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  • Sole

    Sole

    Soledad, Sole para los amigos era un encanto de mujer, pero tenía un gran defecto o una gran virtud, eso ya según quien lo sufra o quien lo goce, Sole era multiorgásmica, no solo lo era, además Sole disfrutaba del sexo, era su vicio su goce su razón de ser, la mayoría de las mujeres si tenían que mamar una polla, lo hacían, pero de manera mecánica y no se preocupaban más, si lo hacían bien, si lo hacían mal, si su caballero disfrutaba o no, lo hacían por costumbre.

    Sole no, Sole disfrutaba mamándole la polla a su amante, decía que mamar una polla era un arte y ella se recreaba, mamándole la polla a su amante de turno, por la sencilla razón que Sole gozaba, se excitaba al sentir como esa polla crecía y se endurecía en su boca, la boca de Sole era muy golosa, si era necesario Sole se tragaba hasta los huevos de su amado, porque Sole sabía que si ella la mamaba bien, su amado disfrutaría y si su amado disfruta, ella disfrutaba más, no sería la primera vez que Sole se corría con la polla de su amado tapándole toda la boca.

    Sole se metía sus dedos en el coño mientras mamaba con gran placer y sentía como su coño palpitaba, se mojaba, se abría al sentir a su amado gemir gracias a su saber hacer con su polla en la boca.

    Sole en definitiva gozaba de sus mamadas, Sole no mamaba por costumbre, mamaba por placer, pero Sole era exigente si daba mucho placer, ella exigía también su ración de placer y multiorgásmica como era su orgasmo era inacabable, no era como todas un orgasmo y a descansar, Sole tenía un orgasmo interminable y no quería que acabara nunca, era una dama que gozaba plenamente de su sexualidad, cuanto más excitada estaba más quería no se cansaba nunca, siempre quería más, era una bomba sexualmente hablando y ella lo gozaba, no quería al caballero que llegara le metiera la polla en el coño, se corriera y adiós, no, Sole necesitaba mucho más, Sole necesitaba que su amante gozara de todo su cuerpo.

    Sole quería que su amante fuera más perverso que ella, si tenía que azotarle en su culo, si tenía que amarrarla, azotarla vendarle los ojos, jugar con un plug en su culito lo hace, si tenía que comerle el coño, lo hace si tenía que empotrarla duro contra el cabecero de la cama lo hace, Sole no se conformaba con menos, el problema que durante su vida había encontrado pocos caballeros que estuviesen a su altura, hasta que llego el caballero que la satisfacía plenamente, llamémosle Antonio.

    Este caballero era un amante de gozar de todos los jugos que salen del coño de una dama, no era el clásico amante, que iba a meter la polla en el coño, correrse y adiós, este caballero tenía unos gustos muy perversos, adoraba los juegos diabólicos, adoraba que su dama provocase a los demás, y si tenía que comerle el coño a su dama entre dos coches, se lo comía, después de haberse calentado con sus juegos previos y lujuriosos.

    Le encantaba que su dama, se mease en la calle, le ofreciese su coño sucio de jugos y pipi y sudor en la calle porque este caballero no se cansaba nunca de lamer chupar y disfrutar de los olores y sabores que ofrece un coño como el de Sole, porque ella no paraba de que su coño manase jugos continuamente, cuanto más excitada estaba más jugos echaba, hasta llegar al famoso y complicado de conseguir squirting, eran dos vasos comunicantes uno se excitaba al ver como manaban jugos del coño de Sole y Sole se excitaba al ver como Antonio lamia chupaba mordía y no desperdiciaba nada de sus jugos.

    Ambos se compenetraban perfectamente, una no se cansaba de que le comieran el coño, el otro no se cansaba de comer y saborear el coño de Sole, la naturaleza es sabia y los unió, pero si Sole tenía un coño lujurioso y oloroso y sabroso, la mente del caballero era muy inquieta, gustaba de imaginar traviesos jugos para la Sole.

    El último fue en un pub, la Sole bailando sensual para su caballero, este la miraba extasiado, le excito, la cogió le comió la boca, el cuello, disimuladamente le metió la mano entre sus muslos, ya estaban manchados de los jugos de la Sole, “¿cuándo te has manchado los muslos putita?”. “Bailando para mi perverso caballero, me he puesto como una perra y me ha empezado a palpitar mi negro coño”, le respondió.

    El caballero la miro, tenía la boca húmeda de sus besos, la lengua roja, húmeda, esperando sentir la calidez de la lengua de su caballero, Sole, picarona y al borde de empezar a sentir sus múltiples mini orgasmos unos detrás del otro, se desabrocho otro botón de su camisa, cogió la mano de su amante y se la metió entre sus sudorosos pechos, él la manoseaba y subía a sus pezones, para ponérselos suaves con su propio sudores.

    -Eres muy puta Sole, te veo venir y antes de irnos de aquí, quiero que dejes tu marca, quiero que el próximo caballero o dama que se siente aquí, sepa que antes ha estado aquí, Soledad, la mejor amante, la dama más caliente, la más puta, así que quiero que te quites las braguitas, de todos modos ya las tienes toda mojadas, te las quitas, las restriegas por la butaca, restriegas tu coño también, quiero ver todo el asiento empapado con tus jugos.

    Sole le dijo “méteme dos dedos en el coño como tú sabes, lo tengo a punto para soltar un buen chorro de esos jugos que tanto te gustan”, lo hizo el caballero y a los dos minutos, la Sole se revolvía de placer, le susurro al oído “estoy a punto, sácame los dedos y azótame el coño duro y cuando te diga ya, quitas la mano”.

    Así lo hizo, el coño de Sole era un caño, soltando jugos a chorros, el orgasmo de la Sole fue glorioso, menos mal que ya apenas había gente en el local, aun así, creo que un camarero y una dama la vieron cómo se contorsionaba de placer, pero eso más placer le daba a Sole y más placer a su caballero, la butaca era un poema, absolutamente llena de los jugos de Sole, el caballero la miró.

    -Sole limpiemos un poquito esto.

    Y ambos lamieron los jugos que tan gloriosamente había echado por su coño, cuando la butaca estaba más o menos limpia, se levantaron, saludaron a los pocos clientes que había y se marcharon satisfechos, felices y juguetones, el tiempo que duro su relación fueron felices y se comieron y se disfrutaron mutuamente, y se olvidaron de las perdices.

    Gloria y honor a damas como Sole.

    Fdo. Malvado Diplomático

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  • Mi hijo y la madre de su amigo Pedro

    Mi hijo y la madre de su amigo Pedro

    Para mi hijo pequeño, su encuentro con Vanesa, la abuela de su amigo Pedro, había sido muy especial, aunque se lo había hecho con la madre de algún amigo y había comenzado a preguntarse ¿Por qué ellos no tenían con sus madres una relación como la que teníamos él y yo? Así que puso sus ojos en Carmen, la madre de pablo y este fue el resultado, según su relato.

    Carmen la madre de Pablo era muy diferente a Vanesa, su abuela, estaba más bien rellenita, ósea que no cuidaba su figura tanto como su madre, pero tenía unas tetas impresionantes, más de una vez me había fijado en su canalillo y me había hecho pajas pensando en ella, pero después de que mi madre me iniciara y me lo hubiera hecho con la abuela de Pablo, la pregunta de ¿Por qué no con Carmen? Comenzó a dar vueltas en mi menté.

    Todo se solucionó solo cuando Carmen me llamó y me dijo que quería hablar conmigo, eso despertó mi imaginación, cuando llegué a su casa y llamé, ella me abrió, llevaba puesto un vestido rosa que dejaba al descubierto gran parte de sus piernas y una amplia zona de sus tetas.

    Me recibió con un beso de los normales cuando estaba su hijo y me invitó a pasar a la cocina donde estaba preparando un guiso, me explicó porque me había llamado, quería darme las gracias porque ese día había llevado a su hijo a casa de su abuela y no a la de ella:

    -Si mi marido le pilla borracho es capaz de darle una paliza de campeonato.

    Yo le dije que lo había hecho encantado que Pedro era mejor amigo, y que le quería mucho, Al oír mis palabras ella me abrazo, ella estaba de pie y yo sentado, mi cabeza fue a dar contra sus tetas, me pareció la gloria, y yo restregué mi cabeza contra ellas, Después me dijo que, si me apetecía algún regalo, por ser tan buen amigo, yo le respondí que me gustaría tener una foto de sus tetas, ella se rio y me dijo:

    -Pero si eres un niño, ¿No deberías esperarte a crecer?

    -No soy un niño, repliqué yo, tengo dieciocho años.

    -Está bien, dijo ella, te dejo que me lo hagas, quizá te necesite a ver si lo de mi hijo con el alcohol no va a más.

    Se bajó las hombreras de su vestido y dos tetas impresionantes aparecieron ante mis ojos, estaba excitado y creo que ella lo notó, la hice la foto, y fue en ese momento cuando ella, señalando a mi polla, que se había puesto durísima y pugnaba por salir de dentro de mi pantalón, me dijo:

    -Se nota que es verdad lo de que ya no eres un niño, jajaja, y has despertado mi curiosidad.

    Me hizo levantarme, y ella se arrodilló ante mí, rápidamente dirigió sus manos hacia el botón de mi pantalón, y de un golpe me bajo los pantalones y el short, mi polla se quedó al aire y estaba completamente dura, ella al verla dijo:

    -Efectivamente esto no es de un niño, es de un hombre y bien dotado.

    Y cogiendo mi polla con una de sus manos la rodeó con esta y comenzó una deliciosa paja, yo me la había meneado muchas veces pensando en ella, pero ahora era ella quien me la estaba meneando y lo hacía muy bien, estuvo así un rato, y después dejó su mano y acercando su boca a mi miembro comenzó a hacerle una deliciosa mamada, Pero estuvo poco tiempo así, de repente se sacó mi polla de su boca y me dijo:

    Así que al nene le gustan mis tetas, pues ¿sabes una cosa? A mí me encanta tu polla.

    Cogió mi polla con su mano y la acercó a sus tetas haciendo que mi punto rozase con una de ellas, ello me produjo un placer increíble, que aumentó todavía más cuando me la metió entre sus dos pechos, era algo maravilloso, y tras un rato dijo:

    -Quiero volver a saborearla y se la metió en su boca.

    La mamaba muy bien, sin duda el cabron de su marido, nunca me había caído bien quizá por la dureza con que trataba a pedro, así que pensar que le estaba convirtiendo en un cornudo no solo no me importaba, sino qu me estimulaba para seguir follando con esa mujer.

    Al rato ella me dijo:

    -Estoy cansada de estar de rodillas, mejor me tumbó y te la sigo chipando así.

    De esta manera continuamos con nuestro encuentro, hasta que ella me dijo:

    -Mi amor no quiero que te corras aún, sácala de mi boca y utiliza mis tetas.

    Yo, muy obediente, se la saqué de su boca e introduje mi polla entre esas dos deliciosas tetas, hasta que ella dijo:

    -Tengo una idea, ponte de pie.

    Otra vez fui un niño obediente, nos levantamos los dos de suelo, ella fue hacia la nevera sacó un bote de esta y vino hacia mí, vi que el bote era de crema, y para mi sorpresa se lo untó sobre sus tetas y dijo:

    -Así te sabrán más sabrosas.

    Adoraba esas tetas y las hubiera chupado, aunque tuvieran espinas, pero tenían deliciosa nata sobre sus pezones, lo que las convertía en algo muy agradable, así que sacando mi lengua de la boca la lancé sobre ese parde pechos deliciosos y me dispuse a saborear tanto los mismos como las tetas que cubrirán, el saber era increíblemente delicioso. En un momento dado metí mi cabeza entre ellos era divino y ella dijo:

    -Mi niño, eres maravilloso.

    Pero yo en ese momento sentí que tenía necesidad de lanzarme hacia una zona del cuerpo de Carmen que aún no había gozado, así que me levanté un poco, le alcé el vestido, y vi que no llevaba nada debajo:

    -Es que estando yo sola en casa, trato de justificarse

    Pero a mí no me molestaba que no las llevara, al contrario, así no tenía que quitárselas, la hice sentarse sobre uno de los muebles de la cocina, me arrodillé ante mi diosa, e introduje mi lengua en el interior de su coño, que no necesitaba nata para estar delicioso, ella al sentir mi lengua se puso a gemir, mientras decía:

    -Mi rey esto es fantástico, se me había olvidado de que existía de tanto como hace que no me lo comen.

    ¿Así que el cabron de su marido no se lo comía? Pues se merecía un buen par de cuernos, como los que yo le estaba poniendo en ese momento, así que seguí con mi lengua en el interior de su coño, hasta que sentí como se corría. En ese momento ella me dijo:

    -Ya que hemos llegado hasta aquí, lo suyo es que lleguemos hasta el final.

    Me pido que me tumbara en el suelo y poniéndose encima de mí introdujo mi polla dentro de su coño, y comenzó a moverse, sentada sobre mí, mientras con sus manos acariciaba sus tetas, yo estaba disfrutando muchísimo, mientras ella decía cosas como:

    -Menuda polla tienes, mi niño, es fantástica, mucho mejor que la de mi marido, ¿Por qué no lo habremos hecho antes?

    Mientras se seguía moviendo, estar dentro de su coño era una delicia, tragaba mi polla con su coño con verdadera glotonería, era maravilloso, yo sentí que si seguía en esta postura no iba a tardar en correrme, así que la pedí:

    -Carmen, ¿me dejas ponerme a mí encima, es que me apetece mucho.

    -Vaya el nene empeñado en demostrarme que es todo un hombre, por mi encantada mi amor, me estas demostrando que lo eres.

    Y tras decir esto se salió de mi polla y se tumbó en el suelo y abrió bien sus piernas, mientras decía:

    -Venga demuéstrame lo macho que eres.

    Yo me puse de rodillas con mi polla al lado de su coño y la introduje en su interior, ahora era yo quien llevaba el ritmo, ella se puso a gemir mientras decía:

    -Eres un macho, sabes cómo satisfacer a una mujer.

    Y tras un fuerte gemido noté como se corría, yo la seguí follando, lo estaba disfrutando a tope, cuando ella notó que me iba a correr me pidió:

    -Mi amor córrete entre mis tetas, es algo que me apetece mucho.

    Saqué mi polla de su coño y la metí entre sus pechos ella se los apretó, y yo comencé a moverme dentro de ellos como si fuera una polla, hasta que no pude aguantarme más y eyaculé, soltando una gran cantidad de leche entre ellas.

    Se la saque, ella se puso a restregarse mi semen entre sus tetas cuando en esos momentos oímos como una llave entraba en la cerradura de la puerta de la casa, con rapidez nos vestimos afortunadamente para ella solo llevaba el vestido que se puso de un golpe, yo como pude me puse el short y los pantalones y me dejé la camisa desabrochada, cuando Pedro entró en la cocina nos encontró así, ella dejó que mi amigo se acercara y la diera un beso en la mejilla mientras le decía:

    -Mi amor tu amigo ha venido a verte y te estamos esperando, como aquí en la cocina hace mucho calor se ha desabrochado la camisa,

    No sé si Pedro se tragó el cuento, pero no estaba en condiciones se ser muy protestón, si le decía algo a su padre, este podía separarse de su madre y eso se veía que no le apetecía, y de otro lado yo podía contarle a este lo de su borrachera, sea porque hizo esta reflexión, o sea porque se creyó lo que le decía su madre el asunto es que aceptó la situación, yo estuve con el un rato y después me volví a casa.

    Pocos días después recibí una llamada de Carmen, con voz melosa me dijo que ni su marido ni su hijo iban a estar al día siguiente. Por supuesto le prometí que esa tarde iría a verla. Cuando llegué Carmen me recibo con el mismo vestido de nuestro anterior encuentro, como queriendo hacer ver que era su continuación, me llevo al sofá del salón, nos sentamos en él y comenzamos a besarnos, mis manos fueron directamente hasta sus enormes tetas que su vestido apenas podía contener y bajándole los tirantes de este se las saqué. Ella me dijo:

    -¿Al nene le apetece que mama le dé tetita?

    Después me hizo tumbarme en el sofá y arrimó sus tetazas a mi cara, yo acerqué mi boca a una de ellas y metiéndome uno de sus pezones en ella comencé a mamársela, ella se puso a gemir, mientras me decía:

    -Me encanta mi amor.

    Y llevó su mano hasta mi polla y se puso a acariciarla por encima del pantalón, la sensación que comencé a experimentar en ese momento era maravillosa, llevé una de mis manos hacia sus muslos que el vestido apenas tapaba.

    Rápidamente nos quitamos la ropa la ropa, que en su caso era de apenas un tanga, diminuto y transparente de color azul, la dije lo mucho que la deseaba, ella me ordenó tumbarme sobre el sofá y se colocó de rodillas encima de mí, sus adorables tetas quedaron ligueramente por encima de mi cabeza, por lo que me puse a chupárselas, hizo que mi polla se introdujera en su coño, y comenzó a moverse encima de mí de una manera muy ágil, que nadie pensaría, yo estaba gozando muchísimo, mientras ella me decía:

    -Mi amor follas muy bien me estas haciendo disfrutar mucho más que mi marido, te adoro.

    Y mientras seguía cabalgándome, se echo hacia delante de manera que sus tetas quedaron pegadas a mi cabeza, la moví un poco hasta que mis labios alcanzaron uno de sus pezones, se lo lamí un poco y luego me lo metí en su boa y me puse a chupárselo, a ella le pareció encantar y dijo:

    -Así que el nene quiere tetita, mami se la da encantada

    Yo en ese momento me imaginé ser Pedro, y una pregunta rondó mi cabeza, ¿se lo imaginaba ella también?, no eran celos, solo quería disfrutar con ella, y era una pena que teniendo una madre y una abuela tan putas, Pedro no disfrutara de ellas, como hacía yo con mi madre, pero eso no tenía solución y se trataba de aprovechar el momento y gozar de él. Ella seguía cabalgándome y gimiendo a tope, y así rs tuvimos hasta que fui yo quien le dije:

    -Carmen, me encantaría llevar el ritmo yo, al menos durante un rato., llevas razón mi amor.

    -Llevas razón mi amor, me respondió ella.

    Se bajo de encima de mí y se tumbó sobre el sofá y elevó la pierna que daba al respaldo de este, quedando su coño muy bien abierto, yo me use delante de ella, de rodillas, a la altura de su coño y de un golpe se la metí y comencé a moverme, ell se puso a gemir como una loca, mientras me decía:

    -Mi amor, esto es fantástico.

    Seguí follandomela en esa postura, mientras ella me decía:

    -Mi amor, hacia años que no gozaba tanto.

    Estuve folandomela en esa postura hasta que sentí que me iba a venir, intenté sacársela, pero ella me dijo:

    -Mi amor no la saques. Quiero que te corras dentro de mi y que tu leche riegue mi coño. Tranquilo que no le vas a dar un hermanito a Pedro.

    Sus palabras quitaron cualquier escrúpulo, así que seguí moviéndome dentro de su coño, hasta que no pude más y una gran cantidad de leche salió de mi polla y regó su coño, ella dijo:

    -Mi amor, esto es fantástico, lo repetiremos todas las veces que podamos, si tu quieres, pero eso sí, que no se entere nadie, especialmente mi marido, me molería a palos, ni mi hijo, me daría mucha vergüenza.

    No estaba muy convencido de cumplir lo segundo, oero por supuesto le dije que si, nos besamos apasionadamente, y en ese momento, lleve mis manos a su culo y me puse a acariciárselo, note como le gustaba, y me atreví a decirle:

    -Carmen ¿Me dejas meter mi polla dentro de tu culo?

    -^Lo dices en serio?, preguntó ella, vio mi cara y añadió, si te apetece es tuyo, como el resto de mi cuerpo, pero hace años que no recibo visitas por ahí, hazlo con mucho cuidado, debo de tenerlo muy cerrado.

    Le dije que por supuesto ella se puso a cuatro patas encima del sofá, apoyó sus brazos sobre uno de los respaldos laterales del mismo y me dijo:

    -Aquí me tienes a tu disposición, pero, por favor, ten mucho cuidado

    Me arrodillé detrás de ella, mi polla se puso a mil solo con contemplar el delicioso jamón que tenía a la vista, y de un golpe se la metí, tenía miedo de haberla hecho daño, pero la realidad es que tras un primer momento de indefinición ella comenzó a gemir de una manera muy virulenta, y dijo:

    -Esto es aún más alucinante de lo que recordaba.

    Estas palabras me hicieron ver que estaba logrando hacerla disfrutar y comencé a moverme en el interior de su culo, era muy caliente, así que comencé a marcar un ritmo que sentía que le gustaba, sus gemidos se intensificaron, mientras decía:

    -Lo que me he estado perdiendo durante todos estos años, por preocuparme de ser una buena madre y esposa y no por mi placer.

    Yo quería ayudarla a recuperar el tiempo perdido y esperaba convencerla de que ser una buena madre y ocuparse del propio placer sexual no era incompatibles al contrario y mientras seguía moviendo mi polla en el interior de su culo, hasta que sentó que me iba a correr, en ese momento una gran cantidad de semen salió de mi polla y regó su culo,

    -Muchas gracias, mi amor por lo que me has hecho disfrutar, dijo ella.

    Luego me pidió que me pusiera de pie, elal se arrodillo delante de mí y se puso a lamerme los restos de mi leche, pese al sitio de donde había salido.

    En ese momento volví a reflexionar sobre la situación tenía a la madre de un amigo chupándome la polla, lamentaba que no se lo hiciera a él también y esperaba lograr que esto cambiara algún día.

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  • Después de 10 años por fin me puso mis cuernos (1)

    Después de 10 años por fin me puso mis cuernos (1)

    Hola a todos los administradores, lectores cachondos y puñeteros, morbosos y compañeros, a las lectoras húmedas, a los valientes y depravados escritores que así como yo, disfrutamos el contar o relatar esas ricas experiencias y que al hacerlo nos llena de una excitación diferente pero inigualable. A quienes nos favorecen con sus eróticos, vulgares, humillantes y hasta busca sexo. A todos muchas gracias por existir, porque sin ustedes, no hubiéramos disfrutado tanto.

    Bien, tengo una vida llena de placeres y que he disfrutado casi todos los roles sexuales y no me arrepiento, pues creo ser uno de esos seres humanos que no nos quedamos con las ganas o dudas sobre el que se sentirá probar lo prohibido.

    Por lo pronto, pasaré a contarles todo, pero por partes y empezaré con una de las aventuras más excitantes que he tenido la fortuna de vivir, sentir, disfrutar y lo más excitante es que no sólo disfrute yo, sino que logre que Silvina mi primer mujer, también lo gozara.

    Desde que la conocí, me llamo mucho la atención su cara y cuerpo, ojos dardos, bonita de cara y poseedora de buen cuerpo, sin llegar a ser una lumbrera. Pero si que tenía lo suyo: buenas tretas, acinturada, nalgas ricas, piernuda. Para mi fortuna, la conocí a sus 18 años y sin experiencia sexual alguna, de esas tontitas que pocos tenemos la fortuna de moldear.

    No sé si era yo guapo, pero si con mucha suerte, y con ella la tuve, ya que en cuanto le pedí fuera mi novia acepto.

    Silvia apenas iniciaba su vida laboral y yo era estudiante en otra ciudad.

    Debo decir que siempre fui muy cachondo y con Silvina no fue la excepción, la veía cada fin de semana y muy propio de la edad, el sexo era imperativo, me aplicaba al 100 dándole tremendos fajes tocando la toda y que por su ingenuidad no se resistía.

    Así que a los dos meses de novios, la hice mi mujer, y poco a poco se fue transformando en una hembra golosa, así pasamos 3 años hasta que se embarazo.

    Nos casamos y nuestra sexualidad crecía aún más, comenzamos a jugar durante el sexo y entre esos juegos estaba el que yo le pedía a ella que se imaginar a cogiendo con algún artista de su agrado y eso nos excitaba mucho. El embarazo terminó naciendo una hermosa niña.

    A los 3 meses quedo embarazada nuevamente y el sexo bajo mucho de intensidad.

    Luego de 2 años de nacido un nuevo bebé, me aceptaron en un trabajo de una dependencia de gobierno, casi con 5 veces más de salario, pero tenía que acudir a muchas reuniones con los jefes y las secretarías. Sobra decir que casi todos los jefes, eran de ojo alegre, en sus escritorios guardaban aquellas primeras revistas porno, como la famosa pimienta, y a las reuniones, no faltaban las botellas de vino, botanas, y casi siempre llevaban un proyector de películas y puras pornográficas.

    Silvia aunque muy sutil, me hacía reclamos pero le hice saber que era casi imposible negarme a asistir y como siempre nos tuvimos mucha confianza, cuando me preguntaba que hacíamos en esas reuniones y sin ocultarse nada, se lo decía.

    Note que se ponía celosa, pues las secretarías estaban buenotas y nada rescatadas.

    Fue por esos tiempos, que Silvina tratando de mantener nuestra relación, me pidió que llevará a casa una de esas revistas porno, porque quería saber por qué llamaban mucho la atención, sin oponerme pero sin conceder, le comenté que el pretexto para mis jefes al comprarlas, era que lo que leían, lo hacían con sus mujeres (no supe por qué pero le mentí).

    Así que llegado el fin de semana, compre la dichosa revista una botella con brandy, refrescos, botanas y una lencería para ella.

    Silvina había dejado a los niños con su mama, así que llegando a casa a eso de las 9 pm me pregunto si llevaba la revista. Si le dije, pero también traje un regalo para ti.

    Le pedí que se la pusiera mientras yo acomoda a los vasos platos y servía las botanas, puse la botella en la mesa de centro música y me senté a esperarla.

    Cuando entró a la sala, guau no podía creer lo que mis ojos veían, ¡vaya que se esmero en su arreglo! Su cabello alborotado, su cara muy maquillada y pintada, perfumada con perfume dulce muy fuerte, su lencería muy chiquitita y transparente, medias super eróticas que ella compro ¡y unas zapatillas doradas de va con altísimo! ¡Realmente parecía prostituta de lujo! De momento no se lo dije, solo que se veía despampanante.

    Entendí que ella se esmeraba en complacerme y evitar me fijara en las secretarías.

    Bebimos unas cuñas, botaneamos y ya medio ebrios, ella se acomodó muy pegada a mi cuerpo y me pidió que leyera la revista porno viéndola los dos.

    Nunca me imaginé que esa revista tocará el intercambio de parejas y de maridos que daban permisos a sus mujeres para ir a coger con otros.

    Al ir leyendo las tramas sexuales, mi verga se puso durísima, mientras que Silvina sudaba discretamente, pero sus pezones indicaban su excitación. Esa noche solo leí 2 narrativas. Al terminar Silvina me pregunto si eso era cierto, que no lo podía creer y que si mis jefes hacían lo mismo.

    -Si mi reina, lo que leí, viene soportado con fotografías de las parejas, y yo no le veo nada de malo, si los dos están de acuerdo.

    Nos dimos una gran cogida que fue el resultado de la excitación.

    Pasaron unos 2 meses sin tocar el tema, hasta que después de una reunión, me tocó guardar el proyector y las pelis porno, no las pude dejar en la oficina, así que las lleve a casa.

    Después de dormir a los niños, le comenté a Silvina sobre el proyector y le pregunte si quería ver una película. Acepto.

    Debo decir, que Silvina no despegaba la mirada de la pared ¡y es que los actores parecían burros! ¡Era nuevo para ella!

    Esa noche vino a mi mente el deseo y excitación de verla cogiendo con otro hombre. ¡Y de la vista a la acción!

    Mientras veíamos esas películas, ¡me puse a acariciarla percatándome de la gran humedad de su panocha!

    Terminamos de verlas, apague el proyector ¡y le enseñe la fuerte erección que me cargaba!

    Luego le pregunte si ella también se excito afirmando con la cabeza.

    Sin más me tiré a la cama ¡y comencé a cogérmela como enajenado! Pero antes de que terminaremos, le solté la pregunta:

    -Mi reina, no sé por qué, pero tengo que confesarte algo. Te estuve observando y vi que te excitaste mucho viendo las vergota de los actores. ¿Estoy equivocado?

    -No mi amor, nunca había visto así de enormes y por los gemidos de las chicas, creo que las disfrutaron mucho.

    -Gracias por ser honesta, ahora ¿te gustaría coger con otro hombre?

    -¡Nunca!

    -La confesión que te dije es que a mi si me gustaría que cogieras con otros hombres y te dieras la oportunidad de probar, conocer disfrutar algo diferente a mí.

    De inmediato rechazo mi propuesta y aclaró que una cosa era ver películas y otra hacerlo.

    A partir de esa tormentosa noche, no quiso ver películas ni revistas. Pero yo la llevaba a bailar, le compraba ropa ajustada o corta, en fin, por mas alternativas que busque, nunca accedió a mi fantasía, la cual se hizo obsesión.

    Fue un sábado en que siguiendo mi lucha, casualmente entramos a un centro nocturno muy discreto y que Silvina se puso un minivestido amarillo muy llamativo por lo sanción, descotado y la chaquira o lentejuelas verdes y amarillas que la hacían ver como puta, nos asignaron una mesa junto a la pista de baile, por la hora, el congal estaba prácticamente a oscuras. Estuvimos bebiendo y platicando, hasta que Silvina abrió mucho sus ojos y me dijo:

    -Mi amor, ¿te acuerdas de mi amiga Margarita, la que está casada con un empresario muy rico?

    -Si ¿por qué?

    -Ay mi rey, por favor no vayas a decir nada, pero voltea a la pista, trae una minifalda azul, una peluca rubia ¡y está bailando bien relegada con un señor que no es su esposo! ¡Están a beso y beso! ¡Que mal por ella! ¡Tan decente que decía ser!

    -Estas mal Silvina, y te voy a dar mi punto de vista: ¿Recuerdas cuando te confesé que quería que cogiera con otros?

    -Si. ¿Y qué tiene que ver eso?

    -Bien, yo te amo con todo mi corazón y lo sabes, si te hice esa propuesta, es porque me queda claro que hombre y mujer somos iguales. No podrás negar que a ustedes también les gustan otros hombres y que así como tu amiga ceden a la tentación, también deben tener algún motivo para engañar. No busquemos motivos, pero ahora entenderás: sé que su esposo es un mujeriego, fiestero, seguramente no la atiende. ¿qué crees tú que va a pasar si el esposo se entera? Te aseguro que terminarían muy mal. ¿O no?

    -¡Pues claro!

    -A diferencia de ellos, si yo te propuse disfrutar gozar, conocer vivir al ser yo quien lo propuso, no te verías nunca trillada a esconderse, a engañar y hasta a exponer tu integridad ni tu sociabilidad. Yo tengo la plena seguridad de que eres igual a todas, que tienen la tentación de coger con quien les guste, solo que tu no tendrías por qué esconderte de mí, al contrario, tendrías hasta la satisfacción de compartiré esos momentos sin temor a represalias. Ahora podrás entender que solo quien ama de verdad, da libertad, oportunidad y confianza.

    -Tienes razón mi amor, nunca lo vi así, me sentía muy mal.

    -Bueno, mira lo que vamos a hacer para no incomodar a tu amiga: Nos subimos a la pista y bailamos bien descarados, como si tu fueras una por una y yo un cliente. Lo bueno es que tu amiga no me conoce y creerá que eres igual que ella, te aseguro que pasarán 2 cosas:

    Que al vernos bailando, se vayan para que no los veas o se acercarán a nosotros para hacer un reventón y así quedar las dos en las mismas circunstancias. Ah y aprovecho para decirte que, si tú quieres, podemos seguir siendo los mejores esposos, pero también podemos ser lo que tu me pidas y lo que yo te pida. ¿O sea, te gustaría ser esta noche una prostituta que se deje hacer de todo y con la que he soñado años?

    -Si mi rey, no sé qué hagan las putas, pero dime que hacer y lo hago. Te lo mereces.

    -Y además también podemos darnos libertad, confianza, no dudar uno del otro, pero hoy, ahorita cumple mi sueño, o sea, ¿cuanto me cobras por bailar mamita?

    -100

    -A caray, ¿por qué tan caro?

    -Porque lo valgo. Papi, te amo, y veo que eres el mejor hombre que pude tener. Eso merece un premio. Si quiero ser tu puta, y antes de bailar contigo, voy a bailar con otros y ser como todas las puras. Pero sólo bailar y a ver que hace mi amiguis.

    Continuará.

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  • Mi novio me presta al vecino

    Mi novio me presta al vecino

    Hola chicos, me llamo Daniela, la historia que contaré pasó hace algunos años, lo ocurrido cambió mi vida por completo, estoy un poco nerviosa ya que no quiero ser juzgada por mis actos, pero he sentido la necesidad de contar mi aventura.

    Soy de algún lado de México, no quiero sonar engreída, pero me considero una chica atractiva, tengo 28 años, soy pequeñita tan solo mido 1,59 de altura, de tez clara, cabello largo y rubio, ojos cafés, labios carnosos, con enormes tetas naturales talla 38H, no hago tanto ejercicio, pero mantengo una buena figura con vientre plano, caderas anchas, piernas largas y un culo duro y firme, quisiera decirles que soy una mujer recatada, pero por el tamaño de mis pechos eso es casi imposible, ni tampoco es que lo quiera ser, disfruto mucho tener sexo y siendo sensual en todos los aspectos pero eso no significa que se una puta que se mete con cualquier hombre.

    Como les había comentado esto ocurrió hace algunos años, en aquel momento llevaba una relación de 3 años con Erik (mi novio), él es mayor que yo por 4 años, es un chico atractivo, de tez morena, cabello negro, más alto que yo y con buen físico.

    En ese momento estábamos buscando una casa para hacer nuestro nido de amor, pero debido a nuestro presupuesto no habíamos tenido éxito, por suerte pudimos encontrar una linda casa un poco alejada de la ciudad, era muy amplia, con una cocina muy bonita, una terraza y una pequeña piscina, el único inconveniente es que la teníamos que compartir con el dueño.

    Él se llamaba Claudio (tenía unos 53 o 56 años pero no aparentaba esa edad, alto, de tez morena, cabello corto negro, con muy buen físico, de rostro varonil y atractivo), nos platicó que vivía solo, su esposa había fallecido hace varios años y sus hijos ya estaban grandes y tenía nula comunicación con ellos, aceptamos vivir con él y desde el principio nos llevamos muy bien, él era un tipo muy agradable, divertido, simpático aunque también un poco pícaro y mirón conmigo, pues cada que estábamos solos no perdía la oportunidad de decirme algún cumplido o piropo.

    La verdad nunca me molestaron sus palabras es más me gustaba escucharlo por lo que dejé que esto se volviera más común hasta hacerse una costumbre, cada vez pasábamos más tiempo con él y sobre todo yo, pues cada que mi novio se iba a trabajar me quedaba a solas con él.

    Yo empecé a tener una atracción hacia Claudio, me gustaba su forma de ser, su voz, su liderazgo que tenía con mi novio y como lo manipulaba con tal de estar a solas conmigo, había veces que Erik salía de viaje por algunos días y Claudio me invitaba a salir en las noches, pero siempre con el permiso de mi novio ya que Claudio hablaba con él y mi novio nunca se negaba.

    En una noche calurosa Claudio le hablo a Erik para que bajara a la piscina a nadar y refrescarse, él dijo que si. Llegamos a la alberca me quite mi ropa y me quedé en mi sexi bikini blanco, Claudio se quedó con la boca abierta viendo como rebotaban mis tetas con cada paso que daba, “déjame tomarte una foto” dijo Claudio y dije que si, mi novio no dijo nada solo agachó la mirada porque se sentía intimidado por él, veía a Claudio como gozaba y babeaba por tomarme esa foto, nos pusimos a platicar y entre la plática Claudio le dijo a Erik.

    -¿Qué pasaría si me robo a su mujer un fin de semana para irnos a la playa?

    Mi novio no supo que decir ya que se sentía intimidado, él se paró y se metió a la casa dejándome a solas con Claudio en la alberca platicando, nos salimos del agua y Claudio se me acercó con una toalla para secarme, se pegó hacia mi poniendo su verga en mi espalda, sentí su bulto y me quede impresionada pues se sentía de buen tamaño, mientras secaba mi cuerpo no perdía la oportunidad de toquetearme un poco con sus manos grandes y ásperas, yo no puse nada de resistencia pues me encantaba el toque de sus manos callosas sobre mi suave piel, acerco su cara a mi oído y me susurró:

    -Te deseo demasiado Dani, me gustas, me encantas y quiero probarte

    Sentí su polla en mis nalgas, él me tomó de la cintura y con fuerza me empujaba su verga sobre el bikini, reaccioné y me separé de él y me fui de ahí, al llegar a mi casa Erik me dijo:

    -¿Qué onda con Claudio, te gusta? -Me quedé callada- Sé que te gusta y yo siento mucho morbo de verte con él y a la vez siento celos, pero me gustaría que cogieras con Claudio. -Me quedé sorprendida de lo que me dijo mi novio.

    -¿Estás seguro de lo que dices?

    -Si, mucho, sé que tú también quieres coger con él, ¿o no es cierto? -no dije nada solo agaché la cabeza.

    -Mañana hablaré con él para arreglar esto

    Esa misma noche me mandó mensaje Claudio pidiéndome una disculpa, no le contesté, al siguiente día me quedé sola en casa pensando en Claudio y lo que me dijo Erik, días después me dijo mi novio:

    -Ya lo pensé y quiero que estés con el -me puse muy nerviosa de lo que me dijo.

    -¿Estás seguro y vas a aguantar?

    -Quiero ver con mis ojos como te coge ese hombre que tanto deseas

    -Está bien, espero que no te retractes de tu morbo, porque a mí me gusta él y quiero que me coja

    Llego el día acordada por ambos, mi novio y Claudio me dejaron todo ese día sola para que me preparara, estaba súper nerviosa pero a la vez muy ansiosa de que llegara la hora de estar con él, toda la tarde me la pase arreglándome, me quería ver súper perra para sorprender a Claudio.

    Tomé un largo baño y aproveche para depilarme los pocos vellos de mi vagina, saque toda mi ropa y elegí un sostén de media copa de encaje negro el cual hacia conjunto con mi tanga de hilo transparente, me puse un vestido de tirantes rojo que me llegaba a la mitad de los muslos con algo de escote, con unos tacones de tirantes altos y con el cabello suelto, me vi al espejo y era toda una puta, sabía que cuando me viera Claudio se quedaría babeando, parecía que mis tetas en cualquier momento romperían el vestido, pues con el sostén de media copa se me veían aún más grandes y mi culo no se quedaba atrás se veía duro y firme.

    Cayó la noche y llegaron mi novio y Claudio casi al mismo tiempo, estaban en la sala para platicar cuando yo bajé por las escaleras, al verme ambos se pararon y quedaron impresionados pues como les dije me veía como una autentica zorra, mis tetas se movían con cada paso que daba y Claudio estaba totalmente hipnotizado comiéndome con su mirada recorriendo todo mi cuerpo, baje le di un pequeño beso a mi novio y me fui a la cocina para traer algunas cervezas, cuando regrese ellos estaban platicando de lo que iba pasar.

    -Estás seguro de esto Erik, crees poder aguantar lo que vaya a pasar

    -Si don Claudio, sé que usted y Daniela tienen demasiadas ganas de coger y prefiero ver como se la coge a que me engañe

    -No Erik, quiero estar a solas con tu novia en mi cuarto, si quieres puedes escuchar desde la puerta o le puedo tomar algunas fotos a ella y que después te las enseñe

    -Está bien don Claudio

    Puse algo de música y brindamos con las cervezas, empecé a bailar con Claudio y el no perdió el tiempo y comenzó a besarme, me sentía nerviosa y muy apenada de que estuviera viéndome mi novio como bailaba muy pegada a Claudio y de como nos besábamos, voltee de reojo a mirar a Erik y él estaba sentado con la cabeza abajo.

    -Ven linda vámonos a mi cuarto -dijo Claudio tomándome de la mano.

    Me acerqué a mi esposo con cara de culpabilidad y le dije:

    -¿Puedo irme con Claudio a su cuarto toda la noche?

    -Claro puedes irte

    -Hasta mañana.

    Claudio me jaló del brazo y me llevó a su habitación. Ya estando los 2 solos me solté más, lo jale hacia mí para besarnos, el tomo mi cintura y nos besamos apasionadamente mientras nuestras lenguas se entrecruzaron y nuestros labios se mordían, lo sujete de la nuca y estuvimos así por un par de minutos.

    Claudio bajo sus manos por mi cintura hasta mi culo, levanto mi vestido dejando mis redondas y firmes nalgas al descubierto y empezó a sobármelas, yo hice lo mismo y baje mi mano a su entrepierna para poder acariciar aquel enorme bulto, deje de besarlo y abrí su camisa para ver su pecho peludo y su abdomen marcado, bese su cuello y fui bajando de a poco entre besos por todo su abdomen, podía sentir el aroma tan fuerte, varonil y dominante que desprendía su cuerpo y eso despertó algo dentro de mí.

    Recorrí cada centímetro de su abdomen hasta quedar arrodillada a la altura de su cintura, no perdí el tiempo y le baje el pantalón dejándolo solo en bóxer, aquel enorme bulto que se le marcaba me dejo boquiabierta, no podía esperar más tenía que ver aquel pedazo de carne así que tome su bóxer y se lo baje, su verga salió como resorte quedando a pocos centímetros de mi cara, quede impresionada al verla pues era de gran tamaño le media unos 21 o 23 centímetros, ancha, venuda, morena y un poco peluda, no les mentiré era mucha más grande y ancha que la de mi novio.

    -Que tal Danielita te gusta mi polla

    -Si don Claudio es hermosa

    -Qué bueno porque es todita para ti sola

    Comencé a chuparle sus peludos huevos mientras lo masturbaba, fui subiendo por el palo de su verga entre besos hasta quedar enfrente de la cabezota roja de su polla, podía ver un poco de líquido pre seminal emanando en su glande, levante la cara y lo vi a los ojos con cara de niña buena apunto de comerse un caramelo, saque la lengua y la acerque lamiendo todo ese delicioso líquido, acerque nuevamente mi lengua para ensalivar toda su cabeza con movimientos circulares, metí lentamente su verga en mi boca hasta llegar a la mitad en donde ya no pude con mas, empecé a mamársela subiendo el ritmo con cada chupada, puse una mano en sus huevos para acariciarlos.

    Claudio me tenía sujeta de la cabeza mientras sacaba algunos gemidos tímidos, baje mi otra mano a mi vagina la cual ya estaba mojadita hice a un lado mi tanga y empecé a sobar mi clítoris, subí el ritmo de mis chupadas hasta mamársela como una loca, los gemidos de don Claudio cada vez se hacían mas rápidos y fuertes, el empezó a mover su polla cogiéndome la boca, sentía como llegaba hasta el fondo de mi garganta, hasta que ya no podía entrar más haciendo que me faltara el aire y la retiraba sintiendo arcadas pero una vez respiraba se la volvía a chupar, estaba hipnotizada por esa hermosa polla y solo quería mamarla y mamarla olvidándome de todo el mundo.

    Metí lentamente un par de dedos en mi panocha los cuales entraron sin ningún problema de lo mojada que estaba, me masturbaba al ritmo de mis mamadas, yo quería explotar de placer por lo que gemía como una perra sobre su verga, no me importaba nada gemía y gemía muy fuerte pero él fue el que no aguanto, sentí como sus piernas comenzaron a temblar como si fuera a caerse en cualquier momento, me separe de él y lo aventé contra la cama dejándole descansar por algunos segundos, me acerque a gatas a el chupándole un par de veces más su polla dejándola totalmente ensalivado, me baje el vestido hasta el vientre y me quite el sostén tirándolo al suelo, mis blancas tetas salieron rebotando dejando a Claudio impresionado.

    -Wooo que lindas tetas tienes amor

    -¿Te gustan mi rey?

    -Si, son enormes, hermosas, perfectas, muy lindas

    -Pues son para ti mi amor

    Puse mis tetas sobre su verga y las deje caer ante su mirada lujuriosa, mis grandes senos abrazaron su caliente y venuda polla, empecé a subirlas y bajarlas sobre su verga aumentando el ritmo de apoco, logre ver de nuevo aquel delicioso liquido saliendo de su glande y como una verdadera puta inunde mi cara entre mis senos para lamer su cabezota.

    Claudio me tomo del cabello y me alzo para besarnos como si fuéramos adolescentes en pleno romance, bajo su cara a mis senos y acerco su boca a una de mis tetas, empezó a besarla, saco su lengua y recorrió toda la circunferencia de mi enorme pezón rosado, mordió por algunos segundos mi pezón el cual ya estaba durísimo para después succionarlo, puso su mano en mi otra teta y jugo con ella haciendo círculos sobre mi pezón con sus dedos, los masajeaba y los pellizcaba, jadeaba ligeramente mientras sentía su lengua recorrer mis pechos de uno a otro.

    Claudio cada vez se volvió más brusco con sus movimientos las mordía, chupaba, lamia toda la circunferencia de mis pezones sin dejar ningún centímetro de ensalivar, con su boca realizaba movimientos succionadores como queriendo arrancarme los pezones mientras mis gemidos cada vez se hacían más fuertes, sentí que una de sus manos bajaba lentamente buscando mi coño, la paso por encima de mi tanga la cual ya estaba totalmente mojada.

    La hizo a un lado y froto sus dedos por mi vagina de arriba abajo por algunas ocasiones, estiro dos dedos y sintió mi hueco húmedo, los introdujo en mí y deje salir un gemido profundo, movió por algunos instantes sus dedos dentro de mi panocha sin dejar de comerse mis tetas, se separó de mí, saco sus dedos mojaditos con un líquido viscoso y mirándome se lo llevo a la boca y lamio todito.

    -Mmm que caliente y mojadita estas putita

    -Si papi tú me tienes así de mojada

    Claudio me tomo de la cintura y me aventó contra la cama, me quito el vestido y la tanga dejándome solo en tacones, abrió mis piernas y miro mi puchita totalmente depilada y rosita quedándose hipnotizado viendo mi vagina la cual había estado deseando y por fin la tenía a su alcance, acerco su cara y beso mi panocha pasando su lengua de arriba abajo recorriendo cada uno de sus pliegues, el lamia y lamia alrededor y yo deliraba de placer, hacía movimientos circulares con su áspera lengua hasta que la poso en el centro de mi coño.

    -Ahhh -gemí mientras él la enterraba dentro de mi pucha, metía y sacaba su lengua como desesperado, subió su lengua hasta mi clítoris y jugo con él, sus dedos se escabulleron dentro de mi coño haciéndome gemir más fuerte, lo tome de la cabeza para que no se pudiera despegar de mí y empecé a acariciarlo, él era un experto y me estaba haciendo ver las estrellas como hace muchos años no lo hacían, se separó de mi.

    -Ya es hora de que sientas una verga de verdad perrita -no dije nada solo lo vi a los ojos.

    -Quieres que te meta la verga puta

    -Si por favor- dije tímidamente

    -Dije que si quieres que te meta la verga zorra

    -Si mi rey quiero sentir tu polla dentro de mi

    Él sonrió, me jalo un poco dejando mi culo en la orilla, puso mis piernas en sus hombros y escupió un par de veces en mi vagina, restregó su verga en ella dejándola ensalivada, se fue acercando apuntando la polla a la entrada de mi pucha, agache la cabeza para mirar mejor la penetración, la cabezota de su pollón hizo toque con mis labios, un leve gemido escapó de mí, mi coño estaba rojito, rojito y abierto tenía ligeras contracciones por lo que iba a pasar, hasta que sentí como entraba-haaa -gemí profundamente poco a poco mi panocha fue comiéndose aquel pedazo de carne, cada centímetro que entraba abría mis labios vaginales de lo ancha que estaba.

    Mis ojos se entrecerraron y mordía mis labios, metió su verga casi hasta la mitad, puse mi mano para detenerlo pues mi panocha no podía con mas, comenzó con un lento pero delicioso mete y saca, mis suaves y rosados labios vaginales no podían parar de apretar su verga con cada metida, él iba aumentando el ritmo mientras yo deliraba del placer.

    -Te gusta puta te gusta como te cojo

    -Haaa siii aaamorr aa mee encantaaa

    -Quien es tu macho perra dime quien es tu macho

    -Tuuu haaa mii reyy tu eresss mii machooo

    Tome su mano y chupe sus dedos imaginando que era su verga, Claudio me tomo del cuello y empezó a cogerme como un verdadero loco.

    -Haaaa sigeee sigeee nno parees nooo paress

    -Siempre supe que eras una verdadera perra toma, toma

    -Aaaah haaa siii mii amorr yooo soy unaa perraaa noo pareees nooo paress

    Se dejó caer sobre de mi sintiendo entrar aún más su polla y comenzó a besarme, fue bajando la velocidad de sus embestidas, pero yo quería seguir sintiendo su verga entrar, como una puta moví mi culo para seguir sintiendo su polla.

    -Me encanta tu puchita se siente súper caliente y mojada

    -Haaa tuu vergaaa me tieneee asiii mi amorrrr

    -Tantos meses había soñado que te estaba cogiendo y por fin te volviste mi puta

    -Si miii aaamor aaah soyyy tuu putiitaa

    Claudio tomó un segundo aire y me levanto, lo tome de la nuca para no caerme, sentí su verga entrando a un más profundo, él empezó a moverse, iba subiendo poco a poco el ritmo y la fuerza del mete y saca, hasta que sus embestidas se hacían fuertísimas, me estaba dando con todo, yo cerraba los ojos para sentirla mejor, estaba nuevamente en la gloria, empecé a gemir de gusto me estaba reventando el coño y yo moría de gusto.

    -Vamos perra esto es lo que esperabas toma, toma, trágatela se ve que hace tiempo no gozas como lo puta que eres

    -Aaaah haaa siii reviéntameee, traspásaaame eel coooño mii reyy, damee, daame, ahhh.

    Gemía y gemía, era indescriptible, el empujaba y empujaba, debido al tamaño de su aparato yo temblaba ante sus embestidas, respiraba agitadísima y solo quería que me la metiera hasta el fondo del alma, hasta que él se cansó y me bajó, nos miramos a los ojos y ambos nos abalanzamos para devorarnos la boca.

    Claudio se tiró a la cama y abrió sus piernas, me acerque dándole la espalda y me senté sobre él, él me agarró las nalgas y levanto un poco mi culo para poder penetrarme, yo me acomode mejor y se produjo el encontrón entre su verga y mi panocha una vez más, su polla entró y esta vez la sentía más profunda por mi peso, levante mis piernas y las abrí mucho, hasta poner mis pies sobre sus muslos, me recosté sobre él, y el agarro mis tetas desde atrás empezándolas a masajear y apretar, nos acoplamos bien y empezó el movimiento.

    Esta vez yo controlaba más y levantaba mi culo hasta casi sacar su verga y bajaba hasta enterrarla de nuevo, primero lo hacía despacio y luego fui subiendo el ritmo, él empujaba cada vez que mi coño bajaba, de tal manera que sentía unas terribles embestidas, mientras él me apretaba mis tetas, levanté la mirada y me vi en el espejo que tenía, estaba completamente desnuda y con las piernas totalmente abiertas entregando mi vagina a otro hombre que no era mi novio, me miraba mientras subía y bajaba, yo tenía una cara de auténtica puta y gemía y gemía como loca, sentí su polla palpitar como loca por lo que pude adivinar que se venía.

    -Haaa siii mmi reey damee tuuu lechee damme tuu lecheee

    Baje el coño con fuerza y sentí como su polla explotaba dentro de mí.

    -Ahhhh ahhhh perra, recibe, recibe.

    Sentí como se corría dentro de mí y su leche se estrellaba contra el fondo de mi coño, deje de moverme mientras mi vagina tenía fuertes contracciones, saque su verga de mi panocha y voltee para verlo y ahí me di cuenta de que su verga estaba escurriendo de semen, me acerque para poder limpiarle la polla y saborear aquella viscosa y deliciosa leche pasando mi lengua por toda su cabezota roja hasta dejarla limpia por completa, mientras podía sentir como me escurrían sus líquidos por mis piernas.

    Le di una última mamada hasta que su verga no aguanto más y quedo totalmente flácida, nos quedamos tirados un rato descansando, su verga comenzó a levantarse de nuevo por lo que la agarre y lo lleve al baño para ducharnos, pase mis manos por su marcado, peludo y mojado abdomen, para ese momento su polla ya estaba tiesa nuevamente, me hinque y enjabone su verga para limpiarla, acerque mi boca y volví a chupársela con desesperación.

    Él escuchaba mi respiración de lo desesperada que estaba chupándosela, me puso su polla en mis tetas y lo empecé a masturbar hasta que se vino otra vez, esta vez se fue en mi cara, pensaba que ya no le iba a salir semen, pero me equivoque, saco igual que la primera vez, salimos de bañarnos y nos acostamos, él me abrazó y nos besando, volvimos a coger una vez más, nos volvimos a bañar juntos y después nos quedamos completamente dormidos.

    Espero les haya gustado mi aventura, aún hay más historias que puedo contarles, les agradecería mucho si me pueden dejar un comentario si les gustaría que les siguiera contando más de esta aventura, sin más me despido y muchas gracias por leerme.

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  • Deseos ocultos: Dos amigas descubren las fantasías de Diego

    Deseos ocultos: Dos amigas descubren las fantasías de Diego

    En un cómodo apartamento en el corazón de la ciudad, Diego se encontraba frente a su computadora, su mente divagando entre pensamientos inocentes y deseos ocultos. El zumbido del ventilador era el único sonido que rompía el silencio, mientras él se perdía en la pantalla, revisando sus mensajes. De repente, un aviso sonó, indicando que había recibido una serie de fotos de su mejor amiga, Laura. Con un clic, abrió el archivo y se encontró con imágenes de ella, desinhibida y desnuda, capturadas en momentos de intimidad.

    Diego sintió una oleada de calor subir por su cuello mientras sus ojos recorrían cada curva y cada detalle de su cuerpo. Las fotos eran provocativas, con Laura posando de manera sugerente, sus ojos llenos de deseo. Pero lo que más le intrigaba eran las historias que su amiga le contaba después, los detalles íntimos de sus encuentros con otros hombres. La forma en que describía cada beso, cada caricia, lo excitaba de una manera que él no podía explicar.

    Su amiga y él no eran pareja entonces. Eran amigos de fiesta, se conocieron en un bar donde se emborracharon y Diego terminó chupándole sus tetas en el baño de un bar, producto del exceso de alcohol y hormonas. Su dinámica no tenía etiquetas, fluía de vez en cuando entre encuentros casuales, salidas de amigos y fiestas.

    Una mezcla de excitación desconocida recorrió a Diego una vez que habían salido por copas con un grupo de amistades y ella había terminado compartiendo lengua con otro hombre, mientras sus manos recorrían todo el cuerpo de ella. No había nada que reclamar, Diego solo la espero para irse juntos a su apartamento esa noche, siendo el momento exacto donde se volvería costumbre hablar de sus experiencias sexuales pasadas, compartir todos los detalles en una especie de juego sexual que ambos jugaban sin darse cuenta.

    Diego recordaba una noche en particular, cuando Laura le había contado sobre su último encuentro. “Nos besamos apasionadamente” le había dicho, su voz baja y llena de deseo. “Sus manos recorrieron mi cuerpo, y yo me sentí muy húmeda, tanto que necesitaba sus dedos en mí.” Diego podía imaginar la escena con vívida claridad, y su mente se llenaba de imágenes eróticas que lo dejaban sin aliento. A medida que pasaba el tiempo, Diego comenzó a darse cuenta de que estas historias lo excitaban más de lo que estaba dispuesto a admitir, incluso ante sí mismo.

    Una noche, mientras tomaban unas copas en un bar, Laura y su otra amiga, Sofia, comenzaron a compartir historias de sus últimas citas. Diego escuchaba, sintiendo una mezcla de curiosidad y excitación. Laura mencionó un encuentro reciente con un desconocido, describiendo cómo se besaron apasionadamente frente a él, como si quisieran provocarlo. “Debiste ver como se le marcaba su verga en el pantalón” dijo Laura, sus ojos brillando con el recuerdo. “Sólo éramos él y yo, y su enorme verga.” Diego se encontró atrapado en su relato, imaginando la escena con vívida claridad.

    Sin poder disimular mucho la erección Sofía interrumpió su relato, miró la erección de su amigo y se rio señalando que alguien estaba disfrutando de más la historia. “Así es él”, replicó Laura, -yo tengo que admitir que a veces le comparto cosas de mis citas pasadas solo porque sé que eso lo enciende muy fácil-explicó.

    -¿En serio te gustan tanto esas historias? -preguntó Sofia.

    -Supongo que sí, me gusta imaginarlo y por alguna razón me gusta escucharlo, aunque no es mi intención hacerlas sentir incomodas -dijo Diego apenado. -No te preocupes por eso, solo lo encuentro bastante curioso ¿y te gusta ver cuando dos personas se besan frente a ti? -dijo Laura, a lo que él asintió con la cabeza.

    -Hay que ponerlo a prueba -dijo Laura mientras se acercaba a Sofía y ambas se hundían en un beso muy húmedo.

    -¿Te gustó? -Preguntó entre risas Sofía.

    -Es obvio que sí, dijo Laura mientras con el dedo índice tocaba la erección evidente de Diego.

    -Te tengo una duda, ¿esto es algún tipo de fetiche de voyeur? ¿te gustaría ver a la gente escondido o algo así? -Dijo Sofía.

    -Me parece que no, es más como la emoción de saber que soy parte de y que estoy viendo o imaginándome los detalles. Supongo que a ustedes también les gustaría ver a alguien atractivo para ustedes teniendo sexo ¿no? es como la pornografía. -argumentó Diego.

    -¿Y si esa persona tuviera un vínculo sentimental contigo por ejemplo? como las parejas swingers o así, ¿crees que te gustaría ver a tu pareja con otra persona? -Preguntó Laura.

    -Supongo que sí, -confesó Diego.

    -Nunca había escuchado de algo así, para ser sincera. No sé si yo me excitaría viendo a mi pareja con otra persona, pero claramente eso a ti sí. Aunque siento que hay algo más, porque debe haber una razón de porque eso te excita tanto cuando es una persona que conoces como una pareja, ¿tal vez la parte psicológica del asunto? -reflexionó Laura.

    -Supongo que sí, no puedo explicarlo con palabras porque no he pensado mucho en esto, pero supongo que la situación de ver a alguien que conozco con otra persona disfrutando me genera un poco de morbo -explicó Diego.

    Sofia, con una sonrisa traviesa, se inclinó hacia él y le preguntó en voz baja:

    “Diego, si tuvieras una pareja, ¿te excitaría que te fuera infiel?”

    Diego sintió un nudo en la garganta, pero la respuesta salió de sus labios con una sinceridad que lo sorprendió:

    “Creo que sí.”

    Las dos mujeres se miraron y rieron, encontrando en su respuesta una oportunidad para hacer más preguntas. La atmósfera se cargó de tensión sexual, y Diego se sintió a la vez excitado y humillado. Las burlas de sus amigas lo pusieron en una posición vulnerable, pero también le descubrieron un deseo oculto que no sabía que tenía. A medida que la noche avanzaba, Diego se encontró en una espiral de excitación y vergüenza, disfrutando de la atención y las provocaciones de sus amigas. “Lo bueno es que sabemos que nunca te veremos llorando porque te pusieron los cuernos, es un superpoder si lo piensas así”. Bromearon entre ambas.

    Durante los siguientes días, tanto Laura como Sofía llenaban de historias sexuales a Diego. Un día recibió una foto de Sofía con su cara llena de semen y sintió que iba a explotar. Ambas habían encontrado en el deseo de su amigo un gran tema para fastidiarlo, llamándolo durante semanas “cuernitos”.

    Con el tiempo ambas fueron aceptando la situación y jugando con eso, hasta que un día Sofía se atrevió a confesarle sus sentimientos a Diego, aunque ella explicó que no tenía ningún problema con el “asunto sexual” de su pareja, le admitió que no le gustaría que él viera a otras mujeres, él simplemente aceptó, no quiso pedir exclusividad en la relación de su lado y le explicó entre balbuceos que si ella quería hacer algo tal vez eso a él le gustaría, siempre y cuando estuviera enterado.

    Con el tiempo, Sofia y Diego comenzaron una relación, y el secreto de sus deseos cornudos se convirtió en un juego y seguidilla de chistes entre los tres amigos. Las noches en el apartamento, usualmente incluían alcohol y amigos y un día Sofía decidió invitar a un grupo de conocidos de fiesta para celebrar un logro en su trabajo. “Juguemos verdad o reto”, sugirió Laura.

    La noche se llenaba de desafíos y juegos de verdad o reto, donde la tensión sexual se volvía palpable. Esa noche mientras jugaban, uno de los hombres del grupo retó a Sofía a contestar a qué hombre de la habitación besaría si no estuviera en una relación.

    -Supongo que a Mariano -Confesó Sofía. Todos volvieron a ver a Diego, pero él solo sonrió indicando que no pasaba nada malo. Los retos no tardaron en involucrar alcohol y retos más subidos de tono en un grupo donde casi todos eran solteros.

    A mitad de la noche Diego fue retado a beber un shot de tequila que Laura debía poner en sus tetas. Diego chupo la sal puesta en parte del cuello de su amiga y luego puso su boca en el vaso de shot ubicado en el gran busto de su amiga, a lo que tuvo que ayudarse con la mano para lograr beber con éxito.

    El grupo ya algo alcoholizado celebró y molestaron a Sofía diciendo que cuidado le robaban al novio. Pues las tetas de Laura eran grandes y Diego las había palpado con fuerza.

    -No se preocupen yo le voy a devolver el favor a mi amiga -Dijo Laura. Seguido de esto, retó a su amiga a besarse de lengua con el otro chico, el cual ella había admitido que le tenía ganas.

    Diego no tuvo tiempo de reaccionar cuando su pareja y el otro chico se besaron. La escena lo dejó sin aliento, una mezcla de excitación y vergüenza que lo consumía.

    Las siguientes rondas bajaron la intensidad y todos tenían una sensación de que habían propasado un límite. A lo que Laura decidió hacer la pregunta más comprometedora de la noche.

    -Dinos, ¿te excitó ver a Sofia besándose en frente de todos? recuerda que no puedes mentir -explicó Laura

    “Sí” admitió, con la voz temblorosa, sintiendo cómo su rostro se sonrojaba. La confesión abrió una puerta a nuevas posibilidades, y Diego se encontró explorando un lado de sí mismo que nunca había conocido.

    A partir de aquí los juegos se volvieron más osados. En una ocasión, Sofia fue retada a pasar 20 minutos a solas en un cuarto con el otro hombre. Mientras esperaban, los amigos, mayoritariamente mujeres, le susurraban cosas excitantes a Diego sobre su fantasía y como ahora sabían su secreto. Él sentía su corazón latir con fuerza, anticipando lo que vendría. Las palabras susurradas eran sugerentes y provocadoras, y Diego se encontró en un estado de excitación que lo dejaba al borde del abismo.

    Cuando Sofia finalmente salió del cuarto, su cara estaba llena de semen y una sonrisa pícara iluminaba su rostro. Diego la miró, sintiendo una oleada de excitación y posesión. Era solo el comienzo de una vida llena de deseos y juegos, donde él sería el centro de atención. La humillación y el placer se entrelazaban en una danza erótica que lo dejaba sin aliento, y Diego se encontró ansioso por explorar más, por descubrir nuevos límites y nuevas formas de satisfacer sus deseos más profundos.

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  • Atrasados en la renta

    Atrasados en la renta

    Hola de nuevo, ahora les traigo una confesión de lo que me vi obligada a hacer para evitar ser desalojados del apartamento donde vivimos. Me describo para ustedes: soy una mujer de 40 años, morena clara, linda, ojos cafés y cabello largo color negro hasta media espalda, de complexión delgada, pero con un trasero firme y redondeado.

    En una ocasión mi pareja se fue de viaje de negocios por varios días, quedándome sola y abandonada en casa. La semana transcurrió aburridamente lenta y me palpitaba la cuca cada vez que pensaba en mi marido, mi coño lo extrañaba mucho por las noches que hasta le lloraba jugos vaginales jejeje. Llegó el sábado y decidí pasarla bien así que hice los preparativos para esa tarde: una buena botella de vino tinto y mis videos porno favoritos.

    Eran ya casi las 6 pm, pero el calor de verano aún no disminuía por lo únicamente llevaba puesta una musculosa semitransparente de algodón muy delgada en color perla que apenas cubría mis senos. En la parte de abajo una tanga del mismo color tapaba por delante parcialmente mi monte de venus (siempre lo traigo estilo bikini, o sea depilado todo excepto una pequeña franja en medio) pero por detrás al ser tanga se apreciaban mis glúteos, andaba casi en pelotas vaya.

    Comencé a ver los videos en la computadora de la sala, ya no recuerdo bien cuál era la trama, solo me acuerdo que miraba uno donde una chica estaba siendo enculada por un moreno de pija grande. En fin, mi temperatura era muy alta, me tocaba por debajo de la tanguita con dos dedos dentro de mi coñito, estaba recontra mojada y no faltaba mucho para correrme, cuando inesperadamente llaman a la puerta. ¡Mierda! a quien se le ocurría interrumpirme en un momento así. Insistieron un par de veces usando el timbre y luego con golpes fuertes a la puerta, seguro que era algo importante pensé.

    Todavía un poco aturdida por el éxtasis en el que me encontraba no coordiné muy bien mis ideas y solo atiné a limpiarme la mano empapada de jugos vaginales para ir a ver quién era. Me asomé por la mirilla de la puerta: se trataba de don Jacinto el propietario del edificio. Me quedé pensativa un momento pues no quería verle ni hablarle porque estábamos varios meses atrasados con el pago del alquiler.

    —¡Buenas tardes! Necesito hablar con ustedes, soy don Jacinto —dijo en voz alta al percatarse que alguien estaba mirándolo a través de la mirilla.

    No me quedó más que abrir la puerta y dejarlo pasar pensando en las consecuencias de la deuda que teníamos con él. Don Jacinto entró presuroso dirigiéndose hacia el sofá sin siquiera voltearme a ver, reclamándome cosas de los pagos con un tono de molestia. Su falta de educación me tomó por sorpresa ya que no recuerdo haberle invitado a pasar, qué sin vergüenza pensé.

    De pronto noté que enmudeció y su cara se tornó roja, fue entonces cuando reaccioné: no me había vestido ni puesto nada encima. La musculosa obviamente no me tapaba nada, mis pechos se marcaban y mis pezones sobresalían como aguijones apuntando a sus ojos. De tanto calor que hacía yo sudaba y para colmo me panty se notaba húmeda ya saben ustedes por qué.

    Pasaron unos pocos segundos y don Jacinto parpadeó un par de veces, se sentó en el sofá y enseguida comenzó nuevamente con los reclamos. Qué tipo aquel, no le importó que estuviera casi desnuda ante sus ojos, cualquier caballero se hubiera apenado y ofrecido a regresar más tarde o algo así. Por si fuera poco, para rematar la situación de por sí embarazosa e incómoda, había olvidado apagar el computador y aún reproducía videos porno. ¡Maldición! pensé al momento que salté hasta donde el computador para apagarlo.

    No sirvió de mucho mi reacción ya que el tipo alcanzó a distinguir perfectamente lo que ocurría en la pantalla del computador. Disimuló un poco el incidente y continuó diciéndome sobre lo atrasado que estábamos con la renta, que ya nos había dado varios avisos y bla bla bla. Por esa época teníamos problemas económicos por lo que comenzó a rondar en mi cabeza la idea de ayudar a resolver la situación.

    Ahí estaba sentado don Jacinto: un señor con 60 años encima, pelo gris, esbelto, ojos color avellana con mirada penetrante, de tez clara, su cuerpo conservaba buena forma, me recordaba un poco al actor Clint Eastwood solo que más bajo de estatura. Siempre solía andar muy arreglado, bien afeitado, con su ropa impecable y zapatos bien lustrados, muy presentable y conservado para su edad. No paraba de babear por mí, me miraba de arriba abajo mientras yo solo pensaba qué decirle.

    —Entiendo su molestia don Jacinto. Mire, mi esposo anda de viaje y no tengo plata ahora mismo, así que haga de mi lo que quiera con tal de aminorar la deuda —le dije valientemente y sin titubear.

    Me arriesgué de esa manera porque sabía que el viejo es todo un moralista, recatado e intachable, solo buscaba enfadarlo un poco para que con alguna excusa cediera a darnos más tiempo para ponernos al corriente. Parece que mi plan iba bien ya que se negó rotundamente argumentando al instante sobre su fidelidad, su esposa, sus principios, el matrimonio y esas cosas. Me echó en cara la clase de mujer que era yo por proponerle semejante barbaridad a lo que respondí colocando una mano sobre su pantalón justo encima de su verga y oh se sentía dura.

    Se puso algo nervioso cuando le estaba sobando así aunque no dejaba de decirme que no quería nada conmigo, que era inmoral, que lo ofendía, etc. Muy hablador resultó ese señor, pero no se iba de la casa, si en verdad lo ofendía yo tanto debió de haber salido de inmediato.

    Continúe frotándolo, le desabroché el cinturón, le baje el cierre, metí mi mano dentro de su calzoncillo y de pronto el sujeto tartamudeaba. ¡Estaba empalmado el muy fiel y puritano don Jacinto! Desde tiempo atrás supe que ese maduro me tenía ganas pues lo pillé muchas veces mirándome el trasero al topármelo en planta baja donde tiene su apartamento y ahora estaba en mi sofá con mi mano en su polla, que para sus años la tenía más tiesa de lo que esperaba.

    De pronto se sacó toda la verga por fuera del calzoncillo y de un movimiento rápido me jaló con fuerza del cabello hasta poner mi boca en su verga. No cabe duda que todos los hombres son iguales, este viejo cayó en mi juego. Le comencé a dar una chupada para que nunca se olvidara de ese momento, por cierto, tremendo pito se cargaba este veterano, así que le puse mucho empeño, también creo que la mezcla de alcohol y deseo que llevaba dentro de mi esa tarde ayudó a que me entregara así.

    Ese don Jacinto disfrutaba plácidamente con mis lamidas, me sostenía la cabeza con fuerza metiendo su polla en mi boca, parecía desesperado y seguro lo estaba. Supongo que hacía tiempo nadie se la comía así, él estaba aprovechando el momento al máximo.

    Después de un buen rato de estarle chupando el pito me levantó e hizo que me inclinase sobre el descansabrazo sillón. Al parecer no era suficiente con haberme hecho mamar su tranca, el desgraciado me hizo a un lado la tanga y me metió la vergota al coñito. Por suerte yo seguía lubricada aún por lo que su embestida no me lastimó. Se puso como loco, me metía y sacaba la verga una y otra vez, con una mano me apretaba la cadera y con la otra me azotaba a su antojo, no les mentir, aquello estaba delicioso.

    De pronto paró sus movimientos, se salió de mí y se puso besarme las nalgas y lamerme el coño. Me metía la lengua y también uno de sus dedos, lo estaba haciendo bien el don. Luego de rato me acomodó ahora recostada sobre mi espalda a lo largo del sillón giró y levantó mis piernas para continuar lamiendo mi cosita como si fuese un manjar.

    Me lamía de arriba abajo, chupaba el clítoris y ya tenía dos dedos que taladraban mi vagina a gran velocidad. Su plan era hacerme venir y lo consiguió al cabo de unos cuantos minutos. Cuando yo estaba en pleno orgasmo volvió a ensartarme con su pene y frotarlo muy rápido dentro de mí, metía y sacaba rápidamente su palo prolongando así mi orgasmo por más tiempo. En eso comenzó a follarme con más fuerza, jalaba mi cuerpo hacia él y me sacudía fuertemente. Finalmente sacó su verga de mi coñito y explotó encima de mi vientre con chorros espesos y muy viscosos.

    Yo aun recuperándome del orgasmo me quedé quieta viendo cómo se puso de pie y se arreglaba la ropa en su lugar. Sin voltear a verme me dijo que me perdonaba un mes de renta.

    —¿Solo un mes? —respingué muy enfadada.

    —Claro que solo un mes. ¿Qué querías? —me contestó y añadió enseguida— Me sedujiste tanto que tuve que ceder por caridad, velo como una ayuda que te doy. Qué pena por tu marido, seguro que no sabe la de puta que tiene como esposa. —Sacó un pañuelo de su bolsillo para limpiar su verga flácida antes de guardarla de nuevo dentro de su calzoncillo, subió su cremallera y salió del departamento sin decir más.

    Al cabo de un rato reflexioné sobre lo sucedido. El saldo fue: un mes menos de renta de qué preocuparse y un delicioso orgasmo. Creo que no estuvo nada mal para un sábado por la tarde.

    Por supuesto que cuando mi hombre regresó del viaje cogimos como unos adolescentes por varios días, ya me hacía falta una buena ración de su pija. Mi marido se puso al corriente con los pagos de la renta y se extrañó que el viejo tacaño de Jaci (jajaja ahora le digo así de cariño) le rebajara un mes de renta. Hasta el día de hoy nunca le mencioné lo acontecido.

    No duden en enviarme sus comentarios.

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  • Un viejo verde y yo sola en la piscina

    Un viejo verde y yo sola en la piscina

    Menuda putada este año. Pablo y yo habíamos ajustado nuestras vacaciones a la perfección, pero justo el fin de semana anterior le plantaron un viaje. Tuvimos bronca, pero al final, el deber llama. Él se marchó y yo me quedaba en casita sólo toda la semana.

    De modo que ando sola en casa. Y con el calor que hace, toca piscina, claro. Será un poco extraño estar ahí solita. Con Pablo apenas puedo tomar el sol. Él es más de bajar, bañarse y subir. Hoy podré aprovechar, así que elegiré un bikini pequeño. Brasileño, que toca torrarse. Además, como tengo los pechos pequeños, puede ser uno muy muy pequeño. Bueno, las bragas no son tan pequeñas, quiero decir, con lo que se ve hoy día. Y aunque gasto buen culillo, tampoco me gusta enseñarlo. En general no me gusta enseñar demasiado. No es que no pueda, porque aunque soy poco voluptuosa, soy bastante delgadita.

    No hay mucha gente y cojo buen sitio al sol. Coloco el bikini para que entre el sol lo más posible en mi cuerpo y, al hacerlo, me parece ver un movimiento en las cortinas de casa… ¿cómo es posible? No, error, no hay nadie en casa… es en la ventana de al lado. Pero, según me fijo, veo que tras las ventanas aparece el jodío Roberto. Y joder está mirando… y aquí en la piscina no hay nadie… ¡el muy guarro me está mirando a mí!

    Hago como que no lo he visto, pero no puedo dejar de pensar en que el guarro de mi vecino me está mirando. De vez en cuando abro los ojos y veo que está ahí… mirándome… Pienso en subir a casa y cantarle las cuarenta, pero no, este cabrón no va a hacer que deje de tomar el sol. Además, no me gustan mucho los conflictos.

    Sigo ahí tumbada tostándome.

    Me sorprendo sintiendo algo raro. Tener ese tío mirándome es asqueroso, sí, pero tiene su aquel. Que se joda. Que mire bien un cuerpo que ni parecido se lo va a poder beneficiar él… ¿pero qué pienso? Mejor me doy un baño. Parece que demasiado sol está afectando a mi cabeza.

    Mi cuerpo recibe con agrado el frescor del agua. Y creo que mi cabeza parece que también, porque decido que voy a cambiarme de sitio como siga el guarro mirándome. Buscaré uno más alejado de su ventana, que donde estoy, me tiene a huevo.

    Doy unos cuantos largos y descanso. Bueno, parece que ya no está detrás de la ventana… joder… ¡Pero si ha bajado el muy guarro! Le veo llegar con su toalla y una nevera portátil. Ya no le vale con mirarme desde la ventana, ahora se baja. Por favor, vaya barrigón. Si es que ni se le ve la cintura del bañador al tío. Este tiene un infarto antes de que acabe el año. Claro que tampoco se le ve el tripón con tanto pelo…

    Me pongo a dar un par de largos más. Otro descanso. Qué cabrón, el tío ha puesto su toalla junto a la mía y me está mirando mientras se toma una cerveza… ¿qué voy a hacer?

    Intento aclarar mi cabeza mientras doy un par de largos más… “¿Qué voy a hacer?” me repito una y otra vez. No me apetece salir para tumbarme en bikini junto al guarro ése. Justo el bikini más pequeño que tengo. Busco alternativas. Puedo esperar a que se vaya para salir… Sí, claro, 6 horas seguidas dentro del agua hasta que cierren. Va a ser que no. También podría salir y mover de sitio la toalla. Sería más normal, pero es que… ¡Jo!, eso es ser muy grosera. Yo no puedo. No tengo tan poca vergüenza para hacer algo así, lo merezca o no.

    Pero es que es eso o salir y tumbarme a su lado. Creo que prefiero esperar las seis horas antes de ser tan maleducada… ¡A tomar viento! Paso de líos. Será sólo un segundo. Salgo y me tumbo. Si me encuentro incómoda, me seco al sol y para arriba.

    No retraso más la tortura. Salgo y me doy la ducha. Me doy cuenta de que el bikini elegido no ayuda a mantener mis pezones desapercibidos al salir del agua. Y bien que se da cuenta seguro el guarro. No tiene ningún reparo en mirarme mientras me ducho. Luego según voy hacia mi sitio, me doy cuenta de que es peor aún. No me mira a mí en general, ¡mira directamente mis tetas! Y encima yo voy acercándome y las va viendo más de cerca.

    Como digo, odio mostrarme maleducada. Me cuesta. Para colmo, no soy muy de conflictos, así que, mientras me miras las tetas, encima, te digo

    -Buenas tardes.

    -Buenas tardes vecina -Dice sin variar su objetivo visual mientras se ríe ¿Hace calor verdad?

    -Mucho.

    Me tumbo al sol boca arriba. Y trato de no dar conversación.

    Tumbada con los ojos cerrados, no puedo evitar preguntarme. ¿Me estará mirando las tetas?, pero prefiero no abrir los ojos y comprobarlo, porque, si es así, la situación será muy incómoda.

    -¿Y tu marido? ¿No le gusta bajar a la piscina contigo?

    -Mi marido está de viaje.

    Contesto sin abrir los ojos. Esperando que se canse.

    -Ah está de viaje… ¿Quieres una cerveza vecina? Aunque si eres tan borde como tu marido me dirás que no. -Me ofrece riéndose a carcajada limpia mientras se abre otra.

    -Mi marido no es borde, ¿cómo se atreve? Y no, desde luego no quiero una cerveza. Ya sabe, alcohol y sol no se llevan bien.

    Aún sigo con los ojos cerrados, pero ya no me queda más remedio que abrirlos. Y al hacerlo veo que me está mirando… efectivamente. Me mira fijamente las berzas.

    -Tú te lo pierdes está muy fresquita. Y tu marido ¿estará mucho de viaje, vecina?

    Instintivamente coloco mi bikini. Craso error, porque dejo claro que me he dado cuenta de dónde miraba. Trato de corregir la situación dando un giro y no respondiendo a su pregunta.

    -Vamos a ver, estamos puerta con puerta y ni nos saludamos cuando nos encontramos en el ascensor. ¿A qué viene ahora lo de la cervecita?

    -Jajaja. Tienes razón, pero es que no aguanto a tu marido, es un gilipollas. Tú, sin embargo, con lo buena que estás, no me puedo enfadar contigo, jajaja. Si mira cómo me tienes.

    Y se señala el bañador.

    -Pero ¿está usted loco? ¿Cómo se le ocurre hablarme así? Además, ¿cómo que mi marido es un gilipollas? El gilipollas aquí es usted, además de un guarro que me está mirando las tetas.

    Él vuelve a reír y señalar.

    -Mira, mira, no te miento

    -No voy a mirar nada, vecino

    -SÍ. Tienes razón en algo. Soy un guarro que te mira las tetas, pero no me bajo de la burra. Tu marido es un gilipollas.

    -No le aguanto. Me voy de aquí.

    Y comienzo a recoger mis cosas. Me doy cuenta de que ha ganado la batalla. Me va a impedir venir a la piscina, así que tengo que pensar un poco más, pero no puedo permitir que siga aquí diciéndome burradas. Además, ni siquiera en esa situación me siento cómoda con la grosería que le he dicho.

    -No es para tanto mujer, jajaja, te podría haber dicho cosas peores.

    En ese momento llegan dos chicas de 18 años, morenas, con bikinis parecidos al mío, pero rellenándolos más que yo. El viejo se queda mirándolas con la misma cara de salido que cuando me miraba a mí.

    -Bueno vecina, ya que tú te vas, yo me quedaré aquí otro rato. -dice echando otro trago a la cerveza.- Y ya sabes. Si necesitas cualquier cosa… ¡sabes donde vivo! Jajaja.

    No digo nada más, pero le veo mirar a las recién llegadas.

    Qué asco, pienso, joder y pensar que me miraba así a mí, ¡puaj!!

    Me voy de allí. Una vez en casa, me asomo a la ventana disimuladamente. Ahí sigue, bebiendo y mirando a las jovencitas, ¡vaya viejo verde! No me puedo creer lo guarrillas que son esas niñas, ahí pavoneándose ante un viejo verde…

    Poco a poco se me va pasando el enfado y lo que va quedando es una sensación rara. Empiezo a pensar en ese tío mirándome… Ni en sus mejores sueños podría tener a alguien como yo y saber que me ha estado mirando sin parar levanta un inesperado cosquilleo en mi interior. Cierto que este tío seguramente se excitaría hasta con un orco, pero no puedo evitar que, el saberme deseado por ese tío aumente mi ego.

    Casi involuntariamente, vuelvo a mirar por la ventana mientras pienso en sus palabras.

    “SÍ. Tienes razón en algo. Soy un guarro que te mira las tetas.”

    Madre mía. Vaya pintas tiene. Las pipiolas están riendo y él se toca el paquete ¡Será guarro! Aunque no puedo evitar fijarme. Parece que no está mal equipado ahí… ¡Uy! Creo que me ha pillado mirándole.

    Me alejo de la ventana y voy al baño a quitarme el bikini. Mis pezones totalmente empitonados. Perfecto, Silvia, ahora te pone que tu vecino te haya mirado así. Porque no te engañes, el agua fría no es la única culpable de eso. Esto hay que pensarlo con calma.

    Como algo y me voy convenciendo para volver a la piscina. No es para que me veas, me digo, sino para demostrarle que él no va a decidir cuándo puedo ir yo a la piscina. Que acabe de mirar por la ventana para ver si sigue ahí es simplemente curiosidad por ver si sigue haciendo el guarro con las vecinas. Y que me ponga otro minibikini es para que el sol no me deje marcas…

    Bajo con la intención de ponerme en el lado más opuesto que pueda a él, pero el sol juega contra mí. Ahora ya no pega el sol en toda la piscina. Más de la mitad está a la sombra. Y qué suerte tiene el tío. Ha atinado justo en el centro de la zona de sol. Si me quiero poner morena, no puedo distanciarme mucho de él.

    De pie, a punto de entrar en la piscina, me quedo mirando las posibilidades. Creo que él adivina lo que pienso, porque saca una sonrisa desagradable.

    Y después me mira descaradamente de arriba a abajo sonriendo.

    Yo recuerdo lo de mis pezones duros de antes. Ahora la sensación es mucho más evidente. Tengo que aceptarlo. No lo entiendo, pero, pese a lo desagradable de la situación, me pone que me esté mirando. El hecho de que haya llamado gilipollas a mi marido y ahora me mire así, me pone, qué se le va a hacer.

    Esa sensación es mucho más intensa de lo que imagino, porque, en ese momento aparece una idea en mi cabecita: ¡vaya morbazo si me vuelvo a poner a su lado! Obviamente no puedo hacerlo. Esta mañana me ha dicho directamente que me miraba las tetas. Si voy a su lado, estaría reconociendo que no me importa que lo haga, de modo que no puedo hacerlo.

    Claro que, joder, Silvia, ¿te imaginas? ¿Te imaginas poniéndote ahí después de que te ha dicho que te está mirando las tetas? ¿Ponerte ahí a su lado, como diciéndole, míramelas, guarro, que me mola…? ¿Te imaginas?

    Joder Silvia, deja de pensar en esas cosas mejor piensa en…

    … ¿En qué? No puedo. Mi cabeza ha cortocircuitado. Va por otro lado. Me acaba de lanzar unos “¿te imaginas?” y, sin darme descanso, vuelve a la carga.

    ¿Te imaginas cómo se sentirá el cabrón pensando en tu marido, Silvia? Le parece un gilipollas y, después de decírselo a la cara a su mujer y de decirle también que le está mirando las tetas… coge su mujercita y se vuelve a poner a su lado para que se las siga mirando ¡Uf!

    Que no, que no pienses en eso, coño. Piensa en su barriga y en la cerveza cayendo de su boca como un guarro. Piensa en cómo mira a las jovencitas pavonearse el muy viejo verde.

    Empiezo a encontrarme demasiado caliente. Atravieso la puerta de la piscina y dejo la toalla exactamente donde la puse antes cuando salí espantada. Exactamente en el sitio en el que este guarro me dijo que me estaba mirando las tetas y que mi marido es un gilipollas. Vamos sólo me falta aceptarle la cerveza ahora. Pero mi cabeza pierde batalla tras batalla. La imaginación vuelve a vencer a la lógica y me dice que ni de lejos lo peor que puedo hacer es aceptarle la cerveza sino…

    -Quería pedirle perdón por lo de esta mañana. Fue una falta de educación completa levantarme y marcharme así. Espero que no se haya ofendido.

    Sino pedirle perdón por marcharme después de que me dijera que se estaba empalmando mirándome las tetas.

    Él comienza a reírse a carcajada limpia.

    -No te preocupes vecina, no te lo tomo en cuenta. Te suponía mejor educada, pero no me ofendo.

    Y me mira de arriba a abajo sin ningún pudor. Obvio, si he vuelto y encima pidiendo perdón, está claro qué va a hacer él.

    -Veo que has decidido volver. Yo ya te he dicho que tu marido es gilipollas, pero tú estás demasiado buena, así que, entiendo aceptas que hablemos como si fuéramos dos amigos, ¿no? jajaja

    Le gusta tensar la cuerda, pienso. O no. En realidad lo que hace es dejar las cosas claras. Desde luego va de frente.

    -Me parece bien, vecino.

    -Pues lo que diría ahora a un amigo es, ¿qué te parecen las niñas éstas?, ¿están buenas eh? Jajaja.

    El comentario me parece totalmente fuera de lugar, pero he venido en son de paz, así que muevo la cabeza negando como diciendo, “anda que…”. Él se acerca a mi oído, lo que provoca que me impacte un olor corporal intenso y el aliento a cerveza.

    -¿Sabes que haría con ellas? Me las follaría jajaja. Pero, ¿sabes lo mejor de todo? Que a ti también te follaría ahora mismo.

    Y comienza a reír a carcajada limpia, haciéndola morir con un eructo.

    -Anda déjese de tonterías y deme una de esas cervezas antes de que lo maten de gases.

    Por el rabillo del ojo veo como las niñatas cuchichean. Seguro que están jodidas porque el viejo ya no las mira ¡Las muy guarras! Me sorprende notar una pequeña satisfacción por ser yo la acaparadora de la atención del viejo y no esas zorrillas.

    Coge una cerveza y me la da. Por supuesto, lo hace mirándome fijamente las tetas, pero me la da. Y sin dejar de mirarlas me dice:

    -Te las comería ahora mismo, pero bueno ya sé que estas casada y completamente enamorada del gilipollas de tu marido, jajaja.

    Joé qué fijación tiene con las tetas, se ve que está necesitado el buen hombre, pobrecillo. Dejo que las mire sin decir nada, pero trato de desviar la conversación de mis tetas.

    -¿Qué le pasa con mi marido? ¿Por qué le tiene esa ojeriza? Estamos puerta con puerta, me gustaría que nos lleváramos mejor.

    Inmediatamente cambiar su mirada lasciva y burlona por una más seria, casi despectiva.

    -Tu marido es un gilipollas estirado que se cree mejor que el resto de mortales que vivimos por acá. Y para colmo es de esos tontitos hombres modernos que le gusta ayudar en las tareas de casa y esas cosas. Además, muy estirado y eso, pero luego en el cara a cara se arruga, el tonto del culo. ¡Fíjate! ¡Un viejo como yo le planta cara y muy cobarde se achanta! ¡Será mariconazo!

    Y vuelve a cambiar su expresión para lanzar otra mirada escaneadora a mi cuerpo. Yo me he quedado sin nada que decir. No sé qué responder a eso. Por su parte, se tumba y la erección se hace evidente. “Pobre hombre”, pienso, “es charlar con una mujer y ya se pone así”. Doy otro trago a la cerveza. Ya me voy acostumbrando a notar sus miradas en mis tetas, y, pese a que dejan de llamarme la atención, mi cuerpo, o mejor dicho, mi sexo, las registra claramente. Al poco de estar tumbado, comienza a renegar del calor.

    -Bueno vecina, me voy a subir al piso, ya he tenido demasiada ración de calor por hoy, ya sabes dónde estoy si necesitas algo.

    Pongo cara de sorpresa. Es extraño. Esta mañana cabreada porque venías y ahora me da rabia que se vaya.

    -Vaya, ¿justo ahora que empezamos a llevarnos bien, se marcha? Si es por el sol, ahí tiene la sombra además, ni siquiera se ha bañado.

    Joder, le estoy pidiendo a este guarro que se quede conmigo, esto es increíble.

    -Es que vecina, creo que lo voy a pasar mejor en mi piso. -Adereza su comentario, como casi siempre, con una carcajada. Y sentencia. -¿Quieres venirte?

    De primeras, supongo que lo que me está diciendo es que se va a ir a su piso para, como esta mañana, mirar por la ventana. Pero me estaba mirando a mí, por lo que ahora mismo ya tiene lo que quiere. Entonces, ¿qué significa que lo va a pasar mejor en su piso? ¿A qué sube? Entiendo que quizá en su casa puedas hacer algo que aquí no… Se me ilumina la mente ¡se va a masturbar! ¡Y lo va hacer mirándome! No. Creo que estoy sacando las cosas de quicio. Además, si va a su piso a pajearse, ¿a qué me invita?

    Mi imaginación vuela. Me veo en su casa en bikini y él mirándome mientras se la menea. Creo que es esa imagen la que, aunque declinando su invitación, me hace enviarle un guiño.

    -Bueno, pues nada, me encantaría que lo pasara muy bien en su piso. Yo me quedaré un rato aquí tomando el sol.

    Veo cómo se acerca a las pipiolas y les dice algo, seguramente una burrada. Ellas sonríen y se despiden. Se aleja y entra en el portal. Yo me quedo tomando el sol. Y de nuevo, yo sola, soy la peor de mis enemigas. Mi imaginación entra a raudales y logra excitarme. Antes logró que me pusiera a su lado para que mirara las tetas y pedirle perdón. Ahora me da por imaginar que está en la ventana, mirándome mientras tomo el sol, aliviándose la excitación contenida. Imagino ser la musa que utiliza para masturbarse y sufro una excitación brutal. Imagino que mi marido tiene a su enemigo enfrente de casa pajeándose mientras mira a su mujer. ¡Buf!

    No puedo evitarlo. Aprovechando mis gafas de sol, fuerzo mis ojos a mirar a su ventana y veo que estás ahí, mirándome. No, no son imaginaciones mías el movimiento característico que detecto en ti. No sólo lo estoy imaginando. Está ocurriendo. ¡¡Ese guarro se está pajeando mientras me mira en bikini!! Bueno, pobrecillo, no hace ningún mal a nadie. Desde que se fue su mujer, estará necesitado y, qué coño, pues es normal que yo le ponga. Vuelvo a preguntarme para qué me ha invitado a ir e inmediatamente mi imaginación me devuelve la imagen de antes. Yo en su casa en bikini dejando que se pajee mirándome.

    Una de las chiquillas se levanta y se da una ducha. Veo que el guarro ya no me mira, la mira a ella. Y sigue tocándose. Vaya, la zorrilla se lleva ahora su atención. Eso no está bien. Entonces…

    … entonces me incorporo y, sacando pecho, me ato el bikini. Al hacerlo queda un poco al descubierto la parte de mi pecho que está más cercana al hombro….y a su ventana. Lo dejo así unos segundos y después juego con el triángulo para colocarlo. Primero tapo esa parte, pero dejo que la parte inferior de mi seno asome por debajo de la tela y ahí la dejo mientras coloco el otro triángulo. Un minuto después termino de colocar todo. Cuando termino, vuelvo a tumbarme y a mirar a tu ventana…. y ya no estás ahí… así que, o bien has ido a beber algo… o bien te la has acabado. Sonrío sabiendo de sobra cuál es la alternativa más probable. Y sonrío también porque la zorrilla ha perdido su batalla conmigo.

    Me tumbo y cierro los ojos. Estoy casi segura de que se ha corrido pensando en mí. Me parece curioso. Hasta ahora siempre me ha parecido algo asqueroso los tíos mirones y por eso visto de forma bastante discreta. Sin embargo, ahora un tío se ha pajeado mirando mi cuerpo y ¡no ha pasado nada! Creo que soy un poco exagerada con ese tema. Si se me ve esto demasiado, si se me ve lo otro… Coño, pues si se ve, tampoco parece que se hunda el mundo. Ahora se me ha visto. Hasta un viejo verde se ha pajeado con ello y no ha llegado el Armagedón.

    Sigo dándole vueltas a mis sensaciones. El hecho de que este guarro me mirara así ha ofendido mi parte educada, pero ha encendido cosas. Me parecía harto improbable que este tío pudiera excitarme y, sin embargo, lo ha logrado. Esto me rompe un poco los esquemas. El juego es obvio. Él se lo pasa bien mirándome las tetas y pajeándose, ¡pero es que yo disfruto y me excito mientras lo hace! Los dos ganamos. Y, sinceramente, no me parece un juego peligroso. El tío parece ser un gilipollas y un pelín violento, sólo cuando está mi marido. Conmigo se ha comportado encantador… a su manera.

    Acabo la cerveza y la tiro a la basura… creo que otra vez estoy pensando cosas raras… mejor me doy un baño. Me meto en el agua fría y nado un poco sin pensar en nada. Pero en cuanto salgo y me pongo al sol, mi vecino vuelve a inundar mis pensamientos. Me doy cuenta de que me apetece continuar el juego. En realidad, lo estoy deseando. Casi lo necesito.

    Subo al piso. De nuevo mis pezones mi dicen que estoy excitada. Miro la ropa que uso para estar en casa en verano. Nada de sujetador, lógicamente. Una camiseta ceñida de tirantes finos y el pantalón cortísimo que deja casi media nalga fuera, de modo que debo usar tanga para que no se vea la ropa interior… Finalmente me lo pongo y preparo un gazpacho y un flan. No es sólo mi cena. Es también la excusa para seguir jugando.

    Meto en un tupper parte del gazpacho y en otro parte del flan. Cojo las llaves y, con mi camiseta de tirantes ceñida marcapezones y mis microshorts, llamo a su puerta.

    Al otro lado aparece el viejo desnudo salvo por un pantalón corto y unas chanclas. No quiero fijarme, pero creo que el pantalón tiene una mancha significativa en el centro… De nuevo me mira de arriba a abajo y sonríe. Yo disfruto su mirada. A eso he venido.

    -Dime vecina.

    -He hecho gazpacho y flan… y creo que es demasiado para mí… además, me parecía justo cambio por la cerveza de antes.

    Disfruto con el juego, con sus ojos hambrientos. Mis pezones se tensan al recibir sus miradas.

    -Claro que sí, vecina -Dice riéndose.- Anda pasa y lo dejamos en la cocina.

    ¡Uf!… una cosa es mirar y dejarse mirar y otra es entrar en esa casa. Sobre todo después de haberme invitado antes… y la manchita del pantalón confirma lo que ha estado haciendo.

    -No, no. Deja, no hace falta. -Digo tendiéndole la comida.

    Sin hacer caso mis indicaciones, entra en casa y deja la puerta abierta para que entre. Me encuentro en el rellano con los tuppers en una situación ridícula. Finalmente paso y dejo abierto, pero cierra inmediatamente y me dice:

    -La cocina está por ahí.

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  • Después de 10 años por fin me puso mis cuernos (2)

    Después de 10 años por fin me puso mis cuernos (2)

    Las casualidades existen, sean para bien o para mal y en esa ocasión no pudo ser mejor, pues gracias a que lleve a Silvina a aquel congal, pudo constatar que muchas mujeres por más santurronas que simulan ser, la mayoría tendrá algún resbalón y que esos resbalones pueden ser causa de violencia y de separaciones.

    Si lo hubiera planeado, no creo que saliera tan bien como se dio.

    Claro que aproveche la situación y la use para insistir sin que fuese notoria, mi deseo o fantasía de que cogiera con otros y vaya que me resulto mas favorable el que viera a su amiga Margarita en pleno romance con un tipo que no era su marido.

    Tan convencida quedo, que cuando le confesé mi sueño de tenerla como prostituta, acepto y aunque solo bailarina con otros hombres, no mencionó tener sexo con ningún tipo.

    Para mi, fue un gran logro.

    Y lo que tenía que pasar, paso. La deje sola en la mesa y se le acercaron varios tipos con los que salió a bailar y en una de esas, se encontró con su amiga en la pista, quien según me platico mi piru, casi se le tinca para que no le dijera nada a su marido. Con la promesa de no hacerlo, su amiga se tranquilizó y le pregunto que por qué ella estaba en ese congal. Muy inteligente Silvina le dijo que a ella le gustaba ese ambiente y le pidió lo mismo, no comentar con nadie e incluso le dijo que iba con un amigo (yo) muy liberal) y que no tenía ningún problema con el si bailaba con otros hombres.

    Se despidieron y Silvina no paro de bailar con diferentes tipos y más de alguno le agarraron las nalgas.

    Casi amanecía cuando salimos del tugurio, ambos felices por aquella aventura. Aproveche para preguntarle si se sentía mal por haber bailado con otros o por que le agarraron las nalgas.

    -si me sentí incomoda por las manoseadas, pero no me siento mal, porque ambos estuvimos de acuerdo.

    -¡vaya hasta que lo entiendes! Te aseguro que si lo hubieras hecho como tu putiamiga, si que estarías temerosa de que alguien te viera, de mi reacción. Como ves, no tenemos nada que esconder y si mucho que disfrutar. Ahora seré yo quien no insista, porque te diste cuenta que sólo trate de que disfrutaras sin temor alguno, que es porque te amo de verdad y también, porque no ser sincero, porque me causa mucha excitación el saberte gozando con otros esperando a que me cuentes todo y hacernos el verdadero amor.

    Cogimos tan rico que sólo nos paramos de la cama para ir con los niños.

    Exactamente 15 días después, tuve que salir del país por 25 días para realizar unas encomiendas y una noche antes de ir al aeropuerto, estando acostados, le pregunte si le gustaría coger con alguien de su agrado, su respuesta fue: ¿tú quieres que me vaya a coger con otro?

    -de sobra sabes que si, solo que si decides abrir tu mente y correr esa aventura, te pido que sea con alguien que te llame la atención y te despierte el libido, que uses protección, que te cuides de gentes malintencionadas, que no generes compromiso sentimental, o sea que lo tomes como una aventura y ya. Y si así lo deseas, no tengas ningún temor de contármelo. Y por último, que por tu seguridad, me avises cuando vayas y cuando estes en casa.

    -ay mi rey, me pones bien nerviosa!

    Pero así lo hare.

    Si no te sale alguien de tu agrado, no lo hagas, no es obligatorio.

    Ah pero eso sí, lo hagas o no, cuando regrese del viaje, espero que me cumplas mi sueño, te avisaré que día y a qué hora llego a casa, para que ya estés arreglada bien sexy lo más que puedas, para irnos a un congal y disfrutarte como mi puta y que estés dispuesta, flojita y cooperando y tú también sepas que las putas aparte de ganar dinero, beber vino gratis también gozan y más que muchas casadas. La clave es no aceptar nada de quien no te guste. ¿estamos?

    -¡ay canijo! ¿Quieres desquitarte de tanto tiempo que me negaba verdad?

    -claro mi reina, ten en tu mente que ya eres aparte de mi esposa, cómplices de aventuras y mi puta de verdad.

    Sali de casa y casi cada tercer día le hablaba esperando muy excitado (sin decírselo) que me dijera que había cogido, pero no fue sino hasta 6 días antes de mi regreso, que me aviso haber conocido a un tipo que la abordó y a ella le agrado. Fueron a tomar un café quedando de verse al día siguiente por la tarde y dejaría a los niños con su mama.

    -¡mirala que suertuda! Me hablas antes y cuando llegues por favor.

    -¡mi amor, jurame que no te enojaras y que tampoco me abandonaras!

    -mira mi reina, creo que fui muy claro, si lo hicieras a escondidas si tendríamos problemas. ¡Soy el padre de tus hijos, te adoro y ahora te deseo mucho más! Así que a disfrutar mi cielo, ya verás que es algo super excitante y rico. Ya me contarás cuando llegue. Tranquila y ve dispuesta a disfrutar. Te amo

    Colgué y mi verga parecía mástil de acero, por fin se haría realidad mi fantasía.

    Al día siguiente a eso de las 2 de la tarde, Silvina me llamo para decirme que ya se iba y que le deseara suerte.

    ¡Pasaron 5 largas horas y en mi mente imaginándola revolcándose de lujuria! No me despegue del teléfono hasta que recibí su llamada acusándole que ya estaba en casa. La pregunta natural salió de mi boca, ¿cómo te fue?

    -muy bien mi rey, tenías mucha razón. Gracias por ser el mejor esposo del mundo.

    Y de una vez te aviso que mañana volveremos a salir.

    -ok sin problema, solo cuídate mucho.

    Tal como se lo había prometido, un día antes le avise que llegaría como a las 10 de la noche. Mentiría si les dijera que no se me hizo eterno el regreso.

    ¡Por fin llegue a casa, entre y las luces apagadas! Prendí las de la sala, deje mis maletas en el piso, de una de ellas, saque tres cajas que contenían una pulsera de oro, un perfume y un reloj de pulso. Me senté en un sofá cuando la vi entrar a la sala, ufff con una minifalda morada que sólo le tapaba las nalgas, una blusa color fucia transparente y sin brasier, con su frondosa cabellera peinada estilo afro, mucho maquillaje y pintada con pinturas de colores chillantes. Unas pantimedias negras y brillantes, zapatillas moradas muy altas.

    -¡Hola mi rey! ¿Quieres una copa de licor?

    A modo de broma, le contesté:

    -perdón ¿pero quién es usted? ¿No se equivocó de casa de citas?

    -¿por qué me dices eso?

    -¡porque te ves putisima y me encantas!

    -¡sirve la copa, entro al baño y nos vamos al puntero! ¿Estás de acuerdo?

    -¡claro que si mi rey! Lo que tu mandes.

    Bebí el licor, tome un saco y salimos de casa y al subir al auto, una vecina le gritó, que guapa vecina, ¡por eso trae de un ala a su marido!

    Maneje hasta un congal y en el camino, Silvina quiso contarme su aventura pero le pedí que en el puntero me contará.

    Ya en el tugurio sentados, pedí una botella de coñac las luces estaban a medias y me contó que Pedro era un campesino adinerado y que al abordarla le dijo piropos muy bonitos y como le gustó acepto ir con él a una cafetería, donde no dejo de chuparla y que al despedirse le dio un beso en la mejilla.

    Al día siguiente, Pedro ya la estaba esperando en su camioneta, le pregunto que deseaba comer y de cuanto tiempo disponía. Silvina le mintió diciéndole que sólo disponía de máximo dos horas.

    Y vaya que el tal Pedro era un costal de mañas, diciéndole que era muy poco tiempo, que no se fuera a molestar si la llevaba a un lugar muy discreto donde tendrían mucha privacidad y que servían comida muy rica acompañada de buenos vinos de mesa.

    Silvina jamás imagino que ese lugar era un motel de lujo a las orillas de la ciudad. Se dio cuenta cuando ya estaban entrando.

    El noto el nerviosismo de ella y muy caballeroso le hizo saber que el era casado y también ella, por eso en ese lugar nadie los vería.

    Ella se tranquilizó, entraron a una swit pidieron comida y vino.

    Terminando de comer, siguieron bebiendo y ella se sintió mareada, sin decir nada y claro que el se dio cuenta y comenzó a chuparla, brindaba por ella, hasta que el la abrazo y la beso, Silvina mareada no opuso resistencia, además de tomada, ya estaba muy excitada. Unas copas unos besos y caricias más y ya la tenía en la cama.

    Silvina se levantó y fue al WC al salir Pedro ya estaba todo desnudo en medio de la cama con su verga muy parada.

    -¡no lo podía creer! ¡Pero tiene una vergota enorme cabezona y muy gruesa!

    Pedro la llamo y ella se subió a la cama, el le quitó la tanga y como pulpo se la cachondeo. ¡Cuando quiso meterle la verga no le entraba, él tuvo que abrirle con sus manos la panocha y fue como logró metérsela! Le provocó 3 orgasmos en el primer palo, luego se ficharon y se la volvió a coger y ella muy dejada. Tuvo dos orgasmos más y pasada la pasión, ella lo apresuro para salir del motel. No sin antes sacarle cita al día siguiente.

    -oye mamita, ¿por qué aceptaste salir con el de nuevo? Dímelo con confianza y verdad

    -si mi amor, acepte porque me encantó sentir su vergota dentro de mí, porque me hizo sentirme bien llena y 5 orgasmos. También porque nunca me trató mal. Sali 3 días seguidos me cogió bien rico como nunca lo imaginé. Pero ya no nos volveremos a ver.

    -me siento feliz por ti, porque gozaste mucho, porque te la pásate a gusto y sin preocupaciones ni angustias. Y eso mi reina me lo debes a mí, ¿o no?

    -si mi rey, que tonta fui y cuanto tiempo perdido.

    -nada perdido chiquita, todo llega cuando tiene que llegar. Pero es la hora de cobrarme, y así como tu disfrutaste y gozaste, ahora te toca complacerme ¿o no?

    -claro que si mi rey, lo tienes muy merecido.

    -pero no me has dicho que quieres que hagamos. Pídele lo que sea, que por todo el amor que te guardo, pondré todo de mi parte para complacerte en lo que me pidas.

    -¿estas segura?

    -si mi rey, te compensare todo lo que hiciste por mí, por hacerme una mujer plena, sin prejuicios, segura de mi familia, y sentirme libre y apoyada por ti. Así que habla que tus palabras son órdenes.

    -gracias mamita. Debes saber que aunque pude tener otra mujer como amante y que complacida mis fantasías, necesidades nunca lo intente, pues tu eres y serás el amor de mi vida. ¿Sabes por qué es tan excitante hacer travesuras? Porque las hago con mi esposa, madre de mis hijos, la mujer que estuvo conmigo en la pobreza, mal haría si hubiera decidido correr estas aventuras con otras mujeres.

    Así que si no te perjudicó ni te hago sentir mal, es hora de quitarnos los prejuicios y miedos de decirnos lo que debemos, h ya tome valor mami.

    Comencemos con tu nombre artístico, porque aquí nadie se llama como les nombran, todas las prostitutas se dejan hacer por dinero, te sonríen por dinero, o sea todo lo hacen por dinero. Así que dime cuál será tu nombre artístico.

    -Esmeralda

    -ok y oye Esmeralda, ¿eres consiente de que desde que entramos al congal para todos y todas eres otra puta mas?

    -si.

    -sabes que esto que estás haciendo, como arreglarte bien vulgar, verte bien putota y que tendrás que alternar con clientes que te manoseadas toda, te bailarán como a las putas agarrada de las nalgas, y más de alguno querrá llevarte al hotel a cogerte usándote como instrumento de desahogo, no estás obligada a hacerlo, ni yo te presionó para que lo hagas si no quieres? Solo si te hago saber que si lo haces, tendrás que hacerlo como todas, la diferencia será que tu no lo hagas con cualquiera por dinero, sino sólo con clientes que te agraden. Si así lo haces, me darás mucha felicidad y provocadas que te desee a un más. Pero no se puede dañar a otros para lograr nuestros deseos. Así que lo dejo en tus manos.

    -fijate que a muchas mujeres nos da curiosidad la vida de las putas, y aunque nunca lo externe yo siempre quise estar en el lugar de ellas.

    Así que aclarando, quieres que tu puta baile con clientes, que me siente con ellos y dejarlos manosearme, y también quieres que salga al hotel a coger con los clientes que me gusten y me paguen bien ¿verdad?

    -si Esmeralda, solo así te consideraré mi puta de verdad.

    -así lo hare y con mucho gusto papito.

    La deje en el congal, me salí un rato para que se sintiera a gusto. Regrese en una hora y la muy decente bailó con muchos clientes se sentó en sus piernas y salió a coger 2 veces. Y yo feliz, feliz.

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  • La piel morena de mi exsuegra y el sabor sucio de su traición

    La piel morena de mi exsuegra y el sabor sucio de su traición

    Calzones usados y axilas morenas.

    Silvia no era mi tipo… o eso me repetía yo a los 18 años cuando salía con su hija. Andrea fue mi primera novia seria. Morena clara, flaca, de sonrisa fácil. Pero aunque creía estar descubriendo el sexo con ella, en realidad lo que me consumía por dentro era el deseo reprimido por su madre.

    Silvia tenía 39. Morena, de piel canela, caderas anchas, brazos gruesos, senos pesados, culo redondo y blando. Una mujer que transpiraba sin pudor. No usaba perfume, y eso era parte de su hechizo: olía a cuerpo. A casa. A carne. A día vivido. Ese olor espeso y denso que se queda en los colchones, en la ropa sucia, en los rincones. Ese que no se puede esconder con desodorante. Su aroma me desquiciaba.

    Siempre me recibía con ropa de estar en casa: pantalones cortos, camisetas pegadas al torso por el calor, sin sostén. A veces tenía el cabello recogido, a veces suelto y mojado por la transpiración. Sus axilas eran velludas. Negras. Húmedas. Las mostraba sin disimulo, y yo me quedaba viéndolas fijo cada vez que levantaba los brazos para buscar algo en la alacena o colgar ropa.

    Andrea salía tarde de la facultad. Yo llegaba antes. Silvia y yo tomábamos mate o café, solos, en silencio, como si fuéramos cómplices. Me gustaba verla doblar ropa en la sala. Me encantaba cuando entre la pila asomaba una tanga negra, vieja, con el elástico vencido y una pequeña mancha blanca seca en el centro. Me quedaba mirando. Ella lo notaba, pero nunca decía nada. Solo sonreía.

    Esa noche, en mi cuarto, me masturbé con esa imagen: el calzón usado entre mis dedos, la axila abierta sobre mi boca, su vientre blando apoyado contra el mío.

    Mi relación con Andrea duró dos años. Terminó sin escándalos. Pero Silvia me quedó incrustada como una espina. Ella fue mi verdadero duelo.

    Pasaron ocho años. Me convertí en diplomático. Viajé, trabajé, envejecí un poco. Pero nunca la olvidé.

    Un viernes de diciembre, con ánimo bajo y necesidad de distracción, fui a un bar que ya no recordaba bien. “Sounder”. Música fuerte, gente madura, grupos de mujeres bailando sin culpa. Y entonces, la vi.

    Silvia. Más morena que antes. Más ancha. Más viva. Vestía un vestido ajustado que dejaba ver sus piernas gruesas, sus tobillos fuertes, sus pies metidos en unas sandalias plateadas que le abrazaban los dedos sudados. El escote mostraba el canal de sus senos pesados. Bailaba. Reía. Sus axilas se abrían al ritmo de la música, oscuras y mojadas, naturales. Me quedé sin aliento.

    Ella tardó en verme. Cuando nuestros ojos se cruzaron, se le iluminó el rostro. Se acercó, me saludó con un beso largo y húmedo en la mejilla, y me apretó la cintura como quien saluda a un viejo amante. Su olor a piel mojada, mezclado con la humedad de la noche, me dio un vuelco en la entrepierna.

    Pedimos copas. Luego otra botella. Me contó que estaba casada de nuevo, con un hombre mayor, que ya ni la tocaba. Yo le hablé de mis viajes, de mi aburrimiento con las mujeres de cartón que conocía. Ella me miraba, como si supiera.

    Bailamos. Le puse la mano en la espalda baja. Ella no se corrió. Pegó su culo contra mí y me lo restregó al ritmo de la cumbia. Yo le hablaba al oído, lento:

    —Siempre quise saber cómo olés después de un día largo.

    Ella no contestó. Solo me miró con una sonrisa torcida.

    A eso de las cuatro, se quedó sola. Sus amigas se fueron. Le propuse llevarla. Aceptó sin dudar. En el coche, saqué otra botella de champagne. Ella la tomó del pico. Se rio. Me puso la mano en la pierna y sin aviso me desabrochó el pantalón.

    —No hables —me dijo—. Solo dejame olerte.

    Me la sacó. La olió. Me la lamió despacio. Con hambre vieja. Con lengua espesa. Mientras manejaba hacia el motel, ella no se detuvo.

    En la habitación no hubo charlas. Le levanté el vestido. No tenía nada abajo. Estaba mojada. Y su olor era tal como lo había soñado: a transpiración rancia, a deseo guardado, a rajita apretada que estuvo húmeda todo el día.

    Le lamí el cuerpo entero sin que se limpiara. Axilas, pies, vientre, culo. Ella me dejaba. Me guiaba. Me ofrecía su carne como quien ofrece un plato caliente.

    —Siempre quise que me espiaras más —me dijo entre gemidos—. Dejaba mis tangas sucias a propósito. Me calentaba saber que podías tocarlas.

    Me la cogí como si fuera la única mujer del mundo. Le acabé adentro. Me abrazó. No se limpió. Se durmió oliendo a mí.

    Desde esa noche, Silvia fue mía.

    La veía en su casa cuando su marido no estaba. Me cocinaba en tanga. Me pedía que no la dejara bañarse. Que la follara con todo encima. Me dejaba sus calzones usados en el auto. A veces me los metía en la boca mientras la montaba.

    Una vez llamó a su esposo desde mi cama, con mi polla metida en su culo. Le habló con voz dulce, como si nada.

    —Sí, mi amor. Ya casi salgo. Me retrasé en la reunión.

    Me besó mientras colgaba y me dijo:

    —Sos mi vicio. Y no pienso dejarte.

    Fueron años de sexo crudo. Ella y yo. Yo y su cuerpo. La piel morena, el sudor, el vello, los olores. Todo eso que la sociedad esconde… yo lo adoraba.

    Silvia fue la mujer que más me marcó. Me hizo amar lo real, lo sucio, lo que se huele antes que se ve. Me enseñó que la piel guarda memoria. Que hay cuerpos que, cuando te tocan, se te quedan adentro para siempre.

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  • La masturbación con Esteban

    La masturbación con Esteban

    Mi primo Esteban volvió con un DVD en la mano.

    —Verás, éste si es bueno, chaval.

    Yo dejé la revista erótica a un lado.

    —Oye, ¿cuándo vuelven los titos? -Los “titos” eran sus padres, porque yo estaba de vacaciones en su piso una semana.

    —No vuelven hasta la tarde; han salido a comer al japonés -Introdujo el DVD en el aparato y, señalando mi revista dijo-: Esto se mueve… y -riendo- además te deja las manos libres.

    La camarera y su alumna se divierten. Así se titulaba.

    Una rubia maciza, vestida con un uniforme ridículamente corto -se le veían las braguitas de encaje- y una cofia extemporánea, hacia la cama en una habitación. Un minuto después entraba en el cuarto de hotel -supuestamente-, una mujer morena más bajita y con menos kilos, vestida de la misma forma: eso que los varones tradicionales denominan “provocativa”. Cada una tiraba de las sábanas por cada lado, iban incrementando los tirones en los extremos en medio de una cascada de risas hasta que el juego se hizo más agresivo en una lucha de almohadas.

    La escena dio paso a otra en que las mujeres se besaban violentamente y se desvestían una a la otra. La pequeña tenía unas tetas inmensas y un coño de labios muy salidos; las mamellas de la rubia eran pequeñas, pero sus pezones erectos y rosados compensaban la descompensación; tenía una preciosa vulva con los labios vaginales internos, pero una sensual línea en la boca cerrada del coñito. Ambas se tumban en la cama y montan un excitante 69.

    En eso, entra un muchachote con un traje ajustado y corbata -el supuesto y nada creíble cliente-, que las “pilla” en su lúdico entretenimiento laboral

    El hombre es invitado al juego por las caricias de la rubia, que los desnuda, mostrando una musculatura exagerada y varios tatuajes enormes en los antebrazos y el cuello. Y comienza el ménage à trois. El tipo tiene un buen rabo y, para mostrar mejor los intensos primeros planos, va depilado.

    —¿Qué, a que es mejor?

    Naturalmente, es mejor. Bajo mi short mi pija está apretada contra la bragueta con una fuerte erección. Disimuladamente echó un vistazo a Esteban. Su mano reposa entre los muslos y el montículo que forma entre sus ingles habla por sí mismo. De alguna forma, eso incrementa mi excitación. Mi boca de llena de saliva caliente y espesa, lleno de deseo sexual.

    En la pantalla, en un plano lateral en zoom, la morena le está haciendo al rubio una felación de profesional. Su tranca está completamente dentro de la boca glotona. La otra le chupa el higo desde detrás; el interior del chocho es de un color rosado. La rubia lame los largos labios de la vulva y hunde su lengua en el canal dilatado de la morena; mete dos dedos y comienza a masturbarla, sin que la otra abandone la mamada.

    —¡Ya me gustaría que esa morenita me hiciera a mí esa mamada! -exclamó mi primo.

    —Joder, ¡y la rubia, chico! -le respondo-, ¿no te la follarías?

    —Me dejaría follar por ella… uauuuh -en la televisión, el hombre coge por detrás a la rubia y, a la vez que la morena se soba el coño y le magrea las tetitas a la rubia, la penetra de un solo golpe. La polla se clava y comienza a galoparla-. ¡No puedo más, Juan! -y se baja el pantalón. Hasta ahora solamente había visto a Esteban con la pija relajada, en el vestuario de la piscina. Tenía un falo enorme, con un glande grueso en la punta y enrojecido por la tensión sexual.

    El folleteo sigue en las imágenes. Yo miró de reojo a Esteban, que se acaricia los huevos y se baja lentamente el prepucio. Escucho su respiración agitada… Tampoco yo puedo más. Me abro el short y mi polla salta al vacío. La tengo durísima, con el capullo húmedo por el flujo.

    —¡Joder, tío! -exclama mi primo- Ya no podías más… -y estalla en una carcajada.

    Yo me voy sobando el glande. La corona está morada y las venas del mástil hinchadas. Las escenas me han puesto cachondísimo. Me giro y observó a Esteban. Con una mano hace girar el capullo entre los dedos; con la otra se oahes despacio. Me pilla mirando.

    —Yo me masturbo cada noche, ¿y tú?

    —¿Viendo la peli? -le pregunto.

    —No, no hace falta… con la imaginación y los recuerdos. ¿Y tú? -inquiere a su vez-.

    —No tan seguido. Prefiero follar con Nati, o sobre todo que me haga una mamada.

    Ahora es la rubia la que se está comiendo el pollón del rubio, que gime. La morena se ha metido un dildo en el coño y se retuerce de gusto con él dentro.

    —A veces -dice-, yo prefiero hacerme una paja. Conozco mejor mi polla -y se ríe de nuevo a carcajadas. Abre los muslos y su miembro está vertical.

    Yo juego con mis testículos, que están duros: noto los huevos pegados a la base de mi tranca. También está tiesa.

    —¿Cómo te gusta a ti que te lo hagan? -su voz es pastosa, presa de la lubricidad.

    Yo respiro con dificultad y trago sonoramente saliva. Grito toda la verga; el anillo del glande está caliente y morado.

    —Así -respondo y sin saber bien porque le hago una demostración.

    Esteban se acerca. Su polla se balancea a cada paso. Observa con atención. Se acaricia los cojones. Su verga tiene la boca del capullo completamente llena de flujo. Yo me pajeo sólo el glande. Esteban me imita.

    —¿Así? -dice. Pasa sus dedos por el grueso glande.

    Entonces lo suelta y pone su mano si te la miau.

    —¿Quieres que pruebe? -me pregunta con ojos vidriosos-.

    Yo me he quedado asombrado. No esperaba esto. Lo miro fijamente. La verdad es que su propuesta me ha puesto caliente a tope. Nunca he tenido experiencias homosexuales me digo a mí mismo:

    —Ahí la tienes -y quito las manos.

    Esteban se arrodilla frente a mí. Veo la tele. El rubio tiene a las dos mujeres arrodilladas, con los culos hacia él. Va jodiendo alternativamente a una y otra. Los coños están dilatados y brillantes de flujos: la tranca entra y sale con facilidad; las mujeres abren la carne con una mano; la otra está en los clítoris, masajeándolos. Bajo la mirada. Esteban me ha agarrado el falo. Su mano acaricia mi pijo y sube al capullo. Observo que mi suave carne rosada está completamente cubierta de fluido preseminal, transparente. Dos dedos de Esteban aprisionan la corona del glande.

    No puedo evitar dejar escapar un gemido. Él igualmente excitado comienza a masturbarme lentamente…, pero no puedo aguantar más y con un espasmo me cierto en su mano. La leche ardiente sale a borbotones, como un manantial. Él acaricia la polla y la aprieta para escurrir el esperma, que mancha los pelos de mi vientre. Luego suelta el miembro y se queda mirando mi éxtasis.

    Cuando paro veo la corrida del rubio sobre las tetas de las chicas.

    —Ven -le digo-, tomando entre mis dedos su polla. Es muy grande y está tan dura que la mía nunca ha estado así. Tiene un glande grueso, morado y firme. Al tacto como seda. Me impregno los dedos de su viscoso líquido. Doy vueltas al capullo y Esteban gime. Lo siento y me concentro en su prepucio. Bajo y subo la piel. Siento las venas gruesas y azules. Brilla todo el largo miembro tieso y duro. Tengo un impulso…

    Llevo mis labios a la polla de mi primo. Y paso la lengua por el capullo. Lo beso y me lo meto en la boca.

    —¡Ahh! -gime Esteban, cerrando los ojos.

    Yo lamo y chupó la tranca caliente. La lleno de saliva y juego con mi lengua en ella.

    —¡Uf, así! -dice Esteban. Yo noto de nuevo mi polla en erección. ¡Cómo quisiera una mamada ahora! He parado un momento y él dice:

    —¡Vamos…, sigue!

    Yo continúo la mamada más enérgicamente, hasta que en mi boca se desparrama la leche a golpes, llenando mi lengua y mi boca. Tengo la eyaculación hasta que Esteban deja de sacar semen. Entonces dejó que el blanquecino y espeso resbale por mi barbilla y la limpio después.

    —¿Quieres que te la mame yo ahora? -pregunta.

    No necesito responder. Esteban me la agarra y se pone a la tarea. Sus labios chupan, mientras me pajea la verga con pericia. De golpe siento como se me escapa otra oleada de leche en una nueva eyaculación. Esteban extrae todo el semen, lo deja salir de los labios y lo recoge en el cuenco de su mano.

    —¿Lo has hecho antes? -pregunto. Él niega con la cabeza.

    —¿Y tú? -pregunta a su vez.

    —Tampoco, nunca… ni imaginaba …

    Esteban se levanta camino del lavabo. los huevos y dice con tono pericial:

    —Nosotros conocemos mejor los puntos de placer de nuestras pollas, ¿verdad?

    Yo me echó a reír y me acarició las satisfechas pelotas y mi picha… que recordando, no la película, sino la felación de Esteban, vuelve a ponerse morcillona.

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