gozado mi semen, la lengua atrevida y perversa se pasea por los labios simulando rescatar alguna gota de semen. Es la más viva y fiel imagen de lujuria y voluptuosidad, una hembra que despierta y atiza las sensaciones más alucinantes.

    El ámbito y el tiempo no permite mucho más, me coloco a su derecha, soy más hábil con la diestra. Mi mano se pierde bajo su falda, respira profundo, bocanada para tragar aire como pez fuera del agua, apreté mis labios sobre su cuello, aspirando su perfume y devolverlo en besos tiernos y apasionados. En la palma de la mano pude contener todo el papo abultado, frotar los vellos y llenarme la mano de sus aromas, el índice y el mayor abrieron el camino a la perdición, entraron todo en ella, enseguida sumó el anular para dilatar la raja de esta hembra necesitada.

    La calentura que transmite la fragua vaginal contagia, meto los dedos hasta lo máximo, tan profundo que cuando muevo el resto de la mano siento como se eleva en cada pulsación digital. Reprime los gemidos, ahoga los aullidos que le provoca el tocamiento, contagia su pasional forma de sentir, nos dejamos envolver por la incandescencia de su conchita, está hecha una brasa ardiente, se consume en su fuego y me arrastra a su hoguera interior, aprieta los muslos, comprime todo, abre las piernas en V. No sé cómo sofrenar tanta lujuria desatada, temo que en algún instante todo estalle por los aires y nos encuentren.

    Me arrodillo, en oración, ante el templo del deseo, dos dedos dentro y la boca entre los labios, lamiendo el terciopelo de su conchita, llego al cielo vaginal buscan el imaginario punto G, mi lengua descubre las sensaciones del clítoris. Todo es un combo magnífico, someterla a la tortura del llevar su calentura al tope que su abstinencia puede soportar. Sus dedos enredados en mi nuca, apretaba como náufrago a un madero, mueve su vientre, me incrusta en su sexo.

    Llené mis manos de sus nalgas, ella se impulsa con las manos en mi nuca, se mueve a ritmo de polvo, frota su conchita sobre mi cara, estruja mi rostro. Volví a entrarle dos dedos, se pone a mil, es el momento supremo, donde mueren las palabras y nace el orgasmo arrasando con sus sensaciones. Quien puede saber cómo ahogó los alaridos internos, el bramido de la pasión estalla en mil pedazos.

    Retomaba el ritmo de lamidas, ella volvía por los fueros del orgasmo, varias veces repetí el tratamiento para permitirle desahogarse. Venirse en mi boca fue lo máximo. Arrodillado entre sus piernas, santifico a mi hembra.

    Hicimos penitencia del pecado carnal, en silencio, tiembla por la acabada, breve pero intensa, cargada de sensualidad y delirio. Nos despedimos con toda la discreción y sigilo que habíamos olvidado un momento antes.

    La mañana del domingo, desperté tarde, totalmente excitado, no tenía bien en claro si el encuentro con Sara fue real o parte de un delicioso sueño, difícil de conciliar la realidad con los sucesos acaecidos en esa noche de pecado.

    Nos cruzamos en la cocina, en el desayuno, cada quien llegaba cuando se levantaba, ella y yo parecía que acordamos hacerlo temprano, nos miramos silenciosos y expectantes, tomé la palabra y dije:

    —¿Sara, esto nos pasó de verdad?

    —Sí, claro y volverá a pasar cuando lo quieras…

    —Ah… ¡qué bueno! – haciendo un gesto algo obsceno pero gentil, – Y… ¿como cuando sería eso?…

    —Te parece… en algún momento del día, ¿antes de volvernos? – Asentí.

    Antes de la hora del almuerzo me pidieron fuera a comprar más vino, estaba saliendo cuando Sara se subió al auto.

    —Vamos rápido por la compra y luego… estacionas en algún sitio apartado… y… ¿para unos mimos…?

    Me gusta lo directa que es, lo simple que hace lo complejo. En el regreso desviamos por ese camino de tierra nadie lo transita, más arbustos que camino, era como un escondite de dos adolescentes fuera del mundo. En el asiento de atrás de la camioneta nos desnudamos, a las apuradas, y la recibí, tendido en el asiento, el miembro tan duro y enhiesto como húmeda y apretado era su refugio para esconder mis ganas de ella. Dejé que tomara la iniciativa, que fuera amazona y guerrera, desenfreno y lujuria, voluntad y ganas.

    Tanta energía, disfruté ver como esa mancha de vello casi negro sube y baja rodeando mi vara de carne, agasaja a la verga, incitarla y provocarla para robarle la calentura. Un pecho en cada mano, contenidas y estrujadas, gozaba de ver a mi hembra subir y bajar con el glande rozando el fondo del útero cada vez que aterriza toda empalada.

    No puede contener el gemido angustiante y feliz que dibuja el orgasmo en sus mejillas enrojecidas, elevarme y sujetar sus caderas para golpear en el fondo de su sexo, prolonga ese orgasmo tan trabajado. Detenerme, seguir, detenerme, seguir, es el modo de incitarla, de llevarla al abismo y hacerla saltar al vacío, ebria de goce voluptuoso.

    Se dejó, empalada, sostenida en mis manos, entregada en cuerpo y alma al macho que la volvió al placer de la carne. Casi sin salirme, giramos, con dificultad, hasta quedar sobre ella, dentro de ella, piernas elevadas sobre mis hombros, abierta, expuesta en su indefensión, dominada por la fiebre del sexo.

    —¡Dame, dame!… ¡vamos dame más pija! ¡Abre, toda, lléname, deja salir mi leche! ¡Acaba dentro! ¡Soy tu puta! ¡Coge!, ¡con esa pija gorda! ¡Quiero pija, más pija, más pija!

    El último grito fue cuando me vine dentro de ella, un grueso chorro, y otro, y otros más terminaron de vaciarme dentro de su conchita. Quedamos enchufados, gozaba sentir los latidos de la verga aún luego de vaciar el semen.

    Prolija y hacendosa lamió la pija para quitar hasta el último vestigio de leche, mi pañuelo recibió el semen que mana de su cueva, lo envuelve y guarda para regresarlo limpio cuando haya una próxima vez.

    Regresamos a la casa memorando estos momentos inéditos, increíbles, llenos de pecado y lujuria, pletóricos de encanto y sabor de lo prohibido, tan solo pensamos en esa próxima vez…

    Hubo esa próxima vez, pero es mucho para contar de un tirón, también recordar esas vivencias necesitan un respiro, una pausa reflexiva para evaluar y volver a transitarlos, tan llenos de sabor a deseo.

    Lobo Feroz

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  • La sorpresa de mi esposo

    La sorpresa de mi esposo

    Cierto día llegando mi esposo del trabajo, me llamó al cuarto para decirme que había contactado con Francisco para un encuentro sexual, por lo cual quería conocerme, me dejó el celular para conversar con él, mientras se iba a duchar.

    Estando en el cuarto hablé con él, en tanto me pidió una video llamada, acepté con gusto, era un cuarentón que me cayó muy bien desde el primer momento que hablamos por su forma de tratar, le conté que era una fantasía mía, la cual mi esposo iba a cumplir, me pidió verme desnuda lo cual hice y se quedó admirado de mi cuerpo.

    Me decidí decirle que lo haga también lo cual hizo y pude ver que tenía una buena verga, estaba arrecha en ese momento, me dijo que me haría de todo tanto concha como por el culo, “uff que rico” le dije entre risas y me dijo que compraría un vestido corto muy transparente y una ropa interior hilo dental para que lo saque con los dientes.

    Eso me dejó calentona, llegó mi esposo y tuve que despedirme diciéndole que coordine con mi esposo el día y la hora, mi esposo me vio desnuda y me cachó en ese momento analmente, mucho le encanta mi culo, hasta dejar su leche dentro de mi culo.

    Así que mi esposo al otro día me avisó que lo haríamos día sábado por la noche, por lo cual esperaba ese día gran con ansias, hasta que el día sábado me puse bonita y mi esposo me llevó en su auto.

    Llegamos al hotel señalado y nos hospedamos en el tercer piso mientras mi esposo coordinaba con Francisco, acordó alquilar otro cuarto para evitar problemas y luego sentimos que tocó la puerta, mi esposo abrió y era un hombre alto con terno, nos presentamos y conversamos sobre la decisión de hacer esto.

    Luego Francisco sacó de su mochila sacó un paquete y me entregó, lo abrí y era un vestido corto y un calzón hilo, fui al baño y me cambié mientras ellos se quedaron en la cama, al entrar los vi a los dos desnudos con la verga parada, me adularon y dijeron que tenía un rico cuerpo y demás, me excitó esas palabras, me acerqué y pude ver la grande diferencia de tamaño de ambos, no dije nada para no hacer sentir mal a mi esposo, empecé a mamar la verga de los dos con tantas ganas que lo disfrutaba mientras me tocaban el culo.

    Luego Francisco se levantó mientras me chupaba el culo y la concha que me excitaba toda que la verdad que estaba rico, mientras le seguía mamando la rica verga de mi esposo, Francisco le dijo a mi esposo, toma tu celular y graba todo, se levantó y empezó a grabar mientras con el calzón puesto puso a un costado la braga y me cachaba la concha deseosa de una verga grande que me hacía suspirar de pasión y lujuria, mientras me decía “¿te gusta mi amor?”. “Si”, le respondía con pasión, era un sin fin de emociones mientras mi esposo regresaba y me besaba la boca y me decía: “si quiere besarte no accedas porque allí se acaba todo”, con voz fuerte, asustada le dije que si.

    Luego regresó y empezó a meterme por el culo que me hizo doler a pesar que le regué que lo haga despacio, era algo grande su verga, pero así me dio poco a poco hasta que lo hizo duro que me hacía doler mucho, le dije que me hacía daño y mi esposo le dijo, “¡te ha dicho que le duele!”. “Perdón”, le respondió, estaba arrecho, pero sacó su verga que sentí un alivio.

    Me senté sobre su verga y me cachó la concha que se movía como loco mientras mi culo latía del dolor que me había causado, intento besarme a lo que le dije que solo a mi esposo podría besarlo y me dijo que no había problema, mientras chupaba mis pezones, mi esposo aprovecho en meterme por el culo a pesar que me dolía era más chica su verga que le aguanté era mi primera doble penetración que excitaba hasta que sentí la leche de los dos en mi concha y mi culo.

    Se echaron sobre la cama que me quedé exhausta y muy adolorida, aunque debo confesar que fue una experiencia muy excitante. Mientras besaba a mi esposo, Francisco revisaba mi culo y dijo “está abierto mi bebita”, “claro, le respondí, con esa verga como no va a quedar así”. Esos vídeos hasta ahora los tiene mi esposo.

    Mi esposo fue al baño mientras me dejó a mí con Francisco en la cama, me intentó besar, pero de miedo le dije que no, mientras me entregaba una tarjeta diciéndome “llámame y quedamos en vernos, la verdad que me encantas mi amor y estás rica”. No le respondí a eso, pero le recibí la tarjeta. No sabía que mi esposo estaba escuchando la conversación.

    Nos cambiamos y nos despedimos de Francisco, quedando en el cuarto con mi esposo me dijo: “¿no tienes algo que decirme?”. Le dije que me había dicho que estuvo rico. Me tomo de la mano y me dijo: “es mejor que me digas toda la verdad o sino no va a haber nada de hoy en adelante”.

    Me asusté y llorando le dije que me había dado su tarjeta para llamarlo y quedar con él un encuentro a solas, me respondió que el trato era que nada a solas, le dije que me perdone mientras le abrazaba y lo besaba, “perdóname mi amor por favor”.

    Me dijo “que sea la primera y la última vez que pasa esto”, mientras notaba la tarjeta al tacho de basura, por lo que le respondí que sí, mientras me cachó de nuevo eyaculando dentro de mí y dormimos en el hotel hasta el día siguiente, para retirarnos a casa luego.

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  • Intercambio de videos de nuestras esposas (2)

    Intercambio de videos de nuestras esposas (2)

    Manuel no dejaba de decirme el rico culo que se gastaba mi mujer Martha y yo de las ricas tetas de Marlenne, aunque sabía que se las había hecho, así pasamos casi toda la mañana hablando cada uno de la mujer del otro.

    Manuel: oye cabrón que buen culo te estas follando, seguro que se lo harás todos los días jajaja.

    Luis: pues te equivocas amigo eso es lo único que no he podido hacerle follármela por ahí, hemos hecho sexo oral, me he masturbado en sus tetas, hemos follado rico en todas partes, pero por ahí la muy condenada me tiene castigado y eso que le he suplicado, pero que va nada de nada su culito todavía sigue siendo virgen.

    Manuel: no me digas cabrón que no has podido penetrarla por detrás, si a Marlenne es por ahí que más le gusta, si fuera por ella solo haríamos sexo anal.

    Luis: que suerte tienes cabrón como quisiera que Martha fuera como Marlenne, lo más cerca que estado de ese pequeño agujerito es con la punta de mi verga que se lo pongo cerca para acabarle y derramar mi semen en ese agujerito.

    Manuel: Luis déjame ver otra vez ese video y yo te paso el mío ok.

    Y así lo hicimos cada quien paso el video al teléfono del otro.

    Al día siguiente seguimos hablando de lo mismo, pero el cabrón de Manuel me había dicho que en la noche cuando Marlenne se había dormido, había ido al baño con el teléfono y que puso el video de mi esposa y que se había masturbado viendo el culo y las tetas de Martha.

    La verdad me dio mucha rabia cuando me lo contó, hasta quería golpearlo por eso, pero luego me empezó a dar mucho morbo y más cuando el muy desgraciado me dice

    —¿Y tú no te hiciste una paja a nombre de mi esposa?

    —La verdad que no me la hice, pero sí que me puso mi verga bien parada cuando le vi sus tetazas y más cuando te la estabas follando por el culo, y ella te pedía que la penetraras más duro, eso me excitó mucho, es más luego quería tener sexo con Martha y me dijo que estaba cansada y con sueño me quedé con esa verga bien parada por culpa de tu mujer jajaja.

    Manuel: bueno ahora quiero que hagas un video follándote a Martha a ver cómo es tu mujer en la cama, cabrón.

    Luis: hay que ver que tú eres más pervertido que yo.

    Manuel: pero eso si hay que poner más excitación a estos videos, yo propongo una prueba a ver quién es más osado, el reto será que nuestras esposas digan el nombre de cada uno de nosotros como si ellas estuvieran follando con uno, ¿ok?

    Luis: ahí si estas completamente loco cabrón, como voy a decirle a Martha que diga tu nombre o piense que tú eres yo, jajaja eso no.

    Manuel: eso es problema tuyo amigo usa la imaginación y hazle decir mi nombre y que piense que yo me la estoy follando, jajaja que ganas no me faltan.

    Paso el fin de semana y ese lunes estaba nervioso, porque yo no había podido decirle a Martha nada, pero si estaba súper excitado al saber que Marlene a lo mejor decía mi nombre.

    Manuel: tienes el video, porque yo si ahí te lo pongo.

    Encendió su teléfono y empecé a ver, estaban en la cocina y Marlenne llevaba puesto unas braguitas negras y sujetador negro también se veían esas hermosas tetas, él empezó a meterle mano por todos lados, se bajó sus pantalones y la verdad que me quedé frustrado pues la verga de Manuel era súper grande mucho más grande que la mía, y sabía que él se burlaría de la mía a verla, pero bueno yo quería seguir viendo a ver que le hacía a ella, agarró a Marlenne por la cabeza y la obligó agacharse hasta su verga para luego metérsela en la boca.

    Manuel: mami quiero que me la mames bien, como tú sabes hacerlo.

    Marlenne: si papi te voy a dar una tremenda mamada como a ti te gusta, pero eso si no me acabes en la boca como la otra vez porque quiero que luego me la metas por atrás.

    Manuel: ok mami te voy penetrar por tu culo, pero sabes una cosa Luis me contó que con Martha nunca han hecho sexo anal, por eso quiero que por lo menos digas el nombre de él, para excitarme más sabiendo que ese cabrón no sabe lo rico que es penetrarte por tu culo.

    Marlenne: ok papi te voy a complacer diré su nombre, pero vamos hacerlo ya que estoy muy excitada.

    Manuel: ok mami allá voy ponte en posición de perrito que te voy a penetrar ya.

    Marlenne: si papi hazlo ya, ay Luis

    Ahí fue que al oír mi nombre y viendo a Marlenne con su culo siendo sido penetrado y yo imaginando que lo hacía, que no me pude contener y me vine con un buen chorro de mi semen en mis pantalones, menos mal que estaba en mi escritorio y Manuel no se dio cuenta.

    Marlenne: hay Luis que verga más rica tienes me gusta penétrame por mi culito que ahora es tuyo, dame duro Luis, así, así que rico ay ay ah ah ah dale más duro Luis más duro que me vengo ya, que rica…

    Manuel: jajaja te gustó ¿no? cabrón logré que mi esposa creyera que tu te la estabas follando, ahora quiero ver tu video.

    Luis: ok, pero creo que ganaste tu.

    Puse mi video y estábamos en el cuarto los dos viendo televisión, ya había escondido mi celular en el closet que daba la imagen de los dos acostados, ella llevaba una bata pequeña más arriba de las rodillas llevaba sus bragas y ya se había quitado el brassier.

    Empecé acariciándole las piernas y poco a poco le subí la bata que llevaba, hasta que se vieran bien sus bragas blancas, luego empecé agarrarle las tetas por debajo de su bata, pero me empezó a dar morbo así que le quité la bata para que se quedara solo en bragas y así, Manuel pudiera apreciar mejor sus tetas.

    Me puse arriba de ella y empecé a besarla por el cuello, luego bajar hacia sus tetas y por ultimo abrir con mis dedos una parte de sus bragas para luego hacerle sexo oral, ya Martha esta lista porque se oyó un grito por el orgasmo que estaba teniendo, y me pidió que ya la penetrara ya.

    Así lo hice y al rato tuvo otro orgasmo más y nos venimos los dos a la vez, me bajé de encima de ella, para dejar que se filmara ya todo su cuerpo desnudo y me acordé que a Manuel le había gustado esa panochita de Martha peladita y que sus tetas y culo quería ser follada y chupada por él, así estuve un buen rato hasta que apague la luz.

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  • Con Laura y Rosy

    Con Laura y Rosy

    Era de suponer que después de haber llevado a Rosy y Beto a “buen puerto en su relación marital, pues Laurita me sabría agradecer en junta de su amiga Rosy el favor antes consumado, así que un día se me arrimaron a platicar sobre sus dudas como siempre y agradecer lo bien que vivían últimamente Beto y Rosy en su relación.

    Al parecer Laurita no conocía la historia al 100%, porque ella sabía solamente que habíamos hecho un soberano trío, pero no sabía de las tendencias de Beto, ni del permiso que le dio Rosy para llevar a cabo su fantasía. Pero si tenía en mente algo que al parecer ya habían maquinado entre ellas “un trío, pero con ellas dos”.

    Por supuesto que era fabulosa la idea, les pregunté que para cuando era el plan, y me dijeron que el viernes próximo (era un lunes cuando llegamos al acuerdo).

    Al parecer, Beto no estaba enterado del plan, según Laura, pero ya Rosy y Beto lo habían platicado un día después de nuestro encuentro pasado, y era con el fin de pagarle a Laura el favor, siempre y cuando no se enterara de todo lo nuestro, pues tal vez no reaccionaría adecuada y favorablemente, ¡bueno! Eso era lo de menos, lo importante es que todos tenían algo que esconder, por lo tanto, disfrutarían de su fantasía y llevaría un aditamento extra, ¡la adrenalina que suelta el cuerpo al creer que se hace a espaldas de los demás y solo ellos lo saben!

    Eso para mí es muy divertido, pues todos juegan a que el otro no sabe, y eso es excitante y divertido, así que quedamos que sería el viernes a las 8 pm y que no estaría Adalberto presente, pero el muy desgraciado de Beto estaría filmando desde no sé dónde. Eso fue algo que si, fue sorpresa para su servidor y que aumentó la adrenalina.

    Así que llegó el día esperado por todos, y por supuesto llegué puntual con mi botella de tequila, y mis condones de sabores por si se atravesaba algo. Cuando todo estaba en su máxima expresión, comenzamos a bailar haciéndome un sándwich entre ellas y sobándome la entrepierna, ambas, y poniéndome de por sí más caliente de lo normal, luego procedimos al cachondeo, y a las manitas calientes. Yo metía mano por todos lados, y sugería que entre ellas también lo hicieran para que no solo sobaran pene, si no tetas y panochas, que luego me di cuenta que les encantaba. Parecía y creo que así era, ya habían tenido relaciones entre ellas, o era su fantasía el día mismo del trío.

    Y así continuamos haciéndonos todo lo que la imaginación permitía, luego nos fuimos a la recámara, y nos desnudamos lo que nos quedaba de ropa que ya no era mucha, y nos tendimos a hacer todo un trío.

    Primero Laurita se subió a cabalgar, mientras Rosy le dedeaba el culito, y le besaba la espalda, después Rosy se sube y Laura le hace lo mismo, en seguida me vengo, y entre ellas continúan sus cosas, que no dejaban de ser muy cachondas. El ver como se manoseaban y se dedeaban una a la otra, se chupaban, su conchita, sus tetas, y todo lo que podían.

    Así terminaron, una vez más, pues arriba de mi terminaron la primera cada una, y eso fue fabuloso, por supuesto que no fue todo, luego las culeé, ese relato vendrá pronto, también como Beto, nos sorprende, y hacemos el cuarteto, así sigue…

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  • Cuando conocí al ingeniero (2)

    Cuando conocí al ingeniero (2)

    ¿Sintieron alguna vez que conocían a alguien de otra vida?

    Bueno, eso me pasó con el Ingeniero. Bastó un “hola” para sentir el deseo de conocerlo… y cuando lo tuve frente a mí, una necesidad urgente de poseerlo, de hacerlo mío, de que me haga suya.

    Vivimos lejos. Él en La Pampa, yo en Misiones. Dos puntos del mapa, demasiados kilómetros… y sin embargo, algo en nuestras almas ya se había encontrado.

    Todo cambio con un mensaje:

    “Muchas gracias por la reunión.”

    Formal. Estratégico.

    (Años después me enteraría que era su modus operandi).

    Pero mi cuerpo reaccionó antes que mi razón. Le contesté con suavidad:

    “A vos, por tu predisposición.”

    Mi mente ya jugaba su propio juego. Si responde, es porque le gusto…

    Segundos de silencio. Respiración contenida. Hasta que vibró el celular:

    “¿Vos ya terminaste?”

    Ni lenta ni perezosa, le pasé mi número personal con la excusa más vieja del mundo:

    “A esta hora ya no veo este celu. Te paso el mío.”

    Y él, directo:

    “Ah… decir que vamos por ahí.”

    Claro que íbamos por ahí. Ambos sabíamos lo que queríamos desde ese primer encuentro.

    Esa misma noche, mientras el iba camino a Corrientes, empezamos a hablarnos. Las preguntas eran las clásicas: ¿qué hacés?, ¿cómo estás?, ¿soltera? Pero algo pasaba…

    Las palabras fluían como si ya nos conociéramos. No había silencios incómodos, solo una conversación que nos desnudaba de a poco, sin necesidad de tocarnos.

    Yo, coqueta, le propuse vernos.

    Él se quedaría una noche más cerca. Feriado largo, sin pasajes… no se pudo.

    Pensé que se desvanecería todo.

    Pero no.

    Empezamos a compartirnos por mensajes. Pedacitos de nuestras vidas, chistes, insinuaciones…

    “Está bueno para chupar una bombilla… de Mate, por el frío, claro” .

    Fue mi primer chiste. Tiraba la piedra… y escondía la mano.

    Un día me mandó una foto en bóxer, y sus pies cruzados, relajados.

    Le contesté:

    “Voy en un Uber-helicóptero. Esperame.”

    Jugábamos con las palabras, y las palabras se calentaban.

    Hasta que un sábado, él dejó caer la bomba:

    “Qué lindo que está para chupar una bombilla… de carne.”

    Me reí. Y lo provoqué:

    “Te la chupo toda.”

    Y ahí se rompió el hechizo de la corrección.

    Desde entonces, nos comenzamos a saboreamos a la distancia.

    Nos desvestimos con palabras, nos mordimos en voz baja, nos prometimos piel.

    Todavía no nos habíamos tocado. Pero el deseo…

    Ah, el deseo viaja más rápido que cualquier avión.

    Seguimos así durante dos semanas más, desnudando nuestros anhelos, poniendo en palabras todo lo que sentíamos desde aquella primera vez en que mis ojos se cruzaron con los suyos —esos ojos verdes que cambian de color con el tiempo.

    Juntábamos las ganas, le hacíamos el amor a la ansiedad y acumulábamos un apetito feroz…

    Todo para devorarnos, sin pausa, en ese primer encuentro.

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  • El hotel del todo incluido

    El hotel del todo incluido

    Con motivo de un viaje de negocios, acompañé a mi marido varios días a una convención médica que se celebraba en Benidorm. Yo no quería ir por considerarlo un viaje cansado para pocos días, pero él se empeñó y al final acepté ir.

    El hotel donde nos alojamos estaba muy bien, pero para mí que había venido de acompañante, no me quedaba más remedio que aburrirme tomando el sol en la piscina o marcharme a la playa hasta que llegara mi marido bien entrada la tarde. Como la playa quedaba algo distante opté por quedarme en la piscina. Me puse un bikini llamativo y armada de toalla de baño y crema bronceadora bajé a la piscina.

    Tumbada indolentemente en la tumbona, tomando el sol en topless, estaba pensando en mis cosas cuando vino un camarero, me preguntó si quería tomar algo, lo miré descaradamente desde detrás de las gafas de sol y me fijé tendría sobre 30 años, guapo, fuerte, cuerpo de gimnasio, estaba para comérselo.

    Le dije que me trajera un refresco y al momento me lo estaba poniendo sobre una mesita pegada a la tumbona. Le di las gracias y me preguntó si quería algo más. Le dije que mi marido estaba en una convención y volvía al anochecer, me aburría de estar sola y que podía hacer en el hotel. Me comentó, que, si me parecía bien, cuando acabara su turno de trabajo, me iba a enseñar algunas cosas interesantes que me gustarían y que estaban en el “todo” Incluido del hotel. Como os podéis figurar, ante semejante proposición, sonriendo le di mi número de habitación y le dije que lo esperaba encantada.

    Pasadas las 4 de la tarde llamó a la puerta de mi habitación, abrí y allí estaba el camarero. Encantada le indiqué que pasara, lo recibí liada en un pareo como única ropa, él venía vestido con camiseta, short y náuticos. Nos sentamos en el amplio sofá y le invité a tomar un wisky. Me dijo que no tomaba alcohol, ya que se cuidaba mucho, se machacaba en un gimnasio, no fumaba y procuraba llevar una vida sana. Nos servimos unos zumos.

    Lo observaba y, a pesar de tener 30 años, aparentaba menos edad y vi que se me presentaba una bonita oportunidad para abandonar mi aburrimiento y pasármelo bien con este yogurcito. Una oportunidad muy bonita para aprovecharla una mujer como yo mayor de 40 años y ansiosa de disfrutar y gozar en la cama.

    Me quité el pareo y me mostré desnuda a sus ojos, a continuación, lo fui despojando lentamente de toda su ropa y, una vez desnudo, apretándome contra el comencé a excitarme. Noté su cuerpo, fibroso, cuidado, joven, todo depiladito, morenito, como a mí me gusta. Como digo, se dejaba hacer de todo, era lo ideal para una mujer sedienta de amor y de sexo, y yo, ansiosa por disfrutar de su maravilloso cuerpazo, recorro y gozo toda su piel con las manos, con los labios y con la boca.

    Le mordisqueo los pezones, mi boca bajaba despacio saboreando cada centímetro de su tostada piel, con las manos le sobaba los gemelos, los glúteos, los dorsales, los muslos fuertes y apretados con unos cuádriceps perfectos al tiempo que con la boca y la nariz saboreaba el olor de su pubis. A tan corta distancia, el olor maravilloso que me llegaba de su sexo me excitaba aún más.

    Le palpé el escroto y notando la hermosura de los testículos, gorditos y sin nada de pelo, se los besé, uno a uno me los introduje en la boca varias veces, le palpé el pene, no estaba muy erecto, pero estaba de pecado, me lo introduje con avidez una y otra vez en la boca, lo lamí muchas veces, lo besé, lo quería todo para mí. Con delectación y lujuria saboree su glande, el tronco de su cipote entra y sale de mi boca y lo disfruto muchas veces y, gozando con ese manjar, me agité, me asfixié, no pudiendo más y me corrí como una colegiala.

    Pero no me conformé con eso, quería gozar con este efebo propio de un escultor griego. Quería sentirlo dentro de mí, de mi vagina, que entrara su miembro gordo y erecto todo dentro de mí, quería sentir sus achuchones, su bombeo de mete y saca. Quería que inundara con su leche todo mi ser.

    Comencé acariciándole la espalda, besándole los riñones y bajando hasta los glúteos, después me volví a comerle muchas veces su maravillosa polla, de abajo arriba y a llenarme la boca con tan rico y excitante manjar.

    Como ahora sí que la tenía gorda y tiesa, le pedí, le supliqué que me la metiera, que me la metiera hasta que me hartara y acto seguido, obedeciendo mi orden, seguramente al verme cara de esposa lujuriosa y viciosa, me penetró con la fuerza de un toro, inició un mete y saca cuyas fricciones cada vez me ponía más excitada y cachonda notando una de las sensaciones más maravillosas que he sentido nunca. Indudablemente, este camarero sabía follar a una mujer mayor aburrida y deseosa de sexo.

    Ahora en un dulce vaivén, como si estuviera meciendo a un bebé, me arrancó gemidos que me enloquecían, yo até mis piernas a su cintura para sentirlo más fuerte, más dentro y notar mejor su duro pene dentro de mi cuerpo. Sus embestidas son cada vez más fuertes y noto que estoy llegando al clímax, que no puedo aguantar mucho más, que me voy a correr, sí, sí, me voy a correr otra vez.

    Él también lo notó y apretó todavía un poco más el bombeo, también se iba a correr… sí, sí, quiero que inundes de tu semen todo mi interior, quería sentir el borbotón de tu leche caliente saliendo inagotable, quise fundirme con su orgasmo. Y así entre mil gemidos nos corrimos los dos al mismo tiempo en un acto de gozo y placer como pocas veces he sentido. Aquella fue una corrida gloriosa.

    Al día siguiente bajé tempranito a la piscina y respiré tranquila pues allí, a lo lejos, divisé a mi camarero. Solícito vino hacia mí, nos saludamos y le pedí un zumo fresquito. Me lo trajo rápidamente y al preguntarme si deseaba algo más, con la mejor de mis sonrisas y, lanzándole pícaramente un beso, le rogué que volviera a mi habitación cuando terminara su turno para aplicarme el todo incluido… ¡y la verdad es que también me lo aplicó maravillosamente aquella tarde y las siguientes!

    Cuando llegó mi marido me dijo si me había aburrido y yo le contesté: «cariño: en estos hoteles del todo incluido hay cosas para no aburrirse».

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